La Exteriorización de la Jerarquía - El Retorno de Cristo

      


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EL RETORNO DE CRISTO


Año tras año he escrito, para ustedes y todos aquellos a quienes les interesa un mensaje, a menudo profético, relacionado siempre con la unión espiritual fundamental de Oriente y Occidente, del Buda y del Cristo, poniendo por lo tanto el énfasis sobre la oportunidad espiritual inmediata. Cada año he preparado estos mensajes muy cuidadosamente, y en su síntesis surge (si los han leído ordenada e inteligentemente) una imagen de la vida espiritual del mundo, imagen que involucra el pasado conocible, que concierne al presente inmediato y lleva a un futuro de
[e489] desarrollo espiritual, que su expresión [i592] trasciende todo lo que hasta ahora se ha conocido, porque se fundamentó siempre en la realidad, la realidad del Dios Inmanente.

Dios Trascendente, más grande, más vasto y más incluyente que el mundo de Su creación, ha sido reconocido universalmente y aceptado general y enfáticamente; todos los credos pueden afirmar con Shri Krishna -cuando habla como Dios, el Creador- que, “habiendo compenetrado el entero universo con un fragmento de Mí Mismo, Yo permanezco”. Este Dios Trascendente ha dominado el pensamiento religioso de millones de personas sencillas y espirituales en el transcurso de los siglos, desde que la humanidad inició su camino hacia la divinidad.

Lentamente va despertando la incipiente conciencia de la humanidad a la gran verdad paralela de Dios Inmanente -que divinamente compenetra todas las formas e internamente condiciona todos los reinos de la naturaleza, expresa la divinidad ingénita a través de los seres humanos y, hace dos mil años, personificó la naturaleza de esa divina Inmanencia en la persona del Cristo. Hoy, como consecuencia de esta Presencia divina en manifestación, un nuevo concepto está penetrando en la mente de los hombres de todas partes: el de “Cristo en nosotros esperanza es de gloria”. Existe una creciente y progresiva creencia de que Cristo está en nosotros, como lo estuvo en el Maestro Jesús, creencia que alterará los asuntos del mundo y la actitud del género humano hacia la vida.

La maravillosa vida que vivió hace dos mil años, permanece todavía con nosotros y no ha perdido nada de su frescura, pues es inspiración, esperanza, estímulo y ejemplo eternos. El amor que Él demostró, todavía influye el mundo de pensamientos, aunque relativamente pocos intentaron demostrar la misma cualidad de Su amor -amor que lleva infaliblemente al servicio mundial, al completo olvido de sí mismo y a una vida radiante y magnética. Las palabras que Él pronunció fueron pocas y sencillas, y todos los hombres pueden comprenderlas, pero su significado se ha perdido en las tortuosas legitimaciones y discusiones de San Pablo, y en las extensas disputas de los comentaristas teológicos, desde que Cristo vivió y nos dejó -o lo hizo aparentemente.

No obstante, el Cristo está hoy más cerca de la humanidad que en cualquier otro período de la historia humana; está más cerca de lo que
[i593] sospecha el anhelante y esperanzado discípulo, y puede estarlo aún más, si lo que aquí está escrito es comprendido y llevado a la atención de todos los hombres, porque Cristo pertenece a la humanidad, al mundo de los hombres, no únicamente a la iglesia y a las creencias religiosas de todo el mundo.

[e490] A Su alrededor -en ese Elevado Lugar de la Tierra, donde tiene Su residencia- se hallan hoy reunidos Sus grandes discípulos, los Maestros de Sabiduría, y todos Aquellos emancipados Hijos de Dios que en el transcurso de las épocas han pasado de la oscuridad a la Luz, de lo irreal a lo Real y de la muerte a la Inmortalidad. Están dispuestos a cumplir Su mandato y a obedecer al Maestro de Maestros y al Instructor de ángeles y hombres. Los Exponentes y Representantes de todos los credos del mundo aguardan revelar, bajo Su guía, a todos los que hoy luchan en el caos de los asuntos mundiales y tratan de resolver la crisis mundial, que no están solos. Dios Trascendente está trabajando por medio del Cristo y de la Jerarquía espiritual para traer alivio; Dios Inmanente en todos los seres está al borde de ser plenamente reconocido.

La gran Sucesión Apostólica de Conocedores de Dios está preparada hoy para iniciar una actividad renovada -la sucesión de Aquellos que han vivido en la Tierra, han aceptado la realidad de Dios Trascendente, descubierto la realidad de Dios Inmanente, reproducido en Sus propias vidas las características divinas de la vida erística (porque han vivido en la Tierra como Él Lo ha hecho y Lo hace) y “han penetrado por nosotros detrás del velo, dándonos un ejemplo para que sigamos Sus pasos” y los de Ellos. Oportunamente también nosotros perteneceremos a esa gran Sucesión.

Quizás se pregunten por qué, en este momento del Festival del Buda, les escribo acerca de Su gran Hermano, el Cristo. Lo hago deliberadamente debido a que los ojos de todos los Conocedores espirituales están fijos en Él, porque el Buda Mismo Se halla también detrás del Cristo reconociendo humildemente la tarea divina que está a punto de consumar y debido también a lo inminente de esa realización espiritual. Lo expongo de esta manera porque quienes actúan conscientemente en el Reino de Dios
[i594] no sólo son conscientes de Sus planes, sino que los grandes seres espirituales que viven y moran en el “Hogar del Padre” y en el “centro donde la Voluntad de Dios es conocida”, también han sido movilizados y organizados para ayudar en Su trabajo. La línea espiritual sucesora, desde el trono del Anciano de los Días hasta el más humilde discípulo (reunidos a los pies del Cristo) está abocada hoy a la tarea de ayudar a la humanidad.

El momento que Él tan pacientemente ha esperado, es casi inminente; el fin “de la edad”, a lo cual Se refirió cuando hablaba a Su pequeño grupo de discípulos, ha llegado: “¡ He aquí! estoy con Vosotros hasta el fin de la edad”. En la actualidad permanece y espera, sabiendo que ha llegado el momento en que “verá el
[e491] trabajo de su alma y será satisfecho”. Repetiré, en toda la sucesión espiritual de los Hijos de Dios, sólo se ve y siente expectativa y preparación.

Del Hogar del Padre o -Shamballa de los esotéricos- ha surgido el fíat: la hora ha llegado. Del reino de Dios, donde el Cristo reina, la respuesta ha venido: “Padre, hágase Tu voluntad”. En el esforzado, perplejo y desdichado mundo de los hombres se eleva incesantemente el clamor: “Que Cristo retorne a la Tierra”, porque en los tres grandes centros espirituales: el Hogar del Padre, el Reino de Dios y la humanidad, que va despertando, existe un solo propósito, una sola idea y una conjunta expectativa...

No escribo con espíritu fanático o adventista, ni hablo como teólogo especulativo o como exponente de un aspecto del anhelante pensamiento religioso. Hablo porque muchos saben que el momento es oportuno y el clamor de los corazones sencillos y llenos de fe ha llegado a las más elevadas esferas espirituales y puso en movimiento energías y fuerzas que ya no pueden ser detenidas, y también porque la demanda invocadora de la angustiada humanidad es hoy tan grande y sólida que, conjuntamente con la sabiduría y el conocimiento de la Jerarquía espiritual, ha iniciado ciertas actividades en el Hogar del Padre, que redundarán en la gloria de Dios, en la transformación de la divina voluntad al bien, en buena voluntad humana y en la resultante paz en la Tierra.

[i595] Se está por escribir un nuevo capítulo en el gran libro de la vida espiritual; una nueva expansión de conciencia es un acontecimiento inminente; la humanidad puede reconocer la preocupación divina y una acentuada expectativa comprobará la exactitud de la afirmación bíblica: “Y todo ojo Lo verá”. La vivencia religiosa o la historia espiritual de la humanidad puede ser resumida en una serie de reconocimientos -el reconocimiento de aquello que en el transcurso de las épocas ha constituido la Sucesión Apostólica y culminó con la aparición de los grandes guías religiosos que aparecieron desde el año 700 a. C. y fundaron los grandes credos modernos y, sobre todo, el Cristo Mismo que personificó la perfección de Dios Inmanente, más el conocimiento de Dios Trascendente; el reconocimiento de estos conceptos espirituales superiores, amor, vida y relación, que siempre fluctuaron en el trasfondo del pensamiento humano, están ahora a punto de ser correctamente expresados; el reconocimiento de la verdadera hermandad entre los hombres, basado en la divina vida una, que actúa a través del alma una y se expresa por medio de la humanidad una, reconocimiento de la relación que existe en el mundo entre la vida divina y el género humano mismo. El desarrollo de esa actitud espiritual [e492] conducirá a las rectas relaciones humanas y a la eventual paz mundial.

Posiblemente ahora se produzca otro reconocimiento, el del inminente retorno de Cristo (si puede aplicarse esta frase a Quien nunca nos ha abandonado) y de las nuevas oportunidades espirituales que ofrecerá este acontecimiento.

La base para dicho reconocimiento reside en la profundamente arraigada convicción, innata en la conciencia humana, de que algún Instructor, Salvador, Revelador, Legislador o Representante divino, proveniente del mundo de las realidades espirituales, debe aparecer, debido a la necesidad y demanda humanas. En el transcurso de los siglos, en los momentos de mayor necesidad del hombre y en respuesta a su demanda, surgió un tipo de Dios bajo distintos nombres. Luego vino Cristo y aparentemente nos abandonó sin haber dado término a Su tarea y sin consumar Lo que había visualizada para la humanidad. Por espacio de dos
[i596] mil años pareciera que Su trabajo fue obstaculizado, frustrado e inútil, porque la proliferación de iglesias en el transcurso de los siglos no constituye una garantía del triunfo espiritual que Él anhelaba. Era necesario algo más que las interpretaciones teológicas y el acrecentamiento numérico de las religiones mundiales (incluyendo el cristianismo y el budismo) para comprobar que Su misión se había llevado a cabo triunfalmente. Todo parecía imposible de realizar y exigía tres condiciones, por las cuales podría intentarse poner a prueba Su trabajo; actualmente estas tres condiciones son hechos comprobados:

Primero, existe una condición general planetaria; desgraciadamente ha demostrado ser tan catastrófica (debido al egoísmo del hombre) que la humanidad se vio obligada a reconocer la causa y el origen del desastre; segundo, un despertar espiritual originado en las raíces más profundas de la conciencia humana, como resultado de la Guerra Mundial (1914-1945); tercero, el creciente clamor invocador (oración o demanda) que se eleva hasta las fuentes espirituales superiores, no importa con qué nombre se las designe.

En la actualidad impera estas tres condiciones, y la humanidad enfrenta una renovada oportunidad.
El desastre que ha sufrido el género humano es de proporciones universales; nadie ha podido escapar, y todos están en una u otra forma implicados en el mismo, física, económica y socialmente. El despertar espiritual de los hombres (dentro o fuera de los credos del mundo, pero mayormente fuera de ellos) es general y amplio, pudiendo observarse en todas partes un retorno hacia Dios. Finalmente, estas dos causas produjeron en la humanidad -como nunca había ocurrido antes- una demanda invocadora -más clara, pura y altruista que en cualquier
[e493] otra época de la historia humana, porque está basada en pensamientos más claros y en la angustia común. La verdadera religión está aflorando nuevamente en el corazón del hombre; el reconocimiento de una esperanza y trasfondo divinos, posiblemente hará retornar a los pueblos a las iglesias y a los credos mundiales, pero con certeza los hará retornar a Dios.

Innegablemente, religión es el nombre que damos a la demanda invocadora de la humanidad, la cual conduce a una respuesta evocadora
[i597] del Espíritu de Dios, actúa en todo corazón humano y en todo grupo, a través de la Jerarquía espiritual del planeta; impele a actuar al Guía de la Jerarquía, el Cristo, y la actividad Que emprenda hará que retorne con Sus discípulos. Me pregunto si repararon en la importancia de lo que acabo de decir.

La idea del retorno de Cristo es muy familiar, y el concepto de que el Hijo de Dios regresa en respuesta a las necesidades, está incluida en las enseñanzas de la mayoría de los credos mundiales. Desde que aparentemente nos abandonó y Se dirigió hacia ese nivel en que Lo habían ubicado los creyentes, pequeños grupos de personas creyeron que en determinada fecha regresaría; pero sus profecías y esperanzas se vieron siempre defraudadas. No ha retornado. Esas personas fueron objeto de burla por parte de la multitud, y censuradas por los inteligentes. Sus ojos jamás Lo vieron, ni han tenido un indicio tangible de Su presencia. Hoy les digo que Él vendrá, y que ya se han establecido los planes para Su reaparición, pero no se ha fijado fecha ni hora. Sólo dos o tres la saben, “pero en el momento que no penséis Él vendrá” (Ma. 24 44).

Una verdad que al pensador ortodoxo se le hace difícil aceptar es el hecho de que el Cristo no puede volver porque siempre ha estado en la Tierra vigilando el destino espiritual de la humanidad; nunca nos ha dejado, sino que, físicamente y bien protegido (aunque no oculto), ha guiado los asuntos de la Jerarquía espiritual y de Sus discípulos y trabajadores, quienes conjuntamente se comprometieron con Él a servir en la Tierra. Lo único que Él puede hacer es reaparecer. Constituye una verdad espiritual que quienes han surgido de la tumba y penetrado en la plenitud de la vida de resurrección, pueden ser visibles y al mismo tiempo invisibles para el creyente. Ver y reconocer son dos cosas muy distintas, y uno de los más grandes reconocimientos, por parte de la humanidad, en un futuro próximo, es que Él siempre ha estado con nosotros, compartiendo los valores familiares, las características de nuestra civilización y sus numerosos dones otorgados al hombre.

[i598] Las primeras señales de que Se aproxima con Sus discípulos ya pueden ser percibidas por quienes observan e interpretan correctamente los signos de los tiempos. Existe (entre estas señales) la [e494] unión espiritual de quienes aman a sus semejantes. Constituye en realidad la organización del ejército externo físico del Señor, que sólo tiene como armas el amor, la correcta palabra y las rectas relaciones humanas. El establecimiento de esta organización desconocida ha continuado con extraordinaria velocidad durante la posguerra, porque la humanidad está cansada de odios y controversias.

Los colaboradores de Cristo ya se hallan activos en el nuevo grupo de servidores del mundo, constituyendo el grupo más poderoso de precursores que jamás hubo precedido la entrada de un gran Personaje mundial en la palestra del vivir humano. Su trabajo e influencia hoy se ven y sienten en todas partes, y nada puede destruir lo realizado. Desde 1935 se ha tratado de aprovechar el efecto espiritual y organizador producido por la Invocación a través de su recitación y expresión, dirigiendo la energía de la demanda invocadora de la humanidad hacia esos canales que van desde la Tierra hasta el Altísimo, lugar donde mora el Cristo. Desde allí ha sido trasmitida a esferas aún más elevadas, donde la atención del Señor del Mundo, el Anciano de los Días, el Padre de todos, además de las Energías creadoras y los Seres Vivientes que allí moran con Él, puede ser dirigida a la humanidad a fin de que dé los pasos necesarios que personificarán más rápidamente los propósitos de Dios.

Por primera vez en la historia de la humanidad, la demanda de los pueblos de la Tierra es tan poderosa y se halla tan de acuerdo con la orientación divina, en tiempo y espacio, que inevitablemente se cumplirá; el esperado Representante espiritual debe venir, pero esta vez no vendrá solo, sino acompañado por Aquellos cuyas vidas y palabras evocarán el reconocimiento de todos los sectores del pensamiento humano. Las profecías simbólicas que existen en todas las Escrituras mundiales, relacionadas con este inminente acontecimiento, demostrarán su veracidad, pero será necesario reinterpretar su simbolismo; las circunstancias y los acontecimientos no serán exactamente como las Escrituras
[i599] parecen indicar. Él vendrá, por ejemplo, en las “nubes del cielo” como lo dicen las Escrituras cristianas, pero ¿qué tiene esto de sobrenatural cuando millones de personas viajan por el espacio a toda hora del día y de la noche? Lo menciono como una de las profecías más destacadas y conocidas, con todo, tiene muy poco significado para nuestra civilización moderna. Lo importante es que Él vendrá.

El Festival de Wesak se ha celebrado durante siglos en el conocido valle de los Himalayas (créase o no) a fin de:

  1. Corroborar que Cristo existe físicamente entre nosotros, desde Su supuesta partida. [e495]

  2. Comprobar, en el plano físico, la real similitud que existe entre Oriente y Occidente, en el acercamiento a Dios. Tanto el Cristo como el Buda están presentes.

  3. Establecer un lugar de reunión para Aquellos que anualmente, en forma sintética y simbólica, se vinculan y representan el Hogar del Padre, el Reino de Dios y la Humanidad.

  4. Demostrar la naturaleza del trabajo que Cristo debe realizar como el grande y elegido Intermediario, como el representante de la Jerarquía espiritual y como el Guía del Nuevo Grupo de Servidores del Mundo. Por Su intermedio se proclamará el reconocimiento de la realidad de la existencia del reino de Dios aquí y ahora.

Uno de los mensajes principales para quienes leemos estas palabras, quizá lo constituya en esta época, la gran verdad y la realidad de la Presencia física de Cristo en la Tierra, de Su grupo de discípulos y colaboradores, de Su representativa actividad en bien del género humano y de la estrecha relación que existe entre ellos. Dicha relación es percibida en ciertos grandes festivales espirituales, e incluye no sólo al Reino de Dios sino también al Padre y al Hogar del Padre. Tenemos el Festival de Pascua, el Festival del Buda o Wesak, [i600] cuya Presencia física representa la solidaridad espiritual de nuestro planeta, y en junio el Festival denominado peculiarmente el Festival del Cristo, en el que -como Guía del nuevo grupo de servidores del mundo- recita la Gran Invocación en bien de todas las personas de buena voluntad, reuniendo al mismo tiempo las demandas incipientes e inexpresadas de quienes buscan un nuevo y mejor modo de vivir, ansían amor en su vida diaria, rectas relaciones humanas y comprensión del Plan subyacente.

Estos acontecimientos físicos son de importancia, no las vagas esperanzas y promesas de los dogmas teológicos. Llamo la atención en este momento culminante sobre la Presencia física en nuestro planeta, de los conocidos Personajes espirituales como el Señor del Mundo, el Anciano de los Días; los Siete Espíritus ante el trono de Dios; el Buda, Guía espiritual de Oriente, y el Cristo, Guía espiritual de Occidente. Les digo que la vaga creencia sobre Su existencia, las ensoñadoras especulaciones acerca de Su trabajo, el interés puesto al servicio del bienestar humano y el aún no convincente, aunque esperanzado, ferviente anhelo de los creyentes (y también de los incrédulos), pronto serán reemplazados por ciertos conocimientos, por el reconocimiento visual y los signos comprobables del trabajo ejecutivo, y por la reorganización (por hombres de
[e496] inusitado poder) de la vida política, religiosa, económica y social del planeta.

Esto no vendrá como consecuencia de alguna proclama o de un maravilloso acontecimiento planetario, que hará exclamar a los seres humanos: “Loado sea, Él está aquí. ¡ He aquí los signos de Su divinidad !“, porque sólo provocaría antagonismo y burla, incredulidad o credulidad fanática. Vendrá porque se ha reconocido Su capacidad de conductor, por los cambios dinámicos pero lógicos, efectuados en los asuntos mundiales, y por la actividad emprendida por las masas desde lo más recóndito de sus conciencias.

Hace muchos años manifesté que Cristo vendría de tres maneras distintas o, más bien, que la realidad de Su presencia podría ser comprobada en tres fases características.

Dije entonces que lo primero que haría la Jerarquía
[i601] sería estimular la conciencia espiritual del hombre, evocar en gran escala las demandas espirituales de la humanidad y fomentar mundialmente la conciencia crística en el corazón humano. Esto ya se ha hecho con resultados muy efectivos. Las demandas clamorosas de los hombres de buena voluntad, de los colaboradores en el campo de la beneficencia y de quienes se han comprometido a colaborar internacionalmente, para aliviar los sufrimientos del mundo y establecer rectas relaciones humanas, expresan innegablemente la naturaleza real de este proceso. El aspecto del trabajo preparatorio que señala Su advenimiento ha llegado a una etapa donde nada puede detener su progreso o disminuir su ímpetu. A pesar de las apariencias este surgimiento de la conciencia crística ha triunfado, y lo que pueda parecer una actividad contraria, a la larga no tendrá importancia por ser de naturaleza temporaria.

También señalé que el próximo paso de la Jerarquía sería plasmar en las mentes de los hombres iluminados de todas partes, las ideas espirituales que encierran las nuevas verdades, por el “descenso” (si así puedo denominarlo) de los nuevos conceptos que regirán la vida humana y la influencia que ejercerá el Cristo sobre los discípulos mundiales y el nuevo grupo de servidores del mundo. Recordarán que en el relato bíblico, Cristo evocó simbólicamente el reconocimiento de Juan, el Bautista, y comunicó las cosas del reino de Dios a los discípulos que se dirigían a Emaús, aunque no reconocieron a su Compañero. Este movimiento planificado por la Jerarquía, progresa; hombres y mujeres de todas partes y de todos los sectores, enuncian las nuevas verdades que deben guiar la vida humana en el futuro; fundan nuevas organizaciones, movimientos y grupos, grandes o pequeños, que harán conocer a las masas la realidad de la necesidad y el modo de enfrentarla. Esto lo hacen impelidos por el fervor de sus corazones y la amorosa respuesta a
[e497] la angustia humana; no obstante y sin que se den cuenta, trabajan para exteriorizar el reino de Dios en la Tierra. Ante la evidente multiplicidad de organizaciones, libros y conferencias, [i602] resulta imposible negar estos hechos.

En tercer lugar expresé que Cristo podría venir en Persona y caminar entre los hombres como Lo hizo anteriormente. En la actualidad esto no ha ocurrido aún, pero se están haciendo los planes necesarios que Le permitirán llevarlo a cabo. Dichos planes no incluyen el nacimiento de algún hermoso niño en un buen hogar de la Tierra, ni habrá proclamas extravagantes; tampoco existirá el crédulo reconocimiento de los bien intencionados y de los ignorantes, como sucede tan frecuentemente hoy, ni nadie dirá: “Éste es Cristo. Él está aquí o allí”. No obstante, quisiera destacar que la amplia difusión de tales enunciados y relatos, aunque indeseables, engañosos y erróneos, demuestran sin embargo la expectativa humana por la inminencia de Su venida. La creencia en Su llegada es algo fundamental en la conciencia humana. Cómo y de qué manera vendrá, no puedo ni debo decirlo. No ha llegado aún el momento propicio, ni se ha determinado el modo en que reaparecerá. La naturaleza real de los dos primeros pasos preparatorios, dados ya por la Jerarquía bajo Su dirección, son la garantía de que Él vendrá, y, cuando Lo haga, la humanidad estará preparada.

Resumiremos ciertos aspectos de la obra que Él inició hace dos mil años, lo cual nos dará la clave de Su trabajo futuro. Parte del mismo es bien conocido, pues ha sido destacado por todos los credos y en particular por los instructores de la fe cristiana. Pero todos presentaron Su tarea en forma demasiado difícil para que la capte el hombre; el indebido énfasis puesto sobre Su divinidad (algo que jamás Él hizo) inducen a creer que Cristo y sólo Él puede realizar las mismas obras. Los teólogos han olvidado que manifestó: “mayores cosas que éstas haréis, porque Yo voy al Padre” (Jn. 14:12). Con esto quiso significar que la entrada en el Hogar del Padre traería como resultado tal afluencia de poder espiritual, visión y realización creadora para el hombre, que sus hazañas deberían superar las Suyas. Debido a la tergiversación de Su enseñanza y a su remota relación con el hombre,
[i603] aún no hemos hecho esas “cosas más grandes”. Con seguridad algún día las haremos, aunque en ciertos aspectos ya fueron hechas. Permítaseme exponer alguna de las cosas que Él hizo y que nosotros también podemos hacer con Su ayuda.

  1. Por primera vez en la historia de la humanidad el amor de Dios encarnó en un hombre, y Cristo inauguró la era del amor. Esta expresión del amor divino todavía se halla en su etapa preparatoria; en el mundo no existe verdadero amor y muy pocos [e498] comprenden el real significado de dicha palabra. Pero, hablando simbólicamente, cuando las Naciones Unidas hayan adquirido un verdadero y efectivo poder, entonces se habrá asegurado el bienestar en el mundo. ¿Qué significa este bienestar sino amor en acción? ¿Qué es la colaboración internacional sino amor en escala mundial? Éstas son las cosas que el amor de Dios ha expresado en Cristo y para las cuales estamos trabajando a fin de traerlas a. la existencia. Tratamos de hacerlo en vastas proporciones a pesar de la oposición (que sólo puede triunfar temporariamente), dado el poder del espíritu despertado en el hombre. Éstas son las cosas que la Jerarquía ayuda a realizar con Sus ya eficaces métodos y continuará haciéndolo.

  2. Cristo anunció que el reino de Dios se hallaba en la Tierra y también nos dijo que buscáramos primero ese reino y que abandonáramos todas las cosas por ese reino. Que siempre ha estado con nosotros, constituido por aquellos que en el transcurso de las épocas persiguieron fines espirituales, se liberaron de las limitaciones del cuerpo físico y no son controlados por sus emociones ni obstaculizados por una mente negativa. Son ciudadanos de dicho reino aquellos que (desconocidos para la mayoría) viven hoy en cuerpos físicos, trabajan para el bienestar de la humanidad, aplican la técnica general del amor en vez de la emoción y constituyen ese gran grupo de “mentes iluminadas” que guían los destinos del mundo. El reino de Dios no es algo que descenderá a la Tierra cuando los hombres sean suficientemente buenos, sino que ya está en marcha y exige reconocimiento. Es un grupo organizado que está siendo reconocido por todos los que [i604] realmente buscan primeramente el reino de Dios y después descubren que tal reino se halla aquí. Muchos saben que Cristo y Sus discípulos están presentes físicamente en la Tierra, y que el reino que Ellos rigen y que tiene sus propias leyes y actividades, es muy conocido y siempre lo fue a través de los siglos.

Cristo es el Sanador y Salvador del mundo. Trabaja porque es el alma encarnada de toda la Realidad. Actúa hoy, como lo hizo en Palestina hace dos mil años, por intermedio de grupos. Allí trabajó por medio de Sus tres discípulos amados, de los doce apóstoles, de los setenta elegidos y de los quinientos interesados... Ahora trabaja por intermedio de los Maestros y Sus grupos, intensificando así grandemente Su esfuerzo. Puede trabajar, y Lo hará, por intermedio de todos los grupos, en la medida en que éstos se adapten al servicio planeado para difundir el amor, y logren alinearse conscientemente con el gran poder de los grupos internos.

[e499] Los estudiantes esotéricos, ocultistas, rosacruces y también los teósofos, siempre han proclamado la Presencia física de Cristo, tergiversando de tal manera la enseñanza, con aseveraciones dogmáticas sobre detalles sin importancia y enunciados ridículos, que oscurecieron la verdad subyacente y no presentaron un reino atractivo. Ese reino existe, pero no es un lugar de disciplina ni de arpas doradas, habitado por fanáticos ignorantes, sino un campo para servir y un lugar donde todo hombre tiene un amplio campo en que ejercer su divinidad al servicio de la humanidad.

  1. Durante la Transfiguración, Cristo reveló la gloria ingénita en todos los hombres. A la triple naturaleza inferior -física, emocional y mental- se la describe postrada ante la gloria que Le fuera revelada. En ese preciso momento en que el Cristo inmanente tenía forma física y la humanidad estaba representada por tres surgió una voz desde el Hogar del Padre reconociendo apóstoles, la divinidad revelada y la Primogenitura del Cristo transfigurado. Sobre esta divinidad innata y la reconocida Primogenitura, se funda la hermandad de los hombres -una vida, una gloria que será revelada [i605] y una relación divina. Hoy, en gran escala, aunque no se tenga en cuenta lo que implica la divinidad, la gloria del hombre y su relación fundamental son ya un hecho en la conciencia humana. Conjuntamente con esas características tan deplorables, que pareciera negar toda divinidad, tenemos las maravillosas realizaciones del hombre y su triunfo sobre la naturaleza. La gloria de los descubrimientos científicos y la magnífica evidencia del arte creador -tanto moderno como antiguo- no dejan lugar a dudas respecto a la divinidad del hombre. He aquí entonces las “cosas más grandes” de las que Cristo hablara y he aquí también el triunfo del Cristo dentro del corazón humano.

La razón por la cual el triunfo de la conciencia crística se menciona siempre en términos de religión, de asistencia a los templos y de creencias ortodoxas, se debe a uno de los increíbles triunfos de las fuerzas del mal. Considerarse un ciudadano del reino de Dios no significa ser necesariamente miembro de alguna de las iglesias ortodoxas. El divino Cristo en el corazón humano puede expresarse en los diferentes sectores de la vida humana: en la política, arte, economía, vida social, ciencia y religión. Convendría recordar que la única vez que Cristo, como adulto, visitó e] templo de los judíos, provocó un disturbio. La humanidad está pasando de una gloria a otra, y en el extenso panorama histórico puede observarse ya en forma destacada. La gloria se revela hoy en todos los sectores de la actividad humana y la Transfiguración de quienes se hallan en la cumbre de la civilización humana está muy cerca.

  1. Finalmente, con el triunfo de la Crucifixión o gran Renunciación (como se la denomina con más exactitud en Oriente), [e500] Cristo introdujo por primera vez en la Tierra un tenue hilo de la Voluntad divina a medida que surgía del Hogar del Padre, Shamballa, que fue entregado a la comprensiva custodia del reino de Dios y, por intermedio del Cristo, presentado a la humanidad. Mediante la colaboración de ciertos grandes Hijos de Dios, los tres aspectos divinos o características de la divina Trinidad -voluntad, [i606] amor e inteligencia- se han convertido en parte de los pensamientos y aspiraciones humanos. Los cristianos son propensos a olvidar que Cristo no pasó sobre la cruz la agonía de las últimas horas, sino en el Huerto de Getsemaní. Entonces -en agonía y casi sin esperanzas- Su voluntad fue absorbida por la del Padre, exclamando: “Padre no se haga mi voluntad, sino la Tuya” (Lc., 22:42).

Algo nuevo, ideado desde las mismas profundidades del tiempo, ocurrió entonces en aquel tranquilo huerto: Cristo, representando al género humano, introdujo o estableció la Voluntad del Padre en la Tierra e hizo posible que la humanidad inteligente la cumpliera. Hasta entonces esa voluntad sólo había sido conocida en el Hogar del Padre, reconocida y adaptada a las necesidades del mundo por la Jerarquía espiritual, que trabaja dirigida por el Cristo, configurándose así el Plan divino. Hoy, gracias a lo que Él hizo siglos atrás en Su momento de crisis, la humanidad puede ayudar con sus esfuerzos a desarrollar ese Plan. La voluntad al bien del Hogar del Padre puede convertirse en buena voluntad en el reino de Dios y la humanidad inteligente transformarla en rectas relaciones humanas. De esta manera la línea directa o hilo de la Voluntad de Dios se extiende hoy desde el lugar más elevado al más bajo, y a su debido tiempo puede convertirse en un cable por el cual podrán ascender los hijos de los hombres y descender el amoroso y viviente espíritu de Dios.

Olvidando distancias, lejanías y antigüedades, comprendan que me refiero a acontecimientos exactos y reales de nuestro planeta. Me ocupo de reconocimientos, hechos y acontecimientos auténticos que son del dominio consciente de la mayoría. El Cristo histórico y el Cristo en el corazón humano son realidades planetarias.

Hay un aspecto del retorno de Cristo que nunca se menciona ni refiere. Yo, un humilde discípulo de Cristo, quisiera hablar sobre lo que significará para el Cristo reaparecer entre los hombres y desempeñar las actividades diarias y externas. ¿Qué sentirá cuando llegue el momento de aparecer?

[i607] En El Nuevo Testamento se menciona una gran “iniciación” denominada Ascensión, de la cual nada sabemos. Sólo unas pocas informaciones nos llegan por medio del Evangelio: lo acontecido en la cima de la montaña, los observadores y las palabras de [e501] Cristo, asegurándoles que no los abandonaba. Luego una nube Lo ocultó a su vista. Ninguno de los presentes pudo ir más allá con Él. Sus conciencias no podían penetrar en el lugar adonde había decidido ir, porque incluso habían interpretado mal Sus palabras; la humanidad en un sentido vago y místico, siempre ha comprendido erróneamente su desaparición, o la significación de Su perdurable pero invisible Presencia. A los observadores se les aseguró, por intermedio de dos Conocedores de Dios, que se hallaban también presentes, que Él volvería en forma similar. Ascendió. Las nubes Lo recibieron. Las nubes que hoy cubren nuestro planeta esperan revelarlo.

Ahora Él aguarda el momento de descender. El descenso a este desgraciado mundo de los hombres no le ofrece ningún cuadro tentador. Desde ese tranquilo retiro en la montaña donde ha esperado, guiado y vigilado a la humanidad y entrenado a Sus discípulos iniciados y al nuevo grupo de servidores del mundo, debe venir para ocupar Su lugar prominente en el escenario mundial y desempeñar Su parte en el gran drama que allí se está desarrollando. Esta vez desempeñará Su parte, pero no en la oscuridad, como Lo hizo anteriormente, sino a los ojos de todo el mundo. Debido a lo reducido de nuestro pequeño planeta, al predominio de la radio y la televisión y a la rapidez de las comunicaciones, Su actuación será observada por todos; probablemente Le produzca cierta consternación la perspectiva de presentar algunas pruebas y exigir grandes reajustes, además de una experiencia penosa inevitable. No vendrá como Dios Omnipotente creado por la ignorancia del hombre, sino como el Cristo, el Fundador del Reino de Dios en la Tierra, para terminar el trabajo comenzado y demostrar nuevamente la divinidad en circunstancias mucho más difíciles.

Sin embargo el Cristo sufre mucho más por
[i608] Sus allegados que por los extraños. El aspirante avanzado obstaculiza más Su trabajo que el pensador inteligente. No fue la crueldad del mundo externo de los hombres lo que causó al Cristo Su profundo dolor, sino Sus propios discípulos, además del masivo sufrimiento de la humanidad -padecido durante su ciclo de vida, incluyendo el pasado, el presente y el futuro.

Vendrá a corregir los errores y las erróneas interpretaciones de quienes se atrevieron a interpretar Sus sencillas palabras de acuerdo a su propia ignorancia, y a reconocer a aquellos cuyo fiel servicio hizo posible Su retorno. También Él enfrenta una gran prueba, como preparación para recibir una gran iniciación, y cuando la haya pasado y cumpla con Su tarea, ocupará un lugar más excelso en el Hogar del Padre, o irá a prestar servicio en un lugar lejano, donde sólo podrán seguirlo los más sublimes seres; Su cargo
[e502] actual será entonces desempeñado por Aquel a quien Él ha preparado y entrenado.

Pero antes de que esto suceda tendrá que entrar nuevamente en la palestra, desempeñar Su parte en los acontecimientos mundiales y demostrar el alcance de Su misión. Reunirá físicamente a Su alrededor a Sus asociados y consejeros elegidos; no serán los que reunió en los días primitivos, sino esos miembros de la familia humana que hoy Lo reconocen y se están preparando para trabajar con Él, hasta donde les es posible. Proyecta retornar a un mundo muy distinto, debido en gran parte al desarrollo intelectual de las masas, lo cual Le presenta enormes dificultades, porque para cumplir inteligentemente la Voluntad de Dios en la Tierra debe llegar al intelecto de los hombres y no sólo a sus corazones, como en los días primitivos. Su trabajo principal consiste en establecer rectas relaciones humanas en todos los aspectos del vivir humano. Les pediría que empleen la imaginación divina y traten de pensar en la magnitud de la tarea que Le espera; reflexionen sobre las dificultades que inevitablemente enfrentará -especialmente sobre el erróneo y masivo énfasis intelectual.

[i609] Se Le ha pedido, como Representante del Amor de Dios, que nuevamente actúe en la palestra mundial donde Su primer mensaje fue rechazado, olvidado o mal interpretado, durante dos mil años, y donde el odio y la separatividad han caracterizado a los hombres del mundo entero. Esto Lo sumergirá en una atmósfera extraña y Lo llevará a una situación donde necesitará y probará al máximo todos Sus recursos divinos. La idea generalmente aceptada de que volverá como un guerrero triunfante, omnipotente e irresistible, no tiene base real. Sé que es definidamente una realidad de sólida base y que guiará a Su pueblo, la humanidad, a Jerusalén, pero no será a la ciudad judía llamada Jerusalén, sino al “lugar de paz”, verdadero significado de dicha palabra. Una consideración cuidadosa de la situación mundial actual y el constante empleo de la imaginación, revelarán al pensador sincero cuán aterradora es la obra que Él ha emprendido. Pero “Él dirigió nuevamente su rostro para ir a Jerusalén” (Lc. 9 :51) ; nuevamente reaparecerá y guiará al género humano hacia una civilización y un estado de conciencia donde las rectas relaciones humanas y la cooperación mundial en bien de todos, constituirán la tónica universal. Por intermedio del nuevo grupo de servidores y de los hombres de buena voluntad, completará la fusión de su voluntad con la de Dios (los asuntos de Su Padre), en tal forma que la eterna voluntad al bien de la humanidad será transformada por la humanidad en buena voluntad y correctas relaciones. Entonces habrá cumplido Su tarea; nuevamente podrá abandonarnos, pero no volverá, [e503] porque dejará el mundo de los hombres en manos de ese Gran Servidor espiritual que será el nuevo Guía de la Jerarquía, la Iglesia invisible.

La pregunta que ahora se nos plantea es: ¿En qué forma podremos ser útiles? ¿Cómo podremos ayudar durante esta etapa preparatoria?

Sobre esto muy poco tengo que decir; la idea de Su retorno es tan familiar, por su naturaleza expectante (pero no en sus detalles efectivos, como los he insinuado), que me resulta difícil decir algo práctico o que les llame la atención.

[i610] Los miembros de la Jerarquía ciertamente realizan un gran trabajo y también los discípulos que están en contacto consciente con los Maestros de Sabiduría -o si se prefiere el término, con los discípulos avanzados del Cristo- que trabajan día y noche a fin de inspirar esa confianza, establecer correctas actitudes y hacer comprender el “empuje” o empresa espiritual divina, para allanarles el camino. Ellos y sus grupos de discípulos, aspirantes y estudiantes, Lo apoyan en forma unida y Le permiten realizar Su propósito. Su mayor realización consiste en provocar una crisis cíclica en la vida espiritual de nuestro planeta, anticipada en el Hogar del Padre (Shamballa) hace miles de años. Se ha registrado el hecho, por primera vez en la historia humana, de que los tres centros espirituales o grupos, por medio de los cuales actúa Dios, se enfocan en el mismo objetivo. Shamballa, la Jerarquía espiritual y la Humanidad (el Hogar del Padre, el Reino de Dios y el Mundo de los Hombres) se hallan todos empeñados en un vasto movimiento para intensificar la Luz del Mundo. Esta Luz iluminará, en forma desconocida hasta ahora, no sólo el Hogar del Padre, fuente de nuestra luz planetaria, sino también el centro espiritual de donde emanaron los Instructores y los Salvadores mundiales que aparecieron ante los hombres, exclamando como Hermes, Buda y Cristo: “Yo soy la Luz del Mundo”. Esta luz inundará el mundo, iluminará las mentes de los hombres y alumbrará los lugares oscuros de la vida humana.

Cristo traerá luz y, por sobre todas las cosas, “vida más abundante”, pero no sabemos lo que esto significa hasta que ello se produzca; no es posible comprender lo que esta revelación implicará, ni las nuevas perspectivas que se abrirán ante nosotros. Por Su intermedio la Luz y la Vida están en camino de ser interpretadas y aplicadas en términos de buena voluntad y de rectas relaciones humanas. Con este fin se está preparando la Jerarquía espiritual. Esta vez Cristo no vendrá solo, Lo hará con Sus colaboradores. Su experiencia y la de Ellos será distinta de la anterior,
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pues todos los ojos Lo verán, todos los oídos Lo oirán y todas las mentes Lo juzgarán.

Por lo tanto, digo: pueden ayudar libremente en el trabajo de reconstrucción que el Cristo se propone realizar, si se familiarizan con los hechos que se exponen a continuación, haciéndolos conocer a todos aquellos con quienes entran en contacto:

  1. Que el retorno de Cristo es inminente.

  2. Que Cristo, inmanente en todo corazón humano, puede ser evocado cuando se reconozca su reaparición.

  3. Que las circunstancias de Su retorno están relatadas en forma simbólica en las Escrituras mundiales, lo cual puede producir un cambio vital en las ideas preconcebidas de la humanidad.

  4. Que la principal condición exigible es un mundo de paz; paz que debe estar fundada en la buena voluntad cultivada, que conducirá inevitablemente a las correctas relaciones humanas y, por lo tanto, al establecimiento (hablando en sentido figurado) de líneas de luz entre una nación y otra, una religión y otra, un grupo y otro y un hombre y otro hombre.

Si logramos hacer que se reconozcan en todo el mundo estas cuatro ideas, contrarrestando las críticas inteligentes de que todo lo que se dice es demasiado antiguo, profético y visionario, mucho habremos realizado. Es muy posible que el viejo axioma: “La mente es el matador de lo real”, pueda ser fundamentalmente cierto en lo que a las masas se refiere, y que el acercamiento puramente intelectual (que rechaza la visión y rehusa aceptar lo incomprobable) sea más falaz que el presentimiento de los Conocedores de Dios y de la multitud expectante.

La Jerarquía espiritual está investida de inteligencia divina, formada en la actualidad por Aquellos que han unido en Sí el intelecto y la intuición, lo práctico y lo aparentemente impráctico, la realidad de la vida y la manera de ser del hombre que tiene visión. También existen personas en los lugares
[i612] comunes de la vida diaria, a las cuales se las debe entrenar acerca de los reconocimientos divinos, lo que constituye esencialmente la respuesta del plano físico a las nuevas expansiones de conciencia. El Cristo que retornará no será igual al Cristo que aparentemente partió. Tampoco será un “varón de dolores”; ni una figura silenciosa y pensativa; hará declaraciones espirituales que no necesitarán interpretación ni serán tergiversadas, porque Él estará presente para explicar el verdadero significado.

Durante dos mil años ha sido el Guía supremo de la Iglesia invisible, la Jerarquía espiritual, compuesta de discípulos de todos
[e505] los credos. Reconoce y ama a quienes no son cristianos, pero mantiene su lealtad a los Fundadores de sus respectivas religiones -Buda, Mahoma y otros-. No le interesa cuál es su credo, siempre que el objetivo sea el amor a Dios y a la humanidad. Si los hombres esperan al Cristo que dejó a Sus discípulos hace siglos, fracasarán en reconocer al Cristo que está a punto de retornar. El Cristo no tiene barreras religiosas en Su conciencia, ni Le da importancia a la religión que profesa el Hombre.

El Hijo de Dios está en camino y no viene solo. Su avanzada ya se acerca, y el Plan que debe seguir es evidente y ya está trazado. ¡ Que el reconocimiento sea el objetivo!


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