PREFACIO
[e15] [ixii]
ESTE "Tratado sobre Fuego Cósmico" persigue cinco objetivos:
Primero, ofrecer un delineamiento sintético y esquemático de cosmología,
filosofía y psicología, que quizás pueda ser utilizado durante una generación
como libro de texto y de referencias y también como base para un estudio
más detallado a erigirse en el futuro, a medida que vaya afluyendo la
gran oleada de enseñanza respecto a la evolución.
Segundo, expresar lo subjetivo en términos comprensibles, y señalar el
nuevo paso hacia la comprensión de la verdadera psicología. Elucidar la
relación que existe entre Espíritu y materia, la cual se manifiesta como
conciencia. Se observará que este tratado se ocupa más del aspecto mente, de
la conciencia y de la psicología superior que de la materia, tal como se
la conoce en el plano físico. Es muy peligroso proporcionar información
acerca de las diversas energías de la materia atómica, pues la raza es
aún demasiado egoísta para confiarle tales poderes. El hombre, gracias
a la competente labor de los científicos, va rápidamente descubriendo
el conocimiento necesario. Se hallará que este libro da trascendencia
a las fuerzas responsables de la manifestación objetiva de un Logos solar
y del hombre. Sólo en la primera parte se dan indicaciones respecto a
la naturaleza de esas energías estrictamente confinadas al plano físico.
Tercero, evidenciar el coherente desarrollo de todo lo que existe en un
sistema solar; demostrar que todo cuanto existe evoluciona (desde la forma
de vida más inferior, en el punto más denso de concreción hasta la más
elevada y sutil manifestación) y que las formas sólo son expresión de
una maravillosa y divina Existencia. Esta expresión tiene su origen en
la fusión de dos aspectos divinos, mediante la influencia de un tercero,
lo cual produce la manifestación que llamamos forma, iniciando su [ixiii]
ciclo evolutivo en tiempo y espacio. De esta manera la forma
llega a tal punto que constituye un medio adecuado para que se manifieste
la naturaleza de lo que llamamos Dios.
Cuarto, dar información práctica acerca de los puntos focales [e16] de energía que se encuentran
en el cuerpo etérico del Logos solar, el macrocosmos, y del hombre,
el microcosmos.
A medida que se comprenda el sustrato etérico, la verdadera sustancia
que subyace en toda forma tangible, se producirán grandes revoluciones
en los dominios de la ciencia, la medicina y la química. Por ejemplo,
el estudio de la medicina se iniciará, con el tiempo, desde un nuevo ángulo
y se practicará basándose en la comprensión de las leyes de irradiación,
de las corrientes magnéticas, de los centros de fuerza que se hallan en
el cuerpo humano, y su relación con los centros y corrientes de fuerza
del sistema solar.
Quinto, dar alguna información, no impartida hasta ahora exotéricamente,
acerca del lugar que ocupan y el trabajo que realizan las miríadas de
vidas sensorias, que constituyen la esencia de la objetividad; indicar
la naturaleza de esas Jerarquías de Existencias, que crean con su propia
sustancia, todo lo que se ve y se conoce, las cuales constituyen el Fuego
que produce calor, calidez, vida y movimiento en el universo. Así se ocupará
de la acción del Fuego sobre el Agua, del Calor sobre la Materia (considerada
macrocósmica o microcósmicamente), lo cual proyectará alguna luz sobre
la Ley de Causa y Efecto (o Ley del Karma) y el significado que tiene
en el sistema solar.
Resumiendo, la enseñanza de este libro deberá traer como resultado, una
expansión de conciencia y el reconocimiento de que la interpretación de
los procesos naturales, formulada por las Mentes maestras de todas las
épocas, es adecuada y constituye una base práctica, tanto para la ciencia
como para la religión. Ello tenderá a producir una reacción en pro de
una filosofía que vincule el Espíritu y la materia y exprese la unidad
esencial de las ideas científicas y religiosas. Ambas están hoy algo divorciadas,
y sólo ahora comenzamos a tantear nuestro camino intelectual que nos sacará
de las profundidades de la interpretación materialista. Sin embargo, debe
recordarse que bajo la Ley de Acción y Reacción, el extenso período de
ideas materialistas ha sido necesario para la humanidad, porque el misticismo
de la Edad Media nos había llevado [ixiv] demasiado lejos en la dirección opuesta. Ahora tendemos a
adoptar un punto de vista más equilibrado, y se espera que el contenido
de este tratado forme parte del proceso, mediante el cual se alcance el
equilibrio. A quien lo estudie, se le pide tener presente que:
a) Al desarrollar
los temas nos ocupamos de la esencia de lo objetivo, del aspecto subjetivo
de la manifestación y de la fuerza y la energía. Resulta casi imposible
reducir tales conceptos a fórmulas concretas y expresarlas de tal modo
que el hombre común pueda captarlas con facilidad. [e17]
b) Al emplear
palabras y frases, en términos modernos, lógicamente se restringe y
limita el tema y gran parte de la verdad se pierde.
c) El contenido de este tratado se
ofrece sin dogmatismos, como contribución al cúmulo de ideas relativas
a los orígenes de los mundos y como una adición a los datos ya acumulados
respecto a la naturaleza del hombre. La mejor solución que los hombres
pueden ofrecer para resolver el problema mundial debe forzosamente asumir
un doble aspecto. Tal solución se demostrará por medio de una vida de
servicio activo, que tienda al mejoramiento de las condiciones ambientales
y mediante la formulación de algún esquema o plan cosmológico capaz
de justificar, en lo posible, las condiciones tal como existen. Polemizando,
como hoy hacen los hombres y partiendo de la base de lo conocido y comprobado
sin ocuparse de, y sin justificar esas causas profundamente arraigadas
que se supone son producto de lo visible y conocido, todas las soluciones
hasta ahora han fracasado y fracasarán.
d) Todo intento de formular en palabras
verdaderamente comprensibles lo que ha de ser sentido y vivido, será
indefectible y lamentablemente inadecuado. Todo cuanto se diga sólo
será una parcial exposición de una gran Verdad velada, que se ofrece
al lector y estudiante como simple hipótesis práctica y enunciación
sugestiva. El estudiante de mente abierta y el hombre que nunca olvida
que la Verdad se revela progresivamente, saben que la expresión más
plena y posible de la verdad, en cualquier época, aparece luego como
fragmento de un todo, y [ixv] más
tarde podrá ser reconocida sólo como parte de una realidad; de manera
que en si misma es una distorsión de lo real.
Este tratado se ofrece con la esperanza de que sea útil para todos los
buscadores que, con mente amplia, van detrás de la verdad, y de valor
para quienes investigan la Fuente subjetiva de todo lo tangible y objetivo.
Se aspira con él a presentar un plan, razonablemente lógico, de la evolución
del sistema, y a indicar al hombre la parte que debe desempeñar, como
unidad atómica de un grande e integral Todo. Este fragmento de La Doctrina
Secreta se ofrece al mundo, a medida que gira la rueda evolutiva,
sin pretensiones respecto a su fuente de origen, infalibilidad o detallada
exactitud de sus afirmaciones.
Ningún libro adquiere valor por su dogmatismo o por las declaraciones
respecto a la autoridad de su fuente de inspiración. Un libro triunfa
o fracasa por su valor intrínseco, la utilidad de las sugerencias hechas
y su poder para impulsar la vida espiritual e [e18] intensificar la captación intelectual del
lector. Si este tratado contiene en sí, algo de la verdad y de la realidad,
realizará inevitable e indefectiblemente su cometido; transmitirá su mensaje,
y llegará a los corazones y a las mentes de los buscadores, en todas partes.
Si no tiene valor ni se basa en la realidad, desaparecerá y perecerá,
y es justo que así sea. Todo lo que se pide a quien lo estudie, es que
lo considere con simpatía y esté dispuesto a reflexionar los puntos de
vista expuestos, con honradez y sinceridad de pensamiento, lo cual le
ayudará a desarrollar la intuición, a formular la diagnosis espiritual
y a aplicar la discriminación, que le permitirá rechazar lo falso y apreciar
lo verdadero.
Las palabras del Buda son oportunas aquí, y constituyen el apropiado final
de esta introducción.
EL SEÑOR BUDA HA DICHO:
que no hemos de creer en lo
dicho, simplemente porque ha sido dicho; ni en las tradiciones, porque
han sido transmitidas desde la antigüedad; ni en los rumores como
tales; ni en los escritos de los sabios, porque ellos los han escrito;
ni en las fantasías que sospechamos nos han sido inspiradas por un
deva (es decir una supuesta inspiración espiritual); ni en las deducciones
basadas en alguna suposición casual que hemos hecho; ni [ixvi]
por lo que parece
ser una necesidad analógica; ni por la mera autoridad de nuestros
instructores o maestros, sino que hemos de creer cuando lo escrito,
la doctrina o lo dicho, está corroborado por nuestra propia razón
y conciencia. "Por eso" dice, "les he enseñado a no creer por el solo
hecho de haberlo oído decir; pero que cuando crean con toda conciencia,
entonces actúen de acuerdo a ello, con plenitud".
La Doctrina
Secreta, VI, 84.
Que ésta sea la actitud
que adopten quienes lean este Tratado sobre Fuego Cósmico.
ALICE A.
BAILEY
NOTA: La sigla
D. S., se refiere a algunas citas extraídas de "Lo Doctrina Secreta" de
H. P. Blavatsky. El número de páginas corresponde a la segunda edición
publicada por la Editorial Kier.
|