Curación Esotérica

      


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CAPITULO PRIMERO

Las Causas Psicológicas de las Enfermedades

[e28][i24] ANTES DE CONTINUAR QUISIERA DECIR que trataré de evitar en lo posible todo tecnicismo. Nuestro tema es la consideración esotérica de la enfermedad y sus formas; intenta elucidar el tema de esas enfermedades y sus causas vitales e indicar las leyes generales que debe aplicar el curador y las seis reglas que se ha de imponer a sí mismo, y cumplirá a través de la disciplina y la comprensión.

Habrán observado que he enumerado las causas psicológicas en cuatro acápites:

1.   Las que surgen de la naturaleza sensorio-emocional.

2.   Las que tienen origen en el cuerpo etérico.

3.   Las que están fundadas en un pensamiento erróneo.

4.   Las peculiares dolencias y perturbaciones psicológicas de los discípulos

Les habrá llamado la atención que haya colocado las enfermedades del cuerpo etérico en segundo lugar y no en el primero. La razón de ello estriba en que las enfermedades y dolencias grupales aferradas a la raza, actúan primordialmente a través del cuerpo etérico y encuentran su camino hacia la manifestación, por conducto del cuerpo etérico de todas las formas. Las he colocado en segundo lugar, aunque en último análisis son más numerosas, debido a que la humanidad todavía no puede ocuparse de ellas [i25] en forma colectiva. El acercamiento debe hacerse por medio de los individuos, y los hombres deben eliminar de su cuerpo astral o emocional esas condiciones que, como individuos, los predispone a la enfermedad. En la actualidad la raza está polarizada astralmente. La naturaleza sensorio-emocional es excesivamente poderosa en las masas. Esto conduce a poseer un cuerpo etérico relativamente negativo, el cual está sintonizado con toda la sustancia etérica del planeta. Esta sustancia, que subyace en todas las formas, es sencillamente un agente transferidor y transmisor de la energía vital al cuerpo físico denso externo. La energía circula a través de esta sustancia etérica, libre de todo control por parte [e29] del ser humano individual, que casi no se da cuenta de ello, porque el foco de su atención es astral. Desde el estado de conciencia astral o emocional, pueden ser deducidas muchas condiciones físicas individuales. En consecuencia debemos eliminar esas enfermedades que son de carácter grupal, las cuales han penetrado en la humanidad, y a través de ella, desde el mundo de la fuerza etérica, dejándola exhausta o sobrestimulada, o en tal condición que la muerte sobreviene en forma natural. Podría decirse, básicamente generalizando, que las dificultades físicas personales tienen actualmente su asiento en el cuerpo emocional y que ese vehículo de expresión es el agente predominante y predisponente de la mala salud del individuo, así como las enfermedades grupales y las de cualquier tipo de epidemias a través de las masas están fundadas en alguna condición de la sustancia etérica del planeta. Esas enfermedades que son generales, nacionales, raciales y planetarias, llegan al individuo por conducto del cuerpo etérico, y no son tan personales en sus implicaciones. Sobre esto me extenderé más adelante.  Hoy sólo expongo una proposición general.

Quisiera puntualizar que las enfermedades de las masas, del ciudadano común, de los intelectuales y de los discípulos del mundo, pueden diferir y difieren ampliamente -no tanto en su manifestación como en su campo de expresión. [i26] Este punto difícilmente el curador lo reconoce; no le es fácil ni posible comprender estas diferenciaciones y valorar el grado de evolución que un hombre puede haber alcanzado. Algunas enfermedades deben tratarse desde el plano mental y será necesario que el curador emplee la mente; algunas requieren una concentración de energía emocional por parte del agente curador; en otros casos el curador debe tratar de ser sólo un trasmisor de energía pránica para el cuerpo etérico del paciente, por intermedio de su propio cuerpo etérico. ¿Cuántos curadores se dan cuenta realmente del enfoque de la conciencia o de la fuerza vital, al ocuparse del paciente? ¿Cuántos conocen el tipo de curación que es posible y necesario aplicar a un discípulo? ¡Cuán pocos se dan cuenta que ningún discípulo, por ejemplo, puede ponerse en manos de un curador magnético común o de quien trabaja con radiaciones, o de un experto psicólogo de cualquier tipo! Un discípulo no se atreve a someterse a las emanaciones áuricas de ningún ocasional curador ni al poder de un inexperto psicólogo académico, no importa cuán prominente pueda ser. Sin embargo, puede someterse a la sabia pericia del médico cirujano del plano físico, porque, para él, el cuerpo físico es sólo un autómata. Por lo tanto, puede valerse de medios físicos para su beneficio. Muchos de los fracasos de los métodos curativos empleados actualmente se deben a la incapacidad del curador para: [e30]

1.   Calcular dónde puede estar localizada básica y ampliamente la dificultad y de qué cuerpo surge y dónde yace principalmente.

2.   Conocer dónde está colocado el paciente en la escala de la evolución y por lo tanto, dónde debe buscar primeramente el origen de la dificultad.

3.   Diferenciar entre las enfermedades que se deben a las condiciones internas personales, a las tendencias heredadas o a la propagación grupal. [i27]

4.  Saber si la enfermedad requiere ser tratada:

a.   Alópata u homeopáticamente, pues ambos procedimientos pueden desempeñar su parte a veces, o a través de cualquier otro agente de la ciencia y tecnicismo modernos.

b.   Por radiación o magnetización, o ambas.

c.   Mediante el correcto reajuste interno psicológico, ayudado por una verdadera percepción interna, por parte del agente curador.

d.   Evocando el poder de la propia alma del hombre -algo que no es posible, excepto en las personas avanzadas.

e.   Por medio de métodos esotéricos definidos, tales como formar un triángulo de curación entre:

IMAGEN

Este método implica por parte del curador, mucho conocimiento y un elevado punto de realización espiritual; también presupone la existencia de un vínculo entre el curador, un Maestro y el grupo del Maestro, más el derecho adquirido de acudir al grupo para la afluencia de energía en bien del paciente, algo que raras veces se otorga.

Quisiera ante todo puntualizar que mi propósito e intento no es escribir un tratado médico, tampoco trataré la anatomía del cuerpo, ni discutiré los síntomas de las enfermedades, excepto incidentalmente. No detallaré los síntomas ni consideraré las muchas [i28] enfermedades con extensos nombres que caracterizan a la raza de hoy; toda esta información puede extraerse de los libros de texto comunes si se prefiere, y estudiarlos si se desea; aunque personalmente no lo considero satisfactorio. Partiremos de la premisa de [e31] que existen las enfermedades y que son efectos de causas internas; que el hombre ha hecho grandes progresos para comprender el efecto de estas causas cuando producen cambios en la vestidura externa del hombre, así como los conocimientos obtenidos por la ciencia para comprender la vestidura externa de Dios, el mundo de la naturaleza fenoménica.

El trabajo lenitivo, paliativo y curativo en la medicina y cirugía, ha sido comprobado más allá de toda controversia. Los métodos empleados, tales como la vivisección de animales, puede ocasionar verdadera ansiedad. A pesar de todo ello la deuda que tiene el género humano con la profesión médica es grande, y el servicio rendido a la humanidad por esa profesión, contrarresta en gran parte el mal. Aunque es verdad que no lo saben todo, también es cierto que existe un pequeño porcentaje (mucho menor que en ninguna otra profesión) de clínicos y cirujanos que buscan sus propios intereses y no honran a su profesión; también podría decirse que ya saben bastante como para admitir que aún les queda mucho que aprender. Igualmente es verdad que constituye un gran grupo altruista y autosacrificado dentro de la familia humana. Recuerden esto.

Me ocuparé del aspecto subjetivo del hombre y las causas secundarias que tienen sus raíces en los cuerpos internos del hombre y en el aspecto subjetivo de la naturaleza misma. Las causas, primordiales y principales, como anteriormente expliqué, no podrán ser captadas. Están más allá de la capacidad de la mente concreta. Trato de aclarar lo que el hombre debe realizar para liberarse cada vez más de la acumulación del pasado, tanto individual como grupalmente y al hacerlo eliminar de su cuerpo físico los gérmenes de la enfermedad. Sin embargo, se ha de tener en cuenta que muchas enfermedades son de naturaleza [i29] grupal y en consecuencia inherentes a la humanidad misma. Así como el reino de los insectos devasta y destruye al reino vegetal, como puede observarlo cualquier fortuito caminante del bosque, así los gérmenes -individuales y grupales- devastan y destruyen hoy al reino humano. Son agentes de destrucción y ejecutan, en la actualidad, una tarea y deber definidos en el gran esquema de las cosas.

El destino del hombre es morir, pues todo hombre debe morir al requerimiento de su propia alma. Cuando el hombre ha alcanzado una etapa superior en la evolución, deliberada y definidamente elegirá el momento en que conscientemente se retirará de su cuerpo físico, el cual permanecerá silente y sin alma, desprovisto de luz, sin embargo, ileso e íntegro; entonces se desintegrará de acuerdo con el proceso natural, y los átomos que lo constituyen volverán “a la reserva de los entes que esperan”, hasta ser nuevamente requeridos para que los empleen las almas encarnantes.

[e32] Entonces se repite el proceso en el aspecto subjetivo de la vida, pero muchas almas ya han aprendido a retirarse del cuerpo astral sin someterse a ese “impacto en la niebla”, una forma simbólica de describir la muerte de un hombre en el plano astral. Luego pasa al nivel mental y deja su carcasa astral para aumentar la niebla y acrecentar su densidad.

Por lo tanto, quiero puntualizar que deliberadamente evitaré los tecnicismos médicos, aunque me referiré a menudo al cuerpo físico y a las enfermedades que hacen de él su presa.

También les daré ahora otra de las leyes sobre la curación, así como una de las Reglas para el Curador. Estúdienlas con cuidado

LEY II

La enfermedad es el producto de tres influencias, y está sujeta a ellas. Primero, el pasado del hombre, en que paga el precio de [i30] antiguos errores; segundo, su herencia, donde comparte con todo el genero humano, esas contaminadas corrientes de energías de origen grupal; tercero, su participación, con todas las formas naturales, de aquello que el Señor de la Vida impone a Su cuerpo. Estas tres influencias son denominadas “La Antigua Ley de Participación de Mal”. Algún día ésta debe ceder su lugar a la nueva “Ley del Antiguo y Predominante Bien” que reside detrás de todo lo que Dios ha creado. Esta ley debe ser puesta en vigencia por la voluntad espiritual del hombre.

¿Qué es una Ley? Es la imposición (sobre las cosas más insignificantes y más importantes) de la voluntad y el propósito de aquello que es superlativamente grandioso. Por lo tanto está más allá del conocimiento del hombre. El hombre algún día debe aprender que todas las leyes de la naturaleza tienen su contraparte superior y espiritual, y en breve nos ocuparemos de ellas. Nuestras leyes aún son secundarias, y por ser leyes de la vida grupal rigen los reinos de la naturaleza y se expresan (para el reino humano) por medio de la mente, de la naturaleza emocional y de un agente del plano físico. No pretendo en este breve tratado elucidar las leyes primarias. Sólo las menciono, y en el futuro (lo cual depende de ciertos factores todavía no desarrollados) me ocuparé de ellas.

La tercera parte de este tratado está destinada a las leyes básicas de la curación, las cuales no se refieren a las leyes mencionadas, sino a los aspectos prácticos del arte de curar.

La segunda regla para el curador es la siguiente: 

REGLA DOS

El curador debe adquirir pureza magnética a través de la pureza de vida. Debe lograr esa dispersiva irradiación que se manifiesta en todo hombre que ha vinculado los centros de la cabeza. Cuando se ha establecido tal campo magnético, entonces surge la irradiación.

[e33][i31] El significado de esto será parcialmente evidente para el estudiante esotérico avanzado. Como bien saben, el campo magnético se establece cuando la poderosa vibración del centro que se halla delante del cuerpo pituitario y el que se halla alrededor y arriba de la glándula pineal, entra en la órbita de cada uno. El único punto de controversia, en conexión con la regla citada (que consideraré más tarde), es cómo y de qué modo debe ser adquirida la pureza magnética y cómo los dos centros en la cabeza pueden formar conjuntamente un campo magnético. Más adelante, al finalizar, me ocuparé de estos dos puntos, lo cual será muy práctico.

Una de las causas que debería surgir definidamente de nuestro estudio, es que la enfermedad raras veces tiene origen individual -a no ser que un hombre disipe su vida y abuse excesivamente de su cuerpo por la bebida o excesos sexuales- y que todas las enfermedades que existen hoy en el mundo son casi totalmente heredadas, de origen grupal, y como resultado de infección o de desnutrición. Esta última es principalmente un mal de la civilización, efecto del desequilibrio económico o del alimento adulterado. Como indiqué anteriormente, esas últimas causas de la enfermedad no son principalmente el resultado de sutiles fuerzas internas, sino el ascenso de energías al cuerpo etérico, provenientes del plano físico y del mundo externo de fuerzas.

Los instructores de ocultismo han prestado poca atención a estas fuerzas que vienen de lo externo, se originan en el plano físico y afectan a los cuerpos internos. Existen energías físicas y corrientes de fuerza que penetran en los cuerpos etéricos de todas las formas, así como la ilusión mundial y las miasmas del plano astral, frecuentemente tienen sus causas en las condiciones del plano físico. Las energías que penetran en los centros del hombre desde los niveles más sutiles, han sido frecuentemente consideradas en los libros de ocultismo, pero las fuerzas que encuentran su camino hacia los centros, desde la vida en el plano físico, [i32] raras veces son comprendidas o discutidas. Les doy una idea un tanto nueva para que reflexionen sobre ella.

He pedido a A.A.B. insertar un breve resumen de algunos de los puntos que ya he dilucidado, bajo el título: ¿Qué es la enfermedad? Le sugerí lo siguiente: 

1.      Toda enfermedad es desarmonía y falta de alineamiento y control:

a.     La enfermedad se halla en los cuatro reinos de la naturaleza.

b.     La enfermedad es de efecto purificador.

c.     Los métodos definidos de curación son peculiares a la humanidad y de origen mental. [e34] 

2.      La enfermedad es un hecho en la naturaleza:

a.     El antagonismo hacia la enfermedad simplemente la energetiza.

b.     La enfermedad no es el resultado del erróneo pensar humano. 

3.      La enfermedad es el proceso de liberación y el enemigo de lo estático. 

4.      La ley de causa y efecto rige las enfermedades así como todo en la manifestación. 

Hallamos también que la curación se realiza de tres maneras: 

1.      Por la aplicación de los métodos de las innumerables escuelas de medicina y cirugía y grupos afines.

2.      Por el empleo de la Psicología.

3.      Por la actividad del alma.

También he anunciado que las causas principales de la enfermedad son tres: de naturaleza psicológica; heredadas por el contacto grupal, y también kármicas. Sin embargo recuerden que constituyen causas secundarias. A continuación trataremos la primera de ellas. [i33]

1. CAUSAS ORIGINADAS EN LA NATURALEZA EMOCIONAL-DESEO

En Tratado sobre Magia Blanca, di al mundo, por primera vez, información respecto a la naturaleza y control del cuerpo astral. Dicho libro, prácticamente, fue el primero que se dio al público sobre este tema. Mucho se ha impartido en el pasado sobre el cuerpo físico y su atención, tanto por la ciencia exotérica como por la esotérica. Una parte de ello es verdad y otra ilusión. Es ilusión porque se basa en falsas premisas. Los esoteristas modernos se han ocupado del cuerpo etérico, lo cual ha sido parcialmente verdadero o falso, pero generalmente es más verídico desde el punto de vista oculto que del exotérico. Quizás les sorprenda si digo que el Tratado sobre Magia Blanca es también relativamente veraz, siendo necesariamente limitado, y debido a ello es también parcialmente incorrecto. ¿Les asombra lo antedicho? ¿Cómo puede ser totalmente veraz, conociendo el limitado poder que poseen ustedes para comprenderlo? Me es imposible impartirles la verdad, porque no existe terminología apropiada ni ustedes poseen una base adecuada de conocimiento, lo cual dificulta mi tarea. La enseñanza sobre curación es para mí la más difícil que he emprendido, y ello por dos razones. Ante todo, ¿no es verdad que la naturaleza real de la frase “cuerpos sutiles” es algo sin sentido? Estos cuerpos no son como el cuerpo físico. Pueden ser considerados como centros [e35] o depósitos de tipos particulares de fuerza, adheridos a cada individuo y poseyendo sus adecuadas entradas y salidas. Son una colección de átomos, vibrando a alta velocidad y matizados (de acuerdo a algunas escuelas de ocultismo) por ciertos y definidos matices; emiten cierto tono y están en distintas etapas de su evolución. Según otros, son estados de conciencia, y algunos los consideran hechos a semejanza del hombre. ¿ Cómo los definen ustedes?

[i34] El cuerpo astral es para la mayoría de la humanidad, el principal factor determinante a considerar. Es causa preponderante de la mala salud. La razón de ello estriba en que tiene un potente y predisponente efecto sobre el cuerpo vital o etérico. El cuerpo físico es el autómata de cualquier cuerpo interno más fuerte que él. Si recordamos que el cuerpo vital es el receptor de corrientes de energía, y en realidad está compuesto y formado por tales corrientes, y estas corrientes impelen a la actividad al cuerpo físico, es evidente que la más poderosa controlará al cuerpo físico en el plano físico. Existen por lo tanto dos corrientes de energía que deben ser consideradas al estudiar los factores que conducen a la actividad en el plano físico. Les recordaré a este respecto que la enfermedad es una actividad del plano físico.

1.      La corriente de la vida misma, anclada en el corazón, determina la vitalidad del hombre, su capacidad para trabajar y la duración de su existencia.

2.      Las predominantes corrientes de energía que provienen de los cuerpos astral, mental o egoico. Éstas controlan su expresión en el plano físico.

Referente a las masas del mundo y lo que llamamos el vasto público irreflexivo, la corriente de vida y la corriente de energía astral o de deseo, constituyen los factores predominantes. Éstos pueden ser de calidad inferior o mediocre.

En lo que respecta al público pensante, los factores predominantes los constituyen esas dos corrientes más una constante afluencia y una creciente oleada de energía mental.

En conexión con los intelectuales del mundo y los aspirantes (los que están preparados para entrar o se hallan en el camino de probación), [i35] tenemos que las tres corrientes mencionadas llegan a un punto de equilibrio, produciendo así una personalidad integrada y coordinada. Entre ellos podemos contar a los místicos del mundo y a los trabajadores creadores, que son conscientes de la inspiración y del contacto espiritual, lo cual indica que comienza a afluir la energía del alma.

En lo que atañe a los discípulos del mundo tenemos un grupo de hombres y mujeres que comienza a ser controlado por la [e36] energía del alma, mientras que las otras tres energías están subordinadas cada vez más a este tipo superior de control.

Debe recordarse que hay otros dos tipos de energía que debemos tener en cuenta, cuando consideramos al hombre inteligente.

1.      La energía compuesta por las fuerzas fusionadas y mezcladas de una personalidad coordinada.

2.      La energía del plano físico, identificada finalmente por el aspirante o discípulo, que llega a ser rechazada en forma tan absoluta que oportunamente constituye uno de los principales factores para la liberación de los centros.

Por último llega el momento en que el iniciado trabaja simplemente con tres tipos de energía, mientras se manifiesta en la encarnación: la energía de la vida misma, la energía negativa de la personalidad y la energía positiva del alma. De esta manera llega a ser una expresión en manifestación consciente de los tres aspectos de la Trinidad.

Ciertas cosas deben ser establecidas como hechos esotéricos, en la conciencia del curador, antes de que pueda trabajar constructivamente.

1.      Ante todo, sólo existe energía, la cual se manifiesta como muchas variadas [i36] energías. El universo está compuesto de estas numerosas energías. También los cuerpos del hombre, o vehículos de manifestación, están, sin excepción, constituidos de unidades de energía. A éstas se las denomina átomos, y estas unidades atómicas están sujetas a la forma corpórea, por la fuerza coherente de energías más potentes.

2.      El principal punto focal de energías que existe en los seres humanos es el alma, pero su potencia como agente de cohesión e integración es mayor que su cualidad potencial. En las primitivas etapas de la evolución humana se manifiesta el aspecto coherencia. Cuando los mecanismos o cuerpos de respuesta del hombre están más desarrollados, el aspecto cualidad del alma comienza a manifestarse cada vez más.

3.      Visto desde el aspecto interno, donde no existe el factor tiempo, la criatura humana se manifiesta como un calidoscopio, maravilloso y mutable fenómeno. Los así llamados cuerpos o más bien conglomerados de unidades atómicas se desvanecen y desaparecen, o vienen de nuevo a la manifestación. Corrientes de colores pasan y repasan, se tejen y entretejen. Entonces ciertas zonas intensifican repentinamente su brillo y resplandecen con brillantez, o también puede verse cómo se desvanecen, siendo el fenómeno incoloro y aparentemente inexistente en ciertas zonas. Pero siempre hay una persistente luz influyente, desde la cual [e37] descienden al hombre fenoménico haces de luz, los cuales pueden verse cómo se adhieren a dos zonas principales del núcleo denso interno del hombre físico. Los dos puntos de adhesión se hallan en la cabeza y el corazón. Tenuemente al principio, pero con acrecentada brillantez, también pueden verse otros siete pálidos discos de luz, los cuales constituyen las primeras evidencias de los siete centros. [i37] 

IMAGEN 

4.      Estos centros, que constituyen los aspectos cualidad y conciencia y cuya función es colorar la apariencia o expresión externa del hombre y utilizarla como mecanismo de respuesta, están (durante el proceso evolutivo) sujetos a tres tipos de desenvolvimiento, que se producen:

a.     Cuando un niño en el plano físico crece hasta trasformarse en un hombre. Cuando llega a la edad de veintiún años los centros tendrán que haber alcanzado normalmente la misma cualidad de expresión que la obtenida al dejar la vida en una encarnación anterior. El hombre inicia la vida donde la deja previamente.

b.     Con el despertar de los centros a través de la experiencia de la vida. Ocasionalmente sólo se puede desarrollar un centro en determinada vida, pero a veces varios son llevados a una mayor actividad consciente.

c.     Finalmente, con el despertar de tales centros mediante el proceso de iniciación. Esto sólo acontece cuando el hombre recorre conscientemente el Sendero. 

5.      Los centros determinan el punto de evolución del hombre en lo que concierne a su expresión fenoménica, y actúan directamente sobre el cuerpo físico por [i38] medio del sistema endocrino. Este punto debería tenerse en cuenta porque el futuro curador esotérico se acercará a sus pacientes por medio de dicho conocimiento. Deberá entonces trabajar con esos centros y glándulas [e38] que rigen la zona particular del cuerpo donde está localizada la enfermedad o el malestar. Aún no ha llegado el momento, pues es muy grande la ignorancia del hombre. Podría producirse fácilmente la sobrestimulación de los centros y consecuentemente de las glándulas y también la estimulación y el acrecentamiento de la enfermedad en vez de disiparse o curarse. 

A.  Emoción Incontrolada y Mal Regulada.

De acuerdo a estos hechos básicos podrá observarse que las erróneas actitudes emocionales y la malsana condición del cuerpo astral son los poderosos factores que producen el malestar y la enfermedad. Ello se debe a que el cuerpo vital o etérico de las masas está regido primordialmente e impelido a la actividad por la acción del cuerpo astral. La excitación de este cuerpo en cualquier actividad violenta bajo la tensión temperamental, la intensa preocupación o la prolongada irritabilidad, derramará una corriente de energía astral en el centro plexo solar y a través de éste, energetizándolo y produciéndole un estado de intensa perturbación que afecta al estómago, al páncreas, al conducto biliar y a la vesícula. Pocas personas (y podría muy bien preguntar, quién está exenta en esta época particular de la historia del mundo) están libres de indigestiones, indeseables condiciones gástricas o dificultades relacionadas con la vesícula biliar.

La tendencia a la crítica, las violentas antipatías y los odios basados en la crítica o un complejo de superioridad, producen en gran parte la acidez que sufre la mayoría de las personas. Quisiera agregar aquí que estoy generalizando. Cuánta gente está predispuesta a un complejo de inferioridad [i39] respecto a sí mismo, pero también a un complejo de superioridad en lo que concierne a sus relaciones con otras personas. Los efectos estomacales del plano físico están estrechamente vinculados con el aspecto deseo del cuerpo físico, que halla expresión en comer y beber lo que se desea, trayendo, en consecuencia, esos ataques de bilis a que están predispuestas tantas personas.

Doy estos ejemplos a fin de demostrar el efecto que produce la prevaleciente y errónea actitud hacia la vida y la gente, que hoy caracteriza al género humano y produce las condiciones ya mencionadas.

Los males basados en la crítica, en el odio y en la tendencia a juzgar a otros (por lo común despiadadamente) pasan del centro laríngeo al plexo solar. Esta interrelación existente entre los centros, nunca ha sido debidamente considerada. Por los centros del cuerpo etérico pasan distintos tipos de energía, y gran parte de [e39] la energía trasmitida de un centro a otro es indeseable, fluyendo de los centros situados abajo del diafragma a los de arriba.

El cuerpo físico (etérico y denso) puede ser comparado a una casa con dos instalaciones telefónicas -una trayendo la energía desde afuera, la otra, de una habitación a otra como teléfono interno. La analogía es mucho más exacta de lo que puede parecer al pensador casual. En toda casa moderna se instala luz, agua, gas y teléfono. La luz simboliza el alma, el agua las emociones, el intercambio telefónico la mente con su intercomunicación de conocimientos, y el gas simboliza la naturaleza etérica.

Resulta interesante y penoso observar que en la actualidad lo que sale de los hogares comunes son los residuos, lo indeseable -ésta es la analogía de la [i40] triste y egoísta demanda para satisfacer las necesidades y deseos personales.

Por lo tanto, habrán visto por qué he señalado tan enfáticamente la necesidad de la inofensividad, pues es el método científico por excelencia, hablando esotéricamente, de limpiar la casa y purificar los centros. Esta práctica limpia los canales obstruidos y permite la entrada de energías superiores.

Las causas emocionales de la enfermedad y las actitudes mentales que producen enfermedad o malestar físico son las que más prevalecen en esta época particular. Cuando persisten largo tiempo y son llevadas vida tras vida, causan los aspectos más violentos de las condiciones mencionadas y de ellas pueden surgir serias y destructivas enfermedades que hacen necesaria, por ejemplo, la extracción de la vesícula biliar o esas operaciones incidentales a la aparición de las úlceras gástricas crónicas. Otras enfermedades provienen de la constante satisfacción de los deseos, aunque las enfermedades sexuales son de otra categoría. Por lo antedicho, puede verse cuán deseable es que el verdadero curador posea no sólo cierta medida de conocimiento esotérico sino que conozca -hasta llegar a ser un iniciado- algo de Psicología, parte del trabajo del curador magnético y al mismo tiempo ser médico o cirujano entrenado.

Muchas de las curaciones realizadas hasta ahora son más que inútiles, porque se carece de las tres condiciones mencionadas. La mayor parte de los médicos, especialmente los denominados clínicos, son buenos psicólogos y poseen también un sólido conocimiento de la sintomatología, de la anatomía y las medidas curativas de que usualmente carece el curador metafísico medio. Pero ignoran totalmente un gran campo de conocimiento -el que concierne a las energías que se enfrentan y luchan dentro de la estructura humana y las [i41] potencias que pueden ser puestas en movimiento si [e40] ciertas verdades esotéricas son admitidas. Hasta que no trabajen con el cuerpo etérico y estudien la ciencia de los centros no podrán progresar mucho. El curador esotérico sabe mucho acerca de las fuerzas y energías internas y posee cierta comprensión de las causas básicas de las enfermedades esotéricas, pero es deplorable su ignorancia acerca del mecanismo del hombre, no llegando a comprender dos cosas:

Primero, que la enfermedad es a veces la aparición de ciertas condiciones subjetivas indeseables. Cuando éstas se exteriorizan y son traídas a la superficie del cuerpo humano, pueden entonces ser conocidas, tratadas y eliminadas. Es bueno recordar también que esta aparición y eliminación puede llevar a la muerte a ese cuerpo. Pero el alma continúa. Una vida breve significa muy poco en el extenso ciclo del alma, y se considera valioso si un periodo de mala salud (aunque produzca la muerte) elimina las erróneas condiciones emocionales y mentales.

Segundo, la enfermedad es a veces parte incidental del proceso por el cual el alma abandona su morada. A esto le llamamos muerte y puede venir rápida e inesperadamente cuando el alma se retira súbitamente del cuerpo. O la muerte puede durar durante un largo período y el alma demorar meses o años para su lento y gradual desprendimiento del cuerpo, el cual agoniza lentamente.

Sin embargo los curadores no poseen el suficiente conocimiento que les permita tratar con sabiduría estas cuestiones. Debemos por lo tanto llegar a la conclusión de que: [i42] 

1.      La enfermedad es un proceso purificador llevado a cabo para producir una expresión más pura, un aroma vital y una influyente utilidad egoicas. Cuando esto sucede es posible la curación.

2.      La enfermedad puede constituir una muerte gradual y lenta y así liberar al alma. Entonces no será posible la curación, no obstante son necesarias medidas paliativas y sedativas y ciertamente deberán ser aplicadas. La duración de la vida puede prolongarse, pero no es posible una curación permanente y definitiva. Esto no lo comprende el curador mental común. Convierten a la muerte en algo horrible cuando en realidad es una amiga benevolente.

3.      La enfermedad puede ser el súbito y final llamado para que el cuerpo renuncie al alma y la libere para otro servicio.

En estos casos debe hacerse todo lo posible desde el punto de vista de la moderna ciencia médica y quirúrgica y de sus ciencias afines, tan numerosas hoy. También puede realizarse mucho desde el ángulo de la curación mental y espiritual, con la ayuda de la [e41] ciencia de la Psicología. Algún día habrá mayor colaboración y una sintetización de sus esfuerzos entre estos distintos campos.

Ya he señalado que el cuerpo astral es el primer factor motivador en la vida de la mayoría. La causa de ello se debe a que:

1.      En este cuerpo están concentrando su conciencia, en la actualidad, la mayoría de los seres humanos.

2.      Es el más desarrollado de los cuerpos actualmente, y por lo tanto recibe la mayor parte de la energía de vida, al descender la corriente de la vida desde el alma, recibiendo similarmente la energía proveniente de la corriente de la conciencia. [i43]

3.      Está orientado, si así puedo expresarlo, hacia afuera, o en el plano de experiencia física. Esa orientación cambia a veces y, momentáneamente en el caso del aspirante, se dirige hacia adentro. Así como los centros en el hombre, los “lotos de la vida”, están representados como vueltos hacia abajo y los tallos hacia arriba en el hombre no desarrollado, en el hombre desarrollado están vueltos hacia arriba, por eso existen condiciones análogas en el cuerpo astral. En los casos de una persona altamente evolucionada, de un iniciado o de un Maestro, el cuerpo astral está constantemente orientado hacia el alma. En el místico, el aspirante y el discípulo, el proceso de cambiar definidamente la dirección de las fuerzas continúa adelante y produce, en consecuencia, un caos temporario.

4.      El cuerpo astral del individuo, siendo el último en desarrollarse (el físico y el etérico lo hacen primero), es también el más vital y potente. Llegó a la culminación del desarrollo en los últimos días atlantes. Su potencia es todavía muy grande, constituyendo el potencial, el énfasis y la polarización de las masas. Esto también aumenta debido a las energías provenientes del reino animal, cuya etapa de realización es totalmente astral.

Recordaré aquí que el empleo de la palabra “cuerpo” es muy engañosa e inadecuada. Produce en la conciencia la idea de una forma definida y de una figura específica. El cuerpo astral es un conglomerado de fuerzas que penetran en la conciencia en forma de deseos, impulsos, anhelos, caprichos, determinaciones, incentivos y proyecciones, sentando las bases para las verdades que contienen las enseñanzas de la Psicología moderna. Los psicólogos han descubierto (o mejor dicho develado) la naturaleza de algunas de estas fuerzas, y su terminología a este respecto es frecuentemente más esotérica y exacta que la de los [i44] teósofos y esoteristas ortodoxos.

Será conveniente que haga dos cosas. Primeramente daré alguna información técnica en conexión con la penetración de las [e42] fuerzas en el cuerpo físico, desde el plano astral, y luego explicaré los efectos de esa penetración cuando adquiere la forma -debido a su erróneo empleo por parte del hombre- de enfermedad, y los numerosos y variados desordenes a los que el hombre está predispuesto. No nos interesa ahora su curación. Aquí solamente erijo la estructura de los hechos en los cuales podremos basar más adelante  nuestras conclusiones. A este respecto sólo consideraremos al hombre común. Los problemas del discípulo fueron establecidos en la PRIMERA PARTE, Punto 4.

Señalé anteriormente que los tres tipos de enfermedades principales de las masas son: 

1.      La tuberculosis.

2.      Las denominadas enfermedades sociales; venéreas y sífilis.

3.      El cáncer. 

A esto debemos agregar otros dos tipos de enfermedades que afectan predominantemente a quienes se hallan un poco más evolucionados que el hombre común, cuyo nivel general de inteligencia es superior al de las masas, incluyendo también a los aspirantes del mundo.

4.   Las enfermedades del corazón, pero no los denominados ataques al corazón.

5.      Las enfermedades nerviosas, tan prevalecientes en la actualidad.

Estos cinco tipos de enfermedades y sus variadas subdivisiones son responsables de la mayoría de los males físicos que atacan a la humanidad. Un correcto entendimiento de sus preponderantes causas será de gran ayuda para la medicina futura. En la actualidad no podemos saber cuánto de lo expuesto se aceptará.

Quisiera puntualizar aquí, que existen, como bien saben, analogías físicas de los siete centros de [i45] fuerza situados en el cuerpo etérico y nutridos desde el cuerpo astral. A estas las llamamos glándulas endocrinas, las cuales son efectos de los centros o testimonian su existencia, siendo a su vez causas iniciales de efectos menores en el cuerpo físico. Será de valor clasificar algunas de las cosas que ya conocemos y facilitará la comprensión. [e43] 

GRÁFICO

[e44][i46] Esta clasificación es simplemente un delineamiento y, al igual que la clasificación de los principios y sus analogías, tal como fue dada por H.P.B. en La Doctrina Secreta, Tomo III, su interpretación dependerá del punto de vista del estudiante. La emplearemos más adelante y agregaremos otras columnas y analogías. En todas nuestras consideraciones, lo que diré tendrá como base la siguiente síntesis estructural: 

1.      El alma.

2.      Los cuerpos sutiles de la mente y las emociones, que son simplemente centros de energía cualificada.

3.      El cuerpo vital, con sus siete centros mayores de fuerza.

4.      El sistema endocrino, efecto de los siete centros y factor determinante y controlador del cuerpo físico del hombre.

5.      El sistema nervioso en sus tres divisiones.

6.      La corriente sanguínea.

Todos los órganos subsidiarios del hombre son efectos, no causas predisponentes. Las causas predisponentes en el hombre y que hacen de él lo que es, son las glándulas, siendo exteriorizaciones de los tipos de fuerza que afluyen a través de los centros etéricos desde los mundos más sutiles del ser. Expresan el punto de evolución que el hombre ha alcanzado; son vitales y activas o bien no vitales e inactivas, de acuerdo a la condición de los centros. Demuestran supersuficiencia, suficiencia o deficiencia, de acuerdo a la condición de los vórtices etéricos. 

El proceso de control también puede ser establecido por el sistema nervioso; la estrecha dirección entrelazada del sistema nervioso, el cerebro y la corriente sanguínea (como portadora del principio vida) rigen las actividades del hombre -subconsciente, consciente, autoconsciente y finalmente [i47] superconsciente. Los tres centros que ejercen hoy un control absoluto sobre la mayoría de la gente son: 

1.      El centro ajna, el centro entre las cejas.

2.      El centro plexo solar.

3.      El centro sacro.

Oportunamente, cuando el hombre “se haya convertido en lo que es” (frase paradójica y esotérica), los centros de control serán: 

1.      El centro coronario, el brahmarandra.

2.      El centro cardíaco.

3.      El centro en la base de la columna.

[e45] Entre el presente y el futuro, el énfasis será puesto sobre una triplicidad que cambia constantemente, y cada hombre diferirá de su semejante en lo que se refiere al énfasis, las condiciones de sus centros, las analogías glandulares en el cuerpo físico y, en consecuencia, las enfermedades, dolencias, inhibiciones y dificultades, que su carne recibirá como herencia. Es evidente por lo antedicho que la tarea del médico y del psicólogo deben ir a la par. Los tres aspectos más importantes de todo diagnóstico son:

1.      El psicológico, o la medición de los cuerpos internos del hombre desde el ángulo de su desarrollo, de su integración y de la total coordinación de la personalidad, a medida que estos aspectos sutiles del ser humano se expresan en la conciencia.

2.      El trabajo del endocrinólogo, cuanto se ocupa de las glándulas endocrinas, considerándolas como usinas de fuerza a través de las cuales la energía -dinámica e iluminadora- puede afluir desde los centros.

3.      El médico, que al tener en cuenta las conclusiones a que han llegado los dos especialistas mencionados, diagnostica la [i48] enfermedad y la trata en colaboración con ellos.

Los tres pueden consultar a otros expertos y especialistas en electroterapia, osteopatía y quiropráctica, pero mediante la combinación del conocimiento que posee el médico, el psicólogo y el endocrinólogo, la profesión médica puede expresarse en forma nueva y útil, y entrar en la nueva era con un equipo apropiado para tratar a esas personas que gradualmente asumirán nuevos tipos y un cambiante organismo físico. La electricidad, en relación con los males humanos, es aún una ciencia que se halla en la infancia, pero contiene en sí los gérmenes de las nuevas técnicas y métodos de curación. El trabajo que efectúan los quiroprácticos es bueno y necesario, pero debería constituir, con la osteopatía una técnica definida, subsidiaria de las otras tres. El trabajo de los quiroprácticos y de los osteópatas forma las dos mitades de un todo, aunque no les guste reconocerlo a quienes lo practican. El primer grupo necesita un entrenamiento cuidadoso y prolongado, y debería exigírsele un alto nivel de conocimiento técnico.

La medicina está entrando lentamente en una nueva faz útil. Una vez que la causa de la enfermedad sea trasladada de un órgano o sistema corpóreo, a un reino más vital y sutil, veremos cambios radicales y necesarios que conducirán a la simplificación y no a una mayor dificultad y complejidad.

Por lo anteriormente dicho se verá que la enfermedad penetra en el cuerpo físico desde el mundo invisible y por el uso o mal uso [e46] que se hace de las fuerzas sutiles en los planos internos. Debe recordarse que la enfermedad -tal como se manifiesta en el hombre- puede considerarse generalmente que se debe a las siguientes causas, y los estudiantes harían bien en tener esto muy cuidadosamente en cuenta cuando reflexionan sobre estos tópicos.

1.  La enfermedad individual, debido a condiciones internas del propio equipo del hombre, a su estado mental o a una condición [i49] emocional, heredada del pasado, que puede producir serios males.

2.      La enfermedad inherente a la humanidad en conjunto. Hay ciertas enfermedades a las cuales todos los hombres están predispuestos; los gérmenes de estas enfermedades están latentes en los vehículos físicos de la mayoría de ellos, sólo esperan condiciones predisponentes para manifestarse, y podrían ser consideradas como enfermedades grupales.

3.      Enfermedades que, curiosamente, son accidentales. Estas las hereda el hombre cuando, por ejemplo, sucumbe a algunos males infecciosos o contagiosos.

4.      Enfermedades inherentes al suelo. Sobre esto muy poco se conoce. El suelo de nuestra tierra es muy antiguo, y está impregnado de gérmenes de enfermedades que cobran su derecho de los reinos vegetal, animal y humano, manifestándose en forma diferente en cada uno, pero básicamente se deben a las mismas causas.

5.      Enfermedades que constituyen dificultades resultantes del misticismo. Estos males peculiares y dolencias atacan a los discípulos y aspirantes del mundo. En todos los casos pueden ser achacados a la afluencia de energía a través de los centros, cuando no están debidamente equipados ni adecuadamente desarrollados para manejar la fuerza. 

Lo anterior es una generalización que puede ser útil,

El método por el cual estas fuerzas astrales (que como sabemos son preeminentemente las determinantes fuerzas de la vida para la mayoría de los hombres en la actualidad) llegan a la manifestación, es algo relativamente simple. En el vehículo astral de expresión existen, como podrán darse cuenta, las analogías de los siete centros en el cuerpo etérico, siendo esencialmente los siete puntos focales principales de fuerza, y cada uno es la expresión de las siete energías de rayo. Antes que nada quisiera hacer una aclaración sobre los centros que expresan estos siete tipos de rayo: [i50][e47] 

Centro Rayo Cualidad Origen

1. Centro de la cabeza

1ro.

La Voluntad divina

Monádico

2. Centro ajna

7mo.

Organización

Dirección

Átmico

3. Centro cardíaco

2do.

Amor-Sabiduría

Amor grupal

Búdico

4. Centro laríngeo

5to.

Creatividad

Mental

5. Plexo solar

6to.

Emoción

Deseo

Astral

6. Centro sacro

3ro.

Reproducción

Etérico

7. Base de la columna vertebral

4to

Armonía.

Unión a través del conflicto

Físico

Nota:  En el cuarto reino, el humano, la energía de cuarto rayo en colaboración con el primero, oportunamente produce la síntesis. Hay una estrecha relación entre el centro más elevado (el coronario) y el que se halla en la base de la columna vertebral. Este cuarto tipo de energía se expresa así en colaboración con el primer tipo, porque todavía somos atlantes en nuestra polarización, y esa civilización fue de acuerdo al orden, la cuarta. Constituye mayormente el trabajo realizado por nuestra quinta civilización, la actual raza aria, que, en colaboración con el quinto principio de la mente, traerá un cambio a un nivel superior de conciencia, lo cual armonizará todos los centros por un acto de la voluntad, intelectual e inteligentemente aplicada, con la finalidad de alcanzar la armonía. Este punto merece ser reflexionado.

En el plano astral se hallará también que en cada cuerpo astral hay siete correspondientes puntos focales a través de los cuales entrará la energía, irradiándose en los centros vitales y en el cuerpo físico etérico como siete tipos diferenciados de fuerza, los cuales producen efectos buenos y malos, de acuerdo a la cualidad del negativo cuerpo físico denso. Éstos difieren según el tipo de rayo o fuerza, y podría ser interesante si indicara los efectos buenos y malos y las correspondientes enfermedades. [i51][e48]

GRÁFICO 

[e49][i52] Al estudiar esta clasificación deberían recordar que es una generalización y sólo una enumeración parcial de tipos de enfermedades que pueden ser el resultado de la afluencia de energía; está destinada únicamente a sugerir, pues la complejidad del equipo humano y lo intrincado de las energías de los rayos son tales, que no se puede aplicar una regla común. Las fuerzas de rayo se manifiestan en forma diferente, de acuerdo al tipo de rayo y grado de evolución. Por lo tanto, no contradicen las clasificaciones anteriores, si se tiene en cuenta que cada ser humano es básicamente una expresión de cinco fuerzas de rayo:

1.      El rayo del alma.

2.      El rayo de la personalidad.

3.      El rayo que rige al cuerpo mental.

4.      El rayo que rige al equipo astral.

5.      El rayo de la naturaleza física.

Cuando se trata de una persona común, evidentemente será necesario presentar dos clasificaciones:

1.      Se requeriría un análisis positivo de las fuerzas astrales cuando expresan la personalidad.

2.      Un análisis de las fuerzas del alma cuando están débilmente expresadas. Un análisis negativo concerniente a lo que no existe en el equipo, puede ser de poco valor.

También será necesario hacer un análisis de las fuerzas que penetran en el cuerpo físico desde el plano astral, recibidas directamente desde el alma, siendo por lo tanto, una combinación de la fuerza del alma, más un tipo superior de energía astral. Esto sería una especie de análisis sintético que sólo se lograría en el caso de un discípulo o un iniciado. Entonces se tendrá oportunamente para cada persona: [i53] 

1.      Un análisis positivo de las fuerzas de la personalidad, primordialmente de la fuerza astral, pues es la que afluye predominantemente en los centros etéricos. 

2.      Un análisis negativo de esos aspectos de la energía del alma que no están presentes. 

3.      Un análisis sintético, basado sobre los dos anteriores, pero combinando también el registro de la expresión positiva del alma.

En estas clasificaciones y exposiciones he dado mucho material para reflexionar. [e50]

B.  Deseo Reprimido o Prevaleciente

Seria de valor aquí aclarar que una de las primeras cosas que un estudiante debe recordar es que -para la mayoría de los seres humanos, una inmensa mayoría- las influencias e impulsos que emanan del plano astral son factores predisponentes en todos los asuntos por los cuales se interesa el individuo, aparte de esas condiciones que (impuestas por el medio ambiente y el período en que vive) son para él inevitables. El plano astral es un centro de emanante fuerza dinámica, que tiene efectos fundamentalmente condicionantes, debido a la etapa de conciencia individual que posee la mayoría. Los hombres son arrastrados por el impulso del deseo, inferior o superior. Esto es lógicamente una amplia generalización, pues esa básica condición es modificada constantemente por los impulsos que provienen del plano mental, lo cual necesariamente complica el problema. Las influencias que emanan del alma también se hacen presentes en forma apreciable, complicando más el problema del ser humano avanzado. Esta “complicación” (si así puedo denominarlo) difícilmente es comprendida por el estudiante en relación con su propia condición física o la de aquel a quien está tratando de ayudar.

[i54] A este respecto quisiera darles la tercera Ley que rige el sagrado arte de curar. 

 LEY III

 Las enfermedades son el efecto de la centralización básica de la energía vital del hombre. Del plano en que dichas energías están enfocadas provienen esas condiciones determinantes que producen la mala salud. En consecuencia, se manifiestan como enfermedad o como buena salud.

Por lo tanto será evidente, que un cambio en la atención interna (la actitud mental) del paciente puede producir y producirá, la verdadera inmunidad a los males físicos, o una intensificación de esas reacciones que producen malestar, enfermedad o muerte.

De las tres leyes que he dado y que ahora deben considerar, surgen evidentemente los siguientes hechos, que deberían constituir la base de sus reflexiones:

1.      La enfermedad es el resultado de la obstrucción de la libre afluencia de la vida del ALMA. 

2.      Es el producto, o resultado de tres influencias:

a.     Antiguos errores, provenientes del pasado de las personas implicadas. [e51]

b.     Taras humanas, que se heredan por ser miembro de la familia humana.

c.     Mal planetario, impuesto a todas las formas de la tierra por la condición básica y el factor tiempo. 

3.      Está condicionada por las fuerzas que emanan del plano en que la conciencia del hombre se halla primordialmente centrada. 

A lo antedicho se debería agregar otro hecho ya mencionado, que: [i55] 

4.      Hay cinco grupos principales de enfermedades, con sus dolencias afines y enfermedades subsidiarias.

a.     Tuberculosis.

b.     Enfermedades sifilíticas.

c.     Cáncer.

d.     Dificultades cardíacas.

e.     Enfermedades nerviosas.

No agrupo lo que estoy diciendo, en dificultades orgánicas y funcionales, ni me refiero a los males inducidos por epidemias o accidentes, hago alusión a esas taras básicas o predisposiciones que constituyen la dudosa herencia de toda la humanidad y a esas dificultades incidentales a las etapas del desarrollo evolutivo, características de quienes se hallan en las etapas más avanzadas del Sendero. Se observará también que el hombre viene a la encarnación con la heredada predisposición a enfermedades, provenientes de: 

1.      Su propio pasado, cuyos efectos, por ejemplo, son el resultado de causas iniciadas en anteriores encarnaciones.

2.      La herencia racial general de la humanidad.

3.      Las condiciones de la vida planetaria. Estas últimas llevan el problema más allá de la comprensión del hombre común.

El ser humano también está predispuesto a perturbaciones si ha logrado (como resultado de una larga historia evolutiva) despertar en cierta medida, por ínfima que sea, los centros ubicados arriba del diafragma. En el momento en que esto ocurre, queda sujeto, durante un largo ciclo de vidas, a las dificultades vinculadas con el corazón o el sistema nervioso, en sus distintas ramificaciones. Con frecuencia un ser humano avanzado, tal como un aspirante o discípulo, puede haberse liberado de las taras heredadas, pero sucumbirá a los desarreglos cardíacos, a los desórdenes nerviosos, al desequilibrio mental y a la excesiva estimulación. [i56] Ocasionalmente se las clasifica como “las enfermedades de los místicos”:

Quisiera aclarar que no intento entrar en el terreno de la [e52] discusión psicológica, elaborar los síntomas de la enfermedad u ocuparme de las lesiones, las condiciones patológicas y los detalles angustiosos que acompañan al colapso de cualquier organismo humano. No voy a escribir un tratado de anatomía ni de las diversas ciencias que han surgido del estudio del mecanismo del ser humano, vinculadas como lo están, al armazón y a la estructura, a los órganos, nervios, tejido cerebral y sistemas interrelacionados que componen esa intrincada maquinaria del cuerpo humano. En lo que respecta a la ciencia esotérica, dos cosas me detendrían:

1.     Todo el tema está maravillosamente tratado en los innumerables libros que encierran la literatura de la medicina y de la cirugía. Poco podría agregar que fuera en beneficio de una exposición como esta.

2.     Quienes lean mis palabras, no están, salvo pocas excepciones, versados en la construcción y constitución del cuerpo humano; los detalles patológicos, la descripción de las enfermedades y los variados síntomas desagradables de la degeneración humana, constituyen una lectura malsana para el ser humano común. El poco conocimiento sobre estas líneas puede ser muy peligroso.

Trataré primeramente las causas, las fuentes internas donde se originan las enfermedades y los estados de conciencia (no me refiero únicamente a los estados mentales) que inducen a un mal funcionamiento y oportunamente a malas condiciones

El problema del curador, por lo tanto, es doble: Primero, debe saber si la dificultad reside arriba o abajo del diafragma, llevándolo definitivamente al reino de lo oculto como también al del conocimiento psicológico. Segundo, debe [i57] captar con claridad el énfasis interno del paciente; esto último ayudará a diagnosticar el primero.

Lo antedicho me lleva a formular la tercera Regla para el Curador. 

TERCERA REGLA

El curador debe entrenarse a fin de conocer el nivel interno de los pensamientos y deseos de quien busca su ayuda. Así podrá conocer la fuente de donde proviene la dolencia. Debe relacionar la causa y el efecto y conocer el punto exacto por el cual debe llegar el alivio.

Quisiera llamar la atención sobre estas últimas palabras, acentuando el hecho de que la enfermedad constituye primeramente un esfuerzo por parte del cuerpo físico natural que busca alivio y liberación de las presiones internas, inhibiciones subjetivas y retenciones ocultas. Ante todo, desde el punto de vista esotérico, toda enfermedad física es el resultado de: [e53] 

1.      Erróneo estímulo, o sobreestímulo, o estímulo mal aplicado y tensiones internas en alguna parte del mecanismo. 

2.      Inhibiciones, inanición psíquica, y esas fuerzas subjetivas acumuladas que detienen la afluencia de las fuerzas de la vida.

Asimismo se observará que (en el campo de la salud) todos los problemas se resuelven mediante el correcto empleo y manejo de la fuerza, a fin de que se efectúe la libre afluencia de energía.

Surgen inevitablemente las siguientes preguntas: ¿De dónde vienen esas taras heredadas? ¿Es posible llegar hasta sus fuentes? El problema del pasado y los actuales efectos de ese pasado es tan vasto para considerarlo, que ninguna explicación respecto a la situación ayudaría a la humanidad. [i58] Sin embargo puede hacerse una generalización, aunque quizás, poco llegarían a comprender.

De las tres enfermedades principales heredadas del pasado podría decirse que la sífilis, o las denominadas enfermedades sociales, son remanentes de los excesos de la época lemuria, siendo de tan antiguo origen que hasta la misma tierra está saturada de los gérmenes de estas enfermedades -hecho totalmente desconocido por la ciencia moderna. En el transcurso de las épocas los hombres han sufrido esa serie de infecciones, y millones murieron y fueron enterrados, contribuyendo con su cuota infecciosa a la tierra. En la época lemuria, el énfasis de la fuerza vital fue puesto sobre el cuerpo físico, su desarrollo, empleo y control y también sobre su perpetuación o reproducción. En ese entonces se iniciaron las dificultades vinculadas con el abuso de la vida sexual; esto fue, en sentido peculiar, el mal esencial primitivo, y este hecho es mencionado en las antiguas leyendas e insinuaciones halladas en los anales y escritos más remotos. Existen muchos testimonios mal interpretados al respecto, y cuando los hombres puedan leer los anales con más exactitud e interpretarlos más correctamente, hallarán el camino de salida, pues verán con más claridad las causas subyacentes.

El cáncer es un legado de la humanidad atlante al hombre moderno, y el flagelo de esta enfermedad fue el principal factor que devastó a los habitantes de la antigua Atlántida. Las raíces de este terrible mal están profundamente asentadas en la naturaleza emocional o de deseo, y cimentadas en el cuerpo astral. El cáncer es parcialmente el resultado de la reacción a las enfermedades relacionadas con la vida sexual, que tanto prevaleció en los últimos días de lemuria y primeros días atlantes. La gente de tales épocas, viendo los pavorosos males y la extensión de las enfermedades surgidas de la fértil vida en Lemuria, resultado de la promiscua vida sexual en todas partes, a fin de lograr la autopreservación detuvieron la afluencia natural del deseo (la [i59] afluencia de vida [e54] cuando se expresa a través de los centros de reproducción y procreación), y esto a su debido tiempo produjo otros males. El cáncer primordialmente es una enfermedad producida por la inhibición, así como las enfermedades sifilíticas son causadas por la superexpresión y el excesivo abuso de un aspecto del mecanismo del hombre.

Hoy, debido a la enorme extensión del tiempo involucrado y a las incalculables generaciones que han muerto sobre la tierra, los gérmenes (así llamados por el pensador ignorante) de la temida enfermedad del cáncer, se hallan en el mismo suelo en que vivimos, infectando al reino vegetal y también a la familia humana. En el reino mineral existe una analogía de las dolencias sifilíticas del hombre.

La tuberculosis, que prevaleció en forma devastadora en cierto período de la época atlante, es sin embargo una enfermedad que ha sido generada principalmente en nuestra raza aria, y la estamos trasmitiendo al reino animal y compartiéndola con él. Esto ya comienza a ser comprendido. Sin embargo, tan estrecha es la relación entre hombres y animales (particularmente los animales domésticos) que prácticamente comparten hoy con el hombre todas sus dolencias, en una u otra forma, aunque a veces no se lo reconozca. En forma curiosa la causa de este gran azote blanco reside en que el énfasis de la vida se ha cambiado de la naturaleza emocional a la naturaleza mental, produciendo una temporaria inanición de la naturaleza emocional. Constituye en su mayor parte una enfermedad que proviene por agotamiento. El cáncer a su vez se debió similarmente al cambio de la fuerza vital del cuerpo físico a la naturaleza emocional, produciendo un excesivo desarrollo de la vida celular mediante el sobreestímulo. Comprendo que es difícil captar estas afirmaciones. Sólo puedo dar sugerencias que no han sido corroboradas. Sólo descubrimientos posteriores podrán comprobar la verdad de ellas. A continuación clasificaré las conclusiones siguientes: [i60] 

Enfermedad             Raza              Cuerpo          Reino             Órgano  

Sífilis                          Lemuria         Físico             Mineral           Órganos sexuales.

Centro sacro.

Cáncer                       Atlante           Astral              Vegetal          Plexo solar.

Tuberculosis              Aria                Mental            Animal            Aparato respiratorio

Centro laríngeo.

Respecto a los centros mencionados en la clasificación, me refiero al centro para la distribución de la fuerza vital, donde se hallará el punto de énfasis de las masas. Por lo antedicho resultará evidente dónde se pondrá actualmente el énfasis de la posible cura. Hemos [e55] aprendido cómo curar la tuberculosis, porque fue la última que apareció y por lo tanto es la menos arraigada de las tres enfermedades principales heredadas por el hombre moderno. Se descubrió (cuando la mente fue aplicada inteligentemente al problema) que los rayos del sol y la buena alimentación podrían curar o por lo menos detener la enfermedad. Este es un interesante dato en el campo de la analogía esotérica, que así como podemos confiar en que la luz del alma, cuando afluye a la mente, resuelve cualquier problema, así también la luz del sol y sus rayos profilácticos pueden disipar los terribles síntomas de la tuberculosis.

Análogamente, cuando la raza haya logrado un correcto control emocional, desaparecerá gradualmente el fenómeno del cáncer. Dije correcto control emocional; la inhibición y la represión de los impulsos del deseo, por la fuerza de la voluntad, no es correcto control. Es interesante observar que aunque tanto los hombres como las mujeres sufren de cáncer, la causa general no es idéntica, pero sí lo es la causa básica (la reacción por una excesiva expresión de la vida sexual mediante el desarrollo de la naturaleza de deseo). Debido a los riesgos que corren las mujeres durante el embarazo por haber dirigido el énfasis de la vida al aspecto sexual de la misma, se han rebelado en gran escala (como hicieron los atlantes) contra este tipo de expresión de vida, y en esta línea -el [i61] sexo- se hallan sus principales inhibiciones. Ellas no sufren tanto la inhibición de la expresión emoción-deseo-sentimiento, pero sí el hombre, y tiene una tradición o marcada tendencia a poseer mayor control emocional que las mujeres en el manejo de la vida. Los hombres no requieren ni adquieren un control tan marcado del sexo. El campo de su tendencia vital inhibida es, por lo tanto, de mayor extensión y en consecuencia (si se puede confiar en las estadísticas) más hombres que mujeres sufren de cáncer, aunque todos le temen a esta terrible enfermedad.

En la correcta transmutación reside el secreto de la cura del cáncer, y con el tiempo esto será comprendido. Empleo esta frase no sólo simbólicamente sino también técnica y científicamente. Esto se verá más adelante. El secreto que oculta el correcto vivir rítmico y la correcta proporción del énfasis puesto sobre todas las fases de la vida, traerá (y llegará rápidamente) la total inmunidad a la tuberculosis. El secreto que oculta la correcta comprensión de los tiempos y ciclos y de la periódica procreación creadora, hará que la raza se libere de los males que acarrean las enfermedades sociales.

Evidentemente, las enfermedades sifilíticas serán las últimas en desaparecer, así como fueron las primeras en devastar la raza. La tuberculosis va desapareciendo. Los especialistas centran ahora su atención en la cura del cáncer

[e56] Quisiera agregar uno o dos comentarios que serán de interés general o mejor dicho moderno. Señalé que las taras a que la humanidad está propensa se encuentran en el suelo y ello se debe en gran parte a los millones de cadáveres enterrados en el transcurso de las épocas. Cuando se divulgue acrecentadamente el proceso de la cremación, tal situación mejorará constantemente. En forma gradual, muy gradualmente, la tara desaparecerá. Por lo tanto es altamente recomendable que se haga la mayor propaganda posible para emplear el método de [i62] disponer de los descartados vehículos físicos de las almas que desencarnan. A medida que la tierra esté menos contaminada y se establezca contacto con el alma, tendremos la esperanza de ver decrecer el número de los que sucumben a las taras heredadas. En forma muy curiosa, los baños de mar tienen un efecto definido en la sanidad del cuerpo físico. El agua, incidentalmente absorbida por la piel y la boca, tiene un efecto vitalmente profiláctico.

Uno de los mayores problemas para los psicólogos actualmente, y en menor medida para los médicos, es el aumento de la homosexualidad, tanto femenina como masculina. Sendos argumentos son presentados a fin de probar que este anormal desarrollo (y el consiguiente interés en esta morbosa tendencia) se debe a que la raza se está convirtiendo lentamente en andrógina y que va apareciendo gradualmente el futuro hombre o mujer hermafroditas. Esto tampoco es verdad. La homosexualidad es lo que podría llamarse un “residuo” de los excesos sexuales de la época lemuria, si se quiere es una tara heredada. Los egos que se individualizaron y encarnaron en ese vasto período, son los que hoy demuestran tendencias homosexuales. En esos días, el apetito sexual era tan apremiante que el proceso normal de las relaciones sexuales no satisfizo el insaciable deseo del hombre avanzado de ese período. La fuerza del alma, que afluyó por medio del proceso de la individualización, sirvió para estimular los centros inferiores, por eso se practicaron métodos ilícitos. Un gran número de quienes entonces los practicaban, se hallan hoy encarnados y los antiguos hábitos son demasiado poderosos para ellos. No obstante han avanzado bastante en el sendero evolutivo, de allí que sea posible su curación en esta época -si así lo desean. Con relativa facilidad pueden trasferir el impulso sexual al centro laríngeo, y entonces llegar a ser creadores en el sentido más elevado, empleando la energía [i63] sentida y circulante, correcta y constructivamente. Muchos de ellos comienzan ya automáticamente a hacerlo. Por otra parte es bien sabido que entre los así llamados tipos artísticos, la homosexualidad es muy prevaleciente. Digo “así llamados”, porque el verdadero artista creador no es víctima de estos antiguos y predisponentes malos hábitos.

Podría puntualizar aquí que la homosexualidad es de tres tipos: [e57]

1.      El resultado de antiguos malos hábitos, siendo hoy la principal causa, e indica:

a.     Individualización en este planeta, pues los que se han individualizado en la cadena lunar, no son susceptibles de estas peligrosas características.

b. Una etapa relativamente avanzada en el sendero de evolución, adquirida por los egos de la Lemuria que sucumbieron a este deseo y satisfacción.

c.  El consiguiente estudio de la magia sexual, más un constante e insaciable impulso sexual y físico.

2.    Homosexualidad imitativa. Un sinnúmero de personas que perteneciendo a todas las clases sociales, imitaron a los de clases mejores (si puedo emplear un término tan paradójico) y adquirieron malos hábitos en las relaciones sexuales, que de otra manera no lo hubieran hecho. Ésta es una de las prevalecientes razones por las cuales hoy abunda entre muchos hombres y mujeres, basándose en una imaginación muy activa, además de una poderosa naturaleza física o sexual, y una lasciva curiosidad. Digo esto después de un cuidadoso estudio. Esto justifica el gran número de sodomitas y lesbianas.

3.     Son pocos y muy raros los casos de hermafrodismo. Estas personas combinan en sí ambos aspectos de la vida sexual, creándoseles un verdadero problema, el cual se agrava grandemente por la ignorancia y la negación humanas de encarar los hechos, por la temprana y errónea educación [i64] y por una difundida incomprensión. Existen pocos casos, pues su número, en relación con la población mundial, es todavía insignificante. El hecho de que existan, constituye algo de real interés para la profesión médica y un tema que despierta la piedad y la conmiseración del humanista y la comprensión del psicólogo, pues se hallan ante una difícil situación.

Me he extendido sobre este tópico, porque es útil que conozcan tales hechos, y la información les será de valor. Arroja luz sobre ese problema que un acrecentado número de personas debe encarar. Los psicólogos, los trabajadores sociales, los médicos y todos los que se ocupan del entrenamiento grupal, afrontan constantemente este problema, y es justo que se establezca una diferencia entre los tipos a considerar, clarificando la cuestión. *

En estas instrucciones hallarán muchas insinuaciones que, aunque no puedan ser clasificadas en forma definida como instrucciones para la curación, caben en esta categoría porque proporcionarán una comprensión más eficiente a quienes las lean.

[e58] Observarán por lo antedicho que esta tara, como era de esperar, tiene sus raíces en el cuerpo astral, sensorial o de sensación, razón por la cual la he incluido. Sería interesante analizar si estas variadas y bien conocidas dificultades, enfermedades y dolencias, pudieran ser clasificadas de acuerdo a sus impulsos originantes. Muy pocas son de origen mental a pesar de todo lo que diga contrariamente la Ciencia Cristiana o la Ciencia Mental; quizás debería decir que se basan en el erróneo pensar humano, aunque el mal puede ser agravado e intensificado por los malos pensamientos Gran parte o quizás la mayoría de las [i65] dolencias que el hombre común sufre, están basadas en causas astrales o en un deseo claramente definido. Un deseo formulado, halla expresión en alguna forma de actividad. De ellas, la homosexualidad es la más fácil de definir. Las demás enfermedades que la humanidad ha heredado no son tan fáciles de aclarar ni de definir. El hombre o la mujer son víctimas, pero la causa de la enfermedad o la dificultad (física o psicológica) se oculta en el lejano pasado, que la víctima (debido a su limitado conocimiento) es incapaz de investigar, ni tampoco puede llegar a la causa que produce el efecto. Lo que podrá afirmarse es que, con toda probabilidad, el deseo fue el impulso iniciador. Lo que los seres humanos son hoy, y lo que sufren, es el resultado de su lejano pasado, y el pasado presupone largos y arraigados hábitos. Dichos hábitos inevitablemente son el resultado de uno de los dos factores siguientes: 

1.      El deseo, que domina y controla la acción, 

2.  El control mental que sustituye al deseo, mediante una campaña planeada, contraría en muchos casos al deseo normalmente sentido y definido.

Por lo antedicho, quisiera que capten la importancia del cuerpo sensorio emocional y su poder para iniciar esas causas secundarias que en esta vida se manifiestan como enfermedad.

Consecuentemente se evidencia que he puesto el énfasis sobre el cuerpo astral como promotor de las condiciones físicas erróneas y la necesidad de que el paciente posea un conocimiento y control astrales, si quiere superar la enfermedad. ¿Podrán entenderme si digo que la verdadera superación consiste en aceptar el Camino de la Muerte como solución, si viniera en forma natural, o por la curación, si se han agotado las causas [i66] de los impulsos iniciales? Reflexionen sobre esto.

En lo antedicho y en conexión con lo expresado sobre la homosexualidad, también he considerado el deseo prevaleciente o reprimido, pero sólo en términos generales y en amplios delineamientos. ¿Me interpretan si les digo que cuando se reprime el deseo (como lo hacen muchos aspirantes hoy) todo tipo de enfermedades [e59] resulta posible -cáncer, congestión pulmonar y ciertos malestares del hígado- como también la temible tuberculosis? Las enfermedades producidas por la inhibición son numerosas y serias, como podrán ver por la anterior enumeración. Debería tenerse en cuenta que cuando prevalece el deseo incontrolado y no se lo reprime, aparecerán enfermedades tales como los desórdenes sifilíticos, la homosexualidad, inflamaciones y fiebres. De acuerdo con el temperamento así serán los tipos de enfermedad, pues el temperamento depende de la cualidad del rayo. Según el rayo a que pertenece una persona, será la predisposición a ciertos desórdenes. Es exacta la básica diferenciación de los seres humanos en dos tipos principales, extrovertidos e introvertidos, que hacen los sicólogos. Ambos tipos producen su propia categoría de enfermedad, demostrada como mala salud, debido a la excesiva expresión o inhibición.

He considerado el segundo punto, titulado la curación de las enfermedades que surgen de la naturaleza emocional o de deseos. El primer punto tratado fue la emoción incontrolada. Recordaré que había estipulado considerar sólo los males a que está propensa la humanidad avanzada, los aspirantes y discípulos de todos los grados. No me ocuparé (en este breve tratado) de toda la gama de enfermedades que afectan a la humanidad en el transcurso de las edades. Cuanto más avanzado esté el aspirante, habrá mayor probabilidad de que la enfermedad que sufre se agrave y manifieste más poderosamente, a causa de la afluencia, en mayor [i67] o menor grado, de la fuerza estimuladora del alma. Incidentales a los cinco grupos principales de enfermedades a que me referí anteriormente y actuando en conexión con ellos en la estructura humana, existe un conjunto de síntomas denominados superficialmente: fiebres, tumores, zonas congestionadas, más la debilidad general y la autointoxicación, que están detrás de tantos síntomas. Quisiera recordarles esto y que tengan siempre presente que sólo estoy generalizando, pero que esta generalización es básica y por lo tanto de importancia.

C. Enfermedades Producidas por la Preocupación e Irritabilidad.

El tercer tipo de dolencias que surgen del cuerpo emocional o astral se sintetizan esotéricamente con el término: enfermedad por la irritabilidad. Estos son los insidiosos venenos que acechan detrás del fenómeno de la enfermedad. Podría decirse que todas las enfermedades pueden incluirse en dos definiciones, desde el punto de vista esotérico.

1.      Enfermedades producidas por la autointoxicación, siendo las más generales. [e60]

2.      Enfermedades producidas por la irritabilidad, siendo muy comunes entre los discípulos.

Mucho se habla hoy de la propia intoxicación y se realizan grandes esfuerzos para curarla con regímenes alimentarios y regulación de la vida en lo que respecta a vivir rítmicamente. Todo esto es bueno y de ayuda, pero no constituye una cura básica como sus promotores nos quieren hacer creer. La irritabilidad es una dolencia básica psicológica y tiene sus raíces en la intensificación del cuerpo astral que definidamente produce efectos anormales en el sistema nervioso. Es una enfermedad causada por el propio interés, autosuficiencia o propia satisfacción. Aquí también diría que reflexionen sobre estos términos porque los tres aspectos de la irritabilidad deben ser descubiertos por cada uno. Por lo tanto me [i68] ocuparé de la irritabilidad, o de “la peligrosidad”, según lo denominan los exponentes de primer rayo, tal como el Maestro M.

Casi he terminado nuestra primera sección sobre las Causas psicológicas de la Enfermedad y he considerado breve, aunque creo sugestivamente, esos problemas que surgen de la superactividad y condiciones erróneas del cuerpo astral. Todo lo que puedo hacer en este conciso tratado es generalizar, porque la mayor parte de las declaraciones que he hecho son en cualquier caso tan nuevas y revolucionarias (desde el punto de vista de la medicina ortodoxa) que pasará aún mucho tiempo para que este primer conjunto interno de ideas y la formulación más o menos nueva de la verdad, haga impacto sobre los pensadores de la raza. Pero si son aceptadas como posibilidades hipotéticas por los de mente abierta, pasará un extenso período antes de que se hagan las suficientes investigaciones conducentes a conclusiones definidamente formuladas, que harán que las ideas sean reconocidas y empleadas en forma popular. Al decir esto no critico a la profesión médica. El especialista ambicioso y el charlatán son raros, pero por supuesto existen, así como también el inescrupuloso e indeseable, en cada profesión. ¿Dónde no existen? Los de mente estrecha son muchos; mas, repito, ¿dónde no se los encuentra? Los precursores en estas nuevas corrientes de pensamiento y el hombre que ha captado alguno de los conceptos de la nueva era, poseen a menudo mentalidades estrechas y sólo ven las nuevas modalidades, modos, métodos, y arrojan por la borda todo lo antiguo, perdiendo mucho con ello. La profesión médica tiene uno de los antecedentes más grandes y más hermosos del mundo acerca de su propósito y campo de actividad, y ha desarrollado una de las más grandes cualidades del alma -autosacrificio, compasión y servicio. Pero los métodos y las técnicas de la nueva era son difíciles de captar. Gran parte de los antiguos métodos deben ser abandonados y sacrificados antes de que el nuevo arte de curar sea posible.

[e61][i69] Hasta que no sea apropiadamente comprendida la realidad de los cuerpos sutiles, por los pensadores del mundo, y se establezca su existencia mediante la recta y verdadera ciencia de la Psicología y el desarrollo de la facultad clarividente, trazar las causas de la enfermedad, retrospectivamente hasta los cuerpos sutiles, no tiene ningún significado. La mejor reacción que el médico de mente abierta puede  (digo puede, no debe) producir o admitir, es que la actitud psicológica, el estado mental y la condición emocional del paciente ayudan u obstaculizan. La mayoría ya lo acepta y esto en sí es mucho.

Por lo tanto, cuando digo que el cáncer, por ejemplo, tiene sus raíces en una condición astral y que comenzó su carrera en tiempos atlantes, significa muy poco para el hombre común de hoy. No comprende que un gran número de personas poseen conciencia atlante en la actualidad.


            Quisiera tratar brevemente la causa más común de las perturbaciones: preocupación e irritabilidad. Hoy predominan más que nunca y por las razones siguientes:

1.      La situación mundial es tal, y los problemas y la incertidumbre son tantos, que casi ninguna persona en el mundo está exenta de ellos. Más o menos todos están implicados en la situación planetaria. 

2.      La intercomunicación entre los pueblos ha aumentado mucho y los hombres viven en grupos colectivos -grandes o pequeños- que inevitablemente producen un efecto mutuo como no ha sucedido anteriormente, “Si un miembro sufre, todos los demás sufren con él”, es una enunciación de la verdad, antigua pero nueva en aplicación, y reconocida por primera vez. 

3.      La acrecentada sensibilidad del mecanismo humano es de tal naturaleza, que los hombres sintonizan recíprocamente sus condiciones emocionales y actitudes mentales en una forma más [i70] nueva y poderosa. A sus propias absorbentes incumbencias y preocupaciones agregan las de sus semejantes, con quienes están relacionados. 

4.      Telepáticamente y también con un desarrollado sentido de previsión, hoy los hombres suman a las dificultades de otros o de algún grupo de pensadores o de personas, las dificultades que pudieran existir, aunque no están seguros de que existan.

Dichos problemas demostrarán cuán intensamente difícil es para el hombre encarar la vida. Será obvio que los problemas de la preocupación e irritabilidad (llamados por el Maestro Morya “peligrosidad”) son numerosos y deben ser considerados.

¿Por qué las dificultades del cuerpo astral son tan [e62] “peligrosas” y tan serias? La preocupación y la irritabilidad son peligrosas porque:

1.      Reducen la vitalidad del hombre a tal grado que llega a ser susceptible a la enfermedad. El azote de la influenza tiene sus raíces en el temor y la preocupación, y cuando el mundo logre liberarse de la “temible” condición actual, veremos desaparecer la enfermedad.

2.      Son tan infecciosas desde el punto de vista astral, que hacen descender la presión atmosférica astral, haciendo que sea difícil a las personas, astralmente, respirar libremente.

3.      El temor, la preocupación y la irritabilidad astrales están tan difundidos hoy que podrían considerarse epidémicos, en sentido planetario.

4.      La irritabilidad (no hablo aquí de la preocupación) tiene efectos inflamatorios -y la inflamación es insoportable- y conduce a muchas dificultades. Es interesante observar que ciertas dolencias de los ojos se deben a esto. [i71]

5.      La preocupación y la irritabilidad obstaculizan la verdadera visión. Tapan la vista. El hombre, víctima de estas condiciones, sólo ve la causa de sus dolencias, estando tan absorbido en la propia conmiseración y consideración o por una condición negativa enfocada, que restringe su visión y obstaculiza a su grupo. Recuerden que existe tanto el egoísmo grupal como el individual,

He dado suficientes razones respecto a los efectos de la preocupación y la irritabilidad para demostrar la amplitud de la dificultad. De nada sirve en la actualidad hablar del remedio. Al que sufre de influenza (cuando la enfermedad se halla en su mayor virulencia) no se le dice “no tiene nada, no se preocupe”, “levántese y atienda sus cosas”. Tampoco de nada sirve decirle “no tema”, “deje de preocuparse, pues todo saldrá bien”. Lógicamente no lo creerá -y eso está bien, pues en realidad es así. Las cosas no están bien, y la humanidad y la vida planetaria tampoco lo están. Esto lo sabe la Jerarquía, la cual trabaja para aliviar las condiciones. Cuando el azote de la “influenza planetaria” termine (y el paciente no muera), entonces se realizará la investigación y el esfuerzo que evitará su repetición. En la actualidad todo lo que debe hacerse es mantener al paciente tranquilo y la fiebre baja. Tal es el trabajo del Nuevo Grupo de Servidores del Mundo y de los hombres inteligentes de buena voluntad, los cuales son legión.

2. CAUSAS QUE SE INICIAN EN EL CUERPO ETÉRICO

Sería prudente recordar que no voy a tratar aquí esas causas que, produciendo efectos en el cuerpo físico, se inician en la mente [e63] o en el cuerpo astral. Necesariamente pasan a través del cuerpo etérico. El cuerpo etérico es un transmisor de todas las energías al cuerpo físico, [i72] y todo tipo de fuerza pasa a través de él y va a distintas partes de la forma física, produciendo resultados buenos y malos, negativos o positivos, según el caso. Este es un hecho aceptado. Considero aquí las enfermedades, los problemas y las dificultades físicas que surgen del cuerpo etérico mismo y se manifiestan en relación con el cuerpo físico. Esto es muy común y usual. Es esencial que se mantengan estas dos líneas de fuerza-actividad claramente diferenciadas en la mente. Ambas pasan a través del cuerpo etérico o provienen de éste, yendo al cuerpo físico, pero sólo una de ellas se origina en las dificultades que tienen origen etérico o que concierne a ellas.

El cuerpo etérico está compuesto totalmente de líneas de fuerza y de puntos donde esas líneas se cruzan, formando al cruzarse centros de energía. Donde tales líneas de fuerza se entrecruzan, tenemos un mayor centro de energía, y donde grandes corrientes de energía se encuentran y cruzan como lo hacen en la cabeza y a lo largo de la columna vertebral, tenemos siete centros principales. Hay siete como éstos, además de veintiún centros menores y cuarenta y nueve centros más pequeños, conocidos por los esoteristas. Sin embargo, nos limitaremos esta vez a todo el cuerpo etérico y a los siete centros principales. Quizás les interese saber dónde se hallan los veintiún centros menores, y pueden ser localizados en los siguientes lugares: 

Dos de ellos delante de los oídos, donde se unen los huesos de la             mandíbula.

Otros dos están exactamente encima de los dos senos.

Uno donde se unen los huesos pectorales, cerca de la glándula tiroides. Éste, conjuntamente con los centros de los senos, forma un triángulo de fuerza.

Uno en cada palma de las manos.

[i73] Uno en cada planta de los pies.

Uno detrás de cada ojo.

Dos también conectados a las gónadas.

Uno cerca del hígado.

Uno vinculado al estómago, por lo tanto relacionado con el plexo solar, pero no es similar a éste.

Dos vinculados al bazo. Éstos forman en realidad un centro, formado por los dos superpuestos.

Uno detrás de cada rodilla.

Un poderoso centro está estrechamente relacionado con el nervio vago. Este es muy potente y está considerado por algunas [e64] escuelas de ocultismo como un centro mayor; no se halla en la columna vertebral, sino cerca de la glándula timo.

Otro cerca del plexo solar, y relaciona a éste con el centro en la base de la columna vertebral, formando así un triángulo con el centro sacro, el centro plexo solar y el de la base de la columna vertebral

Los dos triángulos referidos en esta clasificación son de real importancia. Uno está arriba y el otro abajo del diafragma.

Lógicamente se evidencia que cuando hay libre afluencia de fuerza a través del cuerpo etérico al físico denso, habrá menor posibilidad de enfermedad o dolencia. Sin embargo puede acrecentarse la tendencia a las dificultades debido a la sobrestimulación y a la consiguiente hiperactividad del sistema nervioso, con todos sus problemas. Estas fuerzas que tratan de entrar en el vehículo denso son emanaciones provenientes de tres direcciones (si puedo usar tal término): [i74]

1.    De los vehículos de la personalidad -los cuerpos astral y mental.

2.    Del alma, si se ha establecido contacto, reconocido o no.

3.    Del mundo circundante, para el cual los vehículos del alma y de la personalidad han servido de “puertas de entrada”. Incidentalmente, en conexión con esta última frase, deseo llamar la atención sobre una posible relación entre esas “puertas de entrada” y la frase “portal de iniciación”

En el caso donde estos centros, a través de los cuales afluye la energía proveniente de esas fuentes de reserva, están pasivos, aletargados o sólo funcionando parcial o muy lentamente (en lo que concierne a su ritmo vibratorio) entonces se producirá una condición de bloqueo. Esto congestiona el vehículo etérico con las consiguiente y subsiguiente dificultades en el funcionamiento del cuerpo físico. Una de las más comunes es la congestión de los pulmones que -aunque tal vez exotéricamente puede achacarse a ciertas y definidas causas físicas- en realidad se debe a esas causas, además de una condición interna de congestión etérica. La conjunción, de la aparente causa externa y la verdadera causa interna, es responsable de la irrupción de la dificultad. Cuando ambas condiciones entran en conjunción y existe un impedimento físico y una indeseable condición etérica, entonces tendremos enfermedad, males o debilidad de cualquier clase. Cada congestión externa siempre puede atribuirse a estas dos causas, una interna y otro externa. En estos casos, la causa externa no es un efecto de la causa individual interna, lo cual es muy interesante. No obstante se observará que las enfermedades no son puramente subjetivas o de origen psicológico en lo que concierne al individuo, [i75] sino [e65] que a veces son ambas, exotéricas y esotéricas. De allí la complejidad del problema.

Lo antedicho presenta la cuestión de la actividad que desarrollan los siete centros de fuerza en el cuerpo etérico. Éstos pueden ser considerados como dormidos o aletargados, despertándose pero no obstante perezosamente vivos, o funcionando normalmente, lo cual significa que algunas de las energías que producen la forma del centro se mueven rítmicamente, siendo los centros por lo tanto receptivos a la afluencia, mientras otros están inactivos e insensibles. Otros centros estarán enteramente activos y por lo tanto atraerán predominantemente cualquier fuerza afluyente, y aún otros lo estarán parcialmente. En la mayoría de la gente, los centros ubicados abajo del diafragma están más activos que los que se hallan arriba del diafragma (me refiero aquí a los siete centros mayores y no a los veintiún menores). En los aspirantes están activos los centros debajo del diafragma y los centros cardíaco y laríngeo van lentamente entrando en actividad, mientras en el caso de los discípulos, el centro ajna, más esos centros del cuerpo que se hallan debajo del mismo, van rápidamente despertando. En el iniciado el centro coronario está entrando en actividad vibrante, llevando a todos los centros a un ritmo real y coordinado. Cada paciente o ser humano, según el rayo a que pertenece, responde en forma diferente; el factor tiempo también difiere; el canon de desarrollo varía y la respuesta a las afluyentes fuerzas es ligeramente diferente.

Todo esto lo consideraremos con debido cuidado cuando tratemos el Capítulo IX, que concierne a los siete modos de curación. Simplemente lo menciono para sentar las bases de lo que se ha de considerar más tarde, y demostrará que todo el tema de la relación existente entre el cuerpo etérico y el físico está vinculado al problema de la curación. Se evidencia así cuán importante es -antes de que pueda tener lugar la verdadera curación- que el curador conozca la etapa de evolución alcanzada por [i76] el paciente, debiendo también conocer el tipo de su rayo, tanto el de la personalidad como el egoico. Si a esto se le agrega algún conocimiento de sus inclinaciones e indicaciones astrológicas, se podrá llegar a un diagnóstico más exacto.

La clave de toda liberación (ya sea por la cura física de la enfermedad o por la muerte) reside en la comprensión de la condición de los centros en el cuerpo etérico. Éstos determinan el grado de actividad corporal vibratoria y la respuesta general del cuerpo físico. Condicionan también exactamente la actividad de la naturaleza instintiva y su relación con el plano externo de la vida y la “plenitud’’ y salud general del sistema nervioso simpático. [e66]

A. Congestión

Muchas de las verdaderas dificultades puede atribuirse a la congestión o a la carencia del libre juego de las fuerzas. En esta relación podría puntualizarse que el cuerpo etérico es un mecanismo de entrada y salida. Hay en consecuencia una relación curiosa e íntima entre éste y ciertos órganos como los pulmones, el estómago y los riñones. Esta simbología, cuando se la comprenda correctamente, demostrará que existe profundamente una relación esotérica entre:

1.    La mente y los pulmones El proceso de la respiración con sus etapas de inhalación, intervalo y exhalación actúan en conexión con los dos aspectos de la fuerza, mental y física.

2.    La naturaleza de deseo y el estómago. Aquí también tenemos el proceso de entrada, asimilación y eliminación.

3.    El cuerpo etérico y los riñones, con los procesos claramente definidos en los casos de absorción, quimicalización y transmisión. No existe un símbolo tan comparativamente exacto del [i77] proceso creador como la estructura humana.

La congestión del cuerpo etérico, que produce mucho malestar en el cuerpo físico, puede hallarse, por lo tanto, en el punto de entrada del cuerpo astral o del plano astral (nótese la fraseología y la diferencia) o en el punto de salida, en relación con el centro hacia el cual un tipo particular de fuerza etérica puede afluir con más facilidad y pasar también más fácilmente. Donde no hay libre juego entre el cuerpo etérico y el cuerpo astral habrá dificultades. Cuando no existe libre juego entre el cuerpo etérico y el cuerpo físico, involucrando también los ganglios, nervios y el sistema endocrino, habrá también dificultades La estrecha relación que existe entre los siete centros y las siete glándulas mayores del sistema físico, nunca debe ser olvidada. Ambos sistemas forman una dictadura estrechamente entrelazada, y las glándulas y sus funciones están determinadas por la condición de los centros etéricos. Éstos a su vez están condicionados por el grado de evolución, por la experiencia que ha adquirido el alma encarnada, por la polarización específica del alma en encarnación y por los rayos (de la personalidad y egoico) del hombre. Recuérdese que los cinco aspectos del hombre (cuando funciona en los tres mundos) están determinados por ciertas fuerzas de rayo; tenemos el rayo del alma, el de la personalidad y los de los cuerpos mental, astral y físico, los cuales en la nueva era venidera serán definidamente considerados y descubiertos, y este conocimiento revelará al curador la probable condición de los centros, el orden de su despertar y su nota, o notas, básica individual. La nueva ciencia médica está [e67] erigida predominantemente sobre la ciencia de los centros, y todos los diagnósticos y posibles curas se basarán en este conocimiento. El endocrinólogo recién comienza a vislumbrar posibilidades, y gran parte de lo que ahora está investigando contiene la simiente de la verdad futura. El “equilibrio del sistema glandular”, [i78] la relación de las glándulas con la corriente sanguínea y también el carácter y las distintas predisposiciones, son considerados de real valor y vale la pena su investigación. Aún queda mucho por descubrir antes de que se pueda trabajar sin peligro con las glándulas, convirtiéndolas en tema de principal atención (como sucederá algún día en todos los tipos de enfermedades). En este breve tratado haré muchas insinuaciones, las cuales servirán para guiar correctamente al investigador de mente abierta. Antes de entrar a considerar la relación del cuerpo etérico, como una unidad con el cuerpo físico, señalaré que, en la lista de enfermedades que surgen del cuerpo etérico, coloco en primer lugar las complicaciones producidas por la congestión, porque hoy es, y lo será durante varios siglos, la principal causa de las dificultades para la mayoría de la humanidad o de esas personas que esotéricamente se las denomina “sacra-solar’. Esto se debe en parte a los hábitos largamente establecidos de supresión y de inhibición, desarrollados por toda la raza. La congestión en los puntos de entrada y de salida, en el cuerpo etérico, es lo que impide la libre afluencia de la fuerza de la vida, dando por resultado que se sucumbá rápidamente a las enfermedades. También aquí se podrá observar el empleo más generalizado de los ejercicios de respiración cuidadosamente asignados, con sus efectos sutiles de reorganización y reajuste de los cuerpos sutiles (particularmente los cuerpos etérico y astral). El difundido interés en los ejercicios de respiración evidencia hoy un reconocimiento subjetivo de este hecho, aunque todavía no se sabe bastante acerca de los métodos y efectos.

Quisiera llamar la atención sobre otra cosa, y es que los puntos de congestión pueden existir en el centro del cuerpo astral o en el cuerpo etérico, y esta situación deberá investigarla el curador. [i79] 

B. Falta de Coordinación e Integración.

Llegamos ahora a una breve consideración del segundo punto, que en nuestra enumeración hemos denominado falta de coordinación o integración, donde la dificultad reside en el cuerpo etérico. Esto prevalece excesivamente hoy y es responsable de la mayoría de las dificultades. El cuerpo etérico es la forma “sustancial” interna sobre la cual el cuerpo físico es erigido o construido. Es el andamiaje interno que subyace en todas las partes del entero hombre externo; la estructura que sostiene el todo y el patrón [e68] de la forma externa; la red de nadis (infinitamente intrincada) constituye la contraparte o el duplicado de todo el sistema nervioso que forma parte muy importante del mecanismo humano. Lo mismo sucede con la corriente sanguínea, instrumento de la fuerza de la Vida. En consecuencia, si hay debilidad en la relación entre la estructura interna y la forma externa, se pondrá inmediatamente de manifiesto la verdadera dificultad, lo cual adquirirá tres formas:

1.    La forma física en su aspecto denso está muy débilmente conectada con la forma o contraparte etérica. Esto lleva a una desvitalizada y debilitada condición que predispone al hombre a la enfermedad o a la mala salud. 

2.    La conexión débil en ciertos lugares o aspectos del equipo. A través de ciertos puntos focales o centros, la fuerza de vida no puede afluir adecuadamente, y así tenemos una definida debilidad en alguna parte del cuerpo físico. Por ejemplo, la impotencia sería una de estas dificultades y la tendencia a la laringitis otra, para mencionar desórdenes muy diferentes.

3.    La conexión puede estar también tan básicamente floja y débil, que el alma tiene muy poco ascendente sobre su vehículo [i80] de manifestación externa, estableciéndose fácilmente la obsesión o posesión. Éste es un ejemplo extremo de las dificultades incidentales a esta condición. También cierto tipo de desmayos o pérdida de la conciencia y el “petit-mal”.

Existen también, como será evidente, las condiciones exactamente opuestas, donde el cuerpo etérico está tan estrechamente tejido o integrado con la personalidad -ya sea de naturaleza muy evolucionada o simplemente el caso de un cuerpo etérico común- que cada parte del cuerpo físico se halla en una constante condición de estimulación, de esfuerzo energético, con la resultante actividad del sistema nervioso, que -si no está correctamente regulado- puede llevar a una gran angustia. Me referiré a esto en el tercer encabezamiento “La Sobrestimulación de los Centros”. Una conexión demasiado floja o una muy fuerte, llevan a perturbaciones, aunque el primer tipo de dificultad es comúnmente más grave que las otras. He dado bastante para demostrar cuán interesante e importante puede ser el estudio del cuerpo etérico. Todo el tema de la curación está “ligado” (empleando una frase moderna que me resulta rara) al desarrollo, desenvolvimiento y control de los siete centros mayores.

C. La sobrestimulación de los Centros.

Mucho podría agregar a lo dicho sobre las causas de las enfermedades originadas en el cuerpo etérico, pero en la Segunda Parte [e69] de este libro (donde se refiere a ciertos requisitos básicos) elaboraré el tema más profundamente. Congestión, falta de integración y sobrestimulación de los centros son causas obviamente fundamentales, concernientes al cuerpo físico denso, siendo éstas frecuentemente efectos de causas más sutiles ocultas en la vida de los cuerpos astral y mental y, en el caso de la [i81] sobrestimulación, el resultado a veces del contacto con el alma. El cuerpo etérico, por designio, reacciona normalmente a todas las condiciones existentes en los vehículos sutiles. Es esencialmente un transmisor y no un originador, y sólo las limitaciones del observador conducen a adjudicar al cuerpo etérico las causas de males corporales. Es el lugar de distribución de todas las fuerzas que llegan al cuerpo físico, siempre y cuando el punto de evolución haya llevado a los distintos centros de fuerza a una condición en que sean receptivos a cualquier tipo particular de fuerza. Esotéricamente hablando, los centros pueden hallarse en una de las cinco condiciones o estados de ser, descritos en los siguientes términos:

1.    Cerrado, inmóvil, hermético, aunque con signos de vida, silencioso y profundamente inerte.

2.    Abierto, sin trabas, e imperceptiblemente matizado de color, la vida palpitando.

3.    Activo, vivo, alerta en dos direcciones; dos pequeñas puertas están abiertas ampliamente.

4.    Radiante y emitiendo una nota vibrante a todos los centros relacionados. 

5.    Todos fusionados y actuando rítmicamente entre sí. La fuerza vital fluye de todos los planos. El mundo permanece abierto ampliamente.

Relacionado a estos cinco estados donde se expande el campo etérico y llega a ser la vivencia vital de toda expresión en el plano físico, tenemos las cinco razas humanas, comenzando con la raza lemuria, los cinco planos de la expresión humana y superhumana, las cinco etapas de conciencia y varios otros grupos de cinco, expuestos en la filosofía esotérica. Incidentalmente podría ser de valor e interés señalar que la estrella de cinco puntas no sólo es signo y símbolo de la iniciación y, finalmente, del hombre perfecto, sino que también es el símbolo básico del cuerpo [i82] etérico y de los cinco centros que controlan al hombre perfecto -los dos centros de la cabeza, el centro del corazón, el centro de la garganta y el centro de la base de la columna vertebral. Cuando estos centros están plenamente despiertos y funcionando mutuamente en correcto ritmo, los varios quíntuples a los cuales me he referido forman parte integrante de la conciencia del hombre perfecto.

 Aunque esta particular información no tiene una relación [e70] definida con la ciencia de la curación, sin embargo todo el tema está relacionado con la energía, la cual en una u otra forma está relacionada con las causas y los efectos de la enfermedad, porque la enfermedad es el aspecto indeseable de la energía, sobre la unidad de energía que denominamos átomo.

Debe recordarse que el cuerpo etérico del ser humano es parte integrante del cuerpo etérico del Logos planetario, estando por lo tanto relacionado como todas las formas que se hallan dentro de ese cuerpo, en uno o en todos los reinos de la naturaleza. Es parte de la sustancia del universo coordinada por la sustancia planetaria, proporcionando así la base científica de la unidad.

Si me preguntaran qué hay en realidad detrás de todas las enfermedades, frustraciones, errores y falta de expresión divina en los tres mundos, respondería que la separatividad produce las mayores dificultades que originan en el cuerpo etérico, más la incapacidad de la forma externa tangible para responder adecuadamente a los impulsos internos y sutiles. Aquí reside la causa (secundaria, como ya he puntualizado) de la mayor parte de los trastornos. El cuerpo etérico del planeta todavía no trasmite ni permite circular libremente las fuerzas que están tratando de entrar en la conciencia y en la expresión del hombre, en el plano físico. Estas fuerzas emanan desde adentro de él mismo, cuando actúa en los niveles sutiles de la conciencia y del alma; también provienen de grupos asociados y relacionados, de la vida planetaria [i83] y, eventualmente, en último análisis, de todo el universo. Cada uno de los centros puede, cuando está plenamente despierto y se utiliza consciente y científicamente, servir de puerta abierta que permite percibir aquello que está más allá de la vida humana individual. El cuerpo etérico es fundamentalmente el mecanismo de respuesta más importante que el hombre posee, produciendo no sólo el correcto funcionamiento de los cinco sentidos y proporcionando por consiguiente cinco puntos principales de contacto con el mundo tangible, sino que permite también registrar sensiblemente los mundos sutiles y, cuando está energetizado y controlado por el alma, los reinos espirituales se abren ampliamente.

El cuerpo etérico es un potente receptor de las impresiones impartidas a la conciencia humana por intermedio de los centros ya despiertos. No existe, por ejemplo, verdadera clarividencia hasta que el plexo solar y el centro ajna hayan despertado. Estas impresiones e informaciones trasmitidas se convierten en el incentivo por el cual se inicia la actividad consciente. Hay muchas maneras de describir estas fuerzas y sus efectos actuantes: impulsos, incentivos, influencias, potencias, deseos, aspiraciones y muchos otros términos que sólo son sinónimos de fuerza o energía, impartiendo así la misma idea general. Todas estas palabras se refieren a [e71] formas de actividad del cuerpo etérico, pero sólo cuando las registra el cuerpo físico y actúan bajo su impresión. Todo el tema de la fuerza motivadora es de gran interés.

Sin embargo, la vastedad del asunto es tan real que sólo poco a poco la humanidad podrá captar la situación y llegar a comprender que el hombre es esencialmente (a través de su cuerpo etérico) parte integrante de un Todo grande y vibrante; únicamente con el tiempo aprenderá que por el proceso de la evolución puede registrar las diferentes zonas de expresión divina. Sólo cuando el cuerpo etérico es impelido a la [i84] actividad por la influencia de las “fuerzas plasmadas” del alma, de la mente y temporariamente del cuerpo astral, y a través de ellas, puede el hombre llegar a ser consciente de todos los mundos, de cada fenómeno y estado de conciencia, y así lograr esa omnisciencia que es el derecho de primogenitura de todos los hijos de Dios.

Pero durante el período en que este estado del ser está en proceso de realización, la falta de desarrollo, de registro, el trabajo de despertamiento y organización de los distintos centros durante la vida y luego su relación mutua y correcta, produce muchas dificultades. Esta condición es la fuente fructífera de esas dificultades que, cuando se introducen en el cuerpo físico, producen los diversos tipos de enfermedad, muchas tensiones y congestiones, la sobrestimulación de los centros en una parte del vehículo etérico y el subdesarrollo en otra, más el desigual desenvolvimiento y desequilibrio de los centros.

Las investigaciones médicas modernas mencionan mucho el “desequilibrio” de las glándulas endocrinas, y muchas dificultades físicas son adjudicadas a este frecuente desequilibrio. Pero detrás de estas condiciones del sistema glandular subyace el básico desequilibrio de los centros. Sólo cuando hay una correcta comprensión de las fuerzas y su recepción y consecuente empleo, se logrará el correcto equilibrio, y el sistema endocrino humano controlará al hombre físico en la forma designada. Es imperativo que se estudien ya los problemas siguientes:

1.             La adecuada recepción de la fuerza a través del centro apropiado. Un ejemplo de ello puede hallarse en el correcto control del centro plexo solar, por el cual la sensibilidad astral puede ser registrada y debidamente manejada. [i85]

2.             La correcta relación entre un centro determinado y su glándula correspondiente, lo cual permite la libre actuación de las fuerzas que afluyen a través del centro, a la analogía glandular afín, condicionando así su peculiar hormona y oportunamente la corriente sanguínea. Si se capta esta secuencia de contactos, se comprenderá con más claridad el significado oculto de las palabras de El Antiguo Testamento: “la sangre es la vida”. La [e72] vitalidad, proveniente del cuerpo etérico, penetra en la corriente sanguínea por intermedio del centro que responde a uno de los siete tipos peculiares de fuerza y su glándula afín. Por lo tanto se evidencia que hay una estrecha relación entre:

a.    El cuerpo etérico, como trasmisor de un vasto conglomerado de energías y fuerzas.

b.    El sistema endocrino, cuyas diversas glándulas son en realidad la exteriorización o materialización de los centros mayores y menores.

c.     El corazón, que es el centro de la vida, así como el cerebro es el de la conciencia. Desde el corazón la sangre circula y es controlada. Estos tres grandes sistemas están relacionados.

d.    Todo el sistema glandular con el sistema nervioso, por medio de la red de nervios y “nadis” que subyacen en esta red. Estos nadis son hilos de fuerza vital que fundamentan cada parte del cuerpo y particularmente todos los aspectos del sistema nervioso.

A estos problemas y relaciones podría agregarse otro, el cual constituye la interrelación que debe establecerse entre todos los centros, y permite el libre juego de la fuerza, en correcto ritmo, por todo el cuerpo físico.

[i86] Por lo tanto tenemos una gran directiva entrelazada que controla o no al cuerpo físico. La falta de control se debe al fracaso en establecer ciertas relaciones en el cuerpo, o a la falta de desarrollo. Estos grupos entrelazados son:

1.    El cuerpo etérico, que actúa principalmente a través de sus siete centros principales y también por medio de muchos otros centros.

2.    El sistema endocrino, que trabaja primordialmente a través de los siete grupos glandulares mayores y de muchas otras glándulas menos importantes.

3.    El sistema nervioso (el simpático y el cerebro-espinal), con su peculiar énfasis puesto en el nervio vago y su efecto sobre el corazón y en consecuencia sobre la corriente sanguínea.

Todos estos puntos deben ser considerados y correlacionados en cualquier sistema de curación esotérica, y la parte técnica que debe abarcar es, en último análisis, menos intrincada que el vasto sistema erigido por la medicina y la cirugía ortodoxas. Debido a la falta de coordinación de estos tres sistemas el arte de la curación no ha podido realizar todo lo que desea. Mucho ha hecho, pero debe dar otro paso hacia el plano etérico antes que pueda descubrirse la verdadera clave de la enfermedad y su curación.

Por ejemplo, la carencia de vitalidad y la condición subnormal [e73] común, con las cuales estamos tan familiarizados, indican la inercia del cuerpo etérico y su falta de vitalidad. Los resultados de la inercia del cuerpo vital pueden ser físicos y psicológicos, porque las glándulas del cuerpo físico no funcionan normalmente, y como es bien sabido, condicionan la expresión física del hombre y también sus estados emocional y mental, hasta donde puedan o no [i87] expresarse por intermedio del vehículo físico. Las glándulas no condicionan al hombre interno o sus estados de conciencia, pero pueden evitar, y lo hacen, esos estados internos que se manifiestan externamente. En el caso contrario, un cuerpo etérico muy poderoso y la sobrestimulación de los centros involucrados, ejercería una excesiva tensión sobre el sistema nervioso y produciría en consecuencia trastornos nerviosos definidos, hemicránea o jaqueca, desequilibrio mental y emocional y en algunos casos llevaría a la demencia.

He elaborado este asunto en cierta medida porque la relación del cuerpo etérico con el cuerpo físico y su receptividad a las energías internas, condicionan decididamente al hombre. Sería necesario recordar esto al estudiar las causas de las enfermedades originadas en el cuerpo mental o debidas a la actividad del alma en la vida del discípulo, o al investigar el proceso por el cual el hombre se prepara para la iniciación. El cuerpo etérico siempre e invariablemente debe actuar como agente trasmisor de las energías internas al plano externo, y el cuerpo físico tiene que aprender a responder y a reconocer aquello que es trasmitido. La efectividad de la trasmisión y la resultante actividad física dependen siempre de los centros, que a su vez condicionan las glándulas; éstas, más adelante, determinan la naturaleza y la conciencia que expresa el hombre. Si los centros están despiertos y receptivos tendremos un mecanismo físico que responderá a las fuerzas afluyentes. Si los centros están aletargados pueden trasmitir muy poca fuerza; así tendremos un mecanismo físico lento e insensible. Si los centros ubicados abajo del diafragma están despiertos y los de arriba no lo están, tendremos un hombre cuya conciencia estará enfocada en las naturalezas animal y emocional, y muchas de sus enfermedades físicas tendrán su asiento abajo del diafragma. Podrán ver, por lo tanto, cuán intrincado y complejo [i88] es todo este asunto, tan complejo, que sólo será plenamente comprendido cuando los seres humanos recuperen el perdido poder de “ver la luz” del cuerpo etérico y de sus siete centros mayores, y, a través de un desarrollado sentido del tacto en las manos y dedos, verifiquen el grado de vibración de los diversos centros. Cuando estos dos medios de conocimiento estén disponibles, el tema del cuerpo etérico adquirirá nueva importancia y será correctamente comprendido. [e74] 

3. CAUSAS QUE SE INICIAN EN EL CUERPO MENTAL

Inicié esta sección de estudio con las causas que se inician en los cuerpos astral y etérico, porque son fuentes principales de perturbación, debido a que la mayor parte de la humanidad está astralmente enfocada, así como la mayoría de las formas del reino animal están enfocadas etéricamente. Las fuerzas que afluyen al reino animal llegan predominantemente de los niveles etéricos y de los físico-densos de la vida. Sin embargo, los animales más evolucionados, debido al desarrollo producido por su contacto con los seres humanos, están llegando a ser susceptibles a las fuerzas provenientes del plano astral, y actúan y reaccionan en forma que no son puramente instintivas.

Hoy, por el desarrollo mental de la raza aria, pueden surgir ciertas dificultades en el cuerpo físico. Su origen no es básicamente mental, se debe primordialmente al hecho de que el cuerpo mental es el trasmisor (cuando está activo y correctamente alineado) de la energía del alma, y esta energía, que afluye al cuerpo físico, puede producir sobrestimulación y dificultades vinculadas con el sistema nervioso. La energía trasmitida es la causante del malestar y no el factor que se origina en la mente misma. Elaboraré esto más adelante. [i89]

A.  Actitudes Mentales Erróneas.

Quisiera ocuparme ante todo, de la premisa básica de que la enfermedad y los impedimentos físicos no son el resultado de pensar erróneamente, probablemente son el resultado de no pensar, o el fracaso en acatar esas leyes fundamentales que rigen la mente de Dios. Un interesante ejemplo de ello es que el hombre no sigue la básica Ley del Ritmo, que rige todos los procesos de la naturaleza, formando él parte de la naturaleza. Gran parte de las dolencias inherentes al uso y abuso del impulso sexual, podemos adjudicarlas al fracaso de actuar con la Ley de Periodicidad. El hombre no está regido por la manifestación cíclica del impulso sexual, y tampoco su vida es gobernada por un ritmo definido, excepto los ciclos por los que atraviesa la mujer, a los cuales se les presta muy poca atención. Sin embargo, el hombre no está regido por tales ciclos y ha roto también el ritmo al cual debe estar subordinado el cuerpo femenino y que -bien entendido- determinaría el uso de las relaciones sexuales, incluyendo lógicamente también el impulso masculino. Este fracaso, en vivir de acuerdo a la Ley de Periodicidad y en subordinar los apetitos al control cíclico, es una de las principales causas de las enfermedades; a medida que esas leyes adquieren forma en el plano mental, [e75] podría decirse legítimamente que su infracción tiene una base mental. Esto podría ser así, si la raza trabajara mentalmente, pero no lo hace. En el mundo moderno de hoy se está cometiendo una definida infracción a estas leyes mentales, particularmente la Ley de los Ciclos que determina las mareas, controla los acontecimientos mundiales y debería condicionar también al individuo y establecer hábitos rítmicos de vida -uno de los mayores incentivos que predispone a la buena salud.

[i90] Al quebrantar la Ley del Ritmo, el hombre ha desorganizado las fuerzas que, correctamente empleadas, tienden a llevar al cuerpo a una condición sana y saludable; también ha sentado las bases para esa debilidad general y tendencias orgánicas inherentes, que predisponen al hombre a la mala salud y permiten entrar en el sistema los gérmenes y bacterias que producen las formas externas de enfermedades malignas. Cuando la humanidad recupere la comprensión del correcto empleo del tiempo (que la Ley del Ritmo determina en el plano físico) y pueda determinar los ciclos apropiados para las diversas manifestaciones de la fuerza de la vida en el plano físico, entonces aquello que fue primordialmente un hábito instintivo se convertirá en una costumbre inteligente en el futuro. Esto constituirá una ciencia totalmente nueva, y el ritmo de los procesos naturales y los correctos ciclos del funcionamiento físico establecidos como hábitos, traerán una nueva era de salud y de sanas condiciones físicas para toda la raza.

Utilicé la palabra “establecidos” porque a medida que la tensión racial se traslada a la región de los valores superiores, el vehículo físico se beneficiará enormemente y la buena salud -por el correcto vivir rítmico además del correcto pensar y del contacto con el alma- quedará establecida permanentemente.

En consecuencia, pocos males ha heredado la carne que tienen una base mental. Resulta extremadamente difícil establecer cuales son. Hay dos razones para este fracaso estadístico:

1.    Que muy pocos, de la raza, relativamente hablando, están polarizados mentalmente y, por lo tanto, piensan.

2.    Que la gran mayoría de las enfermedades son etéricas o astrales.

Otro factor que produce esta dificultad es que los pensamientos y las reacciones emocionales del hombre se hallan tan estrechamente interrelacionadas que es difícil, en esta etapa de la evolución, [i91] separar sentimientos y pensamientos o decir que tal o cual enfermedad surge en el cuerpo astral o mental, o que ciertas enfermedades se deben a erróneos sentimientos y otras a erróneos pensamientos. Hablando en términos de toda la familia humana, son relativamente muy pocos los que piensan, en el mundo. EL resto [e76] se ocupa del sentimiento, de la percepción sensorial y de muchos y diferentes aspectos del emocionalismo, tales como la irritabilidad, preocupación, ansiedad aguda, aspiración hacia algún deseado fin o meta, depresión, más la dramática vida de los sentidos y de la conciencia del “Yo en el centro”. Pocas personas viven en el mundo del pensamiento y menos todavía en el mundo de la realidad. Cuando lo hacen, el resultado es inevitablemente mejor salud, porque hay mejor integración y por consiguiente un juego más libre de las fuerzas de la vida por todos los vehículos de expresión. 

B. Fanatismo Mental. El Dominio de las Formas Mentales.

Puntualizaré aquí que las enfermedades y dificultades surgidas de lo que he llamado actitudes mentales erróneas, fanatismos e idealismos frustrados y esperanzas desvanecidas, son de tres categorías, y un estudio de ellas demostrará que, en último análisis, de ninguna manera son de origen mental, sino principalmente resultado del emocionalismo.

1.    Las incidentales a la actividad y al trabajo impuestos en el plano físico, que tienen su incentivo en esas condiciones mentales. Conducen por ejemplo a la violenta actividad y al trabajo excesivo, debido a la determinación de que el plan se desarrolle y no sea frustrado. El resultado es frecuentemente el colapso del sistema nervioso, que podría haberse evitado si la condición mental hubiera cambiado y logrado el correcto ritmo en el plano físico, pero el trabajo físico fue la causa de la dificultad, más que la condición mental. [i92]

2.    Las que se producen por el estado de rebelión, que cobra a la vida, y la manifestación de violentas reacciones emocionales. Éstas, por ejemplo, pueden estar basadas en la comprensión mental del Plan, más el reconocimiento de que esos planes no se materializan a menudo, debido a lo inadecuado del equipo físico; pero la causa básica de la enfermedad es la rebelión emocional y no la condición mental. Amarguras, disgustos, odios y un sentido de frustración pueden producir, y lo hacen, muchas de las prevalecientes condiciones tóxicas y un estado de intoxicación general y mala salud de que mucha gente habitualmente sufre. Su visión es más grande que sus realizaciones y esto causa sufrimiento emocional. La curación de esto reside en la sencilla palabra aceptación. No es un estado negativo de asentimiento a una sumisa vida inactiva, sino una positiva aceptación (en pensamiento y expresión prácticas) de una condición que parece, en el momento inevitable, lo cual conduce a evitar toda pérdida de tiempo al tratar de realizar lo imposible y a efectuar el correcto esfuerzo para llevar a cabo lo que es posible. [e77] 

3.    Las dificultades causadas porque el mecanismo físico no está a la altura de las exigencias de la vida mental del individuo, son natural y lógicamente parte de la herencia física, y cuando ello sucede, generalmente nada puede hacerse, aunque, cuando la aspiración es real y persistente, puede llegar a corregirse mucho y sentar las bases para un mejor funcionamiento en otro ciclo de vida.

Es conveniente que me ocupe, lo más brevemente posible, del problema de la curación mental y de la enseñanza de que toda enfermedad es producto del pensar erróneo. Ustedes comienzan a trabajar, y quisiera que piensen con claridad sobre este punto. Los dos problemas que he presentado [i93] están estrechamente relacionados. Podría expresarlo en dos preguntas:

1.    ¿La enfermedad es resultado del pensamiento? 

2.    ¿El poder del pensamiento puede producir efectos curativos cuando son empleados por un individuo o grupo?

En vista de que muchas enfermedades están, como he dicho, latentes en la materia misma del planeta, evidentemente el pensamiento humano no es responsable de las enfermedades. Ello antedata a la llegada de la humanidad al planeta. Existen enfermedades en el mundo mineral, en el reino vegetal y también entre los animales, aún en su estado salvaje y en su natural región nativa, incontaminadas por el hombre. Por eso él no puede ser responsable de ellas, tampoco son el resultado del erróneo pensar humano. Decir que se debe al erróneo pensar del Logos planetario o del Logos solar, no constituye una respuesta al interrogante. Esto es apartarse de la cuestión y evadir el tema.

Repetiré dos definiciones que di anteriormente, sobre las causas de la enfermedad. Permítanme recordarlas:

“Toda enfermedad es el resultado de la inhibición de la vida del alma. Esto es verdad en las formas de todos los reinos”.

“La enfermedad es el producto de tres influencias y está sujeta a ellas. Primero, el pasado del hombre, en que paga el precio de antiguos errores; segundo, su herencia, donde comparte con todo el género humano las contaminadas corrientes de energía de origen grupal; tercero, su participación con todas las formas naturales de aquello que el Señor de la vida impone a Su cuerpo. Estas tres influencias son denominadas la Antigua Ley de Participación del Mal. Algún día ésta cederá su lugar a la nueva Ley del Antiguo Bien Predominante que reside detrás de todo lo que Dios ha creado. Esta ley debe ser puesta en vigencia por la voluntad espiritual del hombre”.

[e78][i94] Si se analizan las cuatro causas de la enfermedad, dadas aquí, observarán que la enfermedad oportunamente será controlada por la liberación del alma en todas las formas, y esto se efectuará mediante el activo empleo, por el hombre, de su voluntad espiritual. Se podría expresar esto de otra manera, diciendo que cuando la energía del alma y el correcto empleo de la voluntad (que en el individuo es el reflejo y agente de la energía volitiva del alma) sean correctamente liberados y dirigidos por la mente, entonces la enfermedad podrá ser manejada y eliminada oportunamente. Por lo tanto, la enfermedad puede ser controlada imponiendo una energía y ritmo superiores sobre las fuerzas inferiores. En consecuencia la enfermedad es el resultado del fracaso del cuerpo físico para atraer esas energías y ritmos superiores, lo cual a su vez, depende del grado de evolución.

La vaga percepción de este fracaso y la comprensión de estos hechos ha inducido a que numerosos grupos crean en la curación de la enfermedad por el poder del pensamiento y culpen la aparición de la enfermedad a los erróneos pensamientos. Pero, en realidad, la humanidad debe aprender algún día que sólo la conciencia superior del alma, actuando a través de la mente, puede finalmente solucionar este difícil problema.

No podemos por consiguiente afirmar como regla general que la enfermedad tiene alguna relación con el pensamiento, ello es simplemente el abuso de las fuerzas de los niveles etérico, astral y físico denso. La mayoría de la gente se ve imposibilitada de hacer algo al respecto, pues, por ejemplo, las fuerzas que constituyen el cuerpo físico y pasan y actúan sobre él, son heredadas de un legendario pasado, constituyendo parte del medio ambiente y de la vida grupal en que están integrados y que comparten con sus semejantes. Esta materia-fuerza está matizada por los resultados de antiguos y equivocados ritmos, fuerzas mal empleadas y cualidades heredadas. La energía del alma, expresada por el correcto pensar, puede curar enfermedades a la que el hombre está predispuesto. No registrar, [i95] expresar ni pensar en los estados superiores de conciencia, conduce a ritmos erróneos. En consecuencia, repito, la enfermedad no es el resultado del pensamiento.

 C. Idealismo Frustrado.

Existen ciertas enfermedades que aparecen en el mecanismo físico y están definidamente arraigadas por el hecho de que la actividad (resultado del pensamiento específico) ha sido matizada y condicionada por la vida emocional del individuo, y la vida emocional es la fuente fructífera de la enfermedad y del establecimiento de ritmos erróneos. Por lo tanto, el predominio de la fuerza [e79] astral y no de la energía mental, realmente causa trastornos físicos. No me refiero a los trastornos del sistema nervioso ni del cerebro, que son el resultado de la sobrestimulación y del impacto de la energía (a menudo de la mente y del alma) sobre un instrumento inapropiado para manejarla. Esto lo consideraremos más adelante. Me refiero simplemente a la siguiente secuencia de los acontecimientos en la vida psicológica y a las resultantes actividades:

La enfermedad es una forma de actividad:

1.    La actividad mental y la energía producen (por el poder del pensamiento) ciertos registros de planes, idealismos y ambiciones.

2.    Esta energía, fusionada con la energía astral, llega a ser dominada y controlada por las reacciones astrales de tipo indeseable, tales como la preocupación por no haber realizado algo, el fracaso en materializar los planes, etc. En consecuencia se produce la amargura de la vida.

3.    Entonces aparecen en el cuerpo físico las enfermedades, de acuerdo a las tendencias predisponentes del cuerpo y sus inherentes debilidades heredadas.

[i96] Observarán que, en realidad, el cuerpo mental y el poder del pensamiento en ningún caso han sido la causa del malestar, sino que se debió a la eliminación del pensamiento original y por haberlo hecho descender al nivel del emocionalismo. Cuando este descenso y eventual control no se efectúa por las fuerzas astrales y el pensamiento permanece claro e incólume en el plano mental, puede haber trastornos de otra índole, debidos al fracaso de “llevar completamente” el pensamiento a la acción efectiva en el plano físico. Este fracaso produce no sólo el desdoblamiento de la personalidad, tan conocida por el sicólogo activo, sino también el cercenamiento de una corriente de energía muy necesaria. Como consecuencia, el cuerpo físico se desvitaliza y sobreviene la mala salud. Cuando el pensamiento puede ser llevado hasta el cerebro físico y se convierte allí en agente directriz de la fuerza de la vida, tendremos generalmente buena salud, y esto se ha comprobado, aunque el individuo haya tenido buenos o malos pensamientos, correctamente motivados o erróneamente orientados. Es simplemente efecto de la integración, porque santos y pecadores, el egoísta y el altruista y cualquier tipo de persona, pueden lograr la integración y una vida dirigida por el pensamiento.

La segunda pregunta se refiere a si un individuo o grupo puede curar por el poder del pensamiento.

Podría decirse, generalizando, que un individuo y un grupo pueden curar y que el pensamiento puede desempeñar una parte [e80] poderosa en el proceso de curación, pero no el pensamiento solo y sin otra ayuda. El pensamiento puede ser el agente directriz de las fuerzas y energías que desintegran y disipan la enfermedad, pero el proceso debe ser ayudado por el poder de visualizar, la habilidad de trabajar con determinadas fuerzas, según se crea conveniente, la comprensión de los rayos y sus tipos de energía y también por la capacidad de manejar la sustancia-luz, tal como se la denomina. A estos poderes además de un corazón amoroso, debe agregarse la capacidad de estar en armonía con quien se ha de curar. [i97] En realidad, una vez que se han llenado estas condiciones, el excesivo empleo de la facultad pensante y el intenso uso del proceso mental puede detener y obstaculizar el trabajo de curación. El pensamiento tiene que condicionar el incentivo inicial, haciendo que la inteligencia del hombre influya sobre el problema de curación y la comprensión de la naturaleza del que debe ser curado; pero una vez que el pensamiento ha ayudado a enfocar atención del curador y del grupo de curación debe convertirse en un constante pero subconsciente agente directriz y nada mas.

 La curación se realiza, cuando es posible, por el empleo de la energía correctamente dirigida y la visualización detallada; la amor también desempeña un gran papel, como la mente en la primera etapa. Quizás debiera decir que la energía más poderosa es la del corazón amoroso.

He respondido a estas dos preguntas porque quisiera que estos problemas estén claros en sus mentes antes de comenzar cualquier trabajo grupal de curación.

El pensamiento no cura ni causa las enfermedades. El pensamiento debe ser aplicado durante los procesos, pero no es el único agente ni el más importante. En esto muchos grupos y curadores se desorientan. La mente puede dirigir energía y esta a su vez causar la sobrestimulación del cerebro y las células del cuerpo  trayendo trastornos nerviosos y a veces enfermedades cerebrales, pero la mente y el pensamiento de por sí, no pueden causar enfermedad ni malestar en el cuerpo físico. A medida que la raza aprenda a pensar clara y definidamente y las leyes del pensamiento comiencen a controlar la conciencia racial, la enfermedad (tal como la conocemos ahora) disminuirá grandemente y muchas más personas lograrán la integración. Cuando hay integración existe libre actuación de fuerza y energía por todo el cuerpo material. Los problemas de la estimulación pueden por lo tanto acrecentarse, constante y conjuntamente, con la creciente sensibilidad del hombre físico y el enfoque de su conciencia -en progresivo desarrollo- en la naturaleza mental. Esto continuará hasta [i98] que el hombre aprenda a manejar las energías superiores, y a reconocer la [e81] necesidad de una vida rítmica, prestando atención a la Ley de Periodicidad.

En el trabajo de curación, el curador debería dominar y seguir ciertas reglas. Ya he dado tres reglas importantes. Someramente son las siguientes y dividiré la primera en sus partes componentes para mayor claridad: 

1.     a.    El curador debe tratar de vincular su alma, corazón, cerebro y manos. Así puede derramar la fuerza vital, con poder curador, sobre su paciente. Esto es trabajo magnético.

b.    El curador debe tratar de vincular su alma, cerebro, corazón y emanación áurica. Así su presencia puede nutrir la vida del alma del paciente. Esto es trabajo de radiación. Las manos no son necesarias. El alma despliega su poder. 

2.    El curador debe adquirir pureza magnética, a través de la pureza de vida. Debe lograr esa dispersiva radiación que se manifiesta en todo hombre, que ha vinculado los centros de la cabeza. Cuando se ha establecido este campo magnético, entonces surge la radiación.

3.    El curador debe entrenarse para conocer la etapa interna del pensamiento o del deseo de quien busca su ayuda. Así podrá conocer la fuente de donde proviene el malestar. Debe relacionar la causa y el efecto y conocer el punto exacto a través del cual debe llegar el alivio.

Les daré, como grupo, otra regla, constituyendo así cuatro reglas principales. 

REGLA CUATRO

El curador y el grupo de curación deben mantener sujeta la voluntad, pues no debe emplearse la voluntad, sino el amor.

Esta última regla es de gran importancia. Jamás debería utilizarse [i99] la voluntad concentrada de cualquier individuo ni la voluntad dirigida de un grupo unificado. El libre albedrío del individuo nunca debe ser sometido al impacto de la voluntad de un grupo o individuo, poderosamente enfocado, pues este procedimiento es demasiado peligroso para ser permitido. La energía de la voluntad (particularmente de un número de personas, actuando simultáneamente sobre los cuerpos sutiles y físico del que debe ser curado) puede acrecentar grandemente el malestar en vez de curarlo, estimular la enfermedad hasta llegar a proporciones peligrosas y desintegrar las fuerzas curativas de la naturaleza en lugar de colaborar con ellas, y también oportunamente matar a la persona involucrada, por el agravamiento de la enfermedad, de manera que la normal resistencia del paciente llegaría a ser inútil. En  [e82] consecuencia les pediré que en cualquier trabajo grupal de curación, mantengan la voluntad (y aún el intenso deseo) en suspenso. Sólo a los iniciados de alto grado se les permite curar por el poder de la voluntad, enfocada en la PALABRA DE PODER, y esto únicamente porque pueden probar la capacidad del paciente, la intensidad de la enfermedad y saber también si por voluntad del alma la enfermedad será o no curada.

Hemos abarcado muchas cosas importantes en esta sección, que demandará un cuidadoso estudio. En la próxima, sólo trataré los problemas peculiares del discípulo; les pediría, como preparación, estudiar cuidadosamente la enseñanza dada anteriormente sobre las enfermedades de los místicos (Tratado sobre Siete Rayos, II, págs. 396-475). Mucho de lo explicado allí no es necesario repetirlo, pero debería ser incorporado a la enseñanza sobre curación. Sugiero que lean y conozcan algo sobre esos problemas, tanto teóricamente como basados en la comprensión acerca de sí mismos. Se habrán dado cuenta, en cierta medida y por propia experiencia, de algunas de estas dificultades.

El Sagrado Arte de Curar

En este tratado no intento considerar la patología de la enfermedad, sus sistemas ni sus malignos [i100] indicios. Esto lo abarca plenamente cualquier tratado y texto moderno comunes sobre medicina, y no soy clínico entrenado ni autoridad médica, ni tampoco tengo tiempo para ocuparme de tecnicismos. Lo que me interesa es dar al mundo una idea de las causas verdaderas y ocultas de la enfermedad y de sus orígenes, y también, el trabajo de curación, tal como lo lleva a cabo y sanciona la Gran Logia Blanca.

El trabajo, en realidad, es el empleo razonable de la energía aplicada con amor y ciencia. Todo lo que explico es resultado de la experimentación. Tales tipos de curación caen en dos categorías:

1.    En la curación magnética el curador o el grupo de curación hace dos cosas:

a.   Atrae al centro de curación ese tipo de energía que contrarrestará la enfermedad. Esto lógicamente es un tema muy vasto y de profunda importancia científica. Algunos tipos de fuerza de rayo pueden ser utilizados en determinados tipos de enfermedad, necesitando el empleo de ciertos centros específicos para su distribución. Esto lo consideraremos y esbozaremos al llegar a la sección titulada Los Siete Métodos de Curación.

b.   Atrae hacia sí y absorbe esas fuerzas que producen la enfermedad, extrayéndola del paciente.

[e83] Este último proceso exige que el curador adopte precauciones para evitar el contagio de la enfermedad y para que las fuerzas no se introduzcan en su cuerpo. También debe suministrársele al paciente nueva energía que reemplace la energía extraída. Este proceso inicia una interacción definida entre el curador y el paciente. En consecuencia, existe un verdadero [i101] peligro en este trabajo de curación esotérica y por esta razón el sanador en entrenamiento debe tener presente que trabajará como grupo y no como individuo. La libre circulación de la fuerza produce la buena salud en el individuo o el grupo. La libre circulación de la fuerza entre el curador o el grupo de curación y la persona que debe ser curada, puede curar la enfermedad, siempre que el destino del hombre permita ser curado en determinado momento y él colabore en lo posible, aunque en realidad esto no es esencial. En muchos casos pueden obtenerse resultados más rápidos. En otros, la ansiedad del paciente puede contrarrestar los efectos deseados.

2.    En la curación por radiación el proceso es más simple y seguro, porque el curador sencillamente acopia poder en sí mismo y luego lo irradia al paciente como una constante corriente de energía radiante que afluye externamente, la cual deberá ser dirigida al centro más cercano a la parte enferma. 

Este trabajo no implica ningún riesgo para el curador, pero si se introduce el elemento voluntad en su pensamiento, o la corriente de energía proyectada es demasiado fuerte, entonces pueda haber peligro para el paciente. El impacto de la fuerza que se está irradiando sobre él, quizás no sólo produzca tensión nerviosa, sino un acrecentamiento del poder de la enfermedad y su intensificación por la estimulación de los átomos y las células involucradas en la actividad de la fuerza responsable de la perturbación. Por esta razón el aprendiz debe evitar concentrarse sobre la enfermedad o la zona implicada, en el cuerpo físico, y mantener cuidadosamente pasivo todo pensamiento, una vez que se ha realizado el trabajo preliminar, porque la energía sigue al pensamiento y se dirige allí donde el pensamiento está enfocado. 

[i102] Los curadores tienen que determinar la efectividad de lo que están tratando de realizar, la potencia del trabajo grupal unido y la fuerza que pueden manejar. También tienen que desarrollar la capacidad de mantener su voluntad en segundo plano y enviar la radiación curadora sobre una corriente de energía de amor, y además recordar que el amor es energía y una sustancia tan real corno la materia densa. Esa sustancia puede ser utilizada para expulsar el tejido enfermo y proporcionar un sustituto sano en lugar de la materia enferma eliminada.

[e84] Por lo tanto, en el primer ciclo de trabajo ensayarán el método de radiación, que es el más simple y más fácil de dominar. Más tarde podrán experimentar el método de la curación magnética.

Por lo antedicho comprenderán el propósito de las reglas acerca de los métodos de curación que impartí anteriormente en esta serie de instrucciones y por qué, en este trabajo de radiación, el proceso de vinculación involucra al alma, al cerebro y a toda el aura o el campo magnético del individuo o de la actividad grupal. No se menciona ni implica la mente, y el cerebro actúa sólo como punto de enfoque del amor y la fuerza curadora que debe ser proyectada en la corriente de energía que surge del centro ajna.

El curador deberá mantener todas las fuerzas enfocadas en la cabeza y también su atención concentrada allí. El corazón estará implicado automáticamente, pues al principio empleará totalmente la energía del amor.

Clasificaré ahora las reglas por las cuales se regirán los grupos curadores. Quisiera intercalar aquí que no siempre es necesario ni posible reunirse y trabajar juntos en formación grupal. Este trabajo puede ser llevado adelante eficiente y potentemente si los miembros trabajan como grupo subjetivo; cada uno debería seguir las instrucciones diariamente, [i103] como si estuviera trabajando en su grupo en forma tangible. Esta real vinculación se logra imaginándose que está en presencia de sus hermanos. Si se reunieran como grupo en el plano físico, sería muy difícil evitar la disipación de fuerzas, por las discusiones, los saludos efusivos y la interacción física entre las personalidades. Inevitablemente se produciría demasiada conversación y el trabajo no sería adecuadamente eficaz. Desde el punto de vista físico trabajan solos, desde el verdadero punto de vista interno trabajan en la más estrecha colaboración.

Las primeras reglas que quisiera que dominara el estudiante son:

 Reglas Preliminares para la Curación por Radiación 

1.    Por un acto de voluntad, después de haber hecho un rápido y consciente alineamiento, debe vincularse como alma con las almas de sus hermanos de grupo, luego con sus mentes y luego con sus naturalezas emocionales. Debe emplear la imaginación, comprender que la energía sigue al pensamiento y que si lo realiza correctamente es inevitable el proceso vinculador. Entonces ya puede actuar como grupo. Luego tiene que olvidar la relación grupal y concentrarse en el trabajo a realizar. 

2.    Internamente deberá vincular alma y cerebro, reunir las fuerzas del amor que están en su aura, enfocándose en la cabeza, conjuntamente con todo lo que tiene para ofrecer, imaginándose [e85] como un centro radiante de energía o un punto de vívida luz. Esta luz debe ser proyectada sobre el paciente a través del centro ajna, situado entre los ojos.

3.    Luego debe pronunciar el siguiente mántram grupal: 

“Con pureza de móvil, inspirado por un corazón amoroso, nos ofrecemos para este trabajo de curación. Este ofrecimiento lo hacemos, como grupo, a aquel que tratamos de curar”.

[i104] Al hacer esto, debe visualizarse el proceso vinculador, viéndolo como líneas de viviente sustancia de luz en movimiento, y vinculándose usted por un lado con los miembros del grupo, y por otro, con el paciente. Vea estas líneas yendo desde usted al centro cardíaco del grupo y hacia el paciente. Siempre debe actuar desde el centro ajna, el centro entre las cejas, hasta no recibir instrucciones de hacer otra cosa. Así el centro ajna y el centro cardiaco de las personas involucradas estarán estrechamente interrelacionados. Aquí puede observarse el valor de la visualización. En realidad, es la exteriorización etérica de la imaginación creadora. Reflexionen sobre esta última frase.

4.    Debe emplear el pensamiento, el pensamiento dirigido, durante un breve instante y pensar en aquel que está tratando de curar, vincularse con él y enfocar su atención sobre él, a fin de que llegue a ser una realidad en su conciencia y también en su fuero interno. Cuando llega a percibir cuál es la dificultad física, recuérdela simplemente y luego olvídela. Lo mismo debe hacer con los detalles del trabajo, tales como el grupo, usted mismo y la dificultad del paciente, y concentrarse sobre el tipo de fuerza que va a manipular, que en este caso y momentáneamente es fuerza de segundo rayo, la fuerza del amor. Lo que aquí describo es la adaptación del método de curación de segundo rayo, preparado para principiantes. 

5.    Debe sentir que en usted penetra un profundo amor. Considérelo como luz sustancial que usted puede y podrá manipular. Entonces debe enviarse como una corriente de luz radiante desde el centro ajna, dirigiéndola por intermedio de sus manos al paciente. Al hacerlo colocará las manos delante de los ojos, con las palmas hacia afuera y los dorsos cerca de los ojos, más o menos dieciocho centímetros delante de la cara. De esta manera la corriente que surge desde el centro ajna se divide en dos, afluyendo a través de ambas manos. Así se la dirige al paciente. Después visualizarla como yendo al paciente [i105] y sentir que éste la recibe. Cuando realiza esto, diga en voz baja pero en forma audible: 

“Que el amor del Alma una, enfocada en este grupo, irradie sobre ti, hermano mío, y penetre en cada parte de tu cuerpo [e86] -sanando, aliviando, fortaleciendo y disipando todo lo que obstaculiza el servicio y la buena salud”.

Decir esto lenta y deliberadamente, confiando en los resultados. Evitar que ningún poder mental o volitivo entre en la corriente de energía curadora, sino sólo un concentrado amor irradiante. El empleo de la facultad de visualizar y el de la imaginación creadora, más un sentido de profundo y constante amor, mantendrán la mente y la voluntad pasivas.

Haré hincapié sobre la urgente necesidad de un completo silencio y parquedad, respecto a todo trabajo de curación. Que nadie sepa que trabajan de esta manera ni mencionen los nombres de quienes tratan de ayudar. Tampoco hablen entre ustedes del paciente bajo tratamiento. Si no se cumple esta regla básica sobre el silencio, indicará que no están preparados aún para este trabajo, debiendo interrumpirlo. Este mandato es mucho más importante de lo que se imaginan; hablar y discutir no sólo tiende a desviar y disipar la fuerza, sino a violar una regla fundamental para la cual todo curador ha sido entrenado para cumplirla, y hasta la profesión médica en el plano físico sigue este mismo procedimiento general. 

Tres Leyes Mayores para la Salud

Existen tres leyes mayores y siete menores para la salud. Rigen en los tres mundos y es todo lo que les concierne en la actualidad. En las enseñanzas que se impartirán en el futuro inmediato, el principal énfasis será puesto eventualmente sobre la técnica del cuerpo etérico, pues tal es el siguiente paso adelante. Las leyes mayores son: [i106] 

1.    La ley que controla la voluntad de vivir, manifestación del primer aspecto del Logos, voluntad o poder. 

2.    La ley que controla la igualdad de ritmo, manifestación del segundo aspecto del Logos, amor o sabiduría. 

3.    La ley que controla la cristalización, manifestación del tercer aspecto del Logos, la actividad o aspecto fundamental.

Los tres factores regentes o leyes se manifiestan a través de las tres principales divisiones del ente humano 

1. El aspecto voluntad, se manifiesta a través de los órganos de la respiración, otra de sus expresiones es la facultad de dormir. En ambos tenemos la repetición o analogía en el microcosmos de la manifestación y pralaya logoicos. 

2. El aspecto amor, se manifiesta a través del corazón, el sistema circulatorio y el sistema nervioso. Por muchas causas es muy importante que se comprenda esto, pues controla predominantemente [e87] el cuerpo etérico y su asimilación de prana o vitalidad. Este prana actúa por medio de la sangre y los nervios, pues la fuerza de la vida utiliza la corriente sanguínea, y la fuerza síquica actúa a través del sistema nervioso. Ambos sectores del organismo humano causan la mayor parte de las dolencias en la actualidad y las causarán en mayor medida en el futuro. La raza aprende por medio del sufrimiento, y sólo la extrema necesidad impulsa al hombre a buscar una solución y alivio. Desde el actual ángulo de las curaciones, el hombre forma también una trinidad menor que es importante:

a.    El cuerpo físico denso, acerca del cual conocen mucho la ciencia y la medicina. [i107] 

b.    El cuerpo etérico, el siguiente campo de esfuerzos, experimentos y descubrimientos. 

c.     El cuerpo astral que, simultáneamente con el etérico, es el siguiente objetivo para el control científico. Aquí actuará la ciencia de la Psicología. 

3.    El aspecto actividad, se manifiesta principalmente a través de los órganos de asimilación y eliminación. Trato aquí de acentuar un punto. Así como nuestro sistema solar está desarrollando el aspecto amor, el segundo aspecto, y así como el ser humano está polarizado en el cuerpo astral, reflejo de ese segundo aspecto, de la misma manera es de suprema importancia el segundo de los tres sectores mencionados del organismo humano, el etérico. Hasta ahora ha trasmitido principalmente energía astral al cuerpo físico, y actualmente está en proceso de cambio.

La tendencia de la ciencia médica debería haber despertado a los hechos concretos del cuerpo físico denso y dedicarse al estudio de la vitalización y la circulación, pues ambas están estrechamente relacionadas. El sistema nervioso está hoy controlado esencialmente desde el cuerpo astral, vía el etérico, y la base de todo trastorno nervioso se halla oculta en el cuerpo emocional, donde la humanidad se halla polarizada en la actualidad. El sistema circulatorio del cuerpo físico está controlado principalmente desde el cuerpo etérico. Cuando se posee un cuerpo etérico que no funciona correctamente ni trasmite suficiente prana y un cuerpo astral o emocional, que no está controlado adecuada y debidamente, tenemos en ambos el origen de la mayoría de las enfermedades y las condiciones nerviosas y mentales que aumentan anualmente. La acción refleja de la circulación inadecuada sobre el cerebro físico (también debido al cuerpo etérico), conduce a la tensión mental y eventualmente al colapso. Por lo antedicho puede verse la importancia del vehículo etérico.

[i108] El primer aspecto, tiene para su expresión y campo de control [e88] los órganos de la respiración y la facultad de dormir; cuando no funcionan debidamente, traen muerte, insanía y algunas de las enfermedades del cerebro.

El tercer aspecto, cuando no funciona adecuadamente, causa dificultades estomacales, trastornos intestinales y diversas enfermedades localizadas abajo y debajo del plexo solar, en el abdomen.

Por lo tanto observarán que la ciencia médica deberá finalmente buscar la solución en la simplificación de los métodos, salir de la complejidad de las drogas y operaciones y retornar a la comprensión del correcto empleo de la energía que afluye del hombre interno, por intermedio del cuerpo etérico, al físico.

Las siguientes sugerencias pueden ser de utilidad:

1.    Por el desarrollo de la buena voluntad, la voluntad de las buenas intenciones y móviles, se logrará la curación de las enfermedades de la tráquea, los pulmones y la garganta, la estabilización de las células cerebrales, la cura de la demencia y las obsesiones y se obtendrá equilibrio y ritmo, lográndose la longevidad, pues la muerte debería ser el reconocimiento, por parte del alma, del trabajo realizado y el merecido pralaya, que sólo tendrá lugar posteriormente en prolongados y separados períodos y será determinado por la voluntad del hombre, quien cesará de respirar cuando haya terminado su trabajo, enviando entonces los átomos de su cuerpo al pralaya. Entonces el físico duerme, termina la manifestación, y el significado oculto de esto aún no ha sido comprendido.

2.    Por la comprensión de las leyes de la vitalidad -esta frase encierra las leyes que rigen al prana, a la radiación y al magnetismo- se obtendrá la curación de las enfermedades de la sangre, de las arterias y las venas, ciertas dolencias nerviosas, la falta de vitalidad, decadencia senil, mala circulación y enfermedades similares. Esto también tendrá como resultado la [i109] prolongación de la vida. Las leyes de la energía eléctrica también serán mejor comprendidas.

3.    Por la comprensión de los métodos correctos de la asimilación y eliminación vendrá la curación de las enfermedades relacionadas con los tejidos corporales, el estómago y el intestino y los órganos genitales masculino y femenino. Algún día se comprenderá que estos últimos constituyen simplemente otro sistema de asimilación y eliminación, centrados esta vez en el aspecto femenino o mujer, pues debe recordarse que éste es el segundo sistema o de amor. El orden es el siguiente:

a.    El primer sistema fue masculino.

b.    El segundo sistema, el actual, es femenino.

c.     El tercer sistema será hermafrodita.

[e89] Por lo tanto, aunque la evolucionante jerarquía humana es masculina o positiva, no constituye una garantía de que todo lo que existe en el actual sistema sea también masculino. La realidad es que la facultad negativa o aspecto femenino predomina, aunque no lo reconozcan ustedes. Permítanme demostrar y dar algunas indicaciones de esta hipótesis, mediante guarismos:

1.    En el primer sistema solar existía una sola evolución predominante y consistió en cien mil millones de mónadas.

2.    En el actual sistema, el segundo, hay dos evoluciones predominantes, la humana y la dévica; existen -como ya dije- sesenta mil millones de mónadas humanas. Agreguen a esto la evolución dévica femenina que consiste en ciento cuarenta mil millones y tendremos los necesarios doscientos mil millones de mónadas. Esto corrobora mi afirmación de que éste es un sistema femenino. [i110]

3.    En el tercer sistema solar el número de mónadas en evolución será de trescientos mil millones, necesarios para lograr la perfección del triple Logos.

Esta exposición ha sido necesariamente concisa, pues todo lo que trato de hacer es indicar las líneas que oportunamente ha de seguir el arte de la curación y dar ciertas sugerencias que señalarán el camino hacia la causa de las enfermedades prevalecientes y así permitir a los inteligentes contrarrestar sus efectos. Esta brevedad y el método de impartir conocimiento, por medio de insinuaciones, es esencialmente ocultista, y será el único modo de encarar este tema relativamente peligroso, hasta el momento en que un entrenamiento técnico y sólido de la medicina, cirugía y neurología, se combine con una comprensión psicológica igualmente sólida, más cierta medida de visión espiritual. Clínico y cirujano ideal sería aquel que también fuera metafísico; a la carencia de esta combinación se le puede atribuir gran parte de las actuales dificultades y confusiones. El curador metafísico de hoy se halla tan absorbido por aquello que no es el cuerpo, que es de menos utilidad que el clínico para la persona enferma o accidentada. El metafísico común, no importa qué título se adjudique, tiene una mente cerrada, acentúa excesivamente las posibilidades divinas, excluyendo las probabilidades materiales o físicas.

La curación totalmente espiritual será divinamente posible con el tiempo, pero no es materialmente posible en determinados momentos, en tiempo y espacio, y con personas que se hallan en etapas muy diferentes en la escala de la evolución. El momento oportuno y un sólido conocimiento de la actuación de la Ley del Karma, más una amplia medida de percepción intuitiva, son esenciales para el elevado arte de la curación espiritual. A ello debe agregarse el [e90] conocimiento de que la naturaleza forma y el cuerpo [i111] físico no constituyen esencialmente la preocupación principal ni tienen la vasta importancia que algunos creen.

Algunos sectarios y curadores generalmente adoptan la posición de que es muy importante liberar al vehículo físico de enfermedades y arrebatarlo de las manos de la muerte. Sin embargo, quizás sea preferible (y frecuentemente lo es) dejar que la enfermedad realice su trabajo y la muerte libere al alma del aprisionamiento. Llega inevitablemente el momento, para todos los seres encarnados, en que el alma demanda liberarse del cuerpo y de la vida de la forma, y la naturaleza tiene sus propios y sabios métodos para hacerlo. Enfermedad y muerte deben ser reconocidas como factores liberadores, cuando se producen como resultado del exacto momento elegido por el alma. Los estudiantes deberán comprender que la forma física es un conglomerado de átomos erigidos en organismos y finalmente en un cuerpo coherente, el cual se mantiene unido por la voluntad del alma. Si lleváramos esa voluntad a su propio plano o (como se dice esotéricamente) “si dejáramos que el ojo del alma mire hacia otra dirección” inevitablemente sobrevendría la enfermedad y la muerte en el actual ciclo. Esto no constituye un error mental o el fracaso en reconocer la divinidad o que se haya sucumbido al mal, en realidad es la resolución de la naturaleza forma, en sus partes componentes y esencia básica. La enfermedad es esencialmente un aspecto de la muerte. Es el proceso por el cual la naturaleza material y forma sustancial se preparan para separarse del alma.

Sin embargo, se debe tener presente que donde hay enfermedades, malestares o dolencias que no están relacionadas con la disolución final, las causas pueden hallarse en muchos factores: en el medio circundante, pues muchas enfermedades son ambientales y epidémicas; en la sintonización del individuo con corrientes tóxicas que emanan del odio mundial o de los complejos psicológicos que ya hemos tratado, y en las enfermedades [i112] (si así puedo denominarlas) indígenas en la materia que la humanidad ha elegido para construir su vehículo físico, aislándolo y separándolo de la sustancia general de la manifestación, creando así un tipo de materia consagrada a la tarea de formar la expresión externa de la realidad interna. Esto constituye por lo tanto un aspecto excepcional y peculiar de la sustancia universal, perfeccionada hasta cierto punto en el último sistema solar, y lógicamente de un orden superior a aquel de la sustancia que vibra creadoramente al llamado de los tres reinos subhumanos de la naturaleza.

[e91] Resumen de las Causas de las Enfermedades

Al considerar esotéricamente las enfermedades debe aceptarse como proposición básica que toda enfermedad es el resultado del mal uso de las fuerzas, en una vida anterior o en la presente. Ello es fundamental. En relación con esto repetiré algunas de mis afirmaciones sobre este tema.

1.    El noventa por ciento de las causas de las enfermedades se hallan en los cuerpos etérico y astral. El empleo erróneo de la energía mental y el deseo mal aplicado, son los factores más importantes; sin embargo, como la mayoría de la humanidad todavía se halla en la etapa de conciencia atlante, sólo el cinco por ciento de las enfermedades prevalecientes se debe a causas mentales. El porcentaje varía con el desarrollo de la raza y su evolución. Por lo tanto la enfermedad es la manifestación de las condiciones subjetivas indeseables -vitales, emocionales y mentales.

2.    Todo lo concerniente a la salud del hombre puede ser encarado desde tres ángulos:

a.     De la vida de la personalidad -sobre ésta estamos aprendiendo mucho. [i113]

b.     De la humanidad en conjunto -lo cual se está empezando a apreciar.

c.      De la vida planetaria -de ésta poco podemos saber.

3.    Toda enfermedad es causada por la falta de armonía entre la forma la vida, entre el alma y la personalidad; esta carencia de armonía existe en todos los reinos de la naturaleza. 

4.    La mayor parte de las enfermedades tienen su origen:

a.   grupal,

b.   como resultado de una infección,

c.    desnutrición, entendida física, subjetiva y esotéricamente. 

5.    Las enfermedades de las masas, del ciudadano común, de los intelectuales y de los discípulos, difieren ampliamente y tienen distintos campos de expresión.

a.    Los tres grupos principales de enfermedades de los dos primeros tipos mencionados son:

La tuberculosis.

Las enfermedades sociales.

El cáncer [e92]

b.    Las dos enfermedades principales de los intelectuales y discípulos Son:

Las dolencias cardíacas.

Las enfermedades nerviosas.

6.    La enfermedad es un hecho en la naturaleza. Cuando esto sea aceptado, los hombre comenzarán a trabajar con la Ley de Liberación, con el recto pensar, que conduce a actitudes y orientación correctas, y con el principio de no resistencia. La gran ansiedad de morir, característica frecuente en la etapa final que precede inmediatamente a la muerte, es la manifestación más inferior de esta no resistencia, la cual psicológicamente rige al estado de coma. [i114] 

7.    La Ley de Causa y Efecto o de karma, rige todas las enfermedades. Abarca el karma individual, grupal, nacional y el humano en su totalidad.

Si nos detuviéramos en este punto y analizáramos lo que he repetido, y si releyeran y reflexionaran sobre las cuatro Leyes y las cuatro Reglas, tendrían la necesaria y fundamental base sobre la cual se podría continuar con los futuros estudios, empezando con las enfermedades incidentales a la vida del discipulado. Algo de esto ya lo he tratado en Tratado sobre los Siete Rayos, T. II. páginas 392-469. Allí el acercamiento se ha encarado mayormente desde el ángulo del místico, mientras que aquí voy a ocuparme de los problemas del discípulo aceptado.

4. ENFERMEDADES ORIGINADAS EN LA VIDA DEL DISCIPULADO

Anteriormente expresé que las enfermedades tienen su origen en las cuatro causas siguientes:

1.    En la obstaculización de la libre vida del alma. 

2.    En tres influencias o fuentes de contaminación: 

a.    Antiguos errores, los denominados pecados y los equívocos del individuo, cometidos en esta vida o en una encarnación anterior.

b.    Taras humanas y predisposiciones, heredadas en común con el resto de la humanidad.

c.     Mal planetario, incidental al punto alcanzado por el Logos planetario y condicionado por el karma planetario.

3.    Están condicionadas, por las fuerzas que emanan desde el plano en que la conciencia del hombre está principalmente enfocada. [i115]

4.    En los cinco tipos principales de enfermedades,con sus [e93] efectos afines y subsidiarios, que pueden producir y producen resultados en lo que concierne al discípulo, de los cuales no se halla inmune hasta después de la tercera iniciación.

A. Enfermedades de los místicos.

El discípulo raras veces es tuberculoso (excepto cuando está kármicamente condicionado), ni está predispuesto a sucumbir a las enfermedades sociales, excepto en lo que puedan afectarlo físicamente a través de su sacrificada vida de servicio. El contagio puede afectarle, pero no seriamente. Puede ser víctima del cáncer, pero está más propenso a sucumbir a las dolencias cardíacas y a las perturbaciones nerviosas de cualquier tipo. El verdadero místico sucumbe más a las situaciones estrictamente psicológicas vinculadas a la personalidad integrada, siendo por lo tanto incidentales a su mayor enfoque en el plano astral. El discípulo está predispuesto a trastornos mentales y a esas dolencias relacionadas con la energía, debidas a la fusión -total o en proceso- del alma y la personalidad.

La primera causa mencionada en este tratado fue resumida en la afirmación de que la enfermedad es el resultado de la obstaculización de la libre afluencia de la vida y de la energía del alma, producida en el místico cuando sucumbe a sus propias formas mentales, creadas constantemente en respuesta a su acrecentada aspiración, las cuales se convierten en barreras entre él y la libre vida del alma e impiden su contacto y la resultante afluencia de la energía del alma.

En cambio la situación del discípulo es totalmente opuesta y cae víctima (antes de la tercera iniciación) de la terrible afluencia de la energía del alma -la energía del segundo aspecto- que le llega desde: [i116]

a.    Su propia alma, centro de energía en el cual tiene lugar rápidamente la fusión. 

b.    Su grupo o el Ashrama al cual, como discípulo aceptado, está afiliado.

c.     Su Maestro, con el cual tiene relación espiritual y a cuya influencia vibratoria es siempre susceptible.

d.    La Jerarquía, cuya energía puede llegarle por medio de los tres factores mencionados.

Estas corrientes de energía tienen un efecto definido sobre los centros del discípulo, de acuerdo a su rayo y polarización específica, en esta encarnación. A medida que cada centro se relaciona con cualquiera de las glándulas, y éstas a su vez condicionan la corriente sanguínea y producen un efecto específico sobre la [e94] estructura orgánica, dentro del alcance de su influencia vibratoria (por ejemplo, el estómago, cerca del plexo solar, y el corazón, cerca del centro cardíaco, etc.), se observará que las enfermedades principales que sufre el discípulo (que son excepcionales y limitadas principalmente a la humanidad avanzada) pueden ser ocasionadas por la sobrestimulación o afluencia de energía a un centro determinado, produciendo excesiva perturbación en esa zona.

El místico no se halla tan predispuesto a estas condiciones, a no ser que rápidamente se convierta en un místico práctico u ocultista. Este ciclo es de transición entre la actividad mística y esa posición más definida asumida por el ocultista. No trataré por lo tanto las enfermedades que heredan los místicos, sólo indicaré un hecho interesante: El místico es siempre consciente de la dualidad. Es el buscador en demanda de la luz, del alma, del ser amado, de ese algo superior que presiente que existe y que puede ser hallado. Se esfuerza por reconocer lo divino y ser reconocido por ello; persigue la [i117] visión, es un discípulo de Cristo, y esto condiciona su pensamiento y su aspiración. Es un devoto y aquel que ajna lo aparentemente inalcanzable -el otro Yo.

Sólo cuando llega a ser ocultista, el místico aprende que todas las veces el imán que lo atrajo y el dualismo que coloreó su vida y pensamiento y constituyó el móvil de todo lo que quiso realizar, fue su verdadero Yo, la Realidad Una. Entonces reconoce que esta asimilación en la Realidad Una y su identificación con ella, permite a la dualidad trasmutarse en la unidad y al sentido de búsqueda trasformarse en esfuerzo para llegar a ser lo que él esencialmente es -un Hijo de Dios, uno con todos los Hijos de Dios. Al lograrlo, halla que el mismo es uno con el UNO en Quien vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser.

Señalaré que la expresión más inferior de la condición mística, con la cual nos vamos familiarizando cada vez más, es la que se denomina “doble personalidad”; cuando existe esta condición, el yo personal inferior se expresa a través de una condición básica de dualidad, y dos personas se expresan a sí mismas, aparentemente, en vez de la personalidad integrada con el alma. Esto necesariamente crea una peligrosa condición psicológica que exige un entrenado manejo científico, algo que no poseernos en la actualidad, pues muy pocos sicólogos y siquiatras entrenados reconocen la realidad de la existencia del alma. Menciono esto porque hoy es de valor, y lo será acrecentadamente en años posteriores, cuando sea necesario trazar y conocer esas analogías en las grandes zonas inexploradas de percepción existentes en la conciencia humana. La doble personalidad y el místico son dos aspectos de un todo -el aspecto correcto, de acuerdo a un desenvolvimiento espiritual [e95] elevado, y ese aspecto que es reflejo y distorsión de la etapa de desarrollo que precede a la del ocultista entrenado. En la actualidad muchas condiciones prevalecientes en la humanidad [i118] pueden ser sometidas al mismo razonamiento, y uno de los métodos de curación que se desarrollará más adelante, es el descubrimiento de las analogías superiores correspondientes a las dificultades y enfermedades inferiores, y el reconocimiento de que ellas sólo son distorsiones de una gran realidad. Esto conduce a trasferir la atención de quien está bajo el cuidado del curador, a ese reconocido aspecto superior.

La Ciencia de Integración está involucrada en esta cuestión y si se la comprende correctamente, abrirá un campo psicológico totalmente nuevo, de acercamiento a las enfermedades, ya sean fisiológicas o nerviosas. Los sicólogos y educadores espiritualmente orientados ya han hecho un comienzo sobre estas líneas. El sistema de ayudar a las personas psicológicamente, se hace definidamente sobre estas nuevas líneas, pudiendo describirse de la manera siguiente: el sicólogo común emplea el método (cuando se trata de casos nerviosos, de quienes están al borde de la insania y de personas neuróticas) de descubrir los complejos arraigados profundamente, cicatrices, antiguos shocks o temores que están detrás de la experiencia presente y que han hecho del hombre lo que es hoy. Estos factores condicionantes pueden por lo general ser atribuidos al subconsciente, por el proceso de desenterrar el pasado, teniendo en cuenta el medio ambiente actual y la herencia, y estudiando los efectos de la educación -académica o basada en la vida misma. Entonces el factor que ha sido el mayor obstáculo y convirtió al hombre en un problema psicológico, es llevado (con su ayuda, si fuera posible) a la superficie de su conciencia, quedando inteligentemente explicado y relacionado con las condiciones existentes, llegando, en consecuencia, a una comprensión de su personalidad, sus problemas y su inminente oportunidad.

La técnica espiritual, sin embargo, es totalmente diferente. El problema de la personalidad y el proceso de urgar en [i119] el subconsciente son pasados por alto, porque a las condiciones indeseables se las considera como resultado de la falta de contacto y control por el alma. Al paciente (si puedo denominarlo así) se le enseña a apartar sus ojos y consecuentemente su atención de sí mismo, de sus sentimientos, complejos, ideas fijas y pensamientos indeseables, y a enfocarlos en el alma, la divina realidad dentro de la forma, y en la conciencia crística. Esto bien podría denominarse el proceso de sustituir científicamente aquello que hasta ahora acaparaba la atención por un nuevo interés dinámico; pone en actividad funcionante un factor colaborador cuya energía arremete a través de la vida inferior de la personalidad y arrastra todas [e96] las erróneas tendencias psicológicas, complejos indeseables, conducentes a erróneos acercamientos a la vida. Esto eventualmente regenera la vida mental o de pensamiento, de manera que el hombre llega a ser condicionado por el recto pensar, bajo el impulso o la iluminación del alma. Esto produce “el poder dinámico expulsor de un nuevo afecto”. Las antiguas ideas fijas, depresiones y miserias, los viejos deseos obstaculizantes, todo desaparece y el hombre queda libre como alma y amo de sus procesos vitales.

He dilucidado extensamente estas dos condiciones, pues es esencial comprender otra ley, respecto a la curación, antes de seguir adelante. Los comentarios acerca de la doble personalidad, los problemas del místico y el nuevo método de encarar la enfermedad (desde el ángulo del alma y el reino de las causas, en vez del ángulo de la personalidad y el reino de los efectos) podrán aclarar esta ley en sus mentes e indicar por lo menos su valiosa y razonable aplicación a las necesidades humanas.

LEY IV

La enfermedad, tanto física como psicológica, tiene sus raíces en lo bueno, lo bello y lo verdadero y sólo es un reflejo [i120] distorsionado de las posibilidades divinas. El alma frustrada, cuando trata de expresar plenamente alguna característica divina o realidad espiritual interna, produce dentro de la sustancia de sus envolturas un punto de fricción. Sobre este punto están enfocados los ojos de la personalidad, lo cual conduce a la enfermedad. El arte del curador consiste en elevar hacia el alma -el verdadero curador dentro de la forma- los ojos que están enfocados hacia abajo. Entonces el tercer ojo, u ojo espiritual, dirige la fuerza curadora, y todo está bien.

B. Enfermedades de los Discípulos

Dividiré en dos partes lo que voy a decir acerca de las enfermedades de los discípulos: los problemas específicos de los discípulos y las dificultades incidentales al contacto con el alma.

Es necesario recordar que todo discípulo es susceptible de contraer los tipos principales de enfermedades, pues al tratar de ser uno con toda la humanidad, ello incluye por lo tanto todos los males hereditarios de la carne. Sin embargo, no pueden sucumbir a las flaquezas del hombre común y deben recordar que las enfermedades cardíacas y nerviosas constituyen su mayor problema. En conexión con esto los discípulos podrían dividirse en dos grupos principales: Los que viven arriba del diafragma y por lo tanta están predispuestos a las enfermedades del corazón, a las dificultades de la tiroides y de la garganta, y aquellos que están en proceso de transferir las energías de los centros situados abajo del  [e97] diafragma a los de arriba del diafragma. La mayoría de ellos está transfiriendo las energías del plexo solar al corazón, y la agonía del mundo está acelerando profundamente el proceso. Dificultades estomacales, hepáticas y respiratorias van a la par de tales trasferencias.

1. Los Problemas Específicos de los Discípulos.

Estos problemas específicos son, como bien saben, peculiares de quienes han elevado su conciencia a la vida del alma, fuera de la vida de la personalidad. [i121] Están relacionados principalmente con la energía, su afluencia, su asimilación o no asimilación, y su empleo correctamente dirigido. Las otras enfermedades que constituyen la herencia de la carne en esta época de la evolución humana (pues debe recordarse que las enfermedades varían de acuerdo a la etapa de evolución y que su aparición es cíclica), y a las cuales los discípulos pueden sucumbir y sucumben, no se considerarán aquí; basta decir que las tres principales enfermedades de la humanidad, a las cuales me he referido, cobran su tributo a los discípulos, particularmente para lograr que el alma se libere de su vehículo. Sin embargo, son controladas en tales casos -aunque no lo parezca- desde los niveles del alma, y el desenlace está planeado como resultado de la decisión del alma y no por los estragos de la enfermedad. La razón de que estas tres principales enfermedades, originarias de la vida planetaria en la cual vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser, ejercen este poder sobre los discípulos, consiste en que ellos mismos son parte integrante de la vida planetaria, y en las primeras etapas del reconocimiento de esta unidad están propensos a ser fácil presa de ellas. Este es un hecho poco conocido o comprendido, pero explica por qué los discípulos y personas avanzadas son susceptibles a dichas enfermedades.

Dividiremos estos problemas en cuatro categorías:

1.    Los que están relacionados con la sangre o el aspecto vida, porque “la sangre es la vida”. Esto produce un efecto especifico sobre el corazón, por lo general sólo de naturaleza funcional. Las enfermedades orgánicas del corazón se deben a causas más profundamente arraigadas.

2.    Los que son un efecto directo de la energía, actuando sobre el sistema nervioso y a través de éste, por intermedio del cerebro rector.

3.    Los que están relacionados con el sistema respiratorio y tienen un origen oculto.

4.    Los que se deben específicamente a la receptividad o no receptividad, al funcionamiento o no funcionamiento, [i122] y a la influencia que ejerce el centro.  Lógicamente éstas caen en siete grupos, que afectan siete zonas principales del cuerpo. En lo que respecta al [e98] discípulo común, antes de que exista total control por el alma y dirección monádica, el principal agente rector, vía el cerebro, es el nervio vago, a lo largo del cual las energías (penetrando por intermedio del centro coronario) son distribuidas al resto del cuerpo. En Oriente ha sido creada, por una poderosa escuela esotérica, una ciencia definida de los centros y su relación con el kundalini. Contiene muchas verdades y también muchos errores.

He establecido diferencia entre problemas, reacciones físicas y enfermedades, porque la afluencia, distribución y dirección de la energía no producen necesariamente enfermedad. Sin embargo, durante el noviciado que precede a todas las iniciaciones, se producen siempre dificultades y problemas de todo tipo, ya sea en la conciencia del discípulo o en relación con quienes están a su alrededor. De ahí que sea afectado su medio ambiente y en consecuencia su propia acción recíproca.

Debería recordarse, en conexión con esto, que todos los discípulos son centros de energía en el cuerpo de la humanidad y están en proceso de convertirse en puntos de energía enfocada y dirigida. Su función y actividad, siempre e inevitablemente, producen efectos, resultados, despertamientos, desintegraciones y reorientaciones, en la vida de aquellos que los rodean. En las primeras etapas producen esto inconscientemente, por eso los resultados, sobre aquellos con quienes hacen contacto con frecuencia, no son deseables, ni la energía está dirigida, desviada o retenida inteligentemente. Una intención inteligente debe existir detrás de toda sabia dirección de la energía. Más adelante, cuando estén aprendiendo conscientemente a ser y estén convirtiéndose en centros radiantes de energía curadora, conscientemente dirigida, esta energía animadora será transmitida y luego empleada constructivamente en líneas psicológicas y físicas. Sin embargo, en cualquier caso, el discípulo [i123] ejerce una eficaz influencia y nunca puede pasar “inadvertido en su lugar ni dejar de hacer impacto sobre otras almas”, como se dice esotéricamente. Su influencia, emanación y potente energía, inevitablemente le acarrean problemas y dificultades, basadas en las relaciones humanas que ha establecido kármicamente y en las reacciones de aquellos con quienes hace contacto, ya sea para bien o para mal.

Esencialmente, la influencia de un discípulo de la gran Logia Blanca es fundamentalmente buena y espiritualmente condicionante; superficialmente y en sus efectos externos -en particular en lo que concierne al discípulo- aparecen situaciones difíciles, aparentes separaciones, y emergen los defectos lo mismo que las virtudes de quienes han sido afectados, persistiendo a menudo durante muchas vidas, hasta que la persona, así influenciada, llega a [e99] “reconciliarse ocultamente con la energía emanante.” Reflexionen sobre esto. El reajuste deben hacerlo quienes han sido influenciados y no el discípulo.

Consideraremos ahora los cuatro problemas desde el ángulo psicológico y no desde el físico.

a.    Los problemas que surgen debido al despertar del centro cardiaco del discípulo son quizás los más comunes y con frecuencia los más difíciles de manejar; están basados en las relaciones vivientes y la interacción de la energía del amor con las fuerzas del deseo. En las primeras etapas, ésta afluyente fuerza-amor establece contactos con la personalidad, que oscilan entre las etapas de máxima devoción y extremo odio, por parte de la persona que ha sido afectada por la energía del discípulo. Esto produce un constante disturbio en la vida del discípulo, hasta llegar a adaptarse a los efectos de la distribución de su energía y también a las frecuentes rupturas de relaciones y reconciliaciones. Cuando el discípulo ha adquirido suficiente importancia como para llegar a ser el centro organizador de un grupo o estar en posición de comenzar a formar esotéricamente su propio ashrama (antes de recibir alguna de las iniciaciones mayores), [i124] entonces la dificultad puede ser muy real y perturbadora. Sin embargo muy poco puede hacer el discípulo, excepto tratar de regular la saliente energía del amor. El problema continúa fundamentalmente para aquel que ha sido afectado; los reajustes deben ser hechos por los demás, como he dicho anteriormente, y el discípulo debe estar preparado para colaborar al primer indicio de una buena voluntad en reconocer la relación y la intención de colaborar en el servicio grupal. Este punto deben considerarlo ambas partes, el discípulo y la persona que reacciona a su influencia. El discípulo está preparado; el sujeto que responde, generalmente se retira o se acerca, de acuerdo al anhelo de su alma o de su personalidad, probablemente ocurra esto último en las primeras etapas. Sin embargo, oportunamente el sujeto presta su plena comprensión colaboradora con el discípulo, finalizando la difícil experiencia de la enfermedad.

No me es posible dar detalles explícitos al considerar estos problemas relacionados con el corazón y la energía vital del discípulo, los cuales están condicionados por su rayo, la iniciación para la cual se está preparando, y la calidad, etapa evolutiva y rayo de quienes han sido afectados.

Existen también dificultades y problemas de naturaleza más sutil, que surgen de la misma causa, pero no localizadas en ciertas relaciones humanas definidas. Un discípulo sirve, escribe y habla; sus palabras e influencias compenetran la masa de hombres, despertando en ellos alguna actividad a menudo buena y espiritual, [e100] a veces mala, antagónica y peligrosa. En consecuencia, no sólo tiene que ocuparse de sus propias reacciones al trabajo que está realizando, sino, en un sentido general y específico, de las masas a las que comienza a afectar. Esto no es algo fácil de realizar, particularmente para un trabajador inexperto en el Plan. Fluctúa entre el plano mental, donde normalmente [i125] intenta actuar, y el plano astral, donde las masas se hallan enfocadas, y esto lo lleva al reino del espejismo y al consiguiente peligro. Su conciencia se dirige a quienes trata de ayudar, a veces como alma (entonces a menudo sobrestimula a quienes lo escuchan) y otras como personalidad (entonces nutre y aumenta las reacciones de la personalidad de la masa).

A medida que el tiempo pasa, aprende -mediante las dificultades que trae el necesario acercamiento cordial- a mantenerse firme en el centro, emitiendo la nota, dando su mensaje, distribuyendo energía de amor e influyendo sobre quienes lo rodean, pero él permanece impersonal, sólo como agente rector y alma comprensiva. Esta impersonalidad (que puede ser definida como una abstracción de la energía de la personalidad) acarrea sus propios problemas, como bien saben los discípulos; sin embargo, nada pueden hacer sino esperar que el tiempo conduzca a los otros hacia una clara comprensión del significado y sentido esotérico de las rectas relaciones humanas. El problema de quienes trabajan con individuos y grupos está básicamente relacionado con la energía del corazón y con la fuerza vivificadora de su vida personificada. En conexión con este problema y su reacción sobre el discípulo, pueden ocurrir ciertas dificultades físicas, y de éstas me ocuparé en breve.

Debo puntualizar que también pueden aparecer las dificultades del ritmo y los problemas vinculados con la vida cíclica del discípulo. El corazón y la sangre están esotéricamente relacionados y simbólicamente definen la vida palpitante del alma que se manifiesta en el plano físico, en la exteriorización y abstracción de la vida dual del discípulo; cada fase presenta su propio problema. Una vez que el discípulo ha dominado el ritmo de su vida externa e interna y ha organizado sus reacciones de manera que puede extraer de ellas el máximo significado, sin ser condicionado por ellos, entonces [i126] entra en la vida relativamente sencilla del iniciado. ¿Les asombra esta frase? Debe recordarse que el iniciado se ha liberado, después de la segunda iniciación, de las complejidades del control emocional y astral. El espejismo ya no puede dominarlo. Puede permanecer firme a pesar de todo lo que haga y sienta. Se da cuenta que la condición cíclica está relacionada con los pares de opuestos y es parte de la manifestación de la vida de la existencia misma. Durante el tiempo que aprende esto pasa a [e101] través de grandes dificultades. Como alma, se somete a una vida de exteriorización, influencia magnética y extroversión. Inmediatamente después de esto puede llevar una vida de abstracción, sin ningún interés aparente por sus relaciones y medio ambiente, y expresarse en forma intensamente introspectiva e introvertida. Quizás luche penosamente entre estos extremos -a veces durante muchas vidas, hasta que aprende a fusionar y mezclar ambas expresiones. Llega a comprender con claridad la vida dual del discípulo aceptado, en sus diversos grados y etapas, y sabe lo que hace. Constante y sistemáticamente desempeñan una parte útil la exteriorización y abstracción, el prestar servicio al mundo y el vivir la vida reflexiva.

Mientras va dominando este proceso surgen muchas dificultades psicológicas que conducen a separaciones psicológicas, profundamente arraigadas o superficiales. El objetivo de todo desarrollo es integración -integración como personalidad, integración con el alma, integración en la Jerarquía, integración con el Todo, hasta lograr la completa unidad e identificación. A fin de dominar esta ciencia de integración cuya meta básica es la identificación con la Realidad Una, el discípulo progresa de una unificación a otra, cometiendo errores, llegando con frecuencia a un completo desaliento, identificándose con lo indeseable, hasta que como personalidad-alma repudia las anteriores relaciones, y debe pagar [i127] continuamente el fervor mal aplicado, la aspiración distorsionada, el efecto abrumador del espejismo y las numerosas condiciones psicológicas y desarreglos físicos que deben surgir mientras se subsanan las separaciones, se logra la correcta identificación y se establece la debida orientación.

Durante este proceso básico, necesario e ineludible, se lleva a cabo un definido trabajo en el cuerpo etérico. El discípulo aprende a elevar las energías, extraídas de los centros inferiores, al plexo solar y de allí al centro cardíaco, reenfocando así las energías arriba del diafragma, en vez de hacerlo abajo del diafragma. Esto conduce frecuentemente a grandes complicaciones, porque -desde el ángulo de la personalidad- el centro plexo solar es el más poderoso, siendo el lugar donde se distribuyen las fuerzas de la personalidad. Este proceso de descentralización y “elevación” de la conciencia inferior a la superior, trae las principales dificultades a las que está sujeto el discípulo. Este proceso también se está llevando a cabo hoy en todo el mundo, causando la espantosa dislocación de los asuntos humanos, culturas y civilizaciones. Todo el enfoque de la conciencia humana está cambiando; la vida egoísta (característica del hombre centralizado en sus deseos y consecuentemente en el centro plexo solar) cede su lugar a la vida descentralizada del hombre altruista (centrado en su yo alma), [e102] consciente de sus relaciones y responsabilidades con el Todo y no con la parte. Esta sublimación de la vida inferior en la superior es uno de los momentos más importantes para el individuo y la raza. Una vez que el discípulo individual y también la humanidad, que simboliza al discípulo del mundo, hayan dominado el proceso de trasferencia, veremos establecido el nuevo orden del servicio individual mundial y, por lo tanto, la llegada del tan esperado nuevo orden.

[i128] La circulación de la corriente sanguínea es el símbolo de estos procesos, y la clave del establecimiento del orden mundial se halla oculta en dicha simbología -la libre circulación de todo lo necesario para cada parte de la gran estructura de la humanidad. La sangre es la vida, y el libre intercambio, la libre participación, la libre circulación de todo lo que se requiere para un correcto vivir humano, caracterizará al mundo futuro. Estas condiciones no existen, el cuerpo de la humanidad está enfermo y su vida interna desorganizada. En vez de la libre circulación del aspecto vida en todas partes, ha existido separación, congestión, estancamiento y canales obstruidos. Ha sido necesaria la terrible crisis actual para que la humanidad perciba su condición enfermiza, la enorme extensión del mal y descubra que las enfermedades de la “sangre de la humanidad” (simbólicamente entendida) son tan graves que se requieren las más drásticas medidas -dolor, agonía, desesperación y terror- para lograr su curación.

Los curadores deberán recordar esto, y tener presente que los discípulos, los hombres buenos y los aspirantes, comparten esta enfermedad universal de la humanidad, la cual deberá cobrar tributo, psicológica o fisiológicamente, o ambos. El malestar es de origen muy antiguo y de arraigados hábitos, e inevitablemente afecta al vehículo físico del alma. Estar exento de los efectos de las enfermedades humanas no indica superioridad espiritual. Simplemente podría indicar lo que uno de los Maestros denominó como “las profundidades del egoísmo y la autosatisfacción espirituales”. El iniciado de tercer grado puede considerar que está exento, pero sólo se debe a que está completamente liberado del espejismo y ningún aspecto de la vida de la personalidad tiene poder sobre él. Todos los tipos de rayos que rigen al individuo están sujetos similarmente a estos problemas particulares. Sin embargo, los que pertenecen al séptimo rayo son más susceptibles a los problemas, dificultades y enfermedades incidentales de la corriente sanguínea, que ningún otro tipo. La razón es que este rayo tiene [i129] que ver con la expresión y manifestación de la vida en el plano físico y con la organización de la relación entre espíritu y materia en la forma. Por lo tanto concierne hoy, mientras se trata de crear el nuevo orden, a la libre circulación y la consiguiente y destinada [e103] liberación de la humanidad de las enfermedades y problemas del pasado. Es interesante recordar esto y sería útil para los estudiantes, en esta época -si desean colaborar inteligentemente con los acontecimientos del día- reunir y estudiar todo lo que he escrito acerca del séptimo Rayo de Orden Ceremonial y Magia.

b.    Las enfermedades del sistema nervioso producidas por la afluencia de energía a todas las partes del cuerpo, ya sea dirigida por la personalidad, algún aspecto del yo inferior personal, o por el alma, vía el cerebro, son muchas, y se agudizan a medida que el discípulo se acerca a la iniciación o se convierte en un iniciado. Al margen de los males psicológicos que esto produce, existen otras numerosas condiciones, debidas a esta afluencia de fuerza. El discípulo, por ejemplo, llega a estar excesivamente estimulado y por consiguiente superactivo; sufre un desequilibrio y con esto no me refiero al desequilibrio mental (aunque puede ocurrir) sino al superdesarrollo e hiperexpresión de alguna parte de su naturaleza. Puede llegar a estar exageradamente superorganizado por medio de algún centro hiperactivo, o suborganizado e inactivo. Por lo tanto está sujeto al desequilibrio del sistema glandular, con todas las dificultades derivadas. La sobrestimulación o el subdesarrollo, en lo que concierne a los centros, generalmente afecta a las glándulas, y éstas a su vez producen las dificultades del carácter, que lógicamente también traen problemas ambientales, así como impedimentos de la personalidad.

Esto llega a convertirse en un círculo vicioso y todo se debe a la errónea dirección de la fuerza y su afluencia, desde uno de los [i130] vehículos de la personalidad a su correspondiente centro (por ejemplo, la fuerza astral y su relación con el plexo solar), apareciendo los problemas que conciernen a la salud, el carácter y a la influencia que ejerce. La actividad excesivamente radiante de algún centro llama la atención y el discípulo es víctima de su propia obra. Me ocuparé de éstas más extensamente cuando considere las enfermedades que surgen de estas cuatro categorías.

Dichas dificultades son de tipo general, pero afectan principalmente a los discípulos de segundo y sexto rayos. A los primeros, porque el segundo rayo es el rayo constructor y por lo tanto concierne predominante a la manifestación externa y a la utilización de todos los centros, y a los otros, porque es primordialmente el rayo de tensión -tensión que puede convertirse en el más maligno fanatismo o en la más altruista devoción. Es innecesario decir que todos los rayos presentan los mismos problemas, pero el segundo rayo tiene que ver mayormente con la actividad del alma a través de todos los centros (ubicados arriba y abajo del diafragma), teniendo el cardíaco como principal centro de [e104] atención. El sexto rayo tiene una estrecha relación con el centro plexo solar como lugar de distribución y de reorientación de la tuerza vital en la personalidad. Continuamente recuerden esto.

c.     Los problemas vinculados con el sistema respiratorio están relacionados con el corazón y por lo tanto con el establecimiento del ritmo y contacto correctos con el medio ambiente. Inhalar el aliento de la vida y compartir el aire con los demás seres humanos, significa un centro individual de vida y la participación también en la vida general de todos. A estos problemas de la existencia individual o separada y de su opuesto, está íntimamente relacionada la Palabra Sagrada u el OM. Podría expresarse [i131] con las palabras de un manual ocultista sobre oraciones, dado a los discípulos avanzados:

“Quien vive regido por el sonido AUM se conoce a sí mismo.

Quien vive entonando el OM conoce a su hermano. Quien conoce el SONIDO, conoce todo”.

Luego, en el lenguaje críptico y simbólico del iniciado, el manual continúa:

“El aliento de vida se convierte en la causa de la muerte para quien vive dentro de un cascarón. Existe, pero no es; el aliento entonces se retira y asciende en espiral hacia el todo”.

“Quien exhala el OM no sólo se conoce a sí mismo. Sabe que el aliento es prana, vida y fluido vinculador. Los males de la vida son suyos, porque constituyen el sino del hombre -no generado en un cascarón porque el cascarón no existe.”

“Quien es el SONIDO y lo emite, no conoce enfermedad ni tampoco la mano de la muerte”.

En estas pocas palabras se resume todo el problema que corresponde al tercer grupo de problemas y enfermedades, los cuales están relacionados con la circulación de la energía del alma, la energía del amor, y nada tienen que ver con la circulación de la esencia de la vida. Estas dos energías básicas, a medida que actúan sobre las fuerzas de la personalidad, acarrean la totalidad de los problemas heredados por la humanidad. Producidos por la falta de amor, de vida, y por no emitir ni trasmitir correctamente la nota del alma y del rayo. El secreto para la construcción de un canal puro (empleando una fraseología mística, pero no ocultista) está considerado en el primer grupo de problemas, y el establecimiento de correctas relaciones por la correcta enunciación de la nota atractiva del alma, está considerado en los dos últimos grupos.

[i132] Este tercer grupo de dificultades, problemas y enfermedades, corresponde lógicamente a esas personas que pertenecen a todos los rayos, pero las de primer rayo tienen una marcada [e105] predisposición a estas perturbaciones específicas. Al mismo tiempo, cuando emplean correctamente sus poderes latentes, pueden superar, por el correcto empleo del OM y finalmente del SONIDO, los problemas incidentales y las dificultades, mucho más fácilmente que las de otros rayos. Aquí se refiere a la Palabra Perdida de la Masonería y al SONIDO del Nombre Inefable.

Los sonidos AUM y OM y el SONIDO mismo, están relacionados con la vibración y sus diferentes y variados efectos. El secreto de la Ley de Vibración se está revelando progresivamente a medida que las personas aprenden a emitir la PALABRA en sus tres aspectos. Los estudiantes harían bien en reflexionar sobre la diferencia que existe entre el aliento y el sonido, entre el proceso de la respiración y el proceso de creación de la actividad vibratoria. Están relacionados, pero son diferentes. Uno se relaciona con el Tiempo, el otro con el espacio, y (como lo expone El Antiguo Comentario) “el sonido, sonido final aunque iniciador, concierne a aquello que no es ni Tiempo ni Espacio; está más allá del Todo manifestado, Fuente de todo lo que es y sin embargo es nada” (o ninguna cosa. A.A.B.)

Por esta razón los discípulos que pertenecen al cuarto rayo pueden comúnmente progresar mediante el poder de la intuición y la comprensión del OM. Este rayo de armonía a través del conflicto (el conflicto de los pares de opuestos), necesariamente está relacionado con la introducción de esa actividad vibratoria que llevará a la unidad, a la armonía y rectas relaciones y a la liberación de la intuición.

d.    Los problemas incidentales a la actividad o inactividad de los centros son quizás los más importantes desde el punto de vista de la enfermedad, porque los centros rigen el sistema [i133] glandular, y las glándulas tienen una relación directa con la corriente sanguínea, condicionando también las principales y más importantes zonas del cuerpo humano; tienen un efecto fisiológico y psicológico sobre la personalidad y sus contactos y relaciones internas y externas. La reacción es principalmente física pero los efectos son mayormente psicológicos, por lo tanto me extenderé sobre este cuarto grupo principalmente, trataré las enfermedades de los discípulos y daré algunas instrucciones definidas sobre los centros, lo cual indicará más claramente que en ninguna otra parte, las causas de muchos males humanos y dificultades físicas.

Antes de proseguir con el próximo punto, procuren captar más plenamente las Leyes y Reglas de la Curación, dadas y repetidas aquí para facilitar sus esfuerzos. [e106] 

LEY I

Toda enfermedad es el resultado de la inhibición de la vida del alma. Esto es verdad para todas las formas de todos los reinos. El arte del curador consiste en liberar al alma, a fin de que su vida pueda fluir a través del conglomerado de organismos, que constituye una forma determinada.

LEY II

La enfermedad es el producto de tres influencias y está sujeta a ellas. Primero, el pasado del hombre, en que paga el precio de antiguos errores; segundo, su herencia donde comparte con todo el género humano esas contaminadas corrientes de energía de origen grupal; tercero, su participación, con todas las formas naturales, de aquello que el Señor de la Vida impone a Su cuerpo. Estas tres influencias son denominadas “La Antigua Ley de Participación del Mal”. Algún día ésta debe ceder su lugar a la nueva “Ley del Antiguo y Predominante Bien”, que reside detrás de todo lo que Dios ha creado. Esta ley debe ser puesta en vigencia por la voluntad espiritual del hombre. 

LEY III

Las enfermedades son efecto de la centralización básica de la energía vital del hombre. Del plano en que dichas energías [i134] están enfocadas, provienen esas condiciones determinantes que producen mala salud. En consecuencia se manifiestan como enfermedad o como buena salud. 

LEY IV

La enfermedad, tanto física como psicológica, tiene sus raíces en lo bueno, lo bello y lo verdadero, y sólo es un reflejo distorsionado de las posibilidades divinas. EL alma frustrada, cuando trata de expresar plenamente alguna característica divina o realidad espiritual interna, produce -dentro de la sustancia de sus envolturas -un punto de fricción. Sobre este punto están enfocados los ojos de la personalidad, lo cual conduce a la enfermedad. El arte del curador consiste en elevar hacia el alma -el verdadero Curador, dentro de la forma- los ojos que están enfocados hacia abajo. Entonces, el tercer ojo u ojo espiritual, dirige la fuerza curadora, y todo está bien. 

REGLA UNO

El curador debe tratar de vincular su alma, corazón, cerebro y manos. Así puede derramar la fuerza vital curadora sobre el paciente. Esto es trabajo magnético. Puede curar la enfermedad o acrecentar su estado maligno, de acuerdo al conocimiento del curador.

 El curador debe tratar de vincular su alma, cerebro, corazón y emanación áurica. Así su presencia puede nutrir la vida del alma del paciente. Esto es trabajo de irradiación. Las manos no son necesarias. El alma despliega su poder. El alma del paciente, a través de la respuesta de su aura, responde a la irradiación del aura del curador, inundada por la energía del alma. [e107] 

REGLA DOS

El curador debe adquirir pureza magnética a través de la pureza de vida. Debe lograr esa dispersiva irradiación, que se manifiesta en todo hombre que ha vinculado los centros de la cabeza. Cuando se ha establecido tal campo magnético, entonces surge la irradiación. 

REGLA TRES

El curador debe entrenarse a fin de conocer el nivel interno de los pensamientos y deseos de quien busca su ayuda. Así [i135] podrá conocer la fuente de donde proviene la dolencia. Debe relacionar la causa y el efecto, y conocer el punto exacto por el cual debe llegar el alivio. 

REGLA CUATRO

El curador y el grupo de curación deben mantener sujeta la voluntad, pues no deben emplear la voluntad, sino el amor. 

2. Dificultades Incidentales al Contacto con el Alma.

Hoy comenzaremos a estudiar las dificultades, enfermedades y perturbaciones psicológicas (neurológicas y mentales) de los aspirantes y discípulos del mundo. Las estudiaremos definidamente desde el ángulo de los siete centros, y también consideraremos los resultados de las fuerzas y energías (empleo estas palabras características, premeditadamente) que afluyen a través de ellos. Gran parte de lo que diré lo pondrá en duda la medicina ortodoxa, aunque ella paulatinamente va hacia el punto de vista ocultista. No trataré de relacionar la actitud esotérica de la curación, sus proposiciones y métodos, con las modernas escuelas terapéuticas. Ambas se están acercando gradualmente. El lector lego, para quien están destinadas estas enseñanzas, comprenderá con más claridad mi tesis si la mantengo relativamente libre de los términos técnicos y de las actitudes académicas de las ciencias médicas. Sólo servirían para confundir. Mi intención es dar un cuadro general de las causas subyacentes en los males físicos externos. Quiero presentar ciertos aspectos de la terapia esotérica, para lo cual el género humano está preparado, recordándoles que la presentación es lógicamente inadecuada y parcial, y por ello puede parecer incorrecta y ser un desafío para aquellos que siempre buscan explotar la credulidad humana. Sin embargo, esto no es asunto mío. El tiempo comprobará la veracidad de mis afirmaciones.

[i136] La nueva medicina se ocupará de factores que en la actualidad apenas son reconocidos y aún no han sido relacionados con el hombre y su cuerpo. La teoría básica sobre la cual descansará la nueva enseñanza médica puede ser resumida en la afirmación de que en [e108] realidad sólo hay energía que considerar y fuerzas que resisten o asimilan tipos de energía superiores o diferentes. Por lo tanto, permítaseme dar una nueva Ley para agregar a las cuatro ya expuestas. Las leyes anteriores han sido proposiciones abstractas, y a no ser que se las relacione con esta quinta Ley, seguirán siendo ambiguas y sin significado. 

LEY V

No existe nada más que energía, porque Dios es Vida. En el hombre se unen dos energías, pero hay otras cinco presentes. Para cada una se ha de encontrar un punto central de contacto. El conflicto de esas energías con las fuerzas, y de las fuerzas entre sí,  producen los males corporales del hombre. El conflicto entre los primeras y las segundas persiste durante edades, hasta llegar a la cima de la montaña -la primera gran cima. La lucha entre las fuerzas produce todas las enfermedades, dolencias y dolores corporales que buscan la liberación en la muerte. Las dos, las cinco y también las siete, además de aquello que ellas producen, poseen el secreto. Ésta es la quinta Ley de Curación en el mundo de la forma.

Esta Ley comprende ciertas afirmaciones básicas clasificadas de la manera siguiente:

  1. Vivimos en un mundo de energías y somos parte constituyente de ellas.

  2. El vehículo físico es una fusión de dos energías y siete fuerzas,

  3. La primer energía es la del alma o energía egoica. Es la que produce el conflicto cuando la energía del alma trata de controlar las fuerzas. [i137] 

  4. La segunda energía es la de la triple personalidad -el rayo de la personalidad se resiste a la energía superior.

  5. Las fuerzas son las otras energías o potencias de rayo que controlan los siete centros, siendo dominadas por la energía de la personalidad o la del alma.

  6. Por lo tanto, dos conflictos tienen lugar entre las dos principales energías y también entre otras energías, enfocadas a través de los siete rayos.

  7. La interacción de estas energías produce buena o mala salud.

Se ha dado mucha enseñanza sobre la milenaria lucha entre la personalidad y el alma, pero siempre ha sido presentada en términos de acercamiento espiritual, misticismo y religión, o sino en términos de reacción del carácter, de aspiraciones abstractas y de pureza o impureza. De esto no me ocuparé. Mi tema trata de los efectos que produce este conflicto en el cuerpo físico. Por lo tanto me limitaré únicamente a los problemas fisiológicos y psicológicos, [e109] incidentales a la lucha que principalmente dificulta el camino del discípulo. Podría afirmarse que:

A.   Todas las enfermedades y dificultades físicas son causadas por una o varias de las tres cosas o condiciones siguientes:

1.   Por el contacto obtenido con el alma, produciendo así la vitalización de todos los centros en ordenado ritmo, de acuerdo al rayo del alma. Esto necesariamente produce presión y tensión en el vehículo físico. 

2.   La vida y enfoque de la personalidad, que trata de rechazar el control del alma y se expresa mayormente por la actividad del centro laríngeo (predisponiendo a la actividad a la glándula tiroides) y de los centros abajo del diafragma. [i138] 

3.   Un ciclo en la vida del aspirante, donde el control de la personalidad comienza a debilitarse, y el énfasis y la consiguiente actividad son transferidos a los centros arriba del diafragma, causando también perturbaciones y reajustes.

B. Al aspirante se le presentan ciertos objetivos en diferentes etapas, implicando cada una progreso, pero trayendo al mismo tiempo algunas dificultades. 

1.   El objetivo que tiene ante sí el iniciado consiste en que todos los centros del cuerpo etérico respondan a la energía del rayo a que pertenece el alma y a las otras siete energías de rayo subsidiarias a aquél. Este proceso de estimulación, reajuste y establecimiento del control, continúa hasta después de la tercera iniciación. Entonces, cuando se ha recibido esta iniciación, el vehículo físico es de un calibre y cualidad totalmente distintos y las Reglas y Leyes de la Salud ya no le son aplicables. 

2.   El objetivo que tiene ante sí el discípulo consiste en procurar el control de los centros del cuerpo, vía el alma, por la estimulación, eliminación y eventual estabilización. Ello inevitablemente produce dificultad, vitalización o inspiración (cualquiera de estas palabras es apropiada) o sino carencia o deficiencia, afectando los órganos corporales en las zonas alrededor de los centros y toda la sustancia que los circunda. 

3.   El objetivo que tiene ante sí el aspirante, o discípulo en probación consiste en trasferir las fuerzas desde los centros ubicados abajo del diafragma, por intermedio del centro plexo solar, a los centros ubicados arriba del diafragma. La energía de la base de la columna vertebral debe ser transferida a la cabeza; la energía del centro sacro debe ser elevada a la garganta, mientras que la energía del plexo solar debe ser transferida al corazón. Esto se hace en respuesta a la “atracción” magnética del rayo del alma cuando [e110] comienza a dominar al rayo de la personalidad. Este proceso [i139] es largo y doloroso, abarcando muchas vidas y acarreando, como resultado, muchos males físicos. 

4.   El objetivo que tiene ante sí el hombre común (inconscientemente efectivo) consiste en responder plenamente a las fuerzas de la personalidad, enfocadas principalmente en el punto medio, el plexo solar, y en coordinar constante e inteligentemente estas fuerzas para que una personalidad integrada sea presentada eventualmente al alma, y ésta la controle y utilice. 

5.   El principal objetivo que tiene ante sí el hombre primitivo o no desarrollado (también inconscientemente efectivo) consiste en vivir una vida plenamente animal emotiva, adquiriendo así la experiencia del crecimiento, del contacto y eventualmente de la comprensión. Por este medio se construye el mecanismo de respuesta del alma en los tres mundos.

Llamaré la atención sobre el pensamiento que he intercalado aquí, de que los objetivos, intrínsecamente en sí mismos, tienen efecto sobre aquello que el hombre se esfuerza en lograr. Este pensamiento merece una cuidadosa consideración.

Estas generalizaciones serán útiles si se recuerda que son sólo generalizaciones. Ningún aspirante, en ninguna etapa, hasta después de la tercera iniciación, hace esfuerzos claramente definidos ni está enteramente centralizado en su vida y esfuerzo. Los hombres se encuentran en todas las etapas imaginables de desarrollo, y muchas de esas etapas son intermedias a las cinco ya mencionadas. Éstas se fusionan y mezclan entre sí, y a menudo constituyen un campo confuso y formidable para pensar y actuar. Sólo en la vida del individuo subdesarrollado encontramos una clara simplicidad. En el ínterin, desde la etapa infantil de la raza, o a la del hombre liberado de la vida de la personalidad, no existe nada más que complejidad, la superposición de estados de conciencia: dificultad, enfermedad, problemas psicológicos, malestar y muerte.

[i140] Evidentemente esto debe ser así cuando se ponen en relación el vasto número de energías y fuerzas que constituyen el ser del hombre y forman su medio ambiente. Todo ser humano es, en realidad, un vórtice en miniatura en el gran océano del Ser, en el cual vive y se mueve -en incesante movimiento hasta que el alma “exhale su aliento sobre las aguas” (o fuerzas) y el Ángel de la Presencia descienda dentro del vórtice. Entonces todo se aquieta. Las aguas agitadas por el ritmo de la vida, y más tarde encrespadas violentamente por el descenso del Ángel, responden al poder curador del Ángel y se trasforman “en una tranquila charca donde las pequeñas unidades pueden entrar y hallar la curación que ellas necesitan”. Así reza El Antiguo Comentario.

[e111] Los Centros y el Sistema Glandular

Es evidente que la enfermedad (cuando no es de origen grupal o resultado del karma planetario o debido a un accidente) surge de la actividad o inactividad de los centros. Ésta es una verdad básica, dada en forma sencilla. Los centros, como ya saben, rigen el sistema endocrino, que a su vez controla las siete zonas principales del cuerpo físico y es responsable del correcto funcionamiento de todo el organismo, produciendo efectos fisiológicos y psicológicos.

La importancia de este sistema glandular no se puede sobrestimar. Es una réplica en miniatura de la constitución septenario del universo y el medio de expresión e instrumento de contacto para las fuerzas de los siete rayos, los Siete Espíritus ante el Trono de Dios. Acerca de esta verdad actualmente no reconocida, se construirán los métodos de la medicina y de la curación, en la civilización futura.

Las glándulas constituyen un gran sistema vinculador en el cuerpo; ponen todas las partes del cuerpo físico en mutua relación y también relacionan al hombre con el cuerpo [i141] etérico -tanto individual como planetario- y análogamente con la corriente sanguínea, el portador del principio vida a todas las partes del cuerpo. Por consiguiente, existen cuatro agentes principales de distribución en el cuerpo físico; son unidades completas en si mismas, contribuyen a la vida funcional y orgánica del cuerpo, están estrechamente interrelacionadas y producen resultados fisiológicos y psicológicos de acuerdo a su potencia, a la respuesta de los centros a la afluencia superior, a la etapa de evolución alcanzada y a la libre expresión o inexpresión de las energías entrantes. Los cuatro agentes de distribución de energía son:

1.    El vehículo etérico, con sus miríadas de líneas de fuerza y de energía entrante y saliente y su respuesta a los impactos de la energía proveniente del medio ambiente, como también del hombre espiritual interno y sus cuerpos sutiles, compenetra todo el cuerpo físico. En él se hallan los siete centros como puntos focales de recepción y distribución; son los receptores de siete tipos de energía, y las distribuyen por todo el pequeño sistema humano.

2. El sistema nervioso y sus diversas y entrelazadas directivas. Es una red relativamente tangible de energías y fuerzas, expresión externa de la red interna, vital y dinámica del cuerpo etérico y los millones de nadis o el prototipo de los nervios que subyacen en el cuerpo sustancial. Esos nervios y plexos y sus innumerables ramificaciones son los aspectos negativos de las energías positivas que condicionan o tratan de condicionar al hombre. [e112]

3.    El sistema endocrino es la tangible y exotérica expresión de la actividad del cuerpo vital y sus siete centros. Los siete centros de fuerza se encuentran en la misma zona en que están localizadas las siete glándulas principales, y [i142] cada centro de fuerza provee, de acuerdo a la enseñanza esotérica, el poder y la vida de la correspondiente glándula que, en realidad, es su exteriorización. 

Centros Glándulas
Centro coronario

Centro ajna

Centro laríngeo

Centro cardiaco

Centro plexo solar

Centro sacro

Centro en la base de la columna vertebral

Glándula pineal

Cuerpo pituitario

Glándula tiroides

Glándula timo

Páncreas

Gónadas

Glándulas adrenales

Estos tres sistemas están muy estrechamente relacionados y constituyen directivas de energías y fuerzas entrelazadas, esencialmente vitales, energéticas, dinámicas y creadoras, siendo básicamente interdependientes, y de ellas depende toda la salud interna del organismo físico. Responden primero a cualquiera de los dos cuerpos (emocional o mental), luego a la personalidad integrada y su rayo, y finalmente al rayo del alma, cuando comienza a asumir el control. Son en realidad responsables de la construcción del cuerpo físico y -después del nacimiento- condicionan su cualidad psicológica, y esto a su vez produce el desarrollo del hombre físico. También son los agentes de los tres aspectos divinos de toda manifestación: vida-cualidad-apariencia

4.    La corriente sanguínea. Portadora del principio vida y de las energías y fuerzas combinadas de los tres sistemas mencionados. Esta idea será algo novedosa para el ortodoxo. La relación del sistema circulatorio de la sangre con el sistema nervioso, no ha sido aún adecuadamente investigada por la medicina moderna. Sin embargo, mucho se ha realizado para relacionar al sistema glandular con la sangre.

[i143] Únicamente cuando estos cuatro sistemas interrelacionados sean considerados como un todo integrado y como cuatro aspectos de un sistema vital circulatorio, emergerá la verdad. Sólo cuando sean reconocidos como los cuatro agentes principales distribuidores de los rayos combinados del hombre individual se captará la verdadera naturaleza del fenómeno material. Podría agregar aquí que:

1.             El vehículo etérico, desde el ángulo circulatorio, es regido por la Luna, cuando vela a Vulcano.

2.             El sistema nervioso está regido por Venus.

3.             El sistema endocrino está regido por Saturno.

4.             La corriente sanguínea está regida por Neptuno.

[e113] Estos cuatro sistemas son en realidad la manifestación de los cuatro aspectos de la materia en su expresión inferior o estrictamente física. Hay otros aspectos de expresión de la sustancia fundamental, pero estos cuatro son los de mayor importancia.

Cada uno de ellos es esencialmente dual, y cada dualidad corresponde al rayo del alma o al de la personalidad, por lo tanto cada uno es positivo y negativo, y pueden ser descritos como una unidad de resistente fuerza y de energía dinámica; cada uno es una combinación de ciertos aspectos de la materia y de la sustancia -siendo la materia el aspecto relativamente estático y la sustancia el agente relativamente fluido que la dota de cualidad. Su interacción, relación y función unificadas, constituyen la expresión del Principio de la Vida una, y cuando han alcanzado un punto de fusión perfecta, síntesis o actividad coordinada, entonces aparece “esa vida más abundante” de que Cristo hablara y de la cual nada sabemos. Los cuatro aspectos de la materia constituyen también la analogía de los cuatro atributos divinos, lo mismo que de los tres aspectos divinos.

[i144] La analogía de este dualismo básico de toda la manifestación también se mantiene, constituyendo así el nueve de la iniciación -los tres, los cuatro y los dos. Esta analogía del proceso iniciático es sin embargo lo opuesto, porque significa iniciación en el tercer aspecto creador, el aspecto materia y el mundo de la actividad inteligente. No es iniciación en el segundo aspecto o aspecto alma, como sucede con las iniciaciones jerárquicas, para las cuales el discípulo se prepara. Es la iniciación del alma en la experiencia de la encarnación física, en la existencia del plano físico y en el arte de funcionar como ser humano. La puerta que conduce a esta experiencia es el “Portal de Cáncer”. La iniciación en el reino de Dios se hace a través del “Portal de Capricornio”. Estos cuatro atributos y los tres aspectos de la materia, más su actividad dual, son la analogía de los cuatro aspectos de la personalidad y de la Tríada espiritual y su dual relación activa. En esta declaración se halla oculta la clave de la liberación.

Los Siete Centros Principales

Sería de valor aquí si consideramos por un momento la naturaleza de los centros, resumiendo parcialmente la enseñanza dada en mis otros libros, así podré presentar una clara imagen del cuerpo de energía que subyace en el vehículo físico denso.

Existen muchos puntos focales de fuerza dentro del cuerpo, pero sólo me ocuparé de los siete principales que controlan en cierta medida a los demás. De esta manera no habrá lugar a confusión.

[e114] Consideraremos los cinco centros que se hallan en la columna vertebral y los dos que están ubicados en la cabeza.

1.    El centro en la cabeza, está situado en la cima de la cabeza. Se lo denomina a veces “el loto de mil pétalos”’ o el Brahmarandra. [i145]

a.    Corresponde al sol espiritual central.

b.    Entra en actividad funcionante después de la tercera iniciación y es el órgano para la distribución de la energía monádica y el aspecto voluntad de la divinidad.

c.     Está vinculado a la triple personalidad por medio del antakarana, que los discípulos e iniciados están en proceso de construir, y alcanza su plena utilidad sólo después de la destrucción del cuerpo causal, en la cuarta iniciación.

d.    Es el centro Shamballa en el cuerpo físico y el agente del Padre o del primer aspecto divino.

e.    Registra el propósito, corresponde al “fuego eléctrico” del sistema solar, y es de cualidad dinámica.

f.      La glándula pineal ubicada en la cabeza es su exteriorización física. Está activa durante la infancia hasta que la voluntad de ser éste suficientemente desarrollada a fin de que la persona se arraigue firmemente en la encarnación física. En las últimas etapas de la expresión divina en el hombre, vuelve a entrar en actividad y a ser de utilidad como agente para cumplir en la tierra la energía volitiva del Ser.

g.    Es el órgano de síntesis, porque después de la tercera iniciación y antes de la destrucción del cuerpo causal, reúne en sí la energía de los tres aspectos de la vida manifestada. En lo que concierne al hombre significa las energías de la Tríada espiritual, del triple loto egoico y de la triple personalidad, formando nuevamente el nueve de la iniciación. Las energías así sincronizadas y enfocadas en la cabeza y [i146] alrededor y encima de ella, son de gran belleza, de amplia radiación y de efectividad dinámica. Sirven para relacionar al iniciado con todas las partes de la vida planetaria, con el Gran Concilio de Shamballa y con el Señor del Mundo, el ultérrimo Iniciador -por intermedio de Buda y uno de los tres Budas de Actividad. El Buda, en un sentido muy peculiar, relaciona al iniciado con el segundo aspecto de la divinidad -el del amor- y en consecuencia con la Jerarquía; los Budas de Actividad lo relacionan con el tercer aspecto de la divinidad, el de la inteligencia activa. Entonces la energía de la voluntad, de la conciencia y de la creatividad se reúnen en él, proveyendo la síntesis de los aspectos divinos.

h.    Éste es el único de los siete centros que en el momento de la [e115] perfecta liberación mantiene la posición de un loto invertido, con el tallo del loto (en realidad el antakarana) ascendiendo hasta “el séptimo Cielo”, vinculando al iniciado con el primero y principal centro planetario, Shamballa. Los demás centros, desde el principio, están invertidos, con los pétalos hacia abajo, en dirección a la base de la columna vertebral; todos, durante el proceso de le evolución despliegan gradualmente sus pétalos, entonces lentamente se dan vuelta hacia arriba “hacia la cúspide del cetro”, tal como se lo denomina en El Antiguo Comentario. Lo antedicho es un dato informativo de poco valor, excepto que presenta una verdad, completa un cuadro y da al estudiante una idea simbólica de lo que es esencialmente un agente distribuidor de la energía volitiva de la Deidad. 

2.    El Centro Ajna. Ubicado entre las cejas, en la región de la cabeza, está justamente arriba de [i147] los dos ojos, desde donde “actúa como pantalla para la radiante belleza y gloria del hombre espiritual”.

a.    Corresponde al sol físico y es la expresión de la personalidad, integrada y funcionante -ante todo como discípulo y finalmente como iniciado. Esta es la verdadera persona o máscara.

b.    Adquiere plena actividad funcionante cuando se recibe la tercera iniciación. Recordaré que la Jerarquía considera esta iniciación como la primera y principal iniciación, algo que ya he comunicado. Es el órgano para la distribución de la energía del tercer aspecto -la energía de la inteligencia activa.

c.     Está relacionado con la personalidad, mediante el hilo creador de la vida, por lo tanto está estrechamente vinculado con el centro laríngeo (centro de la actividad creadora), así como el centro coronario está relacionado con el centro de la base de la columna vertebral. El establecimiento de una activa interacción entre el centro ajna y el laríngeo produce una vida creadora y una manifiesta expresión de la vida divina por parte del iniciado. Análogamente la interacción activa entre el centro coronario y el de la base de la columna vertebral produce la manifestación de la voluntad o propósito divino. Cuando las fuerzas de los centros ajna y laríngeo se combinan, producen la más alta manifestación del “fuego por fricción”, tal como las energías del centro coronario y del centro básico producen el “fuego eléctrico” individual que, cuando se expresa plenamente, lo denominamos fuego kundalini. [e116]

d.    Es el centro a través del cual la cuarta Jerarquía creadora, en su propio plano, halla expresión; [i148] aquí también se fusionan y mezclan esta Jerarquía y el cuarto reino de la naturaleza, la familia humana. El centro coronario relaciona la mónada y la personalidad; el centro ajna relaciona la Tríada espiritual (la expresión de la mónada en los mundos amorfos) con la personalidad. Reflexionen sobre esta afirmación, porque aquí tenemos -en el simbolismo del centro coronario, físicamente considerado- el reflejo de atma, la voluntad espiritual, y de budi, el amor espiritual. También tiene cabida aquí la enseñanza sobre la ubicación de los ojos, en el desarrollo de la expresión consciente, llevando a cabo creadoramente el propósito divino. 

El tercer ojo                   el centro coronario                  Voluntad. Atma

El ojo del Padre,           la Mónada.                                SHAMBALLA

El primer aspecto de la voluntad o poder y propósito.

Relacionado con la glándula pineal.

 

El ojo derecho               el centro ajna                         Amor. Budi

         El ojo del Hijo, el Alma.                                       JERARQUÍA
         El segundo aspecto de amor-sabiduría.

         Relacionado con el cuerpo pituitario.

 

El ojo izquierdo              el centro laríngeo                    Inteligencia Activa.

El ojo de la Madre, la personalidad.                      HUMANIDAD

El tercer aspecto de la inteligencia.

Relacionado con el ganglio o la glándula carótida

Cuando los tres ojos funcionan y “ven” simultáneamente, se tendrá la percepción interna del propósito divino (el iniciado), visión intuitiva del plan (el discípulo) y dirección espiritual de la actividad creadora resultante (el Maestro).

e.    El centro ajna registra o enfoca la intención de crear. No es un órgano de creación en el [i149] mismo sentido que el centro laríngeo, sino que contiene la idea que está detrás de la creatividad activa, el consiguiente acto de creación que oportunamente produce la forma ideal para la idea.

f.      El cuerpo pituitario constituye su exteriorización física densa; los dos lóbulos de esta glándula corresponden a los dos pétalos múltiples del centro ajna. Expresa las dos formas más elevadas de la imaginación y del deseo, siendo ellos los factores dinámicos que subyacen en toda la creación.

g.    Es el órgano del idealismo, y -en forma peculiar- está estrechamente relacionado con el sexto rayo, así corno el centro coronario lo está esencialmente con el primer rayo. El [e117] sexto está curiosamente vinculado con el tercer rayo y el tercer aspecto de la divinidad, y también con el segundo rayo y al segundo aspecto. Fusiona, arraiga y expresa. En mis otros escritos no había acentuado esté hecho. El centro ajna es el punto de la cabeza que simboliza la naturaleza dual de la manifestación en los tres mundos. Fusiona las energías creadoras de la garganta y las energías sublimadas del deseo o el verdadero amor del corazón.

h.    Este centro, teniendo sólo dos pétalos, no es un verdadero loto en el mismo sentido que los demás centros. Sus pétalos están compuestos de 96 pétalos menores o unidades de fuerza (48 + 48 = 96) pero éstos no tornan la forma de flor de los otros lotos. Se abren, como las alas de un avión, a la derecha y a la izquierda de la cabeza y simbolizan el sendero de la derecha y el de la izquierda, los caminos de la materia y del espíritu. Constituyen, por lo tanto, simbólicamente, los dos [i150] brazos de la Cruz, en la cual el hombre está crucificado -dos corrientes de energía o de luz, cruzadas oblicuamente a través de la corriente de vida que desciende de la mónada a la base de la columna vertebral, pasando a través de la cabeza.

La idea de la relatividad se debe tener presente cuando el estudiante trata de comprender los centros, internamente vinculados en el cuerpo etérico, relacionados también con los cuerpos sutiles, los estados de conciencia, similares a los estados de ser y de expresión, las energías de rayo, las condiciones ambientales, los tres vehículos periódicos (como H. P. B. denomina a la personalidad, a la triple alma y a la Tríada espiritual), con Shamballa y con la totalidad de las Vidas manifestadas. La complejidad del tema es muy grande, pero cuando el discípulo o iniciado actúa en los tres mundos de las diversas energías del completo hombre quedan “aferradas” en el hombre atado a la tierra, entonces el asunto se esclarece. Empleo la palabra “aferradas” en su verdadero y correcto sentido, no para describir al hombre que ha abandonado su cuerpo físico, como lo expresan los espiritistas. Entonces son posibles ciertos reconocimientos en tiempo y espacio; pueden observarse algunos efectos, y ciertas influencias de rayo parecen más dominantes que otras, y aparecen ciertos “cánones de ser”. En cierta etapa de la experiencia consciente surge con toda claridad la expresión de un Ser espiritual, entonces puede ser diagnosticado espiritualmente. Sus aspectos y atributos, sus fuerzas y energías pueden ser determinados en ese momento, para darle una expresión de la vida especialmente creada. Se ha de tener presente esto y el estudiante no debe permitir que sus pensamientos divaguen, sino concentrarlos sobre la apariencia del hombre (él mismo u otro) y sobre la cualidad [e118] emergente. Si el estudiante es un iniciado o discípulo podrá también estudiar el aspecto vida.

[i151] Sin embargo nuestro estudio será algo diferente, pues trataremos de descubrir las enfermedades y dificultades incidentales a la estimulación de la energía o a la falta de estimulación de los centros, y así descubrir algunos de los efectos que esta afluencia de energía y el conflicto con las fuerzas producirán. 

3.    El Centro Laríngeo. Se halla en la parte posterior de la nuca, extendiéndose hacia arriba hasta la médula oblongada, involucrando a la glándula carótida, y hacia abajo, hasta los omóplatos. Es un centro extremadamente poderoso y bien desarrollado, en lo que a la humanidad común concierne. Resulta interesante observar a este respecto que:

a.    El centro laríngeo está regido por Saturno, así como los dos centros de la cabeza están regidos respectivamente por Urano (rige el centro coronario) y Mercurio (rige el centro ajna). Esto, sólo en lo que concierne al discípulo. El regente cambia después de la tercera iniciación o antes de la primera. Estos tres planetas constituyen un interesante triángulo de fuerzas, y en las siguientes triplicidades y sus inevitables interrelaciones tenemos -siempre en el caso de los discípulos- una maravillosa historia gráfica o símbolo de la nonuplicidad de la iniciación:

1. El centro coronario

El centro ajna

El centro laríngeo 

 

2. El tercer ojo

El ojo derecho

El ojo izquierdo

 

3. La glándula pineal

El cuerpo pituitario

La glándula carótida,

presentando así el mecanismo a través del cual la Tríada espiritual, el Alma y la Personalidad actúan. [i152] La clave para comprender correctamente el proceso se halla en la relación de los tres planetas, Urano, Mercurio y Saturno, cuando derraman sus energías a través de esos nueve “puntos de contacto espiritual” en el plano físico, la “esfera de luz y poder aferrada a la tierra, el hombre en tiempo y espacio”.

b.    Este centro está relacionado con la primera iniciación y desarrolla gran actividad cuando ha logrado esa etapa de experiencia, así como la han alcanzado la vasta mayoría de los hombres, actualmente aspirantes y discípulos [e119] probacionistas del mundo. (No olviden que, técnicamente hablando, la primera iniciación mayor desde el ángulo jerárquico es la tercera. Los Maestros consideran la primera iniciación como que significa su admisión en el Sendero. La humanidad la denomina iniciación, porque en los días de Lemuria la primera iniciación significaba lograr el completo control físico). Es el órgano para la distribución de la energía creadora, la energía del tercer aspecto, que emplean las almas que se hallan en esa etapa de evolución. Existen tres centros en el ser humano, que están relacionados y son la principal expresión del tercer rayo o aspecto, en las diferentes etapas de desarrollo en el sendero:

1.    El centro sacro para el hombre común y no evolucionado.

2.    El centro laríngeo para el aspirante y el discípulo probacionista.

3.    El centro ajna para los discípulos e iniciados. 

Aquí tenemos una gran triplicidad de energías de gran poder actualmente, debido a que la expresión del tercer aspecto de la inteligencia activa [i153] ha alcanzado esas alturas por medio de la conciencia y desenvolvimiento humanos. 

c.     Está relacionado con la personalidad por el hilo creador, con el alma por el hilo de la conciencia y con la mónada por el sutratma o hilo de vida. No está relacionado con ninguno de los aspectos divinos por medio del antakarana, pues ese hilo que une directamente la mónada y la personalidad (y por último separado del alma) introduce sencillamente la expresión monádica de la vida en la cabeza, el centro coronario. Entonces se establece la conciencia directa entre la mónada y la personalidad y viene a la existencia una gran dualidad. Vida, Conciencia y Forma se enfocan entonces creadora y activamente en la cabeza, y su actividad es dirigida desde la cabeza por intermedio de los dos centros de la misma. El centro ajna sólo entra en actividad creadora cuando se ha construido el antakarana. En las primeras etapas el centro laríngeo es el agente creador, y el centro sacro está activo en los períodos primitivos. Aquí hay algo muy interesante que recordar. La construcción del antakarana sólo llega a ser genuinamente posible cuando la vida creadora del aspirante cambia desde el centro sacro al laríngeo y se hace activa y expresiva. La nuca es el símbolo de este “puente” vinculador, pues relaciona la cabeza -sola y aislada- con el torso dual, que incluye lo que está arriba del diafragma y lo que está abajo -simbolizando el alma y la personalidad unidas, fusionadas y [e120] mezcladas en una. La cabeza es el símbolo de lo que Patanjali describe como el estado de “unidad aislada”. 

d.    Es el centro por el cual el aspecto inteligente de la humanidad se enfoca creadoramente y [i154] por el que fluye la energía creadora de ese gran centro planetario denominado humanidad. Los tres centros mayores planetarios son Shamballa, Jerarquía y Humanidad. Cuando se haya alcanzado la perfección, entonces la energía de la voluntad, del poder y del propósito de Shamballa, afluirá libremente a través del centro coronario; las energías de amor-sabiduría de la Jerarquía afluirán a través del centro cardiaco, y la energía de la humanidad se enfocará a través del centro laríngeo, actuando el centro ajna como agente de las tres. Entonces tendrá lugar una nueva actividad por parte de la humanidad, que consiste en relacionar los tres reinos superhumanos con los tres suhhumanos, estableciendo así la nueva tierra y el nuevo cielo. Entonces la humanidad habrá culminado su meta evolutiva en esta Tierra. 

e.    El centro laríngeo es específicamente el órgano de la PALABRA creadora. Registra la intención o propósito creador del alma, trasmitido por la afluencia de energía desde el centro ajna; la fusión así realizada de las dos energías conducirá a algún tipo de actividad creadora. Ésta es la analogía superior de la creatividad del centro sacro. En ese centro se encierran las energías creadoras negativa y positiva, personificadas independientemente en los organismos masculino y femenino, los cuales se ponen en relación por un acto creador, conscientemente realizado, aunque todavía sin un propósito muy definido. 

f.      La glándula tiroides es la exteriorización física densa de este centro. A esta glándula se la considera hoy de suprema importancia para el bienestar del ser humano común. Su propósito es resguardar la salud, balancear el equilibrio corpóreo en algunos aspectos importantes de la naturaleza física, y simboliza [i155] el tercer aspecto de la inteligencia y de la sustancia impregnada por la mente. En realidad, tiene vinculación con el Espíritu Santo o el tercer aspecto divino en manifestación, “influyendo” (como La Biblia lo expresa) sobre la Madre, la Virgen María. Las paratiroides simbolizan a María y José y su relación con el influyente Espíritu Santo. Oportunamente se llegará a determinar que existe una estrecha relación fisiológica entre la glándula tiroides y la pineal, entre la paratiroides y los dos lóbulos del cuerpo pituitario, lo cual convierte a la zona de la garganta y de la cabeza en un solo sistema relacionado. [e121] 

g.    Así como la cabeza simboliza la naturaleza esencialmente dual de Dios manifestado, así el centro laríngeo simboliza la triple naturaleza de la divina expresión. La naturaleza dual aparece como fusionada y mezclada en la cabeza por la relación que existe entre los dos centros y sus dos reflejos físico densos. Las tres grandes energías puestas en acción durante la actividad creadora divina realizan una actividad unificada por la plena expresión de la energía que fluye a través del centro laríngeo, del órgano de la palabra y de los dos pulmones. En esta relación tenemos: la vida o el aliento, la palabra o el alma, y el centro laríngeo de la sustancia en actividad.

h.  Este loto de la garganta está invertido en las primeras etapas de la evolución, y sus pétalos se extienden hacia los hombros, e incluyen los dos pulmones o parte de ellos. Durante el ciclo de la vida del alma, lentamente se da vuelta, y sus pétalos se extienden hacia arriba hasta las dos orejas, e incluyen a la médula oblongada y a la glándula carótida. Esta glándula está más estrechamente relacionada [i156] con la glándula tiroides que con las otras dos glándulas de la cabeza.

En consecuencia será evidente de qué manera zonas enteras del organismo físico pueden ser llevadas a un funcionamiento activo y correcto, y también vitalizadas y conservadas en buena y verdadera condición, por algún tipo de actividad del centro más cercano a la zona del cuerpo en consideración. Será también evidente que las deficiencias y la enfermedad pueden ser el resultado de la inactividad de un centro.

1.    El Centro Cardiaco. Está localizado entre los omóplatos, siendo, en estos días y época, el centro que recibe mayor atención de Quienes son responsables del desenvolvimiento de la conciencia humana. En verdad, puede decirse que el rápido desarrollo de este loto constituyó una de las razones por las cuales no pudo evitarse la guerra mundial. En un sentido, fue un acontecimiento necesario (dado el ciego egoísmo de la totalidad de la humanidad), porque era imprescindible hacer desaparecer todas las antiguas formas de gobierno, de la religión y del cristalizado orden social. La humanidad ha llegado ahora a la etapa de conciencia e interrelación grupales de un tipo profundamente espiritual, y se requerían nuevas formas por las cuales este nuevo espíritu pudiera funcionar más adecuadamente: 

a.    El centro cardíaco corresponde al “corazón del Sol” y por lo tanto a la fuente espiritual de luz y amor. 

b. El centro del corazón funciona activamente después de la segunda iniciación, la cual marca la consumación del [e122] proceso por el cual la naturaleza emocional (con su destacada cualidad del deseo) es puesta bajo el control del alma, y el deseo del yo inferior personal ha sido trasmutado en amor. Es el órgano para la distribución de la energía jerárquica, que afluye [i157] por intermedio del alma al centro cardíaco de todos los aspirantes, discípulos e iniciados; de esta manera dicha energía queda disponible y trae dos resultados: 

1.    La regeneración de la humanidad por medio del amor. 

2.  La relación, firmemente establecida, entre la humanidad que evoluciona rápidamente y la Jerarquía. De esta manera dos grandes centros planetarios -la Jerarquía y la Humanidad, son puestos en íntimo contacto y relación. 

Según dice La Biblia: “el amor de Dios se derrama por todas partes” en el corazón humano, y su poder transformador, magnético y radiatorio, es esencial para la reconstrucción del mundo y el establecimiento del nuevo orden mundial. En la actualidad se pide a los discípulos que cavilen y reflexionen sobre el desarrollo del centro cardíaco y la inteligente relación entre la humanidad y la Jerarquía, con la consiguiente respuesta humana a la energía del amor, porque “como el hombre piensa en su corazón, así es él”. Sólo puede pensar con el corazón cuando las facultades mentales se han desarrollado adecuadamente y han llegado a una etapa bastante elevada de desenvolvimiento. Sentir con el corazón, frecuentemente se lo confunde con pensar. La capacidad de pensar con el corazón es resultado del proceso de transmutación del deseo en amor, durante la tarea de elevar las fuerzas del plexo solar al centro cardíaco. Pensar con el corazón también indica que el aspecto superior del centro cardíaco, el loto de doce pétalos situado en el centro del loto de mil pétalos, ha alcanzado un punto de real actividad. La reflexión, como resultado del correcto sentimiento, sustituye a la sensibilidad personal. Nos proporciona los primeros y tenues indicios de [i158] ese estado de ser característico de la mónada, que no puede denominarse conciencia, tal como entendemos el término. 

c.     El centro cardiaco se relaciona esencialmente con la personalidad, cuando es dominado el proceso de alineamiento con el alma, proceso que hoy se enseña en las nuevas y sólidas escuelas esotéricas y ha sido acentuado en la Escuela Arcana desde el comienzo; éste es el procedimiento (caracterizado por la correcta orientación, concentración y meditación) que relaciona la personalidad con el alma y con la Jerarquía. La relación con la Jerarquía tiene lugar automáticamente en [e123] cuanto se lleva a cabo este alineamiento y se establece contacto directo con el alma. La conciencia de la personalidad es reemplazada por la conciencia grupal, y la entrada de la energía jerárquica se produce como consecuencia natural, pues todas las almas sólo son aspectos de la Jerarquía. Esta establecida relación, con su consiguiente interacción (magnética e irradiatoria), trae la destrucción final del cuerpo del alma o cuerpo causal, cuando la relación alcanza el punto más elevado de intensificado reconocimiento. 

d.    En consecuencia, es ese centro, en el cuerpo físico, por cuyo intermedio actúa la Jerarquía, siendo también el agente del alma. Cuando empleo la palabra “alma” no sólo me refiero al alma individual del hombre sino también al alma del Logos planetario, siendo ambas el resultado de la unión espíritu y materia, de los aspectos Padre y Madre. Sólo la iniciación puede revelar este gran misterio. 

e.    El centro cardíaco registra la energía del amor. Aquí podría establecerse que, cuando finalmente se ha construido el antakarana, los tres aspectos de la [i159] Tríada espiritual hallarán cada uno un punto de contacto en el mecanismo etérico del iniciado que actúa en el plano físico. El iniciado llega a ser una fusión del alma y la personalidad, a través de la cual puede afluir la plena vida de la mónada. 

1.    El centro coronario se convierte en punto de contacto para la voluntad espiritual, Atma. 

2.    El centro cardíaco se trasforma en agente de amor espiritual, Budi. 

3.    El centro laríngeo es la expresión de la mente universal, Manas. 

Durante el trabajo que realiza el iniciado, cuando cumple el propósito divino de acuerdo al plan, el centro ajna se convierte en el agente directriz o distribuidor de las energías fusionadas del hombre divino. El centro cardíaco corresponde al “fuego solar” dentro del sistema solar, siendo de cualidad magnética y de actividad radiatoria. Es el órgano de la energía que produce inclusividad. 

f.      Su exteriorización física densa es la glándula timo. Poco se sabe en la actualidad respecto a esta glándula, aunque mucho se aprenderá cuando los investigadores acepten y experimenten la hipótesis que presenta la ciencia esotérica y cuando el centro cardíaco se desarrolle y la glándula timo vuelva a su actividad adulta funcionante. Esto no ha sucedido todavía. Tampoco se ha establecido aún la naturaleza [e124] de su secreción; los efectos de esta glándula son mejor conocidos desde el ángulo psicológico que del físico. La moderna psicología, cuando se asocia a la medicina, reconoce que la excesiva actividad de esta glándula hace que una persona sea amoral e irresponsable. Cuando la raza de los hombres aprenda la naturaleza de la responsabilidad, tendremos [i160] los primeros indicios del alineamiento con el alma, de la descentralización de la personalidad y de la conciencia grupal y luego -paralelo a este desarrollo- hallaremos que la glándula timo llegará a actuar correctamente. En la actualidad, el desequilibrio general del sistema endocrino, milita en contra del pleno funcionamiento, y sin riesgo, de la glándula timo en la persona adulta. Hay todavía una relación no reconocida entre la glándula pineal y la timo, lo mismo que entre ambas y el centro ubicado en la base de la columna vertebral. A medida que la Tríada espiritual entra en actividad por intermedio de la personalidad, estos tres centros y sus tres exteriorizaciones trabajarán en síntesis, rigiendo y dirigiendo al entero hombre. A medida que la glándula pineal vuelva a desempeñar plenamente su función adulta (y esto no sucede con el hombre adulto), la divina voluntad al bien se hará sentir y se cumplirá el divino propósito; cuando la glándula timo en forma similar entre en actividad en la persona adulta, se evidenciará la buena voluntad y comenzará a desarrollarse el plan divino. Éste es el primer paso hacia el amor, las correctas relaciones humanas y la paz. La buena voluntad ya está haciendo sentir su presencia en el mundo, indicando que el centro cardíaco inicia su actividad y comprobando que el centro cardíaco de la cabeza comienza a desplegarse como resultado de la creciente actividad del centro cardíaco a lo largo de la columna vertebral. 

g.    Es el órgano de fusión, así como el centro coronario es el órgano de síntesis. A medida que el centro cardíaco entra en actividad, el aspirante individual es atraído lentamente a una relación cada vez más estrecha con su alma, entonces se producen dos expansiones de conciencia que él las interpreta corno eventos o acontecimientos: [i161] 

1.    Es atraído al Ashrama de uno de los Maestros, de acuerdo al rayo de su alma, convirtiéndose en discípulo aceptado, en sentido técnico. El Maestro es el centro cardíaco del Ashrama y puede ahora llegar hasta Su discípulo por medio del alma, porque ese discípulo, mediante el alineamiento y el contacto, ha puesto su corazón en estrecha armonía con el alma. Entonces responde al corazón de [e125] todas las cosas, que en lo que concierne a la humanidad actualmente es la Jerarquía. 

2.    Es atraído para que sirva y se relacione estrechamente con la humanidad. Su creciente sentido de responsabilidad, debido a la actividad del corazón, lo lleva a servir y a trabajar. Eventualmente también se convierte en el corazón de un grupo u organización -pequeña al principio, llega a ser mundial a medida que su poder espiritual se desarrolla y él piensa en términos de grupo y de humanidad. Ambas relaciones por su parte son recíprocas. Así el aspecto amor de la divinidad se hace activo en los tres mundos y el amor se ancla en la tierra y ocupa el lugar de la emoción, del deseo y de los aspectos materiales del sentimiento. Observen esta frase. 

h.    En las primeras etapas del desarrollo, tanto del individuo como de la raza, el loto invertido del corazón con sus doce pétalos se extiende hacia abajo al centro plexo solar. Éste, desde la época atlante, se ha dado vuelta y sus pétalos se extienden ahora hacia arriba, hacia el siguiente centro a lo largo de la columna vertebral, el cardíaco, debido a las energías que ascienden lentamente desde el centro plexo solar, las cuales tratan de evadirse de la “prisión de las regiones inferiores” mediante un proceso de trasmutación.

[i162] Como resultado de lo antedicho, el centro cardíaco comienza a desarrollarse lentamente y a darse vuelta. Esta reversión de los “centros lotos” siempre se produce como efecto de una actividad dual -el empuje desde abajo y la atracción desde arriba.

La reversión del loto del corazón y su despliegue hacia arriba se debe a los factores siguientes: 

1.    A la creciente potencia del acercamiento jerárquico.

2.    Al rápido establecimiento del contacto con el alma.

3.    A la respuesta del loto del corazón, que va desplegándose, por la atracción del Ashrama del Maestro.

4.    A la ascensión de las energías trasmutadas desde abajo del diafragma, vía el plexo solar, en respuesta a la “atracción” espiritual.

5.    A la creciente comprensión del hombre acerca de la naturaleza del amor.

Existen otros factores, pero los enumerados son más fáciles de comprender si se los considera simbólicos y no en forma demasiado literal. La relación que existía entre los centros plexo solar y cardíaco, hasta el año 1400 d.C., está expresada pictóricamente en el diagrama que aparece en la página 126. [e126]

IMAGEN

 

[e127] Oportunamente, al finalizar la siguiente raza raíz, tendremos la plena expresión del amor y aparecerán los lotos a lo largo de la columna vertebral -cinco en total-, difiriendo cada uno por el número de pétalos.

Finalmente, al terminar el gran ciclo mundial, cuando todos los lotos se hayan dado vuelta, se abrirán y presentarán canales libres para la afluencia y trasmisión de las tres principales energías divinas y las cuatro fuerzas menores.

Gran parte del malestar que siente la humanidad en los diferentes cuerpos, puede ser atribuido a este constante movimiento de los centros y a la continua afluencia de energías; la incapacidad de los centros para desarrollarse o responder, produce, en muchos casos, enfermedades y dificultades; en otros, su desenvolvimiento desequilibrado, desarrollo retardado y falta de respuesta, crea problemas, y aún en otros su desenvolvimiento prematuro e hiperactividad acarrea peligros; la causa de tantas dificultades reside en que el mecanismo físico no está a la altura del desarrollo interno. Así se podrá apreciar nuevamente la complejidad del tema. La etapa teórica es muy sencilla, excepto cuando se ponen en movimiento fuerzas que oportunamente conducen a dificultades. La etapa de reacción a la respuesta y de adaptación a la teoría también establece un ciclo de gran dificultad y complejidad, porque conduce a un ciclo de experimento y experiencia durante el cual el discípulo sufre mucho y aprende. Luego, a medida que va adquiriendo experiencia, sobreviene la etapa de expresión espiritual, y tiene lugar la anulación de los peligros, librándose de las dificultades y enfermedades. Así se restablece la simplicidad. [i163]

 

El Cuerpo, la Apariencia Fenoménica

No es necesario dar muchas explicaciones referentes a esto, pues la naturaleza corpórea y el aspecto forma han sido objeto de investigación y tema de reflexión y discusión de los pensadores, durante muchos siglos. Gran parte de las conclusiones a que han llegado son básicamente correctas. El investigador moderno admite la Ley de Analogía como base de sus premisas y reconoce a veces que la teoría hermética, "así como es arriba es abajo", podría arrojar mucha luz sobre los actuales problemas. Los siguientes postulados serán esclarecedores:

 1.    El hombre, en su naturaleza corpórea, es una totalidad, una unidad. 

2.    Esta totalidad está subdividida en muchas partes y organismos. 

3.    Sin embargo, esas numerosas subdivisiones funcionan en forma unificada, y el cuerpo es un todo correlacionado. [e128] 

4.    Cada una de sus partes difiere en forma y función, pero todas son interdependientes. 

5.    Cada parte y cada organismo están a su vez compuestos de moléculas, células y átomos, y la vida de la totalidad los mantiene unidos en forma de un organismo. 

6.    La totalidad llamada hombre se divide a grandes rasgos en cinco partes, unas de mayor importancia que otras, pero todas completando ese organismo viviente denominado ser humano. 

a.    La cabeza.

b.    El torso superior, o la parte que se halla arriba del diafragma.

c.     El torso inferior, o la parte que está abajo del diafragma.

d.    Las extremidades superiores.

e.    Las extremidades inferiores. [i164] 

7.    Dichos órganos sirven a distintos propósitos, y de su debido funcionamiento y adecuado ajuste depende el bienestar del todo. 

8.    Cada uno de ellos tiene su propia vida, que son la suma total de la vida de su estructura atómica, y están también animados por la vida unificada del todo, dirigida desde la cabeza por la voluntad inteligente o energía del hombre espiritual. 

9.    La parte importante del cuerpo de esa triple división es: la cabeza, el torso superior y el inferior. El hombre puede funcionar y vivir sin brazos ni piernas. 

10. Cada una de estas tres partes también es triple en su aspecto físico, constituyendo la analogía de las tres partes de la naturaleza del hombre y las nueve de la vida monádica perfecta. Hay otros órganos, pero los ya enumerados tienen mayor significado esotérico que los otros.

a.    Dentro de la cabeza tenemos:

1.             Los cinco ventrículos del cerebro,o lo que podríamos llamar el cerebro como organismo unificado.

2.             Las tres glándulas: carótida, pineal y pituitaria.

3.             Los dos ojos.

b.    En la parte superior del cuerpo humano tenemos:

1.             La garganta.

2.             Los pulmones.

3.             El corazón.

c.     En la parte inferior del cuerpo tenemos:

1.             El bazo.

2.             El estómago.

3.             Los órganos sexuales. [e129] 

11.  La suma total del cuerpo es también triple:

a.    La estructura ósea y la piel. [i165]

b.    El sistema vascular o sanguíneo.

c.     El triple sistema nervioso. 

12. Estas triplicidades corresponden a cada una de las tres partes de la naturaleza del hombre:

a.    La naturaleza física: La estructura ósea y la piel son la analogía del cuerpo denso y etérico del hombre.

b.    La naturaleza del alma: Los vasos sanguíneos y el sistema circulatorio son la analogía de esa alma omnipenetrante que compenetra todas las partes del sistema solar, así como la sangre circula por todas las partes del cuerpo.

c.     La naturaleza del espíritu: El sistema nervioso, que energetiza al hombre físico y actúa a través de él, es la analogía de la energía del espíritu. 

13. En la cabeza tenemos la analogía del aspecto espíritu, la voluntad rectora, la mónada, el Uno: 

a.    El cerebro con sus cinco ventrículos es la analogía de la forma física que el espíritu anima en relación con el hombre, quíntuple totalidad que constituye el medio por el cual el espíritu ha de expresarse en el plano físico.

b.    Las tres glándulas de la cabeza están estrechamente relacionadas con el alma o naturaleza síquica (superior e inferior).

c.     Los dos ojos son la analogía de la mónada, en el plano físico, siendo voluntad y amor-sabiduría o atma-budi, de acuerdo a la terminología oculta. 

14. En la parte superior del cuerpo tenemos una analogía de la triple naturaleza del alma:

a.    La garganta, correspondiendo al tercer aspecto creador, o sea la naturaleza corporal, la inteligencia activa del alma.

b.    El corazón, amor-sabiduría del alma, el principio búdico o crístico. [i166]

c.     Los pulmones, analogía del aliento de la vida, es la equivalencia del espíritu. 

15.  En la parte inferior del torso se repite este triple sistema:

a.    Los órganos sexuales, el aspecto creador, el modelador del cuerpo.

b.    El estómago, manifestación física del plexo solar, es la analogía de la naturaleza del alma.

c.     El bazo, el receptor de energías y por ende la expresión en el plano físico del centro que recibe esta energía, es la analogía del espíritu energetizante.

[e130] Me doy cuenta muy bien de su dificultad para comprender los tecnicismos que acabo de dar, y aparente inutilidad. Quizás pregunten, qué necesidad hay de ser tan meticuloso al enumerar los detalles físicos, psicológicos y del sistema, de naturaleza puramente académica, cuando por un acto de la voluntad y del poder divino y empleando ciertas Palabras de Poder, se puede lograr la curación. Estas ideas son básicamente veraces, pero están basadas en una errónea comprensión, en tiempo y espacio. Si todos los curadores fueran Maestros de Sabiduría, si fueran todos clarividentes, si comprendieran la Ley del Karma y su actuación en la vida del paciente, si obtuvieran la plena colaboración del paciente y si tuvieran la capacidad de agregar a todos los requisitos mencionados el empleo de ciertas Palabras y Mántram, entonces, en realidad, sería innecesario el conocimiento académico. Pero estos requisitos no son, ni pueden serlo, llenados. Los curadores, por regla general, no poseen tales poderes. Si bien es verdad que los sanadores frecuentemente curan (aunque no tan a menudo como creen), cuando lo logran han realizado alguna de las cosas siguientes:

[i167] Han curado al paciente cuando su sino o destino así lo ordena, y su alma, por lo tanto, ha atraído a su vehículo (el hombre físico) dentro de la irradiante aura del curador o del grupo de curación. Probablemente el paciente podría haberse recuperado en cualquier caso, pero el proceso fue acelerado por el esfuerzo y la atención aplicados, además de la fe.

Han interferido el designio inmediato o canon de vida del paciente, y así postergaron algunos procesos necesarios de tutoría espiritual. Esto lo olvidan con frecuencia. Es un tema muy complicado para ser tratado aquí, pero podrá ser aclarado algo cuando lleguemos a la última parte.

Por lo tanto (hasta que no haya pleno conocimiento) es vitalmente necesario estudiar la estructura del poder, la vitalidad y la red de energías y fuerzas que componen el organismo humano. Es menester captar mentalmente los procesos de la curación, y las razones que los hacen parecer difíciles, complicados e innecesarios y que ocasionan pérdida de tiempo, son las siguientes:

La incapacidad, incluso de la mente humana más avanzada, de captar temas y tópicos en su totalidad. Aún se carece del elemento sintético. En la actualidad la enseñanza y los procesos implicados deben ser dominados paso a paso, detalle por detalle, precepto tras precepto, aplicación tras aplicación. Pero el futuro contiene una clara promesa; la capacidad del ojo humano para funcionar sintéticamente, abarcar un paisaje, por ejemplo, y hacerlo simultáneamente y en un vistazo, en sus contornos amplios y destacados, es la garantía de la futura técnica [e131] de la raza. Con una sola mirada de la mente iluminada y una gran irradiación de amor, el curador o el grupo de curación [i168] sabrán si se debe llevar a cabo la curación y ayudar al paciente -un proceso mucho más lento- o abstenerse de curarlo.

La inercia del hombre o mujer comunes, impide realizar el esfuerzo necesario para dominar el aspecto técnico de la curación. Es mucho más fácil depender de la divinidad (una divinidad que en realidad está latente pero no se expresa) y “dejar que Dios lo haga”. Es mucho más fácil reconocer el amor y su emanación, que dominar los procesos por los cuales puede ser eficaz -o la naturaleza de aquello que debe ser afectado.

Estos puntos requieren cuidadosa atención y consideración, Merecen reflexión. El poder sintético de la mente, ayudado por el verdadero amor, será algún día el instrumento de todos los verdaderos curadores. Entretanto, en bien del porvenir, y a fin de ayudar en la formulación del futuro arte de la curación -basado en la comprensión de la energía, su afluencia y circulación-, este tratado se ocupará en parte del aspecto académico. Después de todo, los hechos descritos existen y están verdaderamente presentes, como lo está esa emoción que el curador común denomina amor. 

Los Siete Centros Mayores (continuación)

Continuaremos considerando los centros. Hemos visto ya los cuatro centros ubicados arriba del diafragma: los tres centros a través de los cuales la Tríada espiritual debe eventualmente trabajar, y el centro sintético, el centro ajna, que finalmente expresa a la personalidad integrada y se convierte en agente directo del alma. Ahora debemos considerar tres centros más, ubicados abajo del diafragma -centros plexo solar, sacro [i169] y en la base de la columna vertebral. El centro más importante para el aspirante es hoy el plexo solar; el más activo -generalmente hablando- en toda la humanidad, es todavía el centro sacro; el centro más pasivo del cuerpo (desde el ángulo del hombre espiritual) es el básico.

5.     El Centro Plexo Solar. Está ubicado muy por debajo de los omóplatos, en la columna vertebral, y es extremadamente activo. En los días atlantes obtuvo un elevado grado de desarrollo, así como en la época aria el centro laríngeo va despertando rápidamente. Este centro está peculiarmente relacionado a otros dos: el cardíaco y el ajna, formando actualmente un interesante triángulo de energías en el cuerpo humano, que recibe mucha atención de la Jerarquía. Existe una afluencia de energía desde el alma al centro ajna y al corazón, siempre que el aspirante pueda hacer contacto con su alma. Ello conduce a tres cosas: 

A la estimulación del centro cardíaco. [e132]

A la respuesta reaccionaria del corazón que evoca la estimulación del centro ajna y produce eventualmente el reconocimiento de la conciencia grupal por la personalidad.

A la evocación del centro cardíaco en la cabeza. 

Sin embargo, todo esto es facilitado por el avanzado desarrollo del plexo solar del aspirante, que produce su propio efecto sobre el corazón y un efecto recíproco en el centro ajna. En consecuencia, hay dos triángulos importantes a considerar: [i170]

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Así como tenemos, astrológicamente, una Ciencia de Triángulos, más adelante se desarrollará también una ciencia de triángulos en relación con el sistema humano. Aún no ha llegado el momento. Acerca de esta ciencia daré de vez en cuando algunas indicaciones sobre las cuales podrá actuar la intuición del discípulo:

a.             El plexo solar es un reflejo del “corazón del sol” en la personalidad, como lo es el centro cardíaco. Constituye el factor central en la vida de la personalidad de toda la humanidad de grado inferior al de discípulo probacionista. En ese punto la mente comienza definidamente a funcionar, aunque tenuemente. Es la salida -si puedo expresarlo así- del cuerpo astral hacia el mundo externo, y el instrumento a través del cual fluye la energía emocional. Es el órgano del deseo, siendo de suprema importancia en la vida del hombre medio, y llegar a controlarlo es la meta vital del aspirante, que debe trasmutar el deseo en aspiración.

b.             El plexo solar entró en pleno funcionamiento en la época atlante, durante el período en que estaba en desarrollo la segunda gran raza humana. Estos centros inferiores no están muy específicamente relacionados con las iniciaciones, como lo están los centros ubicados arriba del diafragma, pues esos centros pertenecen a la personalidad y tienen [i171] que estar plenamente controlados por el alma, cuando se reciben iniciaciones de cierto grado. [e133]

c.              El centro plexo solar es el gran centro distribuidor para todas las energías que se hallan abajo del diafragma. Esto se refiere a los tres centros mayores y a los centros menores citados en la página 63. La relación de este centro con el plano astral es estrecha (empleando una palabra peculiar aunque muy expresiva). Es el receptor de todas las reacciones emocionales y de los impulsos y energías del deseo, y debido a que la humanidad se está haciendo más activa en sentido grupal y más incluyente que nunca en la historia humana, la situación es de aguda y extrema dificultad. El género humano, mediante el plexo solar individual y también colectivo, está siendo sometido a una presión casi insoportable. ¡Éstas son las pruebas de la iniciación! No tengo la intención de tratar aquí los procesos por los cuales son atraídas las energías inferiores, ni el modo de centralizarlas en el plexo solar y de allí trasmutarlas y refinarlas a tal grado que puedan ser trasferidas al centro cardíaco. Gran parte de ello está vinculado con el entrenamiento dado a los discípulos aceptados, antes de la segunda iniciación. Sería algo demasiado complejo desarrollarlo, pues acarrearía ciertos peligros peculiares a quienes no están preparados para el proceso; esto sin embargo se lleva a cabo casi automáticamente mediante un esfuerzo viviente. El plexo solar es el más separatista de los centros (excepto el centro ajna, en el caso de quien sigue el sendero de la izquierda) porque se halla en el punto medio, entre el centro laríngeo y el cardíaco -arriba del diafragma- y los centros sacro y básico -abajo del diafragma. Esto es algo muy importante.

d.             El plexo solar es el centro del vehículo etérico a través del cual la humanidad (término medio, la humanidad no iluminada) [i172] vive, se mueve y tiene su ser, la cual está condicionada por el deseo -deseos buenos, egoístas, erróneos y espirituales. A través de este centro fluyen la mayor parte de las energías que lo hacen al hombre progresista, porque es ambicioso, egoísta porque sus deseos personales son para él de importancia, y fluído porque está astralmente polarizado. A través de este centro fluye “la brillante luz generada en la Atlántida” y se hace contacto con la luz astral. Por lo tanto es el centro a través del cual trabajan la mayoría de los médium y actúan los clarividentes. Más adelante aprenderán a trabajar como intermediarios, empleando sus poderes, consciente e inteligentemente; poseerán clara percepción, y esto reemplazará a la clarividencia.. Entonces estarán polarizados en el centro ajna. En consecuencia, es el centro más perturbador del cuerpo y una de las causas fundamentales de la mayoría de las dolencias estomacales y los malestares vinculados con el hígado. Toda la zona ubicada [e134] inmediatamente abajo del diafragma se halla en un constante estado de turbulencia, en lo que concierne al hombre común, debido a causas individuales y colectivas.

Es interesante observar aquí, que así como el centro ajna (síntesis de las fuerzas de la personalidad, cuando está altamente desarrollada) es el gran agente rector y distribuidor, así también el centro plexo solar (síntesis de las energías de la personalidad, cuando posee un desarrollo común, antes del proceso de integración) es un centro recolector de todas las energías inferiores, y finalmente el punto focal para la dirección y distribución de esas energías reunidas -enviándolas entonces a sus centros receptivos superiores:

1.    Las energías del centro plexo solar deben ser dirigidas al centro cardiaco.

2.    Las energías del centro sacro deben ser trasmitidas al centro laríngeo. [i173]

3.    Las energías del centro básico, en la columna vertebral, deben ser trasferidas al centro coronario. Después de la tercera iniciación estas energías básicas son elevadas, controladas o distribuidas por un acto de voluntad de la Tríada espiritual. Entonces “la luz generada en Lemuria” (la luz sacra) y “la luz generada en Atlántida” (la luz del plexo solar) desaparecerán y ambos centros serán simples receptores de energías espirituales provenientes de lo alto; no poseerán luz propia directa e inherente; la luz que trasmitirán les llegará de fuentes colectivas, que se hallan en los planos etéricos.

La exteriorización física densa de este centro es el páncreas, con una exteriorización secundaria en el estómago. Existe, en relación con el centro plexo solar, un curioso vínculo simbólico tanto en su forma como en su implicación. Tenemos:

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Aquí aparece nuevamente el tema de un centro de fuerza espiritual (porque la fuerza astral es espiritual en esencia) y sus tres [e135] manifestaciones. Son tres materializaciones densas, fomentadas y nutridas por las fuerzas y energías del centro plexo solar. He dado aquí un importante dato para quienes están interesados en estudiar la medicina desde el ángulo esotérico; si es correctamente valorado conducirá a la comprensión [i174] del arte de la curación. El control del centro plexo solar y la correcta recepción y liberación de las energías enfocadas en ese centro producirá una mayor purificación, un intenso fortalecimiento y la vital protección de los tres órganos vitales, situados en esa zona del mecanismo físico humano.

Como anteriormente he puntualizado, este centro es un órgano de síntesis y recoge en sí mismo todas las energías inferiores durante cierta etapa del desenvolvimiento superior del ser humano. De hecho, es un instrumento (cuando es correctamente comprendido y dirigido) para ayudar a integrar la vida de la personalidad. El mayor problema que tiene el hombre altamente desarrollado, pero sin inclinación espiritual, es el deseo. ¿Cuáles son sus metas? ¿Hacia dónde dirige sus esfuerzos? ¿Cuál es la naturaleza de sus ambiciones? ¿A qué aspira? De acuerdo a la naturaleza de las fuerzas y energías que, por la influencia de su vida mental, ejercen presión sobre el centro plexo solar, decidirá seguir adelante por el sendero de luz, permanecer estáticamente autocentrado o tomar el camino inferior que conduce al oscurecimiento de la luz del alma.

Como hemos visto, los pétalos del centro plexo solar se extienden hasta el centro cardíaco. En realidad, significa que la energía emocional, el deseo y la ambición (en la totalidad de la raza humana) se esfuerzan hacia arriba para alcanzar el camino superior. Debería observarse aquí que la transferencia de la energía del plexo solar en sí, es la tarea de todos los aspirantes al Sendero del Discipulado en este momento particular, además del gradual despertar del centro cardiaco. Los primeros miembros de la familia humana que adquirirán conciencia de grupo, son lógicamente los aspirantes y discípulos, los cuales marcarán el paso para el resto de la humanidad, y lo lograrán por medio de la presión de la vida misma y de las circunstancias, y no por seguir [i175] las reglas o meditaciones específicas establecidas. Luego, antes de recibir cierta iniciación mayor, tales reglas y medidas pueden ser aplicadas al iniciado a fin de proporcionar un control inmediato y consciente sobre el cuerpo astral y su punto focal de entrada en el organismo físico, el centro plexo solar, y otra vez en el momento en que se hacen conscientemente ciertas trasferencias mayores, de las cuales tres son de importancia primordial:

1.    Desde los tres centros abajo del diafragma a los centros cardíaco, laríngeo y ajna. [e136]

2.    Desde los dos centros arriba del diafragma -los centros cardíaco y laríngeo- al centro ajna y al loto de mil pétalos de la cabeza.

3.    Desde el centro ajna al coronario, significando la total unificación de las energías de todo el cuerpo etérico en un solo punto focal central de distribución -controlado directamente por la Tríada espiritual.

Los procesos comprendidos en esas tres grandes experiencias (cada una precedida por numerosas pruebas y experimentos) lógicamente ejercen tensión sobre el cuerpo físico y son la causa de muchos males heredados por los discípulos.

 Será evidente, por ejemplo, que la trasferencia de las energías acumuladas en el centro plexo solar al centro cardíaco causará dificultades, frecuentemente muy serias; por tal razón muchas personas de edad avanzada mueren de ataques al corazón. En el largo ciclo de la vida y experiencias del alma esto relativamente es de poca importancia; en el corto ciclo de vida del discípulo individual es de grandes dificultades y frecuentemente trágico. Análogamente, la trasferencia de energías de los cinco centros, a lo largo de la columna vertebral a los centros de la cabeza, acarreará sus propios problemas. La estimulación del centro ajna por el enfoque de estas energías puede conducir a desastrosos problemas psicológicos. [i176] Un hombre puede convertirse temporariamente en un maniático egocéntrico (todo es temporario en la larga vida del alma) y llegar a ser un monstruo humano como Hitler y otros de su misma calaña, aunque en menor grado; también puede sufrir violentos ataques epilépticos o afectarle la vista y quedar ciego. Todos estos puntos merecen una cuidadosa reflexión.

5.     El Centro Sacro. Está localizado en la parte inferior de la zona lumbar, siendo muy poderoso, pues controla la vida sexual. Una de las cosas interesantes sobre este centro es que siempre debe seguir siendo un poderoso centro hasta que dos tercios de la humanidad haya recibido la iniciación, porque los procesos procreadores deben continuar y estar activos a fin de proporcionar cuerpos para las almas que nacen. Pero a medida que la raza progresa, este centro será controlado y sus actividades se llevarán a cabo inteligentemente como resultado del conocimiento, de la percepción interna y de los contactos sutiles superiores, y no como resultado del deseo ilimitado e incontrolado, como sucede ahora. No puedo explayarme más sobre esta cuestión, pues el tema es demasiado amplio. Sin embargo, llamaré la atención sobre lo ya escrito y sugeriré, a quien tenga interés y tiempo, que reúna todo lo dicho en mis libros acerca [e137] del tópico del sexo a fin de compaginar un folleto sobre el mismo:

a.    El centro sacro corresponde al sol físico, fuente de vitalidad y agente dador de vida en nuestro planeta.

b.    El simbolismo del centro sacro se relaciona con el período de gestación antes del nacimiento, y por su correcta comprensión se puede trazar y ampliar la historia de la concepción, de la construcción de la forma, ya sea la forma física de un ser humano, de una idea, una organización [i177] erigida alrededor de una verdad central, la forma de un planeta o la de un sistema solar. Quizás por sobre todas las cosas sea el centro a través del cual las fuerzas de la IMPERSONALIDAD oportunamente deberán expresarse y resolverse el problema del dualismo. Esta solución e interpretación del símbolo debe provenir del reino de la mente, controlando con ello la reacción física y ocupándose del propósito y no del deseo. Reflexionen sobre esto, y cuando sea así comprendido, entonces habremos alcanzado esa etapa en que puede tener lugar una gran trasferencia al centro más elevado de la creación, el centro laríngeo.

c.     El centro sacro está por lo tanto estrechamente relacionado con la materia, y hay una afluencia de energía entre tres puntos existentes en la parte inferior del cuerpo humano:

1.      El bazo, órgano del prana o la vitalidad física que proviene del sol.

2.      El centro sacro, agente que predispone a la procreación física.

3.      El centro en la base de la columna vertebral (hasta no despertar el aspecto voluntad en el hombre) nutre el principio dador de vida, la voluntad de vivir, en todas las partes de la estructura humana.

Éstos crean un gran triángulo de fuerza, relacionado con la materia, la sustancia, la construcción de formas, la creación, la vitalidad y con la persistencia de la forma. Este triángulo es un reflejo de otro superior, compuesto por:

1.     El centro laríngeo, que corresponde al centro sacro.

2.     El cuerpo pituitario, que corresponde al centro esplénico. [i178]

3.     La glándula pineal, que corresponde al centro básico.

 En la relación de estos dos triángulos reside la clave del instinto de autopreservación, la supervivencia de los cuerpos sutiles después de la muerte, y el principio de la inmortalidad asentado en el alma, que funciona cuando la [e138] autopreservación y la supervivencia ya no rigen. Esto constituye una triplicidad de ideas que requiere un cuidadoso estudio y -si puedo expresarlo así- proporciona la clave del movimiento espiritista.

d.    En último análisis el centro sacro está también vinculado con el centro ajna; los dos crean una dualidad funcionante, productora de esa cualidad sutil que llamamos personalidad. Tenemos un amplio campo de investigación en el tema de la personalidad integrada como un todo, y en la cualidad de esa personalidad que constituye el aroma, la influencia, el efecto y la radiación de la personalidad. Proporciono estas ideas a los estudiosos, con la esperanza de que se realicen investigaciones que relacionarán este tópico de los centros con los conocidos hechos de la coordinación, la integración y su consiguiente efecto, la grandeza.

Quienes estudian La Doctrina Secreta tienen mucho que descubrir acerca de la relación entre los “Señores lunares”, los Barhishad Pitris, y el Señor o Ángel solar. El campo de trabajo de los primeros es por excelencia el centro sacro, el del Ángel solar es el centro laríngeo.

e.    El centro sacro registra la energía del tercer aspecto de la divinidad, así como el centro plexo solar registra la del segundo aspecto y el centro básico expresa la energía del primer aspecto. Aquí [i179] nuevamente tenernos los centros inferiores, reflejando los centros laríngeo, cardíaco y coronario, completando así las manifestaciones superior e inferior de la divina Trinidad en el hombre. Este centro fue llevado a una plena actividad funcionante en la antigua lemuria, la primera raza humana; su energía es la del Espíritu Santo, influyendo a la sustancia virgen. Aquí nuevamente hallamos otra reflexión divina en lo siguiente:

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 [e139] Oportunamente, en el Divino Hermafrodita (que aparecerá más tarde), tendremos otra combinación:

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Nuevamente observarán cómo la Ciencia de los Triángulos rige la estructura humana en todos sus aspectos, y también la de un sistema solar. Esto es de esperarse. 

f.      La exteriorización física densa de este centro puede hallarse en las gónadas, los órganos humanos de [i180] procreación, considerándolos como una unidad básica, aunque temporariamente separada de la actual expresión dualista del ser humano. Debe recordarse que esta separación fomenta un poderoso impulso hacia la fusión, y a esto lo denominamos sexo. En realidad el sexo es el instinto de unión: ante todo, la unión física. Es el innato (aunque mal entendido) principio del misticismo, nombre que aplicamos al anhelo de unión con lo divino. Sucede como con todo aquello que el hombre no desarrollado ha tocado; hemos pervertido y distorsionado una idea divina y prostituido un anhelo inmaterial por un deseo material. Hemos revertido la dirección de la energía sacra y a ello se debe el superdesarrollo de la naturaleza animal y las funciones de la humanidad común.

Lógicamente mucho más podría agregar a lo anterior, pero el tema requeriría un cuidadoso análisis, dilucidación y fraseología que el tiempo no lo permite, o no podría mantenerse la continuidad establecida para este tratado.

Tampoco puedo decir mucho referente al centro de la base de la columna vertebral. Sin embargo, antes de dar cualquier posible información fructífera, quisiera decir que el diagrama de la página 126 representa el punto de evolución alcanzado por un discípulo y no por un iniciado avanzado. No es tampoco la descripción del ser humano común. Lo indica el hecho de que el reflejo en la cabeza del centro cardíaco, se está dando vuelta hacia arriba, en respuesta a la creciente actividad del centro cardíaco, y que el centro ajna está clara y exactamente definido, demostrando una personalidad integrada y coordinada. Por lo tanto no es el [e140] diagrama de los centros de una persona común o no evolucionada. Estos diagramas sólo pueden describir un punto de culminación, pero debe [i181] recordarse que tales puntos no son realizaciones estáticas, sino que están precedidos por fases y etapas de actividad que producen constantemente resultados cambiantes y aspectos variables de los centros; éstos a su vez son precedidos por otros ciclos de movimiento, de cambio y de una renovada liberación de energías. Los efectos de las causas que subyacen profundamente se convierten ellos mismos en causas, pues en el ciclo de manifestación no existe nada estático, fijo o determinado. Esto es algo muy importante. En consecuencia, no se dejen engañar por los momentos aparentes de realización, sólo son preludios para el cambio, pues tal es la Ley del Ser. 

7.     El Centro en la Base de la Columna Vertebral. Este centro, ante todo está controlado y regido por la Ley del Ser, ya mencionada, y rige cuando el espíritu y la materia se unen, y la materia, la Virgen María -bajo la influencia del Espíritu Santo, la energía del vehículo etérico-, es trasladada “al Cielo”, donde (tal como lo expresa la fraseología cristiana) “se sentará al lado de su Hijo en el hogar del Padre”.

Este centro está ubicado en la base misma de la columna vertebral y sostiene a los demás centros. En la época actual se halla relativamente pasivo, porque sólo entra en plena actividad, por un acto de la voluntad, dirigida y controlada, del iniciado. Responde únicamente al aspecto voluntad y, durante la encarnación, la voluntad de ser constituye el factor que en la actualidad controla su vida y produce sus efectos cuando nutre y dirige el principio vida de la materia y la forma. De la misma manera en que el principio vida está “situado en el corazón”, también la voluntad de ser está situada en la base de la columna. Se han dicho muchas y peligrosas cosas vanas acerca de este centro, y todo el tema del “fuego kundalínico” ha demostrado ser una fábula fantástica y atrayente para los seudocultistas del mundo. El verdadero ocultista en entrenamiento nada tiene que hacer con el fuego kundalínico, como comúnmente [i182] se lo entiende. Sólo puedo aclarar ciertos hechos y al mismo tiempo debo abstenerme de indicar modos y métodos para despertar la actividad de dicho centro, debido al extremo peligro que involucra cualquier trabajo prematuro sobre este centro básico. Lo único que puedo hacer es exponer una serie de observaciones que las comprenderán correctamente aquellos que conocen (y son muy pocos y raros), lo cual ayudará a pensar a quienes están en entrenamiento, y les dará un cuadro más completo que protegerá del desastre al ignorante. Haré estas observaciones lo más clara y brevemente posible, pero prácticamente no daré explicación alguna al margen. [e141]

1.    Este centro básico, es el punto donde, de acuerdo a la ley evolutiva, se unen el espíritu y la materia, y la vida se relaciona con la forma.

2.    Es el centro donde el dualismo esencial de la divinidad manifestada -el hombre o Logos planetario- se une y produce la forma. 

3.    La naturaleza de esta divinidad es solamente revelada cuando el segundo aspecto ha completado su trabajo por medio del tercer aspecto, pero bajo la voluntad rectora del primer aspecto. 

4.    Es el centro donde la “serpiente de Dios” experimenta dos transformaciones: 

a.    La serpiente de la materia permanece arrollada.

b.    Dicha serpiente es trasformada en la serpiente de la sabiduría.

c.     La serpiente de sabiduría es trasladada y se convierte en el “dragón de luz viviente”. 

5.    Estas tres etapas están nutridas por la vida y la energía que afluye y desciende a través de toda la columna [i183] vertebral, por intermedio de la analogía etérica del cordón vertical, y -en tiempo y espacio- este descenso (además de la simultánea elevación de la vida) produce: 

a.    El despertar gradual y ordenado de los centros, de acuerdo al tipo de rayo.

b.    La reversión de los centros a fin de que la conciencia del hombre que mora internamente sea adecuada a su medio ambiente.

c.     La síntesis de las energías de la vida de todos los centros, y su adecuación a las demandas del iniciado y al servicio de la Jerarquía y de la Humanidad. 

6.   La columna vertebral (desde el ángulo de las ciencias esotéricas) alberga un triple hilo. Es la exteriorización del antakarana, compuesto por el propio antakarana, el sutratma o hilo de vida y el hilo creador. Este triple hilo dentro de la columna vertebral está compuesto por lo tanto de tres hilos de energía, los cuales han abierto para sí, en la sustancia dentro de la columna, un “triple camino de entrada y de salida”. A éstos se los denomina en terminología hindú: los senderos de ida, pingala y sushumna, y juntos constituyen el sendero de vida para el hombre individual, entrando en actividad en forma secuencial y de acuerdo al tipo de rayo y etapa de evolución. El sendero de sushumna sólo es empleado en forma correcta y sin peligro, cuando se ha construido el antakarana y la Mónada y la Personalidad se relacionan, aunque sólo sea [e142] mediante un hilo muy tenue. Por lo tanto la Mónada, el Padre, el aspecto voluntad, puede llegar a la personalidad en forma directa y despertar el centro básico, y con ello fusionar, unificar y elevar los tres fuegos. [i184]

7.    Por uno de estos senderos afluye la energía que nutre a la materia. Otro está relacionado con el sendero de la conciencia y al desarrollo síquico sensorio. El tercero es el sendero del espíritu puro. Así en cada forma viviente se lleva a cabo el trabajo del Padre, de la Madre y del Hijo. Vida-conciencia-forma y vida-cualidad-apariencia se fusionan, y el mecanismo de respuesta del hombre divino es perfecto, permitiéndole al hombre hacer contacto y reconocer eventualmente los aspectos divinos mayores en los reinos de la naturaleza, en el planeta y en el sistema solar. 

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No se engañen y sitúen estas esferas entrelazadas de energía viviente a la derecha o a la izquierda de la columna vertebral, pues siempre tiene lugar un constante movimiento, interacción y reversión. Sólo puedo representar un símbolo que indica el sendero especial de las tres energías de la divina Trinidad. No indico un lugar o ubicación real porque la materialización y la ubicación de este concepto principal ha producido situaciones peligrosas. El estudiante iniciado trata de captar la relación de las tres energías básicas, los tres senderos del fuego viviente, su relación e interrelación y polarización secuencial. No trata de ajustar la enseñanza a puntos, líneas y lugar, hasta el [i185] momento en que estos términos signifiquen poco para él y posea más conocimiento. 

8.   Estos tres senderos de vida son los canales para el fuego eléctrico, fuego solar y fuego por fricción, y debido a su utilización están relacionados con las tres etapas del sendero de evolución: el sendero de evolución que corresponde a las primeras etapas materiales; el Sendero de Probación, las primeras etapas del Sendero del Discipulado hasta la tercera iniciación, y el Sendero de Iniciación. [e143] 

9.    El fuego kundalini, sobre el cual tanto se ha enseñado y escrito en Oriente y cada vez más en Occidente, en realidad es la unión de los tres fuegos, enfocados en el centro básico, por un acto de la voluntad iluminada, impulsada por el amor. Estos fuegos unificados son elevados mediante el empleo de la Palabra de Poder (emitida por la voluntad de la Mónada), y llega a integrarse y vivificarse por la autoridad conjunta del alma y la personalidad. Por lo tanto, cuando el ser humano llega a hacer esto con plena conciencia, es un iniciado que ha pasado la tercera iniciación. Sólo él puede sin peligro elevar este triple fuego desde la base de la columna vertebral al centro coronario. 

10.    De acuerdo a la interpretación común de los esoteristas ignorantes en los diversos grupos ocultistas, el fuego kundalini es algo que debe ser “elevado”, y cuando se logra, entonces todos los centros entran en actividad funcionante y los canales, hacia arriba y hacia abajo de la columna vertebral, quedarán libres de toda obstrucción. Esta es una peligrosa generalización y lo contrario de la realidad. El fuego kundalini podrá ser elevado y ascendido hacia el cielo cuando todos los centros hayan despertado y los canales de la columna vertebral no estén obstruídos. La remoción de las obstrucciones es el resultado de la vivencia de los centros individuales que, [i186] debido a la potencia de su vida, son por sí mismos eficaces para destruir todo impedimento y obstrucción. También pueden “quemar” todo lo que impide su radiación. Lo que generalmente sucede en esos casos accidentales (que producen tanto daño) es que el aspirante, debido a su curiosidad ignorante y por un esfuerzo de la mente (no de la voluntad espiritual, sino estrictamente como una expresión de la voluntad de la personalidad), logra despertar el inferior de los tres fuegos, el fuego de la materia, el fuego por fricción, lo cual quema y destruye prematuramente la red etérica del cuerpo etérico. Esos discos o redes circulares se hallan entre cada par de centros a lo largo de la columna vertebral y también en la cabeza. Generalmente son disipados por la pureza de vida, la disciplina de las emociones y el desarrollo de la voluntad espiritual. 

Existen cuatro redes. Cuando la cuádruple personalidad está altamente desarrollada y el centro ajna va despertando, entonces estas redes desaparecen lenta y gradualmente, normal y automáticamente. Las redes de la cabeza son de calidad superior y biseccionan el cráneo, horizontal y verticalmente. De esta manera simbolizan la Cruz sobre la cual es crucificado el Hijo de Dios. [i187][e144]

INSERTAR GRAFICO

11.  Los tres canales a lo largo de la columna responden totalmente a los tres centros mayores: 

a.    Al centro plexo solar, proporcionando el impulso del deseo y nutriendo la vida física y el anhelo creador.

b.    Al centro cardíaco, proporcionando el impulso de amar y el contacto consciente con zonas cada vez más amplias de la expresión divina.

c.     Al centro coronario, proporcionando el impulso dinámico de la voluntad de vivir. 

No indico el canal que responde a un centro, excepto en el caso del canal sushumna que responde únicamente a la energía del centro coronario y a la voluntad rectora, centrada en el loto de 1000 pétalos. Esto puede ser expuesto sin peligro porque la voluntad espiritual está muy poco desarrollada en quienes buscan despertar el kundalini. Cuando haya despertado, sabrán qué deben hacer sin correr riesgos. 

12.   Los tres centros de la cabeza están también relacionados con este triple canal: 

a.    La zona de la médula oblongada (el centro alta mayor) y la glándula carótida. [e145]

b.    El centro ajna y el cuerpo pituitario.

c.     El loto de mil pétalos y la glándula pineal. 

Los estudiantes hallarán interesante relacionar estas triplicidades con los tres rayos mayores: [i188] 

a.    el primer rayo de voluntad o poder,

b.    el segundo rayo de amor-sabiduría,

c.     el tercer rayo de inteligencia activa, 

y también con las tres razas humanas, las cuales poseen el poder de desarrollar la simiente de esos aspectos divinos: las razas lemuria, atlante y aria. Éstas pueden vincularse, como simiente, a las dos razas finales ya mencionadas, que fusionarán y sintetizarán, en una perfecta vida planetaria, todos los poderes, cualidades, realizaciones y metas.

Otra síntesis es también posible y de importancia: 

a.    Sendero de evolución              Centros abajo del diafragma

b.    Sendero del discipulado          Centros arriba del diafragma

c.     Sendero de iniciación              Centros en la cabeza 

Dichos grupos y triplicidades están todos relacionados en tiempo y espacio con el triple cordón vertebral. 

13.Tenemos -también en relación con los mencionados cinco puntos de síntesis que se hallan en el cuerpo- un punto culminante de completa fusión. Los enumeraré correlativamente de acuerdo a la secuencia de su trabajo de fusión: 

a.    El centro plexo solar, fusionando los centros de abajo del diafragma.

b.    El centro ajna, fusionando los centros de arriba y abajo del diafragma.

c.     La base de la columna vertebral, fusionando a los seis centros.

d.    El loto de 1000 pétalos de la cabeza, fusionando las siete energías. 

Tengan presente, en relación con lo antedicho, que tratamos totalmente con fuerzas y energías, funcionando a través del cuerpo etérico; que nos ocupamos [i189] del mundo terciario de las causas, responsable del mundo orgánico de la manifestación física densa. Esta manifestación física está sujeta a la influencia del mundo secundario de la vida consciente, que a su vez responde en tiempo y espacio al mundo dinámico del propósito y del Ser.

En mis palabras reside oculta la clave de la vida plena del alma, pero es necesario llevar una vida dedicada y una mente [e146] iluminada para aprovechar el conocimiento impartido y ver detrás de las palabras el pensamiento clave que le da vida y -hablando ocultamente- calor generador.

Tengan claros en la mente los conceptos de estimulación o carencia de estímulo, de interacción o de separatividad, de pasividad o de actividad, porque en estas dualidades radican las causas de la salud o de la enfermedad. 

El Cuerpo Etérico, los Sistemas Nervioso y Endocrino

Lo que ahora diré está basado sobre ciertos comentarios expresados en páginas anteriores, donde señalé que 

1.    el cuerpo etérico,

2.    el sistema nervioso y

3.    el sistema endocrino

están estrechamente “relacionados entre sí y constituyen un directorio entrelazado de energías y fuerzas esencialmente vitales, energetizantes, dinámicas y creadoras..., dependiendo de ellas la salud interna del cuerpo”. Agregué a éstas la corriente sanguínea como distribuidora por todo el cuerpo de

1.    el principio Vida,

2.    las energías combinadas de los tres sistemas mencionados, y puntualicé que la gran combinación de fuerzas que llamamos pares de opuestos o dualidades mayores, rige [i190] las causas fundamentales de la salud y de la enfermedad. Al hacer estas observaciones trato de llevar el tema a una máxima simplicidad, aunque se pierde así algo de la verdad, no obstante es esencial que sean captadas por el estudiante algunas amplias generalizaciones antes de abocarse al estudio de las excepciones y ocuparse de las menudencias y detalles de los defectos corpóreos o sus opuestos.

Ha llegado a ser una verdad muy conocida para los estudiantes de ocultismo, que el cuerpo etérico condiciona, controla y determina la expresión de la vida del individuo encarnado. Otra verdad es que el cuerpo etérico transporta las fuerzas de la personalidad por medio de los centros, energetizando así al cuerpo físico para entrar en actividad. Estas fuerzas, encarriladas a través de los centros, corresponden a toda la personalidad integrada, o simplemente a las fuerzas del cuerpo astral o emocional, y también del mental; trasmiten además la fuerza del rayo de la personalidad o la energía del rayo del alma, de acuerdo al grado de evolución alcanzado por el hombre. El cuerpo físico, por lo tanto, no es un principio. Está condicionado pero no condiciona -algo frecuentemente olvidado. Es la víctima de la vida de la personalidad o la expresión triunfante de la energía del alma. Ésta es la razón de [e147] por qué la ciencia de la psicología dominará a la moderna ciencia médica, durante los dos próximos siglos, excepto en lo que respecta a esas enfermedades de las que nos ocuparemos en otra parte de este tratado -esas que emanan de la vida grupal, tales como la tuberculosis, las enfermedades venéreas y el cáncer. Hasta que la raza no llegue a tener más definidamente conciencia de grupo (algo que aún está muy distante) no será posible aplicar amplias generalizaciones psicológicas a las enfermedades naturales de nuestro planeta. Sin embargo, podemos considerar el manejo de dificultades similares que surgen en el ente individual; ellas están basadas en el conflicto de los pares de opuestos y en la desarmonía que prevalece en los tres sistemas mayores rectores vinculadores.

[i191] Por consiguiente tienen que recordar tres sistemas, y un agente portador o trasportador, más el hecho básico oculto de que ciertas grandes energías opuestas, actuando dentro del cuerpo, producen lo que llamamos enfermedad. A estos factores agregaría otra correlación necesaria, recordándoles que nos ocupamos de formas de vida, y que todas ellas son creadoras dentro de sí mismas y pueden potencialmente crear más formas o proporcionar el medio ambiente donde dichas formas pueden vivir. Observen este modo de expresar una verdad fundamental. La base de toda enseñanza oculta, respecto a la manifestación, consiste en que las fuerzas constructoras existen y que esta afirmación es verdadera, ya se trate de la Vida de un sistema solar o únicamente de la conciencia de ese cuerpo en el cual el ser humano se mueve y vive -en líneas sensatas o insensatas; nos referimos al cuerpo del mundo donde reside el ser humano. Debido a esto enfrentamos otra gran Ley natural que puede ser expresada, en forma sencilla, de la manera siguiente: 

LEY VI

Cuando Las energías constructoras del alma están activas en el cuerpo, entonces hay salud, amplia interacción, pura y correcta actividad. Cuando los constructores son los señores lunares y los que trabajan controlados por la Luna, a las ordenes del yo personal inferior, entonces hay enfermedad, mala salud y muerte.

Esta regla es muy sencilla, pero da la clave de las causas de la enfermedad y la razón de una establecida inmortalidad; será entendida con gran claridad y comprensión dentro de pocos años, y reemplazará a infundados y falsos sistemas idealistas denominados Unity, Mental Science y Christian Science. Estos sistemas presentan como posibilidades inmediatas y demostrables, la intención de la liberación [i192] de las limitaciones naturales y materiales que hoy controlan todas las formas, ignoran el factor tiempo y pasan por alto los procesos evolutivos y también el punto de desarrollo de la [e148] persona implicada; su posición está basada en el deseo, ansioso e innato del ser humano común, de comodidad y armonía física, disimulando el innato egoísmo de su presentación de la verdad con el concepto de que todo es para la eterna gloria de Dios. Indudablemente, desaparecerán las enfermedades y los impedimentos físicos de cualquier tipo, pero esto sólo sucederá cuando el alma del individuo controle, y el yo personal inferior se convierta en un autómata del alma, tal como el cuerpo físico es en la actualidad el autómata de la naturaleza emocional, de la mente y, ocasionalmente (y sólo muy ocasionalmente para la mayoría de las personas), del alma.

Sólo cuando el alma, consciente y en colaboración con la personalidad, construya el templo del cuerpo y luego lo mantenga totalmente iluminado, desaparecerán las enfermedades; esta construcción sin embargo es un proceso científico, y en las primeras etapas del discipulado (o sea el momento en que el alma comienza a aferrarse a su instrumento, la personalidad) conduce inevitablemente al conflicto, a una creciente tensión, y frecuentemente se agravan las enfermedades y la desarmonía. Esta desarmonía y enfermedad conduce necesariamente a dificultades y sus consiguientes efectos indeseables, que serán superados, pero -durante este reajuste- mientras se registran y expresan, habrá mucha angustia física y psicológica y grandes dificultades, mayores y menores, que la humanidad parece haber heredado.

En la humanidad poco evolucionada, el conflicto (desde el ángulo de la conciencia) es prácticamente nulo, porque es menos susceptible a las enfermedades sutiles que emanan de los tres sistemas vinculadores, pero al mismo tiempo responde mayormente a las tres enfermedades naturales, a las infecciosas [i193] y contagiosas y a las grandes epidemias que azotan naciones y grandes zonas planetarias. A medida que la humanidad va evolucionando, las enfermedades se hacen más personales (si puedo expresarlo así) y no están tan definidamente relacionadas con el rebaño o la masa. Las enfermedades tienen su origen dentro de las personas mismas y aunque pueden estar relacionadas con las enfermedades de las masas, se fundamentan en causas individuales.

Cuando un hombre sale de la masa común y entra en el sendero de probación, llegando así a ser un aspirante al discipulado, entonces las enfermedades de la carne y la desarmonía de su triple sistema, además de la corriente transportadora, constituyen un problema consciente que el mismo aspirante debe resolver -esto le revelará la necesidad de construir en forma consciente y creadora.

La doctrina de la reencarnación adquiere aquí gran valor; el discípulo comenzará a establecer esas condiciones, a crear esas [e149] formas y a construir esos vehículos que, en otra vida, le serán más apropiados y el alma podrá controlarlos, convirtiéndose en instrumentos más adecuados para llevar adelante el proceso del perfeccionamiento que el alma demanda. Señalaré que el discípulo no se concentra en ningún momento sobre el cuerpo físico ni trabaja físicamente para eliminar las enfermedades o la desarmonía. Comienza con la psicología que el alma enseña, empezando por las causas que producen efectos en el plano físico. Es un proceso más lento pero perdurable. Gran parte de los sistemas de extremada autosugestión, vinculados a la Christian Science y la Unity, tienen sólo efectos temporarios y están basados en un proceso científico de supresión y negación de los factores existentes. No están basados en la verdad. En una vida posterior esa supresión surgirá nuevamente con mayor potencia y continuará acrecentándose hasta quedar totalmente ignorada, poniéndose el énfasis de la vida sobre el contacto con el alma, [i194] y la presión de la misma se exteriorizará en servicio a los demás.

Referente a la enfermedad física y su relación con los centros (considerándolos como puntos focales para las energías que llegan de cualquier fuente) sería de utilidad que hiciera ciertas amplias generalizaciones, recordando que en ellas puede haber excepciones, particularmente en lo que respecta a la buena o mala salud de los discípulos.

1.    Cada uno de los siete centro mayores rigen o condicionan -desde el ángulo de la materia lo mismo que del alma y del principio vida- la zona del cuerpo físico donde están ubicados cada uno, incluyendo la multitud de centros menores de energía y plexos de fuerza que pueden existir allí. 

2.    Las tres grandes y básicas divisiones manifestadas de la divinidad, se hallan simbólicamente presentes en cada centro: 

a.    El principio vida, el primer aspecto, aparece cuando todo el centro se ha desplegado o despertado esotéricamente. Siempre está presente en latencia, pero no es un factor dinámico que produce un estímulo monádico hasta finalizar el gran ciclo de evolución. 

b.    La cualidad o aspecto del alma aparece gradualmente en el proceso del desenvolvimiento evolutivo y produce, en tiempo y espacio, el efecto definido que el centro ejerce sobre su medio ambiente. Esta cualidad depende del rayo (ya sea de la personalidad o del alma) que origina la energía entrante, o del rayo que rige al cuerpo astral, en el caso de una persona poco evolucionada, y también del grado de evolución y de la influencia radiatoria de otros centros. [e150] 

c.     La aparición en el cuerpo etérico de un centro desarrollado o en desarrollo, indica el lugar que ocupa el hombre en la escala de evolución, su afiliación racial y su meta consciente; esta última puede abarcar [i195] desde el énfasis puesto sobre la vida sexual y la consiguiente actividad del centro sacro, hasta la meta del iniciado, que pone en actividad el centro coronario. Todo esto produce el consiguiente efecto sobre el tejido circundante, la sustancia y las formas orgánicas dentro del radio de influencia del centro. La zona de influencia varía de acuerdo a la actividad del centro y éste depende del grado evolutivo alcanzado por el individuo y del preponderante tipo de energía al cual él reacciona.

3.    La energía entrante se transmuta en fuerzas dentro del centro. Esto implica un proceso de diferenciación, donde la energía primaria involucrada se convierte en energías secundarias, sucediendo automáticamente; la rapidez del proceso de transmutación, la potencia de la resultante acumulación de fuerzas y la actividad radiatoria (que produce resultados condicionantes en el cuerpo físico denso) dependen del grado de desarrollo del centro particular implicado y si está despierto o no.

4.    Las fuerzas salientes de un centro actúan sobre la contraparte etérica de toda la intrincada red de nervios que constituyen el sistema nervioso. Estas contrapartes, de idénticas analogías subjetivas, se denominan “nadis” en la filosofía hindú; constituyen una compleja y muy extensa red de energías fluídicas, un sistema intangible interno, paralelamente al de los nervios corpóreos, el cual es la exteriorización de un canon interno de energías. No existe todavía un término en ningún idioma para la antigua palabra “nadis’ debido a que la existencia de este sistema subjetivo aun no ha sido reconocida, y en Occidente prevalece el concepto materialista de los nervios como un sistema creado en respuesta a un [i196] ambiente tangible. El concepto de que estos nervios son el resultado físico denso de un mecanismo interno y sensible de respuesta, es todavía muy indefinido y no ha sido reconocido por la moderna ciencia occidental. Cuando esta sustancia sutil (compuesta de hilos de energía) sea reconocida como subyacente en los nervios tangibles, habremos progresado en nuestro acercamiento al problema de la salud y de la enfermedad, acercándonos más al mundo de las causas. Esta red de nadis forma un canon definido de vida que varía de acuerdo al rayo de la personalidad.

5.    Los nadis determinan por lo tanto la naturaleza y la cualidad del sistema nervioso con sus extensas redes de nervios y plexos que abarcan todo el cuerpo físico. Los nadis y, por [e151] consiguiente, la red de nervios, están principalmente relacionados con dos aspectos del equipo físico del hombre -los siete centros mayores del cuerpo etérico (el cuerpo sustancial que subyace en el cuerpo físico denso) y la columna vertebral con la cabeza. Debe recordarse que el cuerpo etérico es un cuerpo físico, aunque compuesto de materia más sutil que la que podemos ver y tocar. Esta hecho de sustancia o de aquello que “subyace” o fundamenta cada parte y partícula del vehículo físico denso. Esto más adelante recibirá la atención de los curadores y médicos iluminados de la nueva era. Cuando se reconozca la relación que existe entre los nadis y los nervios, conjuntamente con los centros y la columna vertebral, entonces se producirá una gran revolución en los métodos médicos y psiquiátricos. La experiencia demostrará que cuando se logre una interacción más estrecha entre ambos -los nadis y los nervios- se controlará más rápidamente la enfermedad. [i197]

6.    Los nadis en el cuerpo físico corresponden a la vida o aspecto espíritu; los nervios son la analogía del alma o aspecto cualidad. Lo que se demuestra como su exteriorización conjunta es el sistema endocrino que corresponde a la forma o aspecto materia. Los tres -nadis, sistema nervioso y glándulas- son las analogías materiales de los tres aspectos divinos; responden esotéricamente a estos tres aspectos y hacen que el hombre, en el plano físico, sea lo que es. Los tres están también condicionados (por conducto de los siete centros, como ya hemos visto) por los vehículos astral o mental, o por la personalidad integrada, o por el alma que comienza a utilizar la personalidad como agente transmisor y trasmutador y -al finalizar el sendero del discipulado- por la Mónada, vía el antakarana, empleando este sendero autocreado como un canal directo de comunicación con los siete centros y de allí con el triple sistema de nadis, nervios y glándulas.

7.   Estos tres sistemas mayores dentro del ser humano, expresan, por medio del cuerpo físico, la condición o grado de desarrollo de los centros. La vida, la cualidad y la energía que representan, son distribuidas por todo el vehículo físico mediante la corriente sanguínea. La ciencia moderna ya está reconociéndolo como una realidad, lo cual indica que la corriente sanguínea distribuye ciertos elementos liberados por las glándulas. Aún no reconoce el hecho de la relación que existe entre las glándulas y los centros, con el sistema intermedio de nadis y nervios. El próximo gran paso que dará la medicina será el reconocimiento de la realidad del cuerpo etérico, sustancia física que subyace en la materia densa.

8.  Cuando los centros despiertan en el cuerpo, aparece entonces un sistema nervioso altamente eléctrico que responde inmediatamente a la energía conducida por [i198] los nadis, cuyo resultado [e152] será un sistema endocrino bien equilibrado. La vitalidad y la vida que afluirá a través del cuerpo será entonces tan poderosa que automáticamente el cuerpo físico quedará inmune a las enfermedades, ya sean innatas, hereditarias o de origen grupal. Con estas palabras expreso una probabilidad futura y no una posibilidad inmediata. Algún día el hombre coordinará perfectamente los tres sistemas, que responderán físicamente al Canon interno de nadis y centros, y se integrará conscientemente con el alma, y más tarde -por medio del antakarana- con el principio Vida.

9.    En la actualidad hay un desarrollo desparejo y algunos centros aún no han despertado, otros están sobrestimulados y los centros de abajo del diafragma sobreactivados; en consecuencia tenemos zonas enteras del cuerpo en que los nadis están en estado embrionario, en otras en que están altamente energetizados, pero sus emanaciones detenidas por algún centro que en el trayecto de su actividad aún no ha despertado o -si lo está- todavía no es irradiante. Estas condiciones desparejas producen poderosos efectos sobre el sistema nervioso y las glándulas, conduciendo en algunos casos al sobrestímulo, y en otros a condiciones subnormales, falta de vitalidad, hiperactividad y otras reacciones indeseables que producen inevitablemente enfermedad. Tales enfermedades surgen dentro del cuerpo mismo, como resultado de las tendencias hereditarias inherentes (o debería decir nativas) o predisposiciones existentes en el tejido corpóreo, o aparecen como resultado de la irradiación o no irradiación de los centros, que actúan a través de los nadis; pueden también originarse como resultado de los impactos o contactos externos (tales como enfermedades infecciosas o contagiosas, y epidemias). El sujeto es incapaz de resistirlas debido a que sus centros no están desarrollados.

10. Resumiendo: Enfermedad, incapacidad física de todo tipo (lógicamente exceptuando las que se deben a accidentes y, en cierta [i199] medida, a condiciones planetarias que provocan epidemias de naturaleza peculiarmente virulenta, como las producidas frecuentemente por la guerra) y los numerosos y diversos aspectos de la mala salud, pueden atribuírse directamente a la condición de los centros, pues ellos determinan la actividad o la pasividad de los nadis, que a su vez afectan al sistema nervioso, haciendo que el sistema endocrino sea lo que es en el individuo, y la corriente sanguínea la responsable de distribuír esta condición a todas las partes del cuerpo. 

Efectos Producidos en Zonas Especificas

Consideraremos ahora algunos de los efectos resultantes de los hechos mencionados, en las zonas regidas por los centros donde aparecen las enfermedades.

[e153] Será evidente que a medida que la energía afluye a través de los centros, vía los nadis y los nervios, afectando poderosamente al sistema glandular y a la corriente sanguínea, las zonas del cuerpo quedan involucradas vitalmente y responden a la energía. Esto abarca por supuesto la cabeza, la garganta y el torso. La energía que así afluye penetra en todas las partes del vehículo físico, en todo órgano y en cada célula y átomo. La actuación de la cualidad de la energía sobre el cuerpo induce a la enfermedad, y la estimula, cura o alivia. No me refiero aquí a las tres principales enfermedades nativas (si puedo denominarlas así), cáncer, sífilis y tuberculosis. De ellas me ocuparé más tarde porque son de alcance planetario, presentes en la sustancia de la cual están hechas todas las formas y responsables de producir una hueste de enfermedades menores, que a veces se las reconoce como afines, aunque frecuentemente no son conocidas como tales.

Esas enfermedades que superficialmente se las denomina mentales, relacionadas con el cerebro, son poco comprendidas aún. Muy pocas enfermedades mentales hubo en la última raza raíz atlante; la naturaleza mental era entonces pasiva y muy poco estímulo llegaba de los niveles [i200] mentales vía el centro coronario, a la glándula pineal y al cerebro. Casi no existían enfermedades de los ojos ni nasales, pues el centro ajna aún no había despertado y el tercer ojo estaba rápidamente entrando en inactividad. El centro ajna es el órgano de la personalidad integrada, el instrumento de dirección íntimamente relacionado con el cuerpo pituitario y los dos ojos, lo mismo que con toda la zona frontal de la cabeza. En la época atlante, la integración de la personalidad era casi desconocida, excepto en los casos de los discípulos e iniciados, y en aquel entonces la meta del iniciado y el signo de su realización era esta triple integración. Hoy la meta consiste en una fusión superior -la del alma y la personalidad. Hablando en términos de energía, esto implica la formación y la actividad e interacción relacionadas, de los siguientes triángulos de fuerza:

I.               1. El alma, el hombre espiritual en su propio plano.

2. La personalidad, el triple hombre integrado, en los tres mundos.

3. El centro coronario. 

II.              1. El centro coronario, el punto de la segunda fusión.

2. El centro ajna, el punto de la primera fusión.

3. El centro de la médula oblongada, controlando la columna vertebral. 

III.            1. La glándula pineal, la exteriorización del centro coronario. [e154]

2. El cuerpo pituitario relacionado con el centro ajna.

3. La glándula carótida, la exteriorización del tercer centro que existe en la cabeza.

Todas estas triplicidades, dentro de la circunferencia de la cabeza. constituyen el mecanismo a través del cual:

1.    El alma controla su instrumento, la personalidad.

2.    La personalidad dirige las actividades del cuerpo físico.

[i201] La columna vertebral (esotéricamente, los canales ida, pingala y sushumna), los dos ojos y todo el tejido cerebral son o no receptores de estas energías de la cabeza y están estimulados por ellas. En caso de no ser receptivos, toda la zona entra en un estado de pasividad, hablando espiritualmente, y el foco de energía reside en otra parte.

La deficiencia o estimulación, si está desequilibrada o es mal aplicada, producirá un tipo definido de perturbación, frecuentemente de naturaleza fisiológica y psicológica; en nuestra era aria veremos el acrecentamiento de las enfermedades del cerebro (un acrecentamiento constante de desequilibrio mental), dificultades de la vista, hasta que la naturaleza de los centros y el tipo de las fuerzas entrantes y su regulación sean reconocidos y cuidadosa y científicamente estudiados. Entonces veremos desarrollarse la ciencia de la regulación de la energía, pues condiciona al ser humano. Mientras tanto existen muchas dificultades en todas partes, acrecentándose las enfermedades mentales, las condiciones neuróticas, la demencia y, quizás prevalezca más, el desequilibrio glandular. Hasta la fecha poco se conoce en Occidente acerca de los métodos de control o curación, y en Oriente, donde existe algún conocimiento, poco se hace debido a la apatía reinante.

La columna vertebral está principalmente destinada a ser el canal a través del cual la energetización de los centros y la distribución de la energía, a las zonas circundantes del cuerpo, es llevada a cabo por la inteligente e integrada personalidad, actuando bajo la consciente dirección del alma. No me refiero aquí a la estructura ósea de la columna vertebral sino al cordón, su contraparte esotérica, y a los nervios que surgen de ella. Hoy no existe este planeado y dirigido control esotérico de la energía, excepto en el caso de aquellos que poseen conciencia iniciática y en el de ciertos discípulos avanzados. Tenemos inhibiciones, obstaculizaciones, zonas inactivas, vitalidad deficiente, circulación deficiente y la consiguiente falta [i202] de desarrollo dentro del hombre íntegro, o si no, hay demasiada estimulación, una actividad vibratoria excesivamente rápida, un prematuro despertar de los centros que conduce a la hiperactividad de los átomos y las células, regidos por un centro determinado. Estas condiciones, conjuntamente con otras no [e155] mencionadas, afectan el sistema nervioso, condicionan las glándulas y producen dificultades y enfermedades psicológicas de cualquier tipo. A continuación se da un sencillo diagrama, aunque sugestivo y simbólico, de la columna vertebral y la cabeza, considerados ambos desde el ángulo de los centros y las glándulas: [i203] 

IMAGEN

Observarán que el bazo no ha sido incluído en este diagrama. Su función es muy peculiar, siendo el centro de la vitalidad, en relación a la actividad planetaria y a la radiación proveniente del Sol. No está controlado en forma alguna desde la columna vertebral. Debe tenerse en cuenta que este diagrama es sólo un esfuerzo para relacionar en forma gráfica los centros, las glándulas que éstos condicionan, y los órganos que son afectos por ambos. No [e156] tiene la intención de ser una verdadera representación de alguna relación orgánica fisiológica.

El centro en la base de la columna vertebral tiene una excepcional función, y es la fuente de vida de la sustancia del cuerpo, los tejidos físicos y toda materia que no esté incluida en los órganos mencionados. En el hombre perfecto los dos centros (el superior de la cabeza y el básico) representan la gran dualidad espíritu y materia, y gobiernan y controlan en perfecta armonía la total orientación del vehículo del alma. Finalmente, el aspecto espiritual del ser humano se expresará perfectamente a través de la relación mónada y personalidad (la cual se logra por una tercera gran fusión). El hombre material entonces responde a ambos, por intermedio del centro en la cabeza (la mónada) y el centro básico (la personalidad espiritualmente energetizada). Ambos centros estarán entonces en completa armonía, expresando la plena naturaleza del hombre espiritual.

Es esencial que los curadores espirituales mantengan con toda claridad en su mente el cuadro de las zonas del cuerpo regidas por los centros de la cabeza y también por los otros centros, pues dentro de esas zonas se hallan los distintos órganos que reaccionan a las enfermedades. La salud de esos órganos depende ampliamente de los centros, porque condicionan las glándulas a medida que la energía se distribuye por todo el cuerpo. Una plena y equilibrada afluencia de energía, desde el centro hasta la zona que éste controla, inmuniza contra las así denominadas enfermedades; [i204] cuando no hay desarrollo y prevalece una situación desequilibrada, en lo que concierne a los centros, no habrá poder suficiente para evitar la enfermedad. El proceso de curación en la nueva era comenzara con el definido proyecto de trabajar con los centros, y el arte de curar tenderá -como bien pueden observar- a prevenir más bien que curar. Todo el énfasis se pondrá sobre los centros de energía, las corrientes de energía y la dirección de la energía hacia los órganos dentro del radio de influencia de un centro determinado. Del estudio de las glándulas (un estudio que se halla en su infancia, que apenas merece llamarse “embrionario”) y su relación con los centros, mucho se podrá aprender más adelante, y se realizarán grandes trabajos experimentales. Desde el punto de vista del esoterista, que acepta la realidad de los centros, las glándulas son, por excelencia, el principal factor determinante, en conexión con la salud general del individuo; indica no sólo su desarrollo psicológico, en un mayor grado de lo que hoy se comprende, sino que producen (tal como lo sospecha la ciencia médica ortodoxa) un poderoso efecto sobre todo el sistema orgánico; su influencia, mediante la corriente sanguínea, llega a todas las partes del cuerpo y extremidades. Las glándulas son el resultado de la actividad de los [e157] centros, y primero, finalmente y siempre, efectos de causas internas predisponentes, y a través de los centros y sus glándulas afiliadas, el alma construye ese mecanismo en el plano físico que llamamos hombre físico.

Por lo tanto, el conjunto de factores relacionados que estamos considerando debe ser cuidadosamente estudiado y captado por todo el que practica curaciones, porque eventualmente tendrá que trabajar mediante sus propios centros en relación con los del paciente, cuya enfermedad trata de curar. En consecuencia, debe recordar tres factores: Los centros, sus glándulas relacionadas y el conjunto de órganos de los cuales son responsables los centros y las glándulas. En las siete zonas del cuerpo, regidas por los [i205] siete centros mayores y sus glándulas afiliadas, nuevamente tenemos la trinidad básica de la manifestación: 

1.    Vida o espíritu                   el centro de energía.

2.    Alma o cualidad                la glándula.

3.    Forma o materia                los órganos de determinada zona regida por determinado centro.

Esto nos lleva a otra ley, que el curador debe tener siempre presente. 

LEY VII

Cuando la vida o energía fluye sin impedimentos y, mediante la correcta dirección, alcanza su precipitación (la glándula relacionada), entonces la forma responde y la mala salud desaparece.

Ésta es una ley básica para la curación y concierne al verdadero arte de relacionar la energía espiritual con la vida de la forma, dependiendo de ello la salud y la vitalidad de los órganos. Por lo tanto llegamos a la siguiente regla que debe dominar el curador. Está expuesta en forma concisa y se deberán entender y aplicar inteligentemente esas frases que imparten instrucción. 

REGLA CINCO 

Que el curador concentre la necesaria energía en el centro necesario.

Que ese centro corresponda al centro necesitado.

Que ambos se sincronicen y juntos aumenten la fuerza.

Así la forma que espera trabajará equilibradamente.

Así ambos centros y la forma, correctamente dirigidos, curarán.

Será evidente que los curadores en la actualidad (no me refiero a la profesión médica sino a las múltiples escuelas de pensamiento) no han vuelto al factor básico, el amor, a pesar de que dicen es una fuerza curadora. En realidad [i206] hacen resaltar y se ocupan del móvil que impele al curador a practicar su arte de curar. Se ocupan de la instrumentación por la cual se puede hacer contacto con [e158] el paciente que deberá ser curado. Tal contacto tiene que realizarse siempre con AMOR -puro, impulsor y altruista. Pero una vez establecida esa relación, el curador debe captar el hecho de que, hasta donde a él le concierne, ha de trabajar científicamente, aplicar los conocimientos y -después del correcto diagnóstico, los correctos métodos de la moderna terapéutica y el adecuado sentido común, que incluye lo mejor de lo que pueda dar de sí la experimentada ciencia médica- comenzar entonces a trabajar a través de su propio centro, poniéndolo en armonía con ese centro del paciente que rige la zona perturbada o el órgano enfermo.

Al trabajar de esta manera, no debe permitir (durante el proceso de curación) que la energía extraída y atraída con intención amorosa y hábil conocimiento, estimule o afecte las glándulas correspondientes del propio curador o que active la zona vinculada de su propio cuerpo. El curador debe aprender a aislarse de la energía que empleará en bien del paciente. Debe mezclarla con la energía de ese centro del paciente que rige la zona enferma; entonces la glándula afín es energetizada doblemente (o aminorada según sea el caso y lo requiera el diagnóstico), y la corriente sanguínea libera en los tejidos enfermos aquello que es necesario para curar o prevenir el acrecentamiento de la enfermedad.

En esta instrucción he dado mucho tema para meditar. He acentuado un aspecto de la curación esotérica científica que hasta ahora no había sido presentado a los estudiosos. Quisiera que captaran el panorama general y vieran claramente los delineamientos del proceso, que estudiaran la relación entre el paciente y el curador, cuando deja la etapa en que es simplemente un ser que ajna, envía amor o ve al paciente a la luz del amor, y pasa a realizar el trabajo científico de acrecentar la energía [i207] espiritual del paciente. Así permite que éste efectúe su propia cura, consciente o inconscientemente.

Tenemos por lo tanto al curador, al paciente y a la reserva de energía espiritual, más el proceso científico de poner a los tres en íntima armonía curadora. Esto se efectúa mediante el centro implicado en el equipo del paciente, el que corresponde al equipo del curador, y la dirección (por un acto de la voluntad del curador o del grupo curador) de las corrientes unificadas de la energía específica necesaria, hacia la zona enferma. Esto generalmente se lleva a cabo por intermedio de la glándula relacionada, aunque no siempre es así.

Reflexionen sobre estas cosas y vean, si pueden, la simplicidad del proceso, basado en la intención amorosa, que aísla la zona especifica donde existe la dolencia, se identifica con el centro espiritual de energía del paciente, y luego aplica y dirige las energías fusionadas y mezcladas 

Efectos de la Subestimulación y Superestimulación de los Centros

[e159] Hemos estudiado, algo extensamente, los centros y su relación con el cuerpo físico denso. Hemos observado las zonas condicionadas por estos centros y el trabajo mediador de las glándulas de secreción interna. Vimos que las dos causas principales que predisponen a las dificultades físicas originadas en el organismo físico, son la subestimulación o la superestimulación de los centros. Tenemos también, tal como recordarán, tres enfermedades inherentes a la sustancia misma, y en consecuencia crean predisposiciones básicas en el cuerpo humano: cáncer, sífilis y tuberculosis. Estas tres no las consideraremos ahora. Pero la condición de los centros produce básicamente todas las dificultades, permitiendo la entrada a las infecciones y gérmenes que de otra manera no producirían dificultades, estableciendo esas [i208] situaciones donde la enfermedad inherente a la naturaleza-forma puede ser fomentada y hacer que las tendencias indeseables sean muy poderosas. En consecuencia podríamos establecer la premisa (que posteriormente aceptará la profesión médica) de que las enfermedades son autoengendradas (si puedo usar esta curiosa e inadecuada palabra) y no el resultado del contagio, de la infección o de accidentes; son causadas por el fracaso, la limitación, la deficiencia o excesiva eficiencia, y por el super o subdesarrollo del sistema endocrino. El sistema glandular de secreción interna, por intermedio de las hormonas, afecta todas las partes del organismo físico a través de la corriente sanguínea, y podría decirse con toda propiedad, que cuando las glándulas de secreción interna están perfectamente equilibradas y funcionan correctamente, no habrá zonas enfermas en el cuerpo. Entonces la corriente sanguínea se mantendrá en perfectas condiciones. La clave de la perfecta salud física, que posee un Maestro de Sabiduría, se debe a Su pleno control de los centros y equilibrada recepción y distribución de energía, y al efecto que produce sobre todo el sistema glandular de secreción interna. De esta forma, a cada zona del cuerpo se le suministra debidamente las fuerzas necesarias, manteniéndose así en perfectas condiciones.

Entre los centros y las correspondientes glándulas endocrinas, se halla el sistema nervioso actuando como agente distribuidor de energía. Sin embargo aquí reside la dificultad, porque no hay una adecuada afluencia de energías; la energía distribuida al cuerpo por su intermedio, vía los centros, es despareja; algunos centros reciben un indebido abastecimiento; otros una cantidad inadecuada; algunos aún no están despiertos y por lo tanto no son receptivos; otros están prematuramente desarrollados y trasmiten demasiada fuerza a las zonas que rigen. En la medicina esotérica [e160] y su interpretación filosófica (que en último análisis es la efectiva y práctica aplicación [i209] de los datos conocidos) el aspecto cerebroespinal condiciona y rige todo el sistema nervioso, pues mediante este aspecto y por su intermedio, los centros actúan y afectan al organismo corpóreo, suministrando al cuerpo la energía vital necesaria; así el sistema nervioso eventualmente llega a responder, por medio de los siete centros, a las siete energías principales o a las fuerzas de los siete rayos.

Ningún ser humano, excepto un Maestro, posee los centros adecuadamente despiertos y funcionando en forma equilibrada, ni están apropiadamente relacionados por medio de una radiación intensa; tampoco ningún ser humano posee un sistema nervioso que responda correctamente a los centros. Existen dos razones para ello, y ambas están relacionadas con el sistema cerebro-espinal: 

1.    El centro coronario aún no está despierto, o sólo se está desarrollando lentamente, a medida que el discípulo se somete al entrenamiento. 

2.    La afluencia de energía, a través de la cabeza, a los centros a lo largo de la columna vertebral, es despareja, debido a que la afluencia entrante es desigual y la red etérica -entre los centros- sólo permite que afluya poca energía a los centros.

Debe recordarse que la vida de los centros se funda, en la etapa inicial, en la inherente vida del organismo mismo, con la vida emanante enfocada en el centro de la base de la columna. Éste es un punto que frecuentemente olvidan los esoteristas. A través de este centro básico actúa la vida de la materia, vida o energía del Espíritu Santo, el tercer aspecto. Por medio de su vida se alimenta cada átomo del cuerpo. Este proceso de animación de la sustancia de la forma física se inicia en la etapa prenatal; después del nacimiento este tipo de fuerza es ayudado y parangonado por la afluencia del prana planetario o energía vital, proveniente de la vida planetaria misma, por intermedio del bazo, [i210] órgano esencial vinculador entre la vida inherente a la materia misma, tal como se halla presente en el microcosmos, y la vida inherente al planeta.

A medida que prosigue la evolución, se le agrega gradualmente a esta inherente fuerza, una afluencia de energía “cualificada” que expresa el aspecto conciencia de la divinidad e indica a los esoteristas el estado de percepción del hombre y también el tipo de rayo a que pertenece su alma. Esta afluencia proviene del segundo aspecto divino, alma o Cristo interno. Aquí podría afirmarse, respecto a los dos centros de la cabeza, que:

1.    El centro ajna o el centro de la personalidad, enfocado entre las cejas y condicionando al cuerpo pituitario, está [e161] relacionado con la vida del triple organismo integrado. Por medio de ese organismo la conciencia debe forzosamente expresarse y los vehículos físico, emocional y mental demostrar su etapa de evolución.

2.    El centro coronario (llamado en la filosofía hindú, el loto de mil pétalos) condiciona la glándula pineal y está relacionado con la vida del alma y -después de la tercera iniciación- con la vida de la mónada; imparte a los centros los tres tipos principales de energía del ser espiritual, de los cuales las tres fuerzas de la personalidad son los reflejos o contrapartes físicas.

Más adelante, estará disponible la energía del aspecto espíritu, el primero o aspecto Padre, y descenderá a través del centro coronario al centro ajna, combinando las energías de la personalidad y del alma. Luego por un acto de la voluntad es proyectada hacia abajo de la columna vertebral, por conducto del centro alta mayor, que condiciona la glándula carótida. Al descender por la columna vertebral se vitalizan dos aspectos de los centros; cuando [i211] llega al centro básico, se combina con la energía latente de la sustancia misma, y tenemos así la unión de las tres energías divinas y la manifestación, en el hombre, de los tres aspectos divinos. Estas energías combinadas se precipitan entonces hacia arriba por el canal central de la columna vertebral, y el tercero o aspecto receptivo superior de los centros, queda energetizado. Todos los centros son llevados a su plena expresión; es destruida toda limitación y vitalizada cada parte del cuerpo, produciéndose la perfección material, además de la plena actuación de la conciencia iluminada, así como también del aspecto vida.

El sistema nervioso entonces queda controlado totalmente por el hombre espiritual, y la corriente sanguínea se purifica y convierte en un canal apropiado, libre de impedimentos para la circulación de lo que descargan las glándulas energetizadas. Éste es el significado esotérico de las palabras bíblicas: “la sangre es la vida”, y también de las palabras “salvado por la sangre de Cristo”. No es que el hombre se salva por la sangre de un Cristo que murió en la cruz hace más de dos mil años en Palestina, sino por la vivencia de la sangre de aquellos en quienes la vida y conciencia crísticas y la cualidad crística, se manifiestan y expresan perfectamente. En consecuencia, cuando la naturaleza del Cristo interno expresa plena, espontánea y auténticamente, en la personalidad y a través de ella, los tres fuegos del proceso creador -el fuego de la materia, el fuego del alma y el fuego eléctrico del espíritu-, entonces se produce una perfecta manifestación en la Tierra, de las vidas física, emocional y mental, y también de la vida espiritual de un Hijo de Dios encarnado, un Cristo.

[e162] En este punto de comprensión muchas personas inteligentes se extravían, especialmente en los movimientos de la ciencia mental, la Unity y la Christian Science. En vez de enfocar su esfuerzo para lograr la vida pura [i212] de Cristo en la vida diaria, y actuar como servidores consagrados a sus semejantes y canales de amor, y llegar a ser conscientes únicamente de la conciencia del todo, se han enfocado en afirmar una perfección futura -mental y verbalmente- a fin de obtener buena salud y bienestar físico. Lo consideran como un derecho que debe ser adquirido por la afirmación, y olvidan el arduo trabajo necesario para establecer en ellos mismos esas condiciones que harán posible la divina manifestación de Cristo. Deben tener presente que la buena salud será normal y manifiesta internamente, si la conciencia es inofensiva (y la mayoría de estas personas son culpables de un elevado espíritu de crítica), si se descentralizan del yo inferior en los tres mundos y si se “enfocan en el cielo, permitiendo al celestial Hijo del Hombre, el Hijo de Dios, conducir la vida celestial cuando está alejado del reino de los cielos” -palabras pronunciadas por un místico cristiano ya olvidado, las cuales han sido recordadas por el Maestro M., llamándome la atención sobre ellas.

Otras escuelas de pensamiento, que se denominan engañosamente ocultistas, están igualmente equivocadas. Trabajan o, más bien, alegan trabajar con los centros, y, afortunadamente para ellos, la naturaleza los protege de sí mismos. Se esfuerzan conscientemente por vitalizar los centros, quemar la red protectora y elevar los fuegos de la materia antes que el fuego del espíritu se haya combinado con el fuego del alma. En consecuencia, son víctimas de una estimulación prematura de los fuegos de la sustancia, antes de que se produzca el equilibrio de las fuerzas. Entonces tienen lugar la enfermedad, la demencia y muchas condiciones neuróticas, además de serias condiciones patológicas. Algunas de las glándulas entran en excesiva actividad, a otras se las pasa por alto, y todo el sistema glandular y el sistema nervioso que de él depende, están en un estado de total desequilibrio.

[i213] Los discípulos deben aprender a enfocar su atención sobre la realidad y los factores de primordial importancia espiritual. Cuando lo realicen, las energías de la cabeza, el correcto empleo de la zona espinal con sus “centros engarzados”, y el despertar del centro básico y su consiguiente fusión con las energías superiores, se hará en forma automática y sin ningún peligro.

Entonces será posible establecer el ritmo ordenado del sistema glandular y se empleará libremente y sin peligro el sistema nervioso controlado; las energías proyectadas desde el centro, vía los nadis, establecerán relación y serán puestas en actividad sintética dentro del cuerpo, y el discípulo no sólo poseerá una conciencia [e163] plenamente despierta y un cerebro cada vez más inteligentemente receptivo, sino que tendrá también una constante afluencia de vida espiritual. Entonces tendremos ese perfecto equilibrio y salud que caracteriza a los Maestros de Sabiduría.

El conocimiento concerniente a las glándulas endocrinas o de secreción interna, está aún en estado embrionario. Mucho se sabe acerca de las glándulas que están vinculadas al centro sacro y también sobre la glándula tiroides, pero hasta ahora lógicamente la profesión médica no admite que sean efectos de la actividad o inactividad de los centros, o la línea de menor resistencia, existente entre los centros sacro y laríngeo. Algo se conoce (no mucho) acerca del cuerpo pituitario, pero su primordial importancia, al afectar la respuesta psicológica del individuo, aún no ha sido captado adecuadamente. Nada se conoce, hablando con propiedad, sobre las glándulas pineal y timo, y ello se debe a que los centros coronario y cardíaco no están despiertos en el hombre subdesarrollado ni tampoco en el ciudadano común. La existencia de una considerable riqueza de conocimiento sobre el centro sacro (como fuente de creación física) y los efectos condicionantes de la glándula tiroides, se debe a que ambos centros están ya despiertos en el hombre común, y cuando funcionan adecuadamente [i214] y se ha establecido la interacción necesaria, entonces tendremos un individuo muy sexual que es también un artista creador en alguna línea del arte. Como bien saben, esto es muy frecuente. Cuando el centro ajna y su exteriorización, el cuerpo pituitario, se hallan también activos y los tres centros -sacro, laríngeo y ajna- comienzan a relacionarse, a funcionar y a establecer una relación consciente y definida entre aquel y los demás centros (lo cual depende del rayo, de la conciencia objetiva y del entrenamiento), entonces tendremos al místico práctico, al humanista y al ocultista.

Los estudiantes deben recordar que la energía tiende a ir tanto hacia arriba como hacia abajo, dentro de la estructura de los centros. En lo que concierne al aspirante y al discípulo: 

1. La tendencia hacia arriba... produce Transmutación. 

Del centro sacro al centro laríngeo. La creación física es trasmutada en creación artística. 

Del centro plexo solar al centro cardíaco. La conciencia individual y emocional es trasmutada en conciencia grupal. 

De la base de la columna vertebral al centro coronario. La fuerza material es trasmutada en energía espiritual. 

De cualquiera de los cinco centros que se hallan en la columna vertebral, al centro ajna. La vida sin coordinación es trasmutada en integración de la personalidad. 

[e164] De los seis centros, relacionados entre sí, al centro más elevado de la cabeza. La actividad de la personalidad es trasmutada en vida espiritual.

Ésta es una amplia generalización, y el proceso no se lleva a cabo mediante un método consecutivo y ordenado, como podría sugerir la clasificación dada. El proceso implicado abarca muchas vidas de transmutación inconsciente en [i215] las primeras etapas, y como resultado de amargas experiencias y esfuerzo consciente en las etapas posteriores, llega a ser acrecentadamente dinámico y efectivo a medida que el aspirante huella las diversas etapas del sendero. Los cinco rayos, con los cuales el discípulo debe actuar (dos rayos mayores condicionantes y tres rayos subsidiarios), tienen un definido efecto activo; en los reajustes kármicos proveen la oportunidad o el impedimento, y la complejidad de todo el proceso (dentro de la experiencia relativamente limitada del discípulo) lleva a tal confusión mientras se está desarrollando, que lo único que puede hacer es captar los amplios delineamientos dados aquí y no prestar demasiada importancia a los detalles inmediatos.

2. La tendencia hacia abajo... produce Transformación.

Una vez que el centro coronario comienza a despertar y el discípulo, activamente consciente, se dedica a la tarea de dirigir las energías hacia los centros, a fin de regir la vida de su personalidad, se ha logrado el procedimiento científico de energetizar los centros con cierto ritmo ordenado, que a su vez es determinado por los rayos, las circunstancias y el karma; entonces todas las energías corpóreas son impelidas a una correcta actividad espiritual. El proceso involucrado no se puede tratar aquí, excepto señalar que esta tendencia descendente puede ser considerada burdamente en tres etapas:

1.    La etapa de energetización de la vida creadora, vía el centro laríngeo, poniendo así: 

a.    a los centros coronario y laríngeo,

b.    a ambos y al centro sacro, y

c.     a los tres, simultánea y conscientemente, en relación consciente. 

Cuando se establezca correctamente esta relación, se solucionará el problema sexual del individuo sin recurrir a la inhibición o supresión, sino que por el [i216] correcto control se logrará que el discípulo sea creador en sentido mundano, y por lo tanto de utilidad para sus semejantes. 

2.    La etapa de energetización de la vida consciente de relación, vía el centro cardíaco, poniendo 

a.    a los centros coronario y cardíaco, [e165]

b.    a ambos y al centro plexo solar, y

c.     a los tres, simultánea y conscientemente, en estrecha colaboración. 

Esto sirve para establecer rectas relaciones humanas, grupales y espirituales, durante toda la vida del hombre. De la misma manera que la etapa de regulación de la vida creadora produce un destacado efecto sobre el cuerpo físico, así esta etapa afecta poderosamente al vehículo astral; las reacciones emocionales son trasformadas en aspiración y servicio, el amor egoísta individual en amor grupal, entonces la divinidad rige la vida. 

3.    La etapa de energetización de todo el hombre, vía el centro básico, poniendo 

a.    a los centros coronario y básico,

b.    a ambos y al centro ajna, y

c.     a los tres, simultánea y conscientemente, en expresión rítmica y coordinada. Esta etapa final es de gran importancia y sólo tiene lugar cuando se completa en la tercera iniciación, la de la Transfiguración.

Por lo tanto pueden ver que tres importantes palabras describen el propósito del desarrollo científico y la correcta dirección de los centros:

Transmutación      Transformación     Transfiguración

[i217] Este proceso se lleva a cabo inteligentemente y sin peligro durante un largo periodo de tiempo y -volviendo a nuestro tema de la salud y de la enfermedad- cuando se ha consumado, su resultado será perfecta salud física; en el proceso intermedio de reajuste y de cambio sucede frecuentemente lo contrario. El peligro involucrado en un gran numero de enfermedades físicas puede atribuirse a la condición de los centros, a su interacción o falta de ella, a un estado de subdesarrollo, aletargado y perezoso, y a una sobrestimulación o actividad desequilibrada. Cuando un centro se despierta prematuramente, lo hace con frecuencia a expensas de otros centros. La robusta salud de los salvajes o del inexperto e ignorante obrero o labriego (un estado de ser que está desapareciendo rápidamente a medida que la mente se desarrolla y el proceso de evolución produce su efecto) se debe en gran parte al estado pasivo de casi todos los centros, excepto el centro sacro. El hecho de que ellos sean fácil presa de las enfermedades infecciosas puede también atribuirse a la misma pasividad. A medida que la naturaleza emocional se va desarrollando y la mente comienza a funcionar, los centros se hacen más activos. Sobrevienen entonces perturbaciones definidas, debido en gran parte a que comienzan a [e166] aparecer condiciones psicológicas. El hombre ya no es un simple animal. El uso y abuso de la vida emocional principal factor que predispone a la mala salud) inunda la naturaleza inferior con la energía mal dirigida (o debería decir desviada). El centro plexo solar llega a ser excesivamente activo y tal actividad abarca cuatro etapas:

1.    La etapa de su despertar, a medida que el cuerpo astral se hace cada vez más poderoso. 

2.    La etapa de su potencia, cuando constituye durante vidas el centro condicionador del cuerpo etérico o vital, y el hombre está por consiguiente condicionado por su vida emocional-astral. [i218] 

3.    La etapa en que el centro plexo solar llega a ser el distribuidor para todos los centros (mayores y menores) ubicados abajo del diafragma. 

4.    La etapa en que las energías del plexo solar son elevadas al corazón. 

Estas etapas acarrean, temporariamente, sus propios males físicos.

Observarán que, aparte de ciertas generalizaciones, no relaciono enfermedades específicas con centros específicos. He indicado las zonas condicionadas por los centros, pero mucho más poderosamente condicionadas de lo que pueden comprobar; he dicho que fundamentalmente las glándulas de secreción interna -como exteriorización do los centros- son los factores determinantes de la salud del cuerpo, y que donde existe desequilibrio, super o subdesarrollo, habrá dificultades; he sugerido que la profesión médica de la nueva era se ocupará acrecentadamente de la teoría de la dirección de la energía y su relación con las glándulas de secreción interna, y que admitirá por lo menos hipotéticamente y para el propósito de experimentación, que la teoría de los centros de energía puede ser correcta y que ellos constituyen los factores condicionantes principales que actúan a través de las glándulas de secreción interna, las cuales a su vez salvaguardan al cuerpo, producen la necesaria resistencia, suministran a la corriente sanguínea los elementos necesarios para la salud y -cuando están correctamente interrelacionados- producen una expresión equilibrada del hombre espiritual, en todo el cuerpo físico -equilibrio fisiológico y psicológico. Cuando no se halla presente esta condición deseable, entonces las glándulas de secreción interna, por la errónea relación y el incorrecto y desequilibrado desarrollo, no son adecuadas para la tarea, no pueden proteger al cuerpo de la enfermedad ni derramar en la corriente sanguínea lo que necesita el vehículo físico. Debido a su insuficiencia, el cuerpo es incapaz de resistir las infecciones y está en un constante estado de mala [e167] salud, [i219] no puede luchar contra la enfermedad proveniente de lo externo o latente dentro del organismo corpóreo; esta debilidad produce frecuentemente enfermedades mortales.

La medicina en el próximo siglo estará construida sobre ciertas principales premisas:

1.    La medicina preventiva constituirá la meta, intentando mantener el cuerpo en un orden adecuado y equilibrado.

2.    Estricta salubridad y el establecimiento de condiciones saludables, serán considerados como esenciales.

3.    Será estudiado el suministro de las correctas propiedades químicas para el cuerpo físico; una ciencia de la química que aún está en su infancia, aunque va trasformándose en un infante precoz.

4.    La comprensión de las leyes de la vitalidad será considerada de primordial importancia, debido a ello el énfasis puesto sobre las vitaminas y la influencia del sol, son saludables indicaciones.

5.    El empleo de la mente será considerado sobre todas las cosas, como un factor muy importante, y de gran influencia en lo que respecta a los centros, pues a la gente se le enseñará a desarrollar sus centros a través del poder mental, trayendo así la correcta reacción del sistema endocrino. Esto necesariamente implicará la correcta dirección del pensamiento a un centro o el retiro de la atención de un centro, con el consiguiente efecto sobre el sistema glandular. Todo ello tendrá como base la ley oculta que dice: “la energía sigue al pensamiento”.

Debido al hecho de que los discípulos poseen un mayor desarrollo del poder mental que el hombre común y también a que su tipo de rayo es más fácilmente comprobado, involucrando, en consecuencia, que se determinará más correctamente la condición del sistema glandular, serán los primeros en colaborar [i220] con la profesión médica y en demostrar las relaciones de los centros con las glándulas y, por lo tanto, con la totalidad del cuerpo. A través de la concentración y la correcta meditación, llevada a cabo en el centro de la cabeza y dirigida hacia alguno de los otros centros, se producirán en los discípulos cambios tan definidos en las glándulas de secreción interna, que la profesión médica se convencerá de la importancia y la existencia real de los centros y su poder, y también de la posibilidad de controlar el mecanismo físico mediante el poder del pensamiento. Todo esto se producirá en el futuro. Sólo señalo el camino e indico las técnicas futuras por las cuales será Vencida la enfermedad. Las variadas escuelas mentales de pensamiento, la Unity y Christian Science, han sido caprichosas y [e168] fantasiosas en sus pretensiones y no científicas en su acercamiento. Pero han tenido en sus manos por lo menos un hilo de ese gran proceso de la correcta adaptación a la vida y a las correctas relaciones. Tuvieron el sueño y la visión, les falto percepción y sentido común e ignoraron el proceso evolutivo.

 La ciencia fisiológica y el poder psicológico, más la colaboración del discípulo y del médico entrenados (en particular el endocrinólogo de mente abierta), oportunamente lograrán extirpar muchos males humanos y curarán la mayor parte de las enfermedades que perturban hoy a la humanidad.

 Hemos estudiado con cierta finalidad el primer capítulo: Causas Psicológicas de las Enfermedades. Hemos hecho descender la idea desde las causas internas y más sutiles de las enfermedades a los principales factores físicos condicionantes, las glándulas de secreción interna. Podemos ahora considerar brevemente ciertas causas mucho más esotéricas y tratar aquellas que emanan de la vida grupal de la humanidad y de las deudas kármicas del género humano. Aquí penetraremos en el reino del conocimiento ocultista y de la información esotérica, y esto será más difícil que lo acepte el pensador ortodoxo.

* El problema del Sexo. Tratado sobre Siete Rayos, T.I, págs 217-244.


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