Los Rayos y las Iniciaciones - El Aspirante y las Iniciaciones Mayores
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SEGUNDA PARTE - SECCION SEGUNDA EL ASPIRANTE Y LAS INICIACIONES MAYORES
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[e457] [i556] Entramos ahora a la segunda parte de nuestro tema, que trata de las iniciaciones mayores; lo haremos principalmente desde el ángulo de las energías de rayo, considerando el tema desde el punto de vista del iniciado. Me pregunto si se da cuenta, hermano mío, que esto nunca se hizo antes. La enseñanza dada hasta ahora sobre la iniciación ha sido pictórica y simbólicamente presentada; la comprensión del proceso dependió de la correcta interpretación. En esta era materialista, la interpretación ha sido de naturaleza mayormente material; se puso el énfasis sobre lo tangible y el supuesto aspecto forma de la iniciación. Aquí propongo un acercamiento diferente y quisiera pedirle tener presente algunas palabras extraídas de los antiguos archivos:
No podré evitar cierta medida de acercamiento simbólico y me veo obligado a emplear palabras que no logran expresar la verdad. La amplitud de su comprensión estará basada en su etapa de evolución, su actitud [i557] mental al encarar este tema y el punto de tensión logrado. La iniciación es (en su definición más simple) la comprensión del Camino, pues la comprensión es una energía reveladora que [e458] permite la realización. La iniciación es un progreso en la experiencia y, por su intermedio, el logro de un punto de tensión. Manteniendo ese punto de tensión el iniciado ve lo que está por delante. La iniciación permite entrar progresivamente en la mente del Logos creador. Esta última definición es quizás una de la más importantes que he dado hasta ahora. Reflexionen sobre mis palabras. La iniciación es un sistema o procedimiento científico por el cual el septenario de energías, que componen la suma total de existencias en nuestra Vida planetaria, son comprendidas y conscientemente empleadas para el desarrollo del Plan divino. Podría también enunciarse que la iniciación es un método por el cual la circulación de las energías es acrecentada por la apertura o el despertar de ciertos centros planetarios y humanos, al recibir el impacto de sus cualidades, potencia de rayo e intención divina. Esta afirmación subyace en el corazón de la enseñanza sobre el Laya Yoga o la Ciencia de los Centros. LA RELACIÓN DE LOS SIETE RAYOS CON LAS INICIACIONES Será evidente que, por ser la energía la base de todo nuestro mundo manifestado, una iniciación es una condición de la conciencia donde el discípulo plenamente preparado emplea las energías disponibles (en el momento de la iniciación) para producir cambios de naturaleza trascendental y reveladora en la conciencia. Cada iniciación coloca al iniciado en posición de control ciertas energías relacionadas, permitiéndole convertirse acrecentadamente en manipulador entrenado de esas energías; cada iniciación le da la comprensión de la energía relacionada y de su campo de actividad; cada iniciación le revela la cualidad y tipo de estímulo que va a ser evocado, cuando es puesto en contacto con determinada energía de rayo; cada iniciación establece relación entre el iniciado y la energía de rayo involucrada, de manera que gradualmente [i558] (sin tener en cuenta cuales pudieran ser los rayos a que pertenecen su alma o su personalidad) podrá trabajar con la cualidad o el aspecto creador de todos los rayos, aunque adquiriendo siempre una mayor facilidad para trabajar en su propio rayo del alma y, posteriormente, en el rayo de mónada -uno de los tres Rayos mayores de Aspecto. Quisiera recordarles que todos los seres humanos deben finalmente expresar la cualidad y la vivencia de uno de los tres Rayos de Aspecto, aunque, en tiempo y espacio, sus almas puedan originalmente pertenecer a uno de los cuatro Rayos de Atributo. Podría [e459] ser útil aquí enumerar los rayos, y de esta manera refrescar la memoria del neófito:
El contacto con la energía de tercer Rayo de Inteligencia Activa (como se lo denomina a veces), o la "energía de la aguda percepción mental divina", revela a la conciencia del iniciado los "secretos de la Mente de Dios ". Los cuatro Rayos de Atributo, en el ciclo evolutivo, condicionan su carácter (o mecanismo de contacto) y evocan su cualidad esencial. Los tres Rayos de Aspecto le permiten recibir las cuatro iniciaciones superiores: sexta, séptima, octava y novena, conectadas exclusivamente con Shamballa. Los cuatro Rayos de Atributo, particularmente cuando están sintetizados por intermedio del tercer Rayo de Aspecto, se relacionan más definidamente con la Jerarquía y, por lo tanto, con las primeras cinco iniciaciones. Los Rayos de Aspecto están esencialmente relacionados con el aspecto vida o voluntad de la divinidad, y los Rayos de Atributo con el aspecto conciencia. Cada ser humano, en las primeras etapas de su desarrollo (en las antiguas Lemuria y Atlántida, o que hoy [i559] posee el estado de conciencia lemuriano o atlante, y de ellos hay muchos), viene a la encarnación en uno de los cuatro Rayos de Atributo, porque dichos rayos están especial y excepcionalmente relacionados con el cuarto reino de la naturaleza y, por consiguiente, con la cuarta Jerarquía Creadora. Durante el extensamente largo ciclo de la quinta raza actual, la así llamada raza Aria, llegó un período (quedando ahora en el pasado muy distante y olvidado) en que individuos que habían alcanzado cierto estado de conciencia fueron transferidos a uno de los tres Rayos de Aspecto, de acuerdo al predominio de la energía o la línea de fuerza que era condicionada por estos rayos. Uno de los Rayos de Aspecto y dos de los Rayos de Atributo (tercero, quinto y séptimo) están condicionados por el primer Rayo de Poder o Voluntad, mientras que el cuarto y sexto están condicionados por el segundo Rayo de Amor-Sabiduría. Esto lo he señalado anteriormente. Un ciclo de vidas en el tercer Rayo de Inteligencia Creadora (como prefiero [e460] denominarlo) precede siempre a esta trasferencia. Esta experiencia de rayo abarca un vasto lapso. Excepto en la enseñanza oculta y en los archivos que están bajo custodia de los Maestros, la historia -tal como la conocemos y que expresa lo que emerge desde los tiempos primitivos y medievales- no existe. Desde el ángulo del ocultismo, la historia abarca solamente desde la aparición de esas culturas y civilizaciones denominadas quinta raza raíz, y sólo una pequeña parte es reconocida como Aria; esta última es simplemente una nomenclatura moderna y científica que describe un pequeño período de la historia moderna. El ciclo ario comprende el período de relación entre grupos y naciones, aunque presenta (como hipótesis necesaria) previos, pero desconocidos ciclos de vida humana, donde el hombre primitivo erraba sobre la tierra; otras veces presenta la existencia de una civilización anterior, completamente desaparecida, dejando tras ella débiles huellas de antiguas civilizaciones organizadas y restos culturales, y también indicios de relaciones intermundiales de la cuales no hay prueba positiva; se sugiere que existieron por la similitud de su arquitectura, raíces idiomáticas, tradiciones y mitos religiosos. [i560] Durante estos primitivos períodos, todos los seres humanos estaban condicionados por los cuatro Rayos de Atributo, y como almas y personas encarnadas pertenecían a uno de estos cuatro rayos. Hacia la mitad del ciclo atlante (hace incontables millones de años) la influencia del tercer Rayo de Inteligencia Activa se hizo excesivamente potente. Una parte avanzada de la humanidad de ese período, encontró gradualmente su camino hacia o más bien, dentro de la corriente de energía divina que denominamos tercer rayo. Entonces la posibilidad de llegar a ser personalidades integradas fue por primera vez reconocida, reconocida humanamente. Esta integración debe preceder siempre a la iniciación humana consciente. Recuerden lo dicho en mi enunciado anterior, de que los Rayos de Atributo están enfocados en el tercer Rayo de Aspecto y son absorbidos por él. Un estudio de los diagramas que he dado y permití que aparezcan en Tratado sobre Fuego Cósmico, ayudar a comprenderlo. Serán de utilidad si siempre recuerdan que sólo son de naturaleza simbólica y constituyen tentativas para indicar visualmente una verdad. La Atlante fue predominantemente una raza en la cual sus destacados exponentes (la "flor de la raza" o la "cresta de la ola según se le dice) expresaron una inteligencia activa. Los iniciados de entonces debían demostrar inteligencia y no amor-sabiduría como sucede hoy. Esto se expresaba por su enfoque mental, una [e461] mente entrenada, capaz de recibir iluminación y una gran capacidad creadora. En la raza Aria, que desde el punto de vista oculto puede ser considerada como abarcando prácticamente la totalidad de la historia, tal como la conocemos, la influencia del segundo Rayo de Amor-Sabiduría se convierte lentamente en el factor dominante; los hombres encuentran rápidamente su camino hacia ese rayo, y el número de personas que están en esa línea de energía es ya muy grande, aunque no tanto como las que se hallan en el tercer rayo, cuando se exprese en la actualidad por intermedio de uno de los cuatro Rayos de Atributo. Ésta, la última de las razas humanas (nuevamente por intermedio de sus exponentes más destacados), debe manifestar el espíritu de amor por medio de la sabiduría; la base de esta expresión constituye una inclusividad en desenvolvimiento, una comprensión en desarrollo y una acentuada percepción espiritual, [i561] capaz de visualizar lo que está más allá de los tres mundos de la evolución humana. Podría decirse aquí que la vida enfocada en una sola dirección, del intelectual (vida que los iniciados superiores demostraron en las iniciaciones atlantes), y la extensa e incluyente vida del iniciado moderno o ario, es el objetivo mantenido ante el discípulo, en el sendero del discipulado y en los ashramas de los Maestros. La existencia, en la humanidad actual, de una ardiente inteligencia y una creciente inclusividad, está simbolizada en las palabras "la vida vertical y horizontal"; por lo tanto, está visualmente representada por el símbolo de la Cruz. He indicado aquí que la Cruz es estrictamente el símbolo del desenvolvimiento ario. El símbolo de la antigua Atlántida era una línea; la línea vertical indica el desenvolvimiento y la aspiración mentales. La conciencia crística o la conciencia del alma, consiste en el perfeccionamiento y el control de la mente, más la demostración del amor en el servicio, tales son las características sobresalientes de la Jerarquía y las cualidades esenciales de quienes constituyen el reino de Dios. En la raza futura, que está todavía muy lejos y de la cual sólo los iniciados de grados superiores al quinto son su expresión, el Rayo de Aspecto que personifica la voluntad de Dios, predominará gradualmente. Su símbolo no puede ser revelado todavía. Tendrá lugar entonces una fusión de energía de la voluntad divina con las energías desarrolladas y manifestadas de la inteligencia y del amor. Durante la última raza (que aparecerá en incontables eras en el futuro) surgirá una síntesis creadora de estos tres Rayos de Aspecto. Entonces todas las almas pertenecerán a uno de estos tres rayos y todas las personalidades a uno de los cuatro Rayos de Atributo. Habrá una perfecta expresión -por intermedio de la humanidad, el tercer centro planetario [e462] divino- de la vivencia, la cualidad y la potencia creadora de todos los rayos. Quisiera que se tuvieran presentes estos hechos cuando considere la relación de los siete rayos con la iniciación, en este período mundial particular y durante el ciclo en que se huellan los senderos del discipulado y de la iniciación. Entonces se producirán grandes [i562] transiciones, pues el poder de incluir y de amar en el verdadero sentido esotérico, produce automáticamente cambios y un nuevo reenfoque básico en la vida del discípulo aceptado y del iniciado; estos cambios, transiciones y reacciones, son producidos por la acción de las potencias de rayo, durante el período de la iniciación; recién entonces, el iniciado entra en relación con los rayos que lo condicionan en ese momento. Afectan a su personalidad fusionada con el alma y también al ashrama al cual está afiliado. La cualidad y la potencia de un ashrama son definidamente afectadas por la admisión de un iniciado; el ashrama no sólo lleva como alma su propia potencia y cualidad de rayo, sino también la energía de los rayos que produjeron lo cambios y lo condicionaron durante el proceso iniciático por el que acaba de pasar. Así entra en una nueva etapa de contacto consciente dentro del ashrama. Este nuevo estado de espiritualidad perceptiva permite al iniciado entrar en relación con quienes han recibido una iniciación similar. Por lo tanto, se convierte acrecentadamente en agente constructor y creador dentro de ashrama. Para esto el iniciado necesita prepararse cuidadosamente, lo cual debe ir paralelo a su comprensión del proceso iniciático, demostrándolo en el plano externo de la actividad, al prestar servicio. No se le permite entrar en la vida del ashrama y convertirse en receptor de energías excesivamente activas, hasta haber probado que esas energías no serán "ocultamente retenidas por él, sino que llegarán a ser la "fortaleza y la potencia" de su servicio entre los hombres. Haremos ahora un análisis más exacto de las energías de los siete rayos y sus efectos sobre los procesos iniciáticos que enfrenta el discípulo. Todo iniciado entra en el período del proceso iniciático, poseyendo determinado equipo de energía. Su personalidad se expresa dentro de la periferia de los tres mundos por intermedio de formas de rayo y relaciones claramente definidas. Se ha trasformado en una personalidad, debido a la integración de su mente, su naturaleza emocional y su cuerpo físico -la energía de este ultimo factor fenoménico está enfocada en el cerebro [i563] físico. Éstos están compuestos y condicionados por unidades de energía de las cuales están constituidos, y "enfocan su intención" por intermedio del cerebro físico, capacitando así [e463] la personalidad para ser una entidad autodirigida en el plano físico. A esta personalidad debe sumársele una quinta energía mayor, la del alma. Cada una de estas expresiones de la personalidad está compuesta de siete energías de rayo y regida por una de ellas, de manera que tenemos una grande y dinámica síntesis, que -en cuanto empieza el proceso iniciático- es, en realidad, una combinación de cinco energías:
Esta información es elemental, pero la repito en aras de la claridad y a fin de saber lo que estamos considerando. En el caso del discípulo aceptado, en preparación para la iniciación, el término aplicado a este sistema de energías integradas es "personalidad fusionada con el alma". La fusión es necesariamente incompleta, pero hay suficiente energía del alma para garantizar el mínimo control del alma que hará efectivo el proceso iniciático. Podría decirse además que este sistema de energías integradas enfrenta (por medio del proceso iniciático) fusiones aún superiores, porque la iniciación es un proceso por el cual son posibles las sucesivas integraciones -acompañadas por consiguientes expansiones de conciencia. Éstas son tres, pero en un significado más amplio son siete, aunque implica muchos puntos de integracion menores: [i564]
En relación con esta fusión final, es conveniente señalar que, cuando se alcanza esta etapa de desarrollo, es posible entonces entrar en el "excelso estado mental" que mantiene al Logos planetario enfocado en la conciencia del sacrificio que Él ha realizado mediante el proceso de manifestación. Como se señala en La Doctrina Secreta, dicho sacrificio, en bien de incontables [e464] miríadas de vidas que componen Su cuerpo de manifestación, Lo mantiene en expresión física hasta que "el último cansado peregrino" halle su camino al hogar. La extensión y el propósito esencial de este sacrificio divino se le van aclarando al iniciado después de la quinta iniciación, y constituye uno de los principales factores que debe considerar cuando enfrenta la Iniciación de la Decisión (la sexta iniciación). En ninguna etapa de su desenvolvimiento capta el propósito básico, ni (hablando esotéricamente) la "extensión dinámica" de este sacrificio, tal como es complementado por la voluntad del Logos planetario. Sin embargo, responde a una comprensión mental del aspecto inferior objetivo de este sacrificio, y a la naturaleza de la periferia, o a la forma aprisionante (suma total), en la cual el Logos planetario ha elegido aprisionarse. Por primera vez en su experiencia de la vida el iniciado llega a captar el principio de limitación. No puede aún ir más allá de este excelso estado de percepción mental, pues está limitado por esa esfera de actividad que llamamos los siete planos y que, en su totalidad, constituyen el plano físico cósmico. Muchas fusiones menores tienen lugar en la fase en que interviene el desarrollo iniciático, entre una iniciación [i565] y otra -una triple fusión mental entre los tres aspectos de la mente (el vehículo mental inferior, el alma o el Hijo de la Mente, y la mente superior o abstracta), la fusión con la conciencia del Maestro, la fusión con el ashrama creado por la energía de rayo que condiciona su alma, y la fusión, en la conciencia, con la totalidad de los ashramas integrados, que forman el Ashrama de Sanat Kumara. Estas sucesivas fusiones subsidiarias le revelan el fenómeno y la cualidad de los dos estados de conciencia superiores de la Tríada espiritual: el búdico o estado de razón pura, y el átmico o estado de intención de la voluntad directamente espiritual. Al proporcionarles una visión interna de la relación de los rayos y las iniciaciones, me veo en la perentoria necesidad de descubrir nuevas y llamativas palabras y frases, mediante las cuales expresar las insinuaciones e indicaciones familiares, dadas por los grupos esotéricos que han tratado de despertar la conciencia moderna a la realidad y propósitos de la iniciación. La iniciación es una secuencia progresiva de impactos de energía dirigidos, caracterizados por puntos de crisis y de tensión y regidos -en un sentido hasta ahora incomprendido- por la Ley de Causa y Efecto. Al iniciado progresista le parece que esta Ley de Causa y Efecto (desde el ángulo espiritual es un proceso contrario del que hasta ahora ha regido su vida. En vez de ser impelido hacia adelante, en el sendero de evolución, por energías [e465] espirituales que desde esferas superiores invocan y evocan su respuesta, más una expansión de conciencia en desarrollo, cada iniciación sucesivamente recibida, comprendida y expresada en el plano físico, se trasforma en causa e influencia que impulsa al iniciado hacia adelante en el sendero de la iniciación. En un caso, la causa del progreso reside en el descenso de las energías que producen efecto en lo que es así estimulado; en otro, la causa radica en la personalidad fusionada con el alma, constituyendo un movimiento ascendente de la actividad iniciática autodirigida, en la medida que su alma puede expresar la energía del amor y la energía de la voluntad, que en sí es el resultado de todas las fusiones que pudo enfocar y utilizar conscientemente en un momento [i566] dado. Estos puntos resultarán difíciles de captar, pero son de suma importancia. En el sendero de evolución, el ser humano es influido desde arriba hacia abajo; el iniciado es dirigido desde adentro hacia arriba. Esto describe el significado subyacente de la energía del libre albedrío, siendo solamente posible por la autodirección, energía que actualmente lucha por expresarse en ese gran discípulo mundial, la Humanidad. Estos conceptos merecen una cuidadosa consideración. La séptuple energía que agita hoy a la humanidad marca una encrucijada en la historia humana e indica la posibilidad de la transferencia de la humanidad al sendero del discipulado, en el cual la libertad de expresión de la vida consciente autodirigida será acrecentadamente posible. |
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