1.
Móviles para el servicio.
2. Métodos de servicio.
3. Actitudes que siguen al servicio.
16
de setiembre de 1920.
[e248] [i343] Al cerrar esta serie de cartas, deseo trasmitirles algo de
aplicación general, pues quiero hablarles acerca del servicio
y de su perfecta prestación. Lo que voy a decir a este respecto
será de aplicación vital. Tengan siempre presente que la adquisición
material del conocimiento para beneficio propio, produce estancamiento,
obstrucción, indigestión y dolor, si no se trasmite a otros con
inteligente discriminación. El alimento absorbido por el cuerpo
humano si no es asimilado y distribuido por el sistema, causa
las mismas condiciones mencionadas. La analogía es exacta. Muchas
personas reciben hoy enseñanza para beneficio del mundo necesitado
y no exclusivamente para su propio provecho.
Tres cosas son importantes en la
prestación del servicio:
1. El móvil.
2. El método.
3. La actitud que sigue a la acción.
No voy a tratar aquí los móviles
y métodos erróneos. Ya los conocen. Sólo indicaré los correctos,
y mediante la adaptación de la vida de servicio a las indicaciones
que doy, llegarán a la corrección e inspiración. En esta época
se abre para algunos de ustedes una vida de mucho servicio; procuren
comenzarla debidamente. Un adecuado comienzo puede redundar en
una continua corrección y ayudar grandemente en el esfuerzo. Cuando
ocurre un fracaso, todo lo que se necesita es un reajuste. Cuando
el fracaso se debe a un comienzo incorrecto (fracaso inevitable),
es necesario renovar el resorte interno que impulsa a la acción.
[e249]
[i344]
1. Móviles para el servicio.
Son tres, de acuerdo al orden de
importancia:
a. La comprensión del plan de Dios
para la evolución, la apreciación de la tremenda necesidad del
mundo; la percepción del punto inmediato de realización que debe
lograr el mundo, y la consiguiente concentración de todos nuestros
recursos para realizarla.
b. Una meta personal determinada;
algún gran ideal -como la santidad- que exige los mejores esfuerzos
del alma, o la convicción de que existen los Maestros de Sabiduría;
la firme determinación interna de amarlos, servirlos y llegar
a Ellos a cualquier precio. Cuando se tiene una comprensión intelectual
del plan de Dios, unido a un fuerte anhelo de servir a los Grandes
Seres, se desarrollará en las actividades del plano físico.
c. La comprensión de nuestras capacidades
innatas o adquiridas, y su adaptación a las necesidades percibidas.
El servicio es de muchas clases, y el que lo presta inteligentemente
y trata de hallar su esfera particular y, al encontrarla, dedica
gozosamente todos sus esfuerzos en beneficio de la totalidad,
es el hombre cuyo desenvolvimiento prosigue constantemente; no
obstante, su progreso personal queda como objetivo secundario.
2.
Métodos de servicio.
Son muchos y diversos. Solo puedo
indicar los de primordial importancia.
Lo primero y más importante, como
frecuentemente he repetido, es la facultad de la discriminación.
Quien cree que lo puede intentar todo, que no se detiene ante
nada, que se precipita ciegamente donde los más inteligentes se
abstienen de hacerlo, que [i345] tiene
aptitudes para cuanto se ofrezca, que pone celo pero no cerebro
para solucionar este problema del servicio, no hace más que disipar
fuerza; a menudo su acción es destructiva; malgasta el tiempo
de los más avanzados e inteligentes, en corregir sus bien intencionados
errores y no sirve a otra finalidad que satisfacer sus propios
deseos. Podrá obtener la recompensa de sus buenas intenciones,
pero ésta es frecuentemente anulada por las consecuencias de sus
imprudentes acciones. Sirve con discriminación quien descubre
su propio nicho, grande o pequeño, en el esquema general; quien
calcula sobriamente su capacidad mental e intelectual, su condición
emocional y sus dotes físicas y luego con todas sus cualidades
se dedica a ocupar su nicho.
[e250]
Sirve con discriminación quien juzga con la ayuda de su Yo superior
y del Maestro, de qué naturaleza es el problema a resolver y su
magnitud, y no se deja guiar por las indicaciones, requerimientos
y exigencias, bien intencionados, pero a menudo irreflexivos,
de sus compañeros servidores.
Sirve con discriminación quien sabe
poner el factor tiempo en actividad y, comprendiendo que el día
no tiene más que veinticuatro horas y que su capacidad no le permite
más que emplear únicamente la cantidad justa de fuerza, adjudica
inteligentemente a cada uno su capacidad y el tiempo disponible.
A esto sigue un inteligente control
del vehículo físico. Un buen servidor no es motivo de ansiedad
para el Maestro por causas físicas, y puede confiarse en que cuidará
y distribuirá su fuerza física de tal manera que siempre estará
en condiciones de cumplir los requisitos del Maestro. Nunca falla
debido a la incapacidad física. Procura que su vehículo inferior
obtenga suficiente descanso y sueño adecuado. Se levanta temprano
y se retira a una hora conveniente. Descansa cuando es posible;
toma alimento adecuado y sano y evita comer con exceso. Un poco
de alimento bien escogido y bien masticado, es mucho mejor que
una comida [i346]
abundante. Hoy la raza humana
come por lo general cuatro veces más de lo necesario. Deja de
trabajar cuando (por causa de accidente o incapacidad física heredada)
su cuerpo se resiste a la acción y reclama cuidado. Entonces busca
el descanso, el sueño, toma precauciones respecto al régimen alimenticio,
se somete a la atención del médico y obedece sus instrucciones,
empleando el tiempo necesario para el restablecimiento.
El siguiente paso es constante
cuidado y control del cuerpo emocional. Como es bien sabido,
éste es el vehículo más difícil de manejar. No se deben permitir
los excesos emotivos, pero sí que el cuerpo emocional sea atravesado
por fuertes corrientes de amor dirigidas hacia todo cuanto alienta.
Por ser el amor la ley del sistema, es constructivo y estabilizador
y hace que todo progrese de acuerdo con la ley. Ningún temor,
ansiedad o preocupación debe agitar el cuerpo emocional del aspirante
a servidor. Tiene que cultivar la serenidad, la estabilidad y
el sentimiento de que puede confiar y depender de la Ley de Dios.
Su actitud habitual debe tener por característica la confianza
gozosa. No siente envidia ni depresión ensombrecedora, codicia
ni autoconmiseración sino que, convencido de que todos los hombres
somos hermanos y que todo cuanto existe es para todos, sigue su
camino imperturbable.
Viene luego el desenvolvimiento
del vehículo mental. Al controlar el cuerpo emocional, el
servidor asume la actitud de [e251] eliminación. Su objetivo es entrenar el cuerpo emocional
para que se trasforme en incoloro; establecer una vibración estable,
que sea clara, blanca y límpida como un lago en un apacible día
estival. Al preparar el cuerno mental para el servicio, los esfuerzos
del aspirante van en sentido opuesto al de la eliminación. Procura
acumular información, proporcionarle conocimientos y hechos, entrenarlo
intelectual y científicamente, para que pueda probar con el tiempo
que tiene una base sólida para la sabiduría divina. La sabiduría
debe reemplazar al conocimiento. Sin embargo, se requiere conocimiento,
como paso preliminar. Deben recordar que [i347] el servidor pasa por
el Aula del Aprendizaje antes de ingresar al Aula de la Sabiduría.
Al entrenar el cuerpo mental el aspirante trata, por lo tanto,
de adquirir el conocimiento en forma ordenada, acumular lo que
le hace falta, captar progresivamente las facultades mentales
innatas acumuladas en vidas anteriores y, finalmente, estabilizar
la mente inferior, así la superior podrá controlar y la facultad
creadora del pensamiento proyectarse a través de la quietud. Del
Silencio del Absoluto fue proyectado el Universo. De la oscuridad
surgió la luz. De lo subjetivo emané lo objetivo. La quietud negativa
del cuerpo emocional lo hace receptivo a las impresiones superiores.
La quietud positiva del cuerpo mental lo conduce a la inspiración
superior.
Habiendo tratado de controlar y
utilizar inteligentemente a la personalidad, en sus tres aspectos,
quien ama a la humanidad busca la perfección en la acción. No
embargan su atención los magníficos sueños de martirio y de gloria
ni las efímeras quimeras espectaculares del servicio, sino que
se preocupa de aplicar instantáneamente todos sus poderes al deber
inmediato, objetivo de sus esfuerzos. Sabe que la perfección del
plano inmediato de su vida y de los detalles del trabajo ambiental
proporcionará precisión al plano mediato, dando por resultado
un cuadro de rara belleza. La vida progresa a pasos cortos, cada
uno dado en el momento oportuno, y cada momento inteligentemente
utilizado lleva muy lejos y a una vida bien empleada. Quienes
guían a la familia humana someten a prueba, en los pequeños detalles
de la vida cotidiana, a aquellos que solicitan servir, y quien
demuestra actividad fiel para desempeñar las cosas aparentemente
no esenciales, será transferido a una esfera de mayor importancia.
Cómo pueden Ellos, en caso de emergencia o crisis, confiar en
quien realiza un trabajo desprolijo y despreocupado, en los asuntos
de la vida diaria.
Otro método de servicio es la adaptabilidad.
Esto implica la [i348] disposición para retirarse
cuando alguien más capaz es enviado a llenar el lugar que él ocupa
o (a la inversa) la capacidad de pasar de un trabajo sin importancia
a otro de mayor importancia, [e252]
cuando otro menos competente puede hacer con igual facilidad y
buen criterio el trabajo que él estaba realizando. Demuestran
sabiduría los servidores que no se valoran ni demasiado alto ni
demasiado bajo. El trabajo es deficiente cuando una persona incapaz
ocupa un puesto; pero también constituye una pérdida de tiempo
y de poder cuando trabajadores hábiles ocupan posiciones donde
su capacidad no puede ser empleada plenamente y los menos dotados
podrían desempeñarse bien. Por lo tanto, quienes sirven deben
estar dispuestos a permanecer toda la vida desempeñando un puesto,
no espectacular ni aparentemente importante, pues quizás sea su
destino, y donde puedan servir mejor; pero también deben estar
dispuestos a pasar a un trabajo aparentemente más valioso cuando
lo pide el Maestro y las circunstancias -y no los proyectos del
servidor- indiquen que ha llegado ese momento. Mediten sobre esta
última frase.
3.
Actitud después de la acción.
¿Cuál debe ser esta actitud? Total
desapasionamiento, completo olvido de sí mismo y absoluta dedicación
al siguiente paso a dar. Servidor perfecto es quien hace todo
cuanto es capaz para cumplir con lo que cree que es la voluntad
del Maestro y el trabajo que debe realizar en colaboración con
el plan de Dios. Luego, habiendo hecho su parte, prosigue su trabajo
sin preocuparse del resultado de su acción. Sabe que ojos más
sabios que los suyos ven el fin desde el principio; que una percepción
interna más profunda y amorosa que la suya, valoriza los frutos
de su servicio y que un juicio más profundo que el suyo comprueba
la fuerza y la magnitud de la vibración establecida, ajustando
la fuerza de acuerdo al móvil. No se envanece por lo que ha hecho,
[i349] ni se siente indebidamente
deprimido por lo que no ha realizado. Hace en todo momento lo
mejor que puede y no pierde tiempo en contemplación retrospectiva,
sino que sigue adelante persistentemente, hacia el desempeño del
siguiente deber. Cavilar sobre las acciones pasadas y pensar retrospectivamente
sobre las antiguas realizaciones, es contrario a la evolución,
pues el servidor procura trabajar con la ley de evolución. Esto
es algo importante que se debe tener en cuenta. El servidor inteligente,
después de la acción, no se preocupa de lo que dicen sus compañeros
servidores, con tal que sus superiores (sean individuos encarnados,
o los Grandes Seres mismos) estén satisfechos o guarden silencio;
despreocupándose por el resultado inesperada si lealmente hizo
lo mejor que sabía; tampoco le interesa el reproche ni la desaprobación
mientras su yo interno permanece sereno y su conciencia no lo
acusa; no se preocupa si pierde amigos, parientes, hijos, la popularidad
de que antes disfrutaba o la aprobación de los [e253] colaboradores que lo rodean, con tal de no perder el sentido
interno de contacto con Quienes guían y dirigen; no se queja si
aparentemente trabaja en tinieblas y si es consciente del poco
resultado de su trabajo, con tal que la luz interna se intensifique
y su conciencia no tenga nada que reprocharle.
Resumiendo:
El móvil se puede condensar en pocas
palabras: El sacrificio del yo personal por el bien del Yo Uno.
El método también se puede concretar:
Inteligente control de la personalidad y discriminación respecto
al trabajo y al tiempo.
La actitud resultante será: Total
desapasionamiento y un creciente amor por lo invisible y lo real.
Todo se alcanzará practicando persistentemente la meditación ocultista.