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CAPITULO VII
CONCLUSION | |||
[e119][i128] EN este libro hemos considerado los dos sistemas de psicología, el oriental y el occidental. En su conjunto, tenemos un cuadro completo del hombre, como alma viviente, que funciona por medio de un determinado mecanismo. Parte de éste, el cuerpo etérico, con sus centros, es sutil, invisible y más allá del alcance de nuestros cinco sentidos; la otra parte está en el reino de lo físico denso, principalmente las glándulas endocrinas y en el sistema nervioso, que rige al resto de la manifestación física densa. Ambas partes, a nuestro juicio, forman un todo. El alma es siempre la gran realidad, la expresión de la Vida una, constituida por los cuerpos etérico y denso. La fuerza del alma, actuando sobre el cuerpo etérico y funcionando por medio de éste, desarrolla los centros especializados de ese cuerpo, el cual a su vez actúa sobre el cuerpo físico denso. La cuestión que más atrae a la mente occidental es cómo lograr mayor eficiencia en la actividad. El hombre, el alma, está limitado en su acción eficiente por la condición de su instrumento. Si las glándulas, el sistema nervioso y el cuerpo etérico y sus centros, no están ajustados ni funcionan convenientemente, el hombre, el alma, debe repararlos o curarlos. Debido a que el hombre es esencialmente [i129] un alma viviente, cabe pensar que sus glándulas no funcionan correctamente y muchos deben estudiarlas, corregirlas y perfeccionarlas. Tratar directamente las glándulas y los centros nerviosos, con medicinas y otros recursos, es estrictamente una tarea de reparación, y no llega al estado elevado de esas particulares [e120] glándulas y centros nerviosos, que originalmente creó el hombre en cuestión. Lo mismo atañe, y quizás más enfáticamente, a los centros del cuerpo etérico, que pueden ser afectados por ciertas prácticas orientales de respiración, mántram y posturas muy peligrosas y, con frecuencia, conducen a la locura. Es de esperar que lleguemos eventualmente a tener suficiente conocimiento y experiencia, para actuar inteligente y directamente sobre los centros y poder regular con más eficacia las glándulas del cuerpo físico y la neurosis. Aparentemente, surgen tres teorías como resultado de nuestra investigación, constituyendo una triple hipótesis que define al hombre como un organismo, que manifiesta vida, autoconciencia y propósito inteligente.
Puede argüirse que sólo hemos conseguido retrotraer el asunto a los reinos de lo invisible y lo improbable. Pero, ¿es realmente así? ¿No se aceptan ahora como realidades muchos factores surgidos de las conjeturas y vagas hipótesis de épocas pasadas? ¿No se ha probado y demostrado hoy lo que se consideraba improbable ayer? ¿No será posible aplicar una técnica y un método que con el tiempo basten, mediante el conjunto [e121] de evidencias disponibles, proporcionando una clara percepción de factores, tan oscuros actualmente? Occidente ofrece, según hemos visto, sus hechos referentes a la estructura. El mecanismo del hombre está determinado por su sistema endocrino, más el sistema nervioso, el mecanismo de respuesta. ¿Puede encararse el tema desde este ángulo y, actuando sobre las glándulas, producir la perfección del cuerpo humano y conducir al hombre, eventualmente, a la plena luz del alma? ¿Puede desarrollarse la divinidad por medios físicos? O bien, aceptando la posición oriental, de que los centros son los medios de expresión del alma y los responsables [i131] de la construcción y control del cuerpo por medio del sistema nervioso y las glándulas, ¿puede investigarse y aplicarse un método, reconocido como peligroso, y actuar directamente a través de los centros o sobre los mismos? ¿Existe un tercer método, por el cual podemos evitar la acción puramente física y también el riesgo de despertar los centros prematuramente? ¿No será posible encontrar una solución y un método, que dé al alma el pleno uso de su instrumento, y produzca esa perfecta interacción entre el alma y el cuerpo, que la correcta actividad de los centros, según se afirma, produce? Hay un medio por el cual el hombre puede asegurarse de que realmente es un alma, y puede controlar su instrumento de expresión, es decir, la triple naturaleza inferior, y todos los estados síquicos y mentales. Por medio de este método es posible llevar a cabo la unión de la sabiduría de Oriente y el conocimiento de Occidente, de modo que estén disponibles los mejores aspectos de cada sistema para todo el género humano. Al considerar la posibilidad de que el hombre descubra su alma, hay que partir de una hipótesis y aceptarla voluntariamente, pues toda hipótesis ha sido siempre el punto de partida del conocimiento. Suponemos que el hombre como hipótesis activa es un alma y posee un cuerpo, y que existe un medio unificador que los vincula como un cuerpo de energía. [e122][i132] Quienes trataron de comprobar la realidad de la existencia del alma y de su mecanismo vitalizador, pueden ser divididos en dos grupos; por una parte, están los místicos, que emplearon la aspiración y la emoción, además de los medios físicos; por otro, los de tipo más puramente mental, que utilizaron el intelecto y la mente para llegar al conocimiento espiritual. Esta larga línea de conocedores de Dios emplearon diferentes terminologías, pero no tiene importancia para nuestros fines que al alma la denominen el Yo, el Amado, el Uno, Dios o Cristo. El místico se flagelaba y mortificaba el cuerpo por el ayuno y la excesiva disciplina. De este modo aminoraba la demanda de los apetitos carnales, y aumentaba la devoción al Amado y el anhelo de obtener la Visión. Al final de años de fervoroso ejercicio, encontraba lo que buscaba y se unía con el Bienamado. Los del segundo grupo, empleaban la razón y practicaban el control de la mente, juntamente con el más severo control emocional y físico. Por la concentración en Su búsqueda, también descubrían la realidad y, penetraban en la amplia conciencia del plan eterno, llegando a la unión con el alma Universal. Ambos grupos testimonian la verdad de la existencia del alma, pero, limitados por su peculiar inclinación y método, su testimonio es unilateral. Uno es excesivamente visionario, místico y emocional, el otro demasiado académico, intelectual y constructor de formas. Debido a la gran difusión del conocimiento [i133] humano y al estrecho intercambio que existe entre las mentes, por medio de la literatura, el lenguaje y los viajes, ha llegado el momento en que es posible por primera vez, una fusión general, y como resultado de las anteriores conclusiones de filósofos y santos de ambos hemisferios, deberíamos poder desarrollar un sistema y un método, que sean expresión de la perfección espiritual para nuestra época y generación. Por lo tanto, es práctico dar ciertos pasos iniciales, los cuales pueden resumirse del modo siguiente:
[i134] Cuando sean bien comprendidos estos cuatro puntos y su efecto se haga sentir en la personalidad del hombre, tendremos un organismo integrado y coordinado; la estructura podrá ser entonces considerada apta para ser dirigida por el alma. Las mencionadas etapas no deben considerarse en orden consecutivo, sino en simultáneo progreso. Es evidente, que el perfecto conocimiento intelectual del alma y del mundo que el alma revela, tan solo es posible para el hombre que posee las facultades mencionadas. El sentimiento de Dios, la apreciación de lo verdadero y lo bello y el contacto con la visión mística, es siempre posible para quienes el centro cardíaco está despierto y activo. Estos hombres que aman así a Dios, han existido y existen en el trascurso de las épocas, sienten, perciben, aman y adoran, pero carecen del eslabón entre el alma, la mente y el cerebro. Cuando a estas facultades místicas se agregan las intelectuales, entonces el centro coronario se despierta, y la glándula pineal, hasta entonces atrofiada, entra en actividad, y se convierte en la sede del alma y en la voluntad rectora [e124] espiritual. Cuando ambos centros están despiertos, tenernos esas grandes y destacadas personalidades espirituales, que trabajan consagrando su corazón y cerebro y dejan su impronta en el pensamiento del mundo. Hasta ahora el camino de la mayoría ha sido el del místico, y el del intelectual para los pocos, pero la especie humana se halla en un punto en que, basando sus hipótesis sobre las experiencias místicas de muchos, puede progresar desde el sentimiento y la adoración, al conocimiento, y, desde el amor a Dios, al conocimiento de Dios. [i135] Esto sucederá cuando al conocimiento de Occidente se sume la sabiduría de Oriente y se imponga la técnica de la ciencia del alma sobre nuestros tipos intelectuales occidentales. No es posible explayarse mucho sobre esta técnica. Sin embargo, es factible describirla brevemente, dividiéndola en ocho etapas que pueden clasificarse como:
Esta energía espiritual, conscientemente dirigida, actuando por medio del cuerpo vital y de los centros, se dice que eventualmente lleva al hombre material y al sistema endocrino a una condición de perfecta salud y, por lo tanto, a poseer un mecanismo perfecto para la expresión del alma. Respecto a esto se enseña que el hombre puede alcanzar un conocimiento definido del alma y conocerse como "el Ser más [i137] profundo", capaz de utilizar su mecanismo con un fin determinado, y actuar así como alma. Un estudio de las vidas de los grandes místicos, santos y adeptos de ambos hemisferios, proporcionará mucha luz sobre los efectos fenoménicos, resultantes del método mencionado, aún después de haber eliminado gran parte de lo que tiene sabor a alucinación o condiciones sicopáticas. Frecuentemente se observan tipos de clarividencia, previsión y comunicación telepática, facultades clariaudientes y el peculiar poder de sicometrizar. Debe tenerse presente, sin embargo, que todos estos poderes tienen sus manifestaciones espirituales y también inferiores. Dice A. E. Powell (3):
Se ha observado con frecuencia que los gatos y perros, y los seres humanos poco evolucionados, pueden ver y oír muchas veces lo que las personas normales y más inteligentes no pueden percibir. Esta facultad es, no obstante, inconsciente, y el hombre resulta con frecuencia víctima de alucinaciones. El santo y el vidente ven y oyen de igual modo, pero sus poderes son utilizados a voluntad, y están totalmente bajo su control. Los investigadores síquicos tendrán por delante un amplio campo de investigación sobre estos temas, y cuando se admita la hipótesis de la existencia del cuerpo vital y de los centros, se obtendrá mucho conocimiento real. Los instructores de la ciencia oriental del alma afirman que el despertar de los diversos centros revela estados de materia más sutil que la física. El hombre espiritual se ocupa, [e127] principalmente, de los centros ubicados arriba del diafragma, que confieren poderes tales como la percepción espiritual y la correcta comprensión e interpretación de nuestros semejantes, de modo de saber, análogamente como Cristo, lo que hay en el hombre, y comprender por qué [i139] un hombre es lo que es y actúa como lo hace. La fuerza de la inspiración, el poder más elevado de todos, actúa como impulso inspirador del trabajo creador a través del centro laríngeo, y como propulsor de las empresas humanitarias mediante el centro cardíaco. Este grupo ha afirmado que el segundo efecto es trasferir la fuerza que se halla en los centros abajo del diafragma, a los centros de arriba. Por la evolución y el efecto de la práctica de la meditación, el hombre puede actuar conscientemente mediante sus tres centros principales (coronario, cardíaco y laríngeo), dejando que los tres centros inferiores (base de la columna vertebral, sacro y plexo solar) lleven a cabo su función normal de energetizar automáticamente el cuerpo, a fin de que el aparato digestivo y el sistema reproductor y ciertos aspectos del mecanismo nervioso, puedan llevar adelante su tarea. Según esta teoría, la mayoría de las personas viven "abajo del diafragma", estando la fuerza vital centrada en la vida puramente animal y sensoria; la vida sexual y la emocional predominan y toda la fuerza que afluye al centro sacro y a través de él y del plexo solar, va a estimular ciertos procesos fisiológicos y síquicos inferiores. A medida que el hombre evoluciona, cambia, por consiguiente la dirección de la fuerza. Vimos que la fuerza es doble, una parte vital y otra egoica; una se expresa, por medio de la sangre, la otra por medio del sistema nervioso. El aspecto fuerza vital continúa desempeñando, su función de vitalizar y vigorizar todos [i140] los órganos y estructuras del cuerpo; pero la fuerza del alma, hasta aquí relativamente inactiva, empieza a ascender. La fuerza del alma que se halla en el centro de la base de la columna vertebral, es llevada a la cabeza por el canal medular, pasando a su vez por cada centro, acumulando en cada punto acrecentada energía del alma. [e128] Son interesantes los efectos psicológicos de esta trasferencia de la conciencia. Cuando el alma está "entronizada" (como dicen los libros orientales) en la cabeza, atrae hacia arriba, hacia sí, por el poder del magnetismo propio, la fuerza latente en la base de la columna vertebral. Así se produce la completa fusión de la energía espiritual y de la fuerza de la materia por medio de la energía atractiva del alma. Esto es lo que se quiere significar al hablar del despertar del poder kundalínico, y debe hacerse por el magnetismo del alma dominante y no por la meditación sobre cualquier centro especifico, ni por la acción consciente sobre la fuerza de la materia. La energía egoica del centro sacro debe ser llevada al más alto centro creador, el laríngeo. Entonces se pondrá el énfasis sobre el trabajo creador llevado a cabo en bien del grupo y no sobre la vida sexual activa de la persona implicada. La energía del centro plexo solar debe ser análogamente trasferida y llevada al corazón, entonces la conciencia no está autocentrada ni es puramente egoísta, y el hombre se hace consciente del grupo e incluyente en su actitud hacia las personas y la vida. Ya no es antagónico ni excluyente. Sabe y comprende. Se apiada, [i141] ama y sirve. Tenemos aquí un amplio campo de investigación, una vez que se capta la relación entre un centro y otro y entre los centros y las glándulas. Los efectos, tanto fisiológicos como síquicos, merecen un detenido estudio. También es interesante observar otra afirmación hecha por los estudiantes de la Sabiduría Eterna. Cuando un hombre ha alcanzado un elevado estado de evolución, el centro laríngeo está activo y ocupa el lugar que le corresponde en el trabajo mundial y tiene una tarea definida que llevar a cabo en algún campo de la actividad mundial. Su personalidad puede entonces considerarse organizada y que ha alcanzado la madurez. Según los sicólogos, el cuerpo pituitario es la sede de las características emocionales y mentales. En uno de los lóbulos tiene su sede la mente razonadora y el otro es responsable de las facultades imaginativas emocionales y del poder de visualizar. En el hombre [e129] dotado de poder creador, que ha desarrollado su personalidad, los dos lóbulos del cuerpo pituitario responden a las exigencias, y de ellos puede deducirse el estado del aspecto material o el mecanismo por cuyo medio se mueve y expresa el alma. Esta glándula concierne al centro entre las cejas, que es negativo respecto al centro coronario, y responde a la energía del alma. Cuando por medio de la técnica descrita, el alma asume el control, energetiza al centro coronario y hace que la glándula pineal pase del estado de atrofia al de actividad, como en los días de la infancia. Entonces el aspecto positivo [i142] empieza a desempeñar su parte. Se establece la relación entre el centro negativo y su contraparte el cuerpo pituitario, y entre el centro positivo y su contraparte la glándula pineal. A medida que pasa el tiempo, según se afirma, se establece un campo magnético; el alma y el cuerpo se unen, el padre y la madre entran en relación y el alma viene a la existencia en la conciencia del hombre. Éste es el nacimiento de Cristo en la Casa de Dios, y la llegada a la existencia del hombre verdadero. De ello son símbolo eterno los órganos sexuales y sus actividades reproductoras, en el plano físico. Las perversiones de la magia sexual, tan ampliamente prevaleciente, son una deformación de esta unión o fusión verdaderamente espiritual de los dos centros de energía de la cabeza, que representan a su vez, la relación entre alma y cuerpo. La magia sexual relega el proceso a los centros abajo del diafragma, y a la relación entre dos personas en el plano físico. El verdadero proceso se desarrolla dentro de la propia naturaleza del hombre, centrado en la cabeza; la relación es entre alma y cuerpo, en lugar de ser entre hombre y mujer. Otro efecto que se atribuye a la relación entre los dos centros de la cabeza y sus correspondientes glándulas, es que la interacción entre ambas produce el resplandor de una luz. Muchas pruebas corroboran esto en las Escrituras del Mundo, incluyendo el mandato de Cristo a sus seguidores, que "dejen brillar su luz". Hay también evidencias en la vida de [i143] los místicos, que una y otra vez dan testimonio en sus escritos, de la luz que han visto. En una oportunidad envié una carta a un [e130] grupo de estudiosos (que habían practicado la meditación durante varios años), preguntándoles si habían percibido algún fenómeno de interés como resultado de su trabajo. La carta no fue enviada a neuróticos ni a tipos visionarios, sino a hombres y mujeres bien conceptuados en las esferas comerciales, artísticas y literarias y de comprobadas realizaciones. El setenta y cinco por ciento atestiguaron que percibían una luz en la cabeza. ¿Estaban todos alucinados? ¿Eran todos víctimas de su imaginación? ¿Qué fue lo que vieron y ven constantemente? He aquí un interesante campo de investigación y los resultados pueden tener como base la realidad reconocida por la ciencia de que la luz es materia y la materia es luz. Cuando el alma actúa y el hombre ha logrado la unión consciente con esa alma, puede por el estímulo extraordinario que ello implica, percibirse la luz del cuerpo etérico, en su punto principal de unión con el cuerpo físico, en el centro más importante del cuerpo, el coronario. El profesor C. B. Bazzoni (4) dice:
¿Arroja esto alguna luz sobre el problema, siempre y cuando se acepte la hipótesis de un cuerpo etérico? El nimbo que rodea las cabezas de los santos y de la deidad, en las antiguas pinturas de ambos hemisferios, ¿no indica acaso que los artistas sabían que lo que pintaban eran hombres iluminados, tanto física como espiritualmente? Estas cosas debieran ser investigadas y comprobadas o refutadas. La posibilidad de unificar las dos grandes escuelas de pensamiento, que tratan de explicar la unidad hombre en términos [e131] de realizaciones occidentales, y de la filosofía oriental basada en la técnica del control por el alma, tiene, por lo tanto, carácter de experimento. Existiendo la disposición a aceptar lo que el estudiante occidental considera hipotético, y teniendo una mente abierta ¿qué podrá hacerse de importancia práctica y específica para demostrar como verídicos, o rechazar como falsos, los argumentos presentados en este libro? Maurice Maeterlinck (5) cita a Herbert Spencer para decir que:
Pero ¿no será posible aclarar algo más nuestra visión, y "profundizando nuestra convicción", llegar a una mejor comprensión de las formas y aspectos que velan esa incognoscible Realidad esencial, en cuyo cuerpo "vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser"? Aceptado que es un mundo fenoménico, ya sea que lo consideremos respecto a la familia humana, a las formas percibidas con que hemos hecho contacto en el reino del alma, quizás se compruebe la verdad de que progresivamente las formas (cuando ascienden en la escala del ser) pueden revelar con el tiempo verdades más amplias sobre esa vida esencial. A medida que el mecanismo se desarrolla y perfecciona, también se amplían nuestros conceptos sobre la Divinidad. Edward Carpenter (6), expresa esta idea en las siguientes palabras:
Maeterlinck (7) resume esto muy sucintamente, cuando dice: "Por lo tanto es conveniente desembarazarnos de conceptos que emanan sólo de nuestro cuerpo, así como las brumas que velan la luz del día a nuestra vista, emanan sólo de las tierras bajas. Pascal dijo, que: 'Los estrechos límites de nuestro ser ocultan a nuestra vista infinidad de cosas'". Son necesarias sugerencias prácticas, en el intento de rechazar lo sobrenatural (si así puede llamarse) y probar que los estados subjetivos, atestiguados por el místico y el vidente, son simples demostraciones de fuerzas y poderes naturales. El hombre no ha reconocido ni controlado estos poderes, tampoco ha conocido, a través de los siglos, esas fuerzas que ahora en cierta medida es capaz de entender y emplear y que son la gloria de nuestra civilización actual. Debemos probar que uno de estos poderes del alma es un hecho en la naturaleza, y se abrirán ante la humanidad los portales de un mundo nuevo. El Dr. Daniel H. Leary (8) aprecia esto cuando dice:
Primero, debiera haber un laboratorio en donde las afirmaciones del estudiante de la filosofía oriental, en relación con el alma vitalizadora, pudieran ser comprobadas o refutadas. Los fenómenos de la muerte pueden ser estudiados desde el punto de vista del retiro del alma. Las radiaciones del cuerpo humano lógicamente han recibido atención; pero la investigación específica sobre la columna vertebral y su relación con los centros, es aún un nuevo campo de estudio, aunque el Dr. Baraduc de la Sorbona de París, hizo un interesante trabajo a este respecto, hace cuarenta y cinco años. Su libro L'Ame Vitale es sugestivo, aunque conjetural, y sus afirmaciones necesitan ser sustanciadas. Todo el tema del cuerpo vital y sus efectos sobre el sistema nervioso y las glándulas, abre un inmenso campo de estudio. En cuanto a la relación entre [i148] el cuerpo etérico del hombre, no sólo con su sistema nervioso, sino también con el cuerpo etérico planetario o el éter, donde él como organismo ocupa su lugar, es todavía terreno virgen. Segundo, debiera ser posible reunir testimonios respecto a la realidad y naturaleza de la luz en la cabeza, de la cual muchos dan fe. Los recientes experimentos espectaculares sobre la naturaleza de la telepatía van por buen camino, aunque dicha técnica esté aún en su infancia. Mucho se descubrirá cuando se establezca la diferencia entre la comunicación de mente a mente, la telepatía mental, y esa forma mucho más rara de comunicación entre un alma y otra, y entre alma y cerebro. Esta última ha sido [e134] llamada inspiración, y ha producido las Escrituras y los denominados "escritos inspirados" del mundo, que han guiado los procesos mentales de los grandes inventores, científicos, poetas y artistas. La telepatía y la inspiración dependen de tal modo del cuerpo etérico humano y su relación con el éter universal, como dependen la luz o la radio. Todo ello da testimonio de este más sutil mundo del espíritu y del alma. Dice Michael Pupin (9) en el epílogo de su libro:
Entre otras líneas posibles de investigación está la continuación de la obra del doctor Kilner sobre el aura humana, que ha incluido en su libro The Human Atmosphere. Otras frases respecto a la investigación sobre los poderes supranormales, han sido sintetizadas en una declaración de un periódico australiano llamado The Federal Independent, de la cual reproducimos dos párrafos:
Estamos a la expectativa del alborear de ese día en que la religión se cimentará sobre una base científica, y las verdades que testimonian las edades serán corroboradas y probadas, porque como dice también el Dr. Michael Pupin (10):
Entonces surgirá una nueva raza, con nuevas capacidades, nuevos ideales, nuevos conceptos de Dios y de la materia, de la vida y del espíritu. En toda esa raza y en la humanidad futura, se percibirá no sólo un mecanismo y una estructura, sino un alma, una entidad que, utilizando el mecanismo, [i152] manifiesta su propia naturaleza, que es amor, sabiduría e inteligencia. Hasta la ciencia ha reconocido esta última posibilidad, y ha observado que la orientación del proceso evolutivo va hacia una adaptación más perfecta de la forma y de la vida. En todas partes, en toda la creación, se está cumpliendo un propósito, se manifiesta una voluntad hacia la perfección. Ese propósito y esa voluntad están controlados por el amor y la sabiduría; y esos dos tipos de energías (el propósito del espíritu y la fuerza atractiva del alma) se aplican inteligentemente al perfeccionamiento del aspecto materia. Espíritu, alma y cuerpo -divina triplicidad-, se manifiestan en el mundo, y llevarán todo hacia una consumación, representada para nosotros en las Escrituras del mundo, con riqueza de imágenes, de color y de forma. La visión [e137] que tuvo Browning (11) de esta verdad y su expresión, resume los resultados de nuestro estudio, que constituirá un apropiado final para este ensayo:
Notas: 1. La Luz del Alma, pág. 124, de Alice A.
Bailey.
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