Los Rayos y las Iniciaciones - Regla XIV
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PRIMERA PARTE CATORCE REGLAS PARA LA INICIACIÓN GRUPAL REGLA XIV |
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Esta regla final para discípulos e iniciados contiene un gran resumen. Señalaré nuevamente (como lo he hecho repetidas veces en el pasado) que no nos ocuparemos del significado evidente -por muy elevado que sea. La significación detrás del significado concierne siempre a la mente iniciática. Los estudiantes harían bien en recordar la siguiente secuencia de palabras, que contienen ideas: Símbolo, Significado, Significación, Luz, considerando a ésta como energía creadora emanante -la organizadora del símbolo, la reveladora del significado y la potencia de la significación. Hemos estudiado las reglas y penetrado profundamente en el mundo de las significaciones, sin embargo, la mayoría de ustedes no ha ido más allá de la etapa de los tanteos, en el mundo de los [i286] significados. La razón de ello estriba en que aún no han recibido la tercera iniciación. Pediré también que tengan en cuenta que el mundo de los símbolos es el de la vida personal, el del mundo fenoménico, pues esa frase abarca los tres mundos de la evolución humana; el mundo del significado es donde vive el alma y actúa con intención y comprensión; el mundo de las significaciones es el de la Tríada espiritual, que sólo confiere plenamente la liberación en dicho mundo, después de la tercera iniciación. [e239] Las palabras de que se ocupa la regla son aparentemente tan simples que pueden ser fácilmente entendidas. Trataré de demostrarles que su verdadero significado es profundo y esotérico, hasta el enésimo grado, como ustedes dicen. Regla Catorce
Deben observarse las siguientes relaciones, porque la primera constituye la simiente de la obra.
Se darán cuenta que el aspirante llega oportunamente al conocimiento y comienza a saber; el discípulo o el iniciado empieza sabiendo y, mediante su habilidad de expresar esotéricamente lo que sabe, puede revelar la luz y por medio de ella, destruir la ilusión, el espejismo y maya; produce la resurrección en el plano físico -resurrección de la muerte, que inevitablemente confiere la vida en el plano físico. Las cinco palabras dadas a los aspirantes, en realidad son relativamente simples. La mayoría de ellos comprenden su significado [i287] en cierta medida. Saben que el mencionado acto de escuchar nada tiene que ver con el sentido físico del oído, y el de tocar, que debe ser desarrollado, se refiere a la sensibilidad y no a la percepción sensoria del vehículo físico. Igualmente saben que el acto de ver, el cual deben cultivar, es el poder de ver la belleza subyacente en la forma, reconocer la divinidad subjetiva y registrar también el amor impartido por medio de símbolos. La aplicación de la energía del alma a los asuntos de la vida cotidiana y al establecimiento de esas condiciones que permiten el conocimiento del alma, constituyen las lecciones elementales del aspirante. De ellas no me ocuparé, excepto en lo que puedan proporcionarnos la clave de las significaciones de las cinco palabras dadas al discípulo iniciado. Tomemos cada una y tratemos de cerciorarnos de sus significaciones. Pero, ante todo, quisiera indicar que nos ocuparemos de las signaturas monádicas, de lo que sintetiza a las significaciones y de lo que otorga una significación vital a la vida iniciática. Mientras leen mis palabras, quisiera que se retraigan internamente y [e240] traten de pensar, sentir y percibir, en el nivel de conciencia más elevado posible. El esfuerzo que dediquen para realizarlo dará mucho fruto y una rica recompensa. No captarán la plena intención de estas palabras, pero el sentido de percepción comenzará a reaccionar ante la impresión triádica. No encuentro otra forma para explicarlo, limitado como estoy por la necesidad de emplear el lenguaje Quizás nada lleguen a registrar conscientemente, porque el cerebro del discípulo común es todavía insensible a la vibración monádica. Aunque el discípulo fuera capaz de responder en cierta medida, no existen las imprescindibles palabras para expresar la idea presentida o revestir el concepto. Por lo tanto, es imposible dar a las ideas divinas una forma ideal y luego hacerlas descender al mundo de significados y de allí al mundo de los símbolos. Lo que diré tendrá, sin embargo, mayor significación al finalizar este siglo, cuando los hombres se hayan recuperado del caos y la crueldad de la guerra, y cuando las nuevas y más elevadas influencias espirituales se viertan externa y constantemente. Escribo, hermanos míos, para el futuro. [i288]
¿Qué diferencia existe entre el saber del aspirante y el conocimiento del discípulo iniciado? Es la diferencia que hay entre dos campos y zonas divergentes de percepción. Ante todo se dice al aspirante "conócete a ti mismo"; luego que conozca la relación forma y alma; la zona que abarca este conocimiento es la de los tres mundos, más el nivel del plano mental, donde su alma está centralizada. El discípulo iniciado conoce la relación de la periferia al centro, del Uno a los muchos y de la unidad a la diversidad. El aspirante se ocupa de la triplicidad: él mismo como conocedor, su campo de conocimiento y el agente del conocimiento, la mente. El discípulo iniciado ya ha sobrepasado la triplicidad y se ocupa de la dualidad de la manifestación, de la vida-energía, cuando afecta o está relacionada con la fuerza-materia, del espíritu y la sustancia. El conocimiento del iniciado nada tiene que ver con la conciencia, tal como la mente reconoce ese factor durante el proceso evolutivo; su conocimiento está relacionado con el don de la intuición y con esa divina percepción que ve todas las cosas como si estuvieran dentro de sí mismo. Quizás la manera más simple para explicar el conocimiento del iniciado consistiría en decir que es la percepción directa de Dios, dicho en términos místicos. El conocimiento del aspirante está relacionado con ese aspecto de la divinidad que denominamos el alma en la forma. Exponiéndolo de otra manera, podría señalar que el aspirante se ocupa del conocimiento del alma y de la materia, en vez el iniciado se ocupa del alma y del espíritu. [e241] Si les dijera, hermanos míos, que el conocimiento del iniciado está relacionado con lo que es producido por el SONIDO, no por el A.U.M. o el O.M., habré ligado estos comentarios con gran parte de lo que di anteriormente al analizar estas catorce reglas. El acto de "escuchar" del aspirante, se ha trasformado en un reconocimiento efectivo de lo que el Sonido ha creado. No me refiero a la creación del mundo fenoménico, ni al mundo de significados, el cual es esencialmente el Plan o canon, que subyace en el mundo fenoménico, sino a la intención o [i289] al Propósito que motivó el Sonido creador; aquí me refiero a la energía impulsora, que da significación a la actividad, y a la fuerza-vida que el Sonido centraliza en Shamballa. La humanidad no es culpable de que recién ahora pueda surgir con mayor claridad la significación del Propósito divino en la conciencia del discípulo iniciado. Es cuestión de tiempo y movimiento en el espacio; concierne a la relación de la Jerarquía, activa en el Plan con Shamballa, receptora (por medio del Sonido) de la energía creadora, y es intención divina emplearla para producir una perfecta expresión de la Idea divina. La primera palabra de esta regla se refiere al conocimiento de esta relación y de sus efectos. Cuando esta significación surgió en la conciencia de Cristo -conciencia iluminada, purificada y divinamente centrada- Lo impelió a exclamar: "Padre, no mi voluntad sino la Tuya sea hecha". Obtuvo la visión de la emergente intención divina para la humanidad y (por medio de la misma) para el planeta como un todo. Durante la etapa jerárquica del desarrollo alcanzado por Cristo, convirtiéndoLo en Guía de la Jerarquía y en Maestro de Maestros, Su conciencia se había unificado totalmente con el Plan; la aplicación de éste en la tierra, su meta de establecer el reino de Dios y el surgimiento del quinto reino de la Naturaleza, constituyeron para Él un simple cumplimiento de la ley y toda Su vida estuvo y está engranada para cumplirla. Conoció y comprendió plenamente el Plan, su meta, técnicas y métodos, sus leyes y aplicaciones, sus efectos fenoménicos, los obstáculos a vencer, la energía (del amor) a emplearse, la estrecha y creciente relación e interacción entre las Jerarquía y la Humanidad, entre el centro cardíaco del Logos planetario y el centro creador. En el punto más elevado de este consumado conocimiento y en el momento de Su total entrega, al efectuar el necesario sacrificio de Su vida en cumplimiento del Plan, se produjo súbitamente una gran expansión de conciencia. [i290] La significación, la intención, el propósito de todo y la amplitud de la Idea divina, tal como existía en la mente del Padre, surgieron en Su alma (no en Su mente). Vio más profundamente la significación de la divinidad, como nunca se creyó posible; [e242] desaparecieron los mundos del significado y el fenoménico y -esotéricamente hablando- perdió Su Todo. Lógicamente estas palabras no tienen sentido para ustedes. Momentáneamente quedó despojado de la energía de la mente creadora y de la energía del amor. Tuvo a Su disposición un nuevo tipo de energía -la energía de la vida misma, imbuida del propósito y activada por la intención. Por primera vez se Le presentó con toda claridad la relación entre la voluntad, que hasta entonces se había expresado en Su vida por medio del amor, y el trabajo creador de inaugurar la nueva dispensación y establecer para siempre el reino de Dios. En ese punto Él atravesó el Getsemaní de la renunciación. En lo antedicho tienen un indicio. El punto elevado de realización del Cristo -tal como lo relata El Evangelio- fue logrado en Getsemaní, y durante un fugaz momento se nos proporciona una vislumbre de un aspecto o acontecimiento de la Sexta Iniciación. Este evento y crisis espiritual durante la vida de Cristo (que ocurrió mientras influía a su Discípulo Jesús) permitió que Jesús recibiera en Su propio nivel de desarrollo espiritual, la cuarta iniciación, la Crucifixión o Gran Renunciación. Los números cuatro y seis guardan una estrecha relación, y la renunciación menor (considerada mayor, únicamente desde el punto de vista humano) constituye la más elevada renunciación posible que podrá recibirse oportunamente, y viceversa. A través del Evangelio encontramos, en muchas partes, dos relatos paralelos: el mundo menor del discipulado beneficiándose por las realizaciones de quienes reciben las iniciaciones superiores, demostrándose así la estrecha unidad que eternamente existe dentro de la Jerarquía y -centralizada a través de Cristo- la síntesis que está comenzando a formarse entre la Jerarquía y Shamballa, lo cual tiene lugar por primera vez en la historia humana en esta era. El reconocimiento de esta emergente síntesis entre la Voluntad y el Amor tuvo un definido efecto sobre [i291] la conciencia de Cristo, llevándoLo a conocer gran parte de lo que hasta entonces se Le había ocultado. Estos son misterios muy profundos. Su valor para el discípulo en entrenamiento reside en las relaciones reconocidas y consideradas. Como bien saben, estas reglas controlan la vida grupal; constituyen la clave para las leyes que rigen todo trabajo grupal planetario. La vida jerárquica, a través de su aspecto mayor de amor, fue una zona de conciencia, muy familiar y bien conocida por los Maestros y por el Maestro de todos Ellos, el Cristo, pero este "perfecto Hijo de Dios" tenía aún por delante otro "conocimiento" que adquirir; Le fue revelada la naturaleza y la mente de ese gran Ser incorporado al Señor del Mundo en Shamballa. [e243] La viviente comprensión del Ser y de estar identificado con el Logos planetario en el plano mental cósmico, constituyeron el desenvolvimiento de la percepción del Cristo en el Camino de Evolución Superior. Por lo tanto, experiencia, percepción y Ser, son las notas clave de:
En otras palabras, tenemos los estados de Individualización, Iniciación e Identificación. La relación existente entre el acto de escuchar del aspirante y el conocimiento del discípulo iniciado, está expresada en un determinado y antiguo escrito, de la manera siguiente:
Hemos llegado a la segunda palabra de esta regla para discípulos e iniciados -Expresen. Ésta no puede ser comprendida correctamente si se la separa de la correspondiente palabra impartida a los aspirantes -Toquen. Deberán observar que todas las palabras dadas al neófito se refieren básicamente a algo que él debe realizar respecto a sí mismo, alguna tarea que lo hará más apto para progresar, o algún proceso de captación, lo cual le permitirá actuar en un instrumento mejor y más sensible. Podríamos denominar esto como [e244] la "etapa introvertida" del entrenamiento, porque lleva al discípulo en cierne, a un conocimiento más cabal de sí mismo; capta el hecho de que él mismo, el microcosmos, constituye la clave del macrocosmos; es la clave del futuro y contiene en sí mismo la revelación que debe preceder a la acción esotérica. En contraposición a esto, las palabras dadas al discípulo y al iniciado, marcan la obtención de una capacidad para trabajar desde un centro esotérico muy profundo y en forma pronunciadamente oculta. Por lo antedicho quiero significar que el iniciado, actuando como hemos visto, desde el punto de vista del conocimiento, ya no está simultáneamente autocentrado, sino que se ocupa de aquello en el cual vive, se mueve y tiene su ser. Se interesa por el Todo y no por la parte; le interesa lo que afectará a su medio ambiente (un aspecto del Todo viviente y vibrante) y no sólo de sí mismo; su tarea jerárquica consiste en la salvación de los demás y no en la propia. [i293] Si observan sus actuales actitudes y acciones, descubrirán que están centradas principalmente (podría agregar, casi necesariamente) alrededor de ustedes, su propio reconocimiento, su propia captación de la verdad y su progreso en el sendero, pero -a medida que van logrando un estado iniciático- declina el propio interés, hasta desaparecer y, como dice una antigua frase. "sólo Dios permanece"; lo único que permanece en la conciencia es ÉSE, el cual es belleza, bondad y verdad, no la forma sino la cualidad, aquello que está detrás de la forma, e indica cuál es el destino, el alma, el lugar y el estado. Reflexionen sobre estas palabras porque imparten dónde (a medida que transcurre la evolución) pondrán el énfasis más tarde. Al considerar la palabra expresen, creo que podré aclararla algo más. Cuando el principiante en el sendero reflexiona sobre la significación de la expresión, se está ocupando de su habilidad para expresar la verdad que teóricamente reconoce, a la cual aún no puede dar forma. Ello es de valor porque nutre su aspiración, centra su atención en sí mismo y acrecienta su ingenuo autointerés, lo cual frecuentemente acarrea sus propios problemas, tales como un sentido de fracaso, un indebido registro del éxito o un sentido de proporción no desarrollado. No obstante, cuando el iniciado introduce en su conciencia el mandato expresen, no significa que él debe expresar sus propios requisitos y necesidades, sino la necesidad que los demás tienen de estas expresiones de la verdad, que los guiarán en el camino. Por lo tanto, dicha palabra constituye para él el mandato de hacerse creador. El iniciado crea fuera de sí mismo su contribución individual a la totalidad de las formas creadoras, por cuyo intermedio la Jerarquía está tratando de crear "un nuevo cielo y una nueva tierra". No se ocupa de lo que él mismo expresa como alma dentro [e245] de una personalidad; ha desarrollado el hábito de la correcta expresión egoica en los tres mundos, y su cualidad aparece (volviendo al empleo de las palabras originales -vida, cualidad y apariencia) automáticamente sin ninguna planificación de su parte. Sin embargo, se ocupa de la secuencia de las actividades que enumeraré a continuación: [i294]
Lo planificado por el ashrama para ser llevado a cabo en el momento exacto de la necesidad expresada por la humanidad, exacto en lo que respecta al tiempo y ubicación, constituye la simiente de este trabajo creador. Quizás no sea lo que la humanidad cree necesitar, pero esencialmente constituye lo que la Jerarquía reconoce como factor necesario, conducente al imperativo progreso de la raza en cualquier momento específico. En la actualidad, la humanidad cree, por ejemplo, que su mayor necesidad es la paz y el bienestar material, y trabaja despreocupadamente para obtener ambos; la Jerarquía sabe que la mayor urgencia de la humanidad es el reconocimiento de la insensatez de la pasada separatividad, y que debe cultivar la buena voluntad. Quienes trabajan en los ashramas dedican todo sus esfuerzos para esos fines. En consecuencia, el trabajo creador de los discípulos e iniciados activos consiste en producir esa presentación (apariencia) de las apremiantes verdades, en tal forma, que el sensato reconocimiento por la [e246] humanidad, la lleve a iniciar [i295] debidamente la correcta acción. Los trabajadores jerárquicos deben expresar, por lo tanto, la verdadera necesidad, en forma adecuada a la capacidad de registro, que la humanidad posee en estos momentos. El trabajo creador obtenido por la expresión, no concierne en consecuencia al desarrollo y progreso personales del iniciado. El discípulo ha sido aceptado en el ashrama debido a su desarrollo y su capacidad para contribuir al proceso creador ashrámico. Lo que él "tocó" como neófito, a fin de obtener espiritualmente lo que pudo (y con un sólido motivo), se ha convertido ahora en lo que debe ser expresado en el campo de servicio del iniciado, exigiendo de él todo lo que posee, sin dejarle nada al yo separado. En la asamblea jerárquica se está planificando actualmente una gran actividad creadora, que involucra a todos los ashramas (mayores y menores), y el trabajo de todos los discípulos, expectantes y atentos, consiste en lograr el éxito de ese plan creador mediante su máxima expresión en el plano físico. Deberán llevarlo a cabo por intermedio de sus actividades agrupadas y fusionadas, lo cual incorporará la plena expresión de todo lo que han realizado y adquirido en las etapas anteriores de su desenvolvimiento individual. Observarán por lo antedicho que, desde Dios, el Creador de todo lo que ES, descendiendo hasta el más humilde discípulo en el centro jerárquico, predomina el tema de la creatividad, siendo la expresión (entendido también esotéricamente) de la intención divina. Lo que los hombres denominan actualmente trabajo creador, es, en realidad, una expresión de sí mismos y de su apreciación de la belleza, tal como ellos la ven; de la verdad, como ellos la captan; de la psicología, como ellos la interpretan y de la naturaleza, como ellos la explican científicamente. De acuerdo a su desarrollo espiritual y percepción inteligente, así será la cualidad y naturaleza de su expresión -pero, será la de ellos. Sin embargo, en el caso de los trabajadores jerárquicos, la situación es distinta. Trabajan para expresar lo que el ashrama trata de manifestar por medio de su grupo de trabajadores; intentan expresar esa parte del Plan que pueden captar; se ocupan de expresar el alma, tal como será conocida en la civilización y cultura [i296] que debe desarrollarse inmediatamente. Pueden actuar libres de todo autointerés; no consideran como propias sus creaciones sino una expresión de la actividad jerárquica; el espíritu de identificación con lo expresado, está ausente, pero -habiendo creado lo que su impulso ashrámico les indica- dan una nueva expresión del dinámico y siempre activo propósito. No se ocupan de la forma sino de la vida, del organismo más bien que de la organización, de las ideas más [e247] bien que de los ideales y de la verdad esencial en lugar de teologías cuidadosamente formuladas. Cristo lo expresó en Sí Mismo y se abstuvo de darle forma; Él era la verdad, no obstante (debido a su inherente vida), lo expresado por Él inevitablemente adquirió forma, y en gran parte ha modificado y matizado los pensamientos y la planificación humanos, y esto sucederá acrecentadamente. A medida que se vaya expresando la esencia del cristianismo (y con ello el predominio eclesiástico se destruirá), tendremos un destacado ejemplo de la verdad que estoy tratando de acentuar. En la Iglesia cristiana, los hombres no han expresado al Cristo, sino a sí mismos; han impuesto su interpretación de la verdad sobre la verdad misma; en todos los países han creado una organización masiva, pero carente de un organismo viviente. En la nueva religión mundial, que está en camino, el cristianismo se expresará mediante la actividad creadora del espíritu crístico por intermedio de los discípulos e iniciados del mundo; entonces se verá la plena expresión de la verdad jerárquica -de la cual Cristo hoy es el símbolo y el exponente. Los neófitos y aspirantes han "tocado" lo que representó Cristo y luego trataron de imponer al resto del mundo su comprensión del contacto establecido. Los conocedores, discípulos e iniciados, expresan lo que Él representó (amor-sabiduría), y lo hacen automáticamente y por la fuerza del hábito, primero en sí mismos y finalmente en el mundo externo, mediante una actividad creadora definidamente planificada. Por lo tanto, hermanos míos, los verdaderos aspirantes tienen ante sí una etapa intermedia de descentralización, una vida automáticamente espiritual y la absorción en la Jerarquía [i297] por intermedio de un ashrama; allí podrá aprenderse el Plan. Cuando ha sido cumplida esta fase del desarrollo, el discípulo puede empezar a trabajar en forma creadora de acuerdo con la actividad jerárquica. Al considerar la siguiente palabra de la enumeración, debemos tener presente lo ya expuesto acerca de las palabras: Toquen y Expresen. Podría decirse que las palabras dadas a los aspirantes y solicitantes constituyen la simiente o germen de los conceptos vertidos en las palabras para iniciados y discípulos. Hasta que las anteriores significaciones no sean dominadas en las primeras etapas del discipulado, no podrá prestarse el servicio iluminado -basado en las palabras posteriores. En la nueva actitud del iniciado, hacia la comprensión esotérica en desarrollo, está implícito el hecho de la transición del interés individual, a un estado universal de conciencia, que con el tiempo llega a convertirse en el agente directriz para el servicio individualizado -como lo presta individualmente el discípulo en el plano físico. La fusión de ambas actitudes -que [e248] incluye la comprensión y el servicio especializado- hace que la tarea del discípulo sea particularmente difícil. Simultáneamente debe mantener dos actitudes y, al mismo tiempo someterse al entrenamiento requerido, que le permitirá dar el siguiente paso en el sendero. Sólo cuando persiste esta situación, posee el iniciado el sentido de la triplicidad. Esto es algo importante que debe observarse. Ténganlo presente cuando analicemos las dos palabras que siguen: Vean y Revelen.
Durante el actual ciclo planetario, el objetivo de la evolución estrictamente humana consiste en desarrollar la vista, culminando en percepción espiritual, principal don que otorga el alma a Ia personalidad cuando ha hecho contacto; imparte un sentido de amor atractivo, indica la naturaleza de las cosas, revela el mundo del significado y otorga el gran don de la luz, conocimiento y ultérrima iluminación. Éstas son las metas para el místico, el aspirante y el discípulo juramentado. La vista constituye el más grande don físico, ocurriendo lo mismo en una vuelta más elevada de la espiral en el mundo del alma. Cuando el discípulo ha logrado alguna medida de visión y tiene a la "vista" su meta, [i298] entonces puede ser aceptado en un ashrama, donde se le hará conocer la naturaleza de la revelación. Los hombres tienen tendencia a confundir la visión con la revelación, y quiero aclarar algo esta cuestión en sus mentes, por lo tanto tiene mucha importancia la frase precedente. Los aspirantes tienden a creer que la meta a alcanzar es el contacto con el alma, teniendo como meta secundaria la posición jerárquica y como tercera meta, el servicio. Sin embargo esto no es exacto. La meta para el aspirante consiste en adquirir conciencia de la no separatividad y el reconocimiento de la inclusividad universal; la meta secundaria es el desarrollo de la capacidad de revelar la naturaleza de esa realidad, la Unidad; la tercera meta es la capacidad de adoptar en los tres mundos, los medios que facilitarán al género humano la captación de tales fundamentos. Observarán cómo en esta última definición de la meta desaparece total e inevitablemente el factor de autointerés. En consecuencia, podrá decirse que la revelación concierne a la Unicidad y nada más. Sólo llega a conocerse la practicabilidad de esta verdad cuando el discípulo trata de llevar a cabo dos cosas: comprender individualmente e introducir, en las mentes y en las vidas de los hombres de todas partes, la naturaleza de la unidad planetaria y de la no separatividad. La tarea del aspirante es ver la luz, y cuando ello llega a ser una realidad en su conciencia, comienza a captar la revelación [e249] oculta que esa luz, con la cual hizo contacto y ha utilizado, le ha descubierto. Ésta es otra frase clave para cavilar sobre ella. No me ocuparé aquí del tema de la luz, de la visión y de la iluminación. He tratado dichos tópicos extensamente en mis libros, constituyendo además la ansiosa búsqueda de los místicos de todas las épocas; las Escrituras y la literatura de todas las naciones contienen mucha información al respecto. Lo que me interesa es el tema de la revelación y la tarea reveladora del iniciado. El discípulo que representa al ashrama, debe revelar a la humanidad la unidad esencial que subyace en todo lo creado. Debe hacerlo, ante todo, actuando como un límpido cristal a través del cual todos pueden ver la realidad de la Unicidad cuando se [i299] manifiesta en la actividad práctica. Cuando por medio de su vida y palabras haya demostrado su participación consciente en esta unidad básica, entonces pone en práctica los métodos ashrámicos, para que esta verdad fundamental sea más evidente. Podrán ver aquí por qué -como técnica jerárquica- llevamos a la atención del público la realidad de la existencia del nuevo grupo de servidores del mundo, el cual es la expresión práctica de una existente unidad, basada en la unicidad del móvil, del reconocimiento, de la orientación (hacia el mundo espiritual y el servicio a la humanidad), de los métodos y de las ideas, y todo ello, a pesar de que, generalmente, no existen las relaciones en el plano físico y carece de organización y reconocimiento externos. La unidad es subjetiva, y por esa razón no la afecta ninguna sombra de separatividad. La organización interna a la que hemos dado el nombre de nuevo grupo de servidores del mundo, a fin de reconocerla e identificarla, no puede ser disuelta o disminuida, porque ha sido erigida alrededor de un gran principio de crecimiento evolutivo que -cuando se logra- indica haberse registrado la conciencia de la unidad, algo que una vez captado y conocido no puede perderse ni negarse. Una vez visto y comprendido llega a ser, en la conciencia de quien lo posee, una realidad, como lo es el reconocimiento y la utilización del cuerpo físico. Él sabe que ese organismo complejo constituye una unidad que funciona por intermedio del principio vida, lo cual es un hecho irrefutable para la comprensión del hombre inteligente. Por lo tanto, cuando se ha desarrollado la vista y surge la luz, la revelación de la unicidad de la vida es un acontecimiento simple e inmediato; ante todo le llega al discípulo a través del destello de un maravilloso conocimiento informativo e instintivo; luego, a medida que progresa, se estabiliza en una constante captación y apreciación; con el tiempo produce el motivo impulsor de toda acción. [e250] ¿Cuál es la revelación inmediata que los iniciados y discípulos del mundo tratan de manifestar a la humanidad? ¿Cuál es el aspecto de esta unidad esencial que ellos [i300] se esfuerzan por simplificar y hacer más evidente? Una de las cosas más fáciles de decir es (como lo ha dicho, por ejemplo, Krishnamurti) que la vida es una, y sólo existe la unidad, lo cual es la gastada formulación de una antigua verdad, constituyendo hoy una trivialidad oculta. La vida aún no es una en la conciencia, aunque de hecho sí lo es. La razón estriba en que la vida es síntesis amorosa en acción, la cual muy poco se manifiesta en la actualidad. Tenemos la vida activa, pero aún está ausente el amor, basado en la conocida unidad que conduce a expresar la síntesis. Muchos ya lo ven en el horizonte, porque en la actualidad gran número de personas están desarrollando la vista y afluye la luz. La revelación vendrá cuando los discípulos e iniciados del mundo hayan perfeccionado el arte de la revelación. La tarea por delante es muy sencilla. Actualmente, la realidad del reino de Dios, y de la Jerarquía planetaria, constituye el aspecto más importante de la unicidad básica que subyace en las formas, y sobre él los trabajadores deben poner inmediatamente el énfasis. Los ciudadanos de ese reino y los miembros de esa Jerarquía son extraídos de toda nación, partido político, grupo social, culto, secta religiosa y organización -sin tener en cuenta sus objetivos-, demostrándose la unidad subyacente en la universalidad de los campos de donde surge esa gente. Cuando dicha unidad asuma una adecuada proporción ante los ojos del género humano, sobrevendrá una verdadera síntesis. Por lo tanto, se ha hecho en la actualidad un llamado para que los trabajadores jerárquicos revelen con mayor énfasis la realidad de la Jerarquía, lo cual -si se lleva a cabo en gran escala y a través de una adecuada organización- destruirá en forma vasta, y ya está destruyendo las actuales estructuras mundiales en los campos religioso, económico y político. Una mayor presión ejercida por quienes reconocen la naturaleza real del subjetivo e interno reino de Dios, producirá asombrosos resultados. Dicho reino, por medio de su principal poder (una cualidad de la síntesis, si sólo lo comprendieran) está reuniendo hombres y mujeres extraídos de todas las naciones y lugares de la Tierra. No son absorbidos por [i301] ser ortodoxos o religiosos, en la acepción común del término, sino por su cualidad. A medida que su número aumenta, va teniendo lugar simultáneamente un movimiento a la inversa. Los hombres, como grupo, se dirigen externamente hacia el plano físico, a fin de comprobar la naturaleza real del mundo de la unidad que han logrado penetrar. Por lo tanto están demostrando la unicidad y síntesis, de un modo tan [e251] sencillo, que pueden ser captadas por los hombres de todas partes. El nuevo grupo de servidores del mundo constituye la vanguardia del reino de Dios, la viviente prueba de la existencia del mundo de la Unicidad espiritual. Se hace un llamado a todos los aspirantes para que vean al Cristo como Él es, pues (como reza en El Nuevo Testamento) "así como Él es, deberíamos ser nosotros en el mundo". Se llama a los discípulos e iniciados para revelar al mundo la formación en grupos de todos los trabajadores espirituales, la naturaleza de la conciencia crística, que no sabe de separaciones, que reconoce como Hijos de Dios, en proceso de expresarse, a los hombres de todas partes. Todo esto es muy deseable, debido a la necesidad de poner énfasis sobre el omnincluyente acercamiento de la divinidad a la humanidad. Estos discípulos e iniciados activos consideran que la humanidad es una y que todos somos hermanos; repudian las teologías presentadas por el hombre (ya sean religiosas, científicas, políticas y económicas) y dicen a los hombres de todas partes: "Somos Hijos de Dios, igualmente divinos; encaminados hacia la revelación de la divinidad en el plano físico de la existencia; lo importante es lo que revelamos no lo que nos es revelado, aunque ocupa su debido lugar en el proceso de entrenamiento y perfeccionamiento". Existe un antiguo catecismo donde se le intenta aclarar al neófito, en vísperas de su aceptación, la distinción y diferencia entre visión y revelación: El catecismo mencionado va quedando en desuso, porque hoy el aspirante comienza su trayectoria en una vuelta más elevada de la espiral, como no sucedía en la época en que se confeccionó el "formulario de interrogantes". No obstante, citaré algunas de las preguntas y respuestas como instrucción para los aspirantes de hoy. [i302] |
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