El análisis de las condiciones mundiales está
siendo escrito en Norteamérica, donde todavía hay una relativa seguridad
física, [i175]
tiempo
para reajustar los puntos de vista y también la oportunidad de dar directivas
-junto con la aguerrida Gran Bretaña y sus Aliados- a un mundo penosamente
necesitado de guía y de visión. Existe una gran confusión
de voces. Los que menos saben hablan más alto y con facilidad achacan a
los demás las culpas. En todas partes prevalece mucha angustia mental,
ocasionada por la guerra y también por el deseo de los bienintencionados
de que prevalezca su particular solución al problema mundial.
En consecuencia, es necesario hablar directamente, indicar los peligros inherentes
a la situación actual, presentar su extraordinaria oportunidad para traer
los cambios necesarios y señalar las líneas de demarcación
entre los modos de vivir correctos y los erróneos, entre una visión
del nuevo orden mundial y los planes retrógrados del así llamado
"nuevo orden" con el cual las potencias totalitarias tratan de abrumar
a la humanidad.
Comenzamos con la premisa de que dos visiones mundiales opuestas enfrentan a la
humanidad, y dos órdenes mundiales se le presentan al género humano.
El hombre debe elegir entre éstos, y su elección determinará
el futuro.
1941 y 1942 serán años de crisis y de tensión. Quienes perciben
los riesgos, la oportunidad y la importante decisión a tomar, luchan con
apresuramiento casi frenético para despertar a las masas acerca de lo excepcional
de este momento. Lo que la humanidad decida durante los próximos doce meses
condicionará el futuro como ninguna otra decisión humana lo ha hecho
en la historia del género humano.
Existieron anteriormente puntos de crisis en la historia, pero ninguno involucró
a toda la población del planeta. Hubo períodos de peligro, dificultad,
guerra, hambre y angustia, pero ninguno condicionó las vidas de incontables
millones de personas como el actual. Una y otra vez surgieron conductores, conquistadores,
dictadores y personajes mundiales, pero hasta ahora llegaron en momentos en que
sus influencias estaban limitadas por las comunicaciones mundiales y las limitaciones
nacionales; por lo tanto, su poder no era universal y su progreso fue detenido
por las condiciones del
[i176]
periodo
que vivieron. Hoy todo el planeta está
[e149]involucrado y todas las naciones del mundo se
hallan definidamente afectadas.
Se están estableciendo barreras en un inútil esfuerzo por mantenerse
fuera de las dificultades y evitar la guerra; los grupos predominantes enrolan
bajo una sola bandera a muchas naciones, para que se asocien a las potencias totalitarias
o a las naciones que se les oponen. Las naciones que no son realmente beligerantes
están también activas en la tarea de preservar su integridad nacional.
El conflicto actual es mundial, estando involucrados los siguientes grupos:
Las naciones agresoras que luchan, regidas por
dictadores ambiciosos.
Las naciones que tratan de defenderse a sí mismas y a las libertades
de la humanidad.
Las naciones neutrales, que ven las condiciones involucradas y enfrentan
la necesidad inmediata de tomar parte.
Esta lucha va adquiriendo cada día más
intensidad. Nuevas zonas del mundo están siendo arrastradas al conflicto
cada semana. Las cuestiones reales, los inminentes resultados económicos
y las implicaciones políticas emergen con creciente claridad en todos los
países, y -no se equivoquen- hasta en esos países que están
entumecidos y sufrieron bajo la bota del conquistador. Entre ellos se fomenta
una rebeldía silenciosa e inexpresada por ahora, rebeldía interna
silenciosa que constituye en sí una amenaza para la paz mundial y, si es
evocada para que se exprese plenamente, puede hundir al mundo en el conflicto,
más profundamente.
Frente a la humanidad existen dos peligros mayores, y son: Primero, el conflicto
se prolongará tanto que la humanidad quedará totalmente exhausta;
se alcanzará un empate y surgirá una situación que terminará
con todas las relaciones civilizadas y toda esperanza de una ordenada vida de
belleza, paz y cultura. Segundo, las naciones aún no involucradas no verán
las realidades de la situación ni ayudarán a los que luchan por
la conservación de la libertad nacional e individual. Sí esto [i177]fuera así, entonces -sin ser ésta
su intención y sin embargo inevitablemente- estarán del lado del
mal y compartirán la responsabilidad de preparar el desastre mundial.
Actualmente, no hay más que dos partidos en el mundo -los que están
del lado de las correctas relaciones humanas y los que están del lado de
la política del poder egoísta y cruel. Las potencias totalitarias
están en marcha impías, egoístas, crueles y agresivas-; las
potencias que luchan por la libertad humana y por
[e150]los derechos de las pequeñas naciones
indefensas, están contra la pared, enfrentando al más poderoso despliegue
de poder humano que el mundo haya visto. Las naciones que no están todavía
físicamente involucradas se preparan para algún tipo de acción
y para la defensa contra las potencias dictatoriales, pero no contra las democracias
que luchan.
Hoy la batalla se libra en tierra, mar y aire. Desde el punto de vista económico,
todos los países están involucrados y la ruina acecha tras la estela
de la guerra; el cese de las exportaciones e importaciones en muchos países
está llevando a la ruina financiera a millares de personas; la presión
del desastre económico, el temor al hambre y a la peste y el constante
riesgo de llegar a ser parte activa de la guerra, enfrentan a todos los países
que aún no están realmente en la línea de fuego. A estos
problemas, en lo que concierne a las naciones en guerra, se agregan el temor a
la derrota, a la muerte, a los traumas físicos y a la pérdida de
todas las posesiones.
La humanidad debe hacer frente a estos hechos. No importa cómo la gente
pueda eludir la verdad, sin evadirse hacia un mundo de ensueños y ansiosos
deseos, la realidad es -inevitable e innegable-que el mundo está en guerra
y todos se hallan implicados.
El Trabajo de Buena Voluntad
Antes de Septiembre de 1939, los objetivos de
nuestro
trabajo mundial, durante un período de nueve años, fueron difundir
la buena voluntad mundial, descubrir a los hombres y mujeres de buena voluntad
en todo el mundo y enseñar el significado de la voluntad al bien. Ésta
es la tarea principal del [i178]
nuevo
grupo de servidores del mundo. Hemos inculcado una actitud no separatista y la
necesidad de correctas relaciones humanas.
Tratamos de aclarar cuáles de las distintas formas de gobierno y variados
sistemas ideológicos serían correctos y posibles, siempre que los
seres humanos vivieran unidos, practicaran la buena voluntad y reconocieran su
hermandad sanguínea.
Entonces, la humanidad decidió luchar y estalló la guerra: un grupo,
los instigadores de la guerra, luchando por adquirir el poder material, la gloria
de una nación y la subyugación de los indefensos; el otro, luchando
por conservar su propia libertad de acción, su integridad, los derechos
de las pequeñas naciones y los valores espirituales. Inmediatamente, las
cuestiones fueron muy claras en las mentes de quienes estaban en contacto con
los asuntos humanos; de pronto, ciertas naciones se pusieron en contra de las
fuerzas agresoras, y otras naciones, con prejuicios
[e151]similares a los de las ideologías distorsionadas
y propósitos egoístas, se pusieron de parte de la nación
agresora; a continuación, el pánico embargó a las naciones
restantes que se refugiaron en programas de defensa y neutralidad miopes -neutralidad
y programas que probaron ser completamente inútiles para protegerlas.
¿A favor de quién debía estar el nuevo grupo de servidores
del mundo? ¿Qué debían hacer los hombres y mujeres de buena
Voluntad? ¿Debían estar a favor de las potencias totalitarias, porque
así pondrían fin más rápidamente al conflicto, o de
parte de las potencias neutrales persiguiendo frenéticamente ineficaces
programas de paz, políticas de apaciguamiento, hasta caer en manos de las
potencias totalitarias?
Habiendo decidido la humanidad participar en la lucha, físicamente
no restaba hacer otra cosa que instar a los hombres y mujeres de buena voluntad
a ponerse a favor de una acción que liberaría a la humanidad mediante
la destrucción de las fuerzas del mal, las cuales habían determinado
demostrar que la fuerza era la razón. Por consiguiente, las fuerzas que
luchaban por el progreso y la civilización tenían que oponerse a
la fuerza con la fuerza.
El desafío fue aceptado por las democracias que
[i179]representan el derecho y la libertad humanos.
Debido a la decisión de luchar por el progreso espiritual, las fuerzas
espirituales del planeta no tenían otra alternativa que alinearse a favor
de las democracias aliadas y esforzarse por despertar a las naciones neutrales.
Aquéllas se alinearon en contra de los conductores de las naciones agresoras,
aunque no de sus pobres pueblos engañados y subyugados, que a su vez deben
ser liberados por las democracias aliadas.
Sobre la base de una activa voluntad al bien, los hombres y mujeres de buena voluntad,
actuando bajo la inspiración del nuevo grupo de servidores del mundo, no
tenían otra alternativa que ponerse del lado de las fuerzas espirituales
y entrar en la lucha para liberar a la humanidad de las ambiciones totalitarias
y las intenciones de un grupo de hombres malignos. Pero el espíritu de
buena voluntad debe, firme e invariablemente, ser el impulso motivador e impedir
que el odio tenga cabida en él. El mayor bien para el mayor número
reside ahora en la liberación de las naciones de la dominación de
las potencias totalitarias.
La Posición Pacifista
El segundo punto que quisiera abordar son los argumentos
expuestos por los pacifistas del mundo. Toda la gente honesta y buena es de mente
pacífica y odia la guerra. Este hecho lo olvida [e152]a menudo el idealista y pacifista académico.
Estas personas dicen que dos males no hacen un bien y responder al asesinato con
el asesinato (que es su definición de la guerra) es pecaminoso; que la
guerra es mala (nadie lo niega) y que no se debe tomar parte en ella. Sostienen
que con pensamientos de paz y amor, el mundo puede enderezarse y terminar la guerra.
Tales personas, que luchan contra la existente realidad de la guerra, por lo general
poco o nada concreto hacen para corregir los errores responsables de la misma,
y permitir a otros emprender su defensa -personal, municipal, nacional e internacional.
No puede dudarse de la sinceridad de estas personas.
Debe recordarse que para argumentar contra estas ideas y justificar el espíritu
de lucha de las democracias cristianas,
[i180]lo que cuenta es el móvil. La guerra
puede ser y es un asesinato en masa, cuando el móvil es erróneo.
Puede ser sacrificio y correcta acción, cuando el móvil es justo.
Matar a un hombre que mata al indefenso, no se lo considera como un asesinato.
El principio también es aplicable cuando se mata a un individuo que mata
a otro, o cuando se lucha contra una nación que ataca a los indefensos.
Los medios materiales empleados por el mal para fines egoístas, pueden
emplearse también para buenos propósitos. La muerte del cuerpo físico
es un mal menor que hace retroceder la civilización, contrariar los propósitos
divinos del espíritu humano, negar toda enseñanza y controlar las
mentes y las libertades de los hombres, coartando libertades. La guerra es siempre
mala, pero puede ser el menor de dos males, como sucede en la actualidad.
Si se lleva adelante la actual guerra, hasta obtener el triunfo, derrotando a
las potencias totalitarias, constituirá un mal mucho menor que la subyugación
de muchas naciones por la codicia sin precedente, los nefastos procesos educativos
y la oposición, por parte de las potencias del Eje, a todos los valores
espirituales reconocidos. Si las potencias totalitarias triunfan, significará
años de desorden y revueltas; su victoria ocasionará un indecible
sufrimiento.
Sin duda es una verdad espiritual innegable que el recto pensar puede cambiar
y salvar al mundo, pero también es verdad que no hay suficientes personas
capaces de pensar para realizar este trabajo. Tampoco hay tiempo suficiente
para hacerlo. Los pensamientos de paz están principalmente basados en un
idealismo obstinado que ama al ideal más que a la humanidad. Se basa también
en un inconsciente temor a la guerra y en la inercia individual, que prefiere
el mundo de ensueño de los deseos ansiosos, antes que asumir la responsabilidad
por la seguridad de la humanidad.
[e153]
He
tratado brevemente de aclarar la posición del nuevo grupo de servidores
del mundo cuando lucha por los derechos del hombre, por el futuro espiritual de
la humanidad y por el nuevo orden mundial. Lo que ahora tengo que decir lo clasificaré
en cuatro partes:
[i181]
El mundo tal como existe en la actualidad . La situación actual es resultado de tendencias pasadas,
de presiones subyacentes y de decisiones humanas.
El nuevo orden mundial. Diferirá del antiguo orden
y del
denominado "nuevo orden" por las potencias totalitarias.
Algunos problemas involucrados. Exigirán ser tratados y considerados
cuatro problemas mundiales principales.
La tarea por delante. Próximamente me ocuparé del
intervalo hasta lograr la paz, y haré además algunas sugerencias
para el venidero período de reconstrucción.
I. EL MUNDO ACTUAL
¿Cuáles son las causas que produjeron
las condiciones mundiales actuales? ¿Cuáles son las presiones subyacentes
que están produciendo el actual caos, o las que producirán el
eventual orden? Antes de poder hacer rectificaciones debe conocerse el error;
debe haber comprensión de las causas predisponentes, productoras de la
necesidad, saber que hay una culpabilidad general y una responsabilidad compartida
por las malas condiciones, y también que existe la determinación
de reparar el mal y de abstenerse de toda mala acción.
La tendencia a achacar la guerra a Hitler y a su camarilla de hombres malignos,
no debería cegarnos respecto a las causas que posibilitaron su actuación
maléfica. Hitler es principalmente un agente precipitador, pues fue el
medio por el cual se enfocaron el egoísmo y la crueldad del mundo. Pero
como Cristo dijo: "¡Ay del mundo por los tropiezos!, porque es necesario
que vengan tropiezos, pero ¡ay del hombre por quien viene el tropiezo!"
(Mateo 18:7). Las causas de este mal prevaleciente son inherentes a la humanidad
misma.
El antiguo e incontrolado egoísmo fue siempre la característica
del hombre; el deseo de poder y de posesiones movió siempre a los hombres
y a las naciones; la crueldad, la codicia y el sacrificio de los valores superiores
a los inferiores, se han arraigado profundamente en las costumbres humanas durante
épocas. Todos los pueblos y naciones son culpables del comportamiento
y de [e154]
estos
antiguos hábitos mentales.
[i182]A medida que los pueblos se acercaban,
las líneas de separación y el antagonismo de las naciones se acrecentaban
constantemente, y así la actual guerra (iniciada en 1914) es el resultado
inevitable del pensamiento erróneo, metas egoístas y de antiguos
odios. Intereses individualistas, metas separatistas y deseos agresivos, marchan
hacia su inevitable final: la guerra y el caos.
La situación económica también constituye un símbolo
de esta condición. Las naciones se dividen en las que "tienen"
y las que "no tienen", y originan así la era actual del "hampa".
Las bandas organizadas en los Estados Unidos aparecieron como expresión
de estas tendencias en la vida nacional. En el mundo internacional, tres naciones
están ahora desempeñando el mismo papel. Las naciones aliadas
y los Estados Unidos están reconociendo la amenaza del hampa nacional
e internacional, y se esfuerzan por aplastarla. Pero -y éste es el punto
de importancia- tales condiciones fueron posibilitadas por la totalidad de la
humanidad.
Materialismo y Espiritualidad
Hoy existen tres corrientes humanas principales: primero,
una tendencia hacia un sistema de vida espiritual y libre; segundo, la tendencia
hacia el desarrollo intelectual; y por último, la poderosa tendencia
hacia la vida material y la agresión. En la actualidad la última
de estas tendencias innatas y la segunda, la actitud intelectual, prevalecen
y están de parte de las metas materialistas. Un grupo relativamente pequeño
arroja el peso de la aspiración humana a favor de los valores espirituales.
La guerra entre los pares de opuestos -el materialismo y la espiritualidad-
se libra ferozmente. Sólo cuando los hombres se aparten de la agresión
material y se dirijan hacia objetivos espirituales, la situación mundial
cambiará y los hombres -movidos por la buena voluntad- obligarán
a los agresores a volver a su propio lugar y liberarán a la humanidad
del temor y de la fuerza. Cosechamos ahora los resultados de nuestra propia
siembra. El reconocimiento de la causa del problema proporciona a la humanidad
la oportunidad de ponerle fin. Ha llegado el momento en que es posible instituir
esos cambios [i183]
de
actitud que traerán una era de paz y buena voluntad, basadas en las correctas
relaciones humanas.
Estas dos fuerzas -el materialismo y la espiritualidad- se enfrentan mutuamente.
¿Cuál será el resultado? ¿Detendrán los hombres
al mal e iniciarán un período de entendimiento, colaboración
y recta relación, o continuarán el proceso de planificación
egoísta y de competencia económica y militante? Esta pregunta
[e155]debe
ser contestada por el claro pensar de las masas y el desafío valiente
y aplomado de las democracias.
En todas partes se reconoce la necesidad de un nuevo orden mundial. Las potencias
totalitarias hablan del "nuevo orden en Europa"; los idealistas y
pensadores desarrollan esquemas y planes que visualizan condiciones totalmente
nuevas y que terminarán con el maligno y antiguo orden. Hay una constante
demanda para que los Aliados fijen sus objetivos de paz e indiquen con claridad
los ajustes que se harán después de la guerra, porque una visión
de la futura conducta mundial ayudará a la humanidad en la crisis actual.
Antecedente Histórico
A través de la Edad Media, el gobierno de poderosos
monarcas, la expansión de los imperios y la marcha de los conquistadores
nacionales, fueron las características sobresalientes. Un número
relativamente pequeño de pueblos estuvieron involucrados. La Iglesia
de entonces tenía un poder inmenso en todos los países europeos:
controlaba la educación del pueblo, pero no establecía ninguna
base para el recto pensar político. La historia del pasado es la historia
de muchas formas de gobierno. Razas y naciones aparecieron y desaparecieron.
Regímenes políticos y formas religiosas desempeñaron su
parte, persistiendo o desapareciendo. La triste historia de la humanidad ha
sido de reyes y potentados, gobernantes y guerreros, presidentes y dictadores
-llegando al poder a expensas de su propia nación o de otras. Conquistadores
llegan y se van -Akbar, Genghis Khan, los Faraones, Alejandro el Grande, Julio
César; Carlomagno, Guillermo el Conquistador, Napoleón Bonaparte,
Hitler y Mussolini. Todos perturbaron el ritmo [i184]de su época y llegaron al poder por
la agresión y el exterminio. A medida que las naciones fueron interrelacionándose
más estrechamente, aumentó su influencia y su campo de expresión,
producidos por los crecientes medios de comunicación; Gran Bretaña
no supo nada de los movimientos de Alejandro; tampoco los pueblos de América
de Genghis Khan, pero el ruido de los ejércitos en marcha de Napoleón,
fue escuchado en una zona mucho más amplia, y son conocidos en todo el
mundo los triunfos -diplomáticos y militares- de Hitler.
Las potencias totalitarias han hecho del mundo un campamento armado -para la
ofensiva o la defensiva. El móvil de todos estos conquistadores fue la
avidez de oro, tierra, poder y triunfo personal. Los dictadores modernos no
son una excepción. No traen nada nuevo.
La historia del mundo ha sido erigida alrededor del
tema de la guerra; sus puntos críticos fueron las grandes batallas. La
idea de venganza mueve a algunas naciones; la demanda de que se corrijan antiguos
errores históricos influye a otra; la restitución de tierras,
anteriormente poseídas, dirige aún los actos de otras. Por ejemplo,
la antigua gloria del Imperio Romano debe ser restablecida -a expensas de los
pequeños pueblos desamparados; la cultura de Francia debe ser sobresaliente,
y su seguridad debe predominar sobre las demás consideraciones; el imperialismo
británico ultrajó en el pasado a otras naciones; la hegemonía
germana y el "espacio vital" deben dominar a Europa, y el superhombre
alemán debe ser el árbitro de la vida humana; el aislacionismo
norteamericano dejaría a la humanidad indefensa en su hora de necesidad
y entregaría los hombres al régimen de Hitler; no se puede confiar
en el silencio de Rusia; Japón está trastornando el equilibrio
del poder en Asia. Tal es el cuadro de hoy. La anarquía rige al mundo;
el hambre amenaza a los habitantes de Europa; la población civil de las
ciudades, las mujeres y los niños, están en grave peligro de males
y muerte, y se ven forzados a vivir bajo tierra; la peste aparece; no hay ninguna
seguridad en tierra, mar o aire; las [i185]naciones están al borde de la ruina
financiera; la ciencia se ocupa de inventar instrumentos de muerte; las poblaciones
de ciudades y distritos enteros son trasladadas de una parte del país
a otra; familias y hogares son deshechos; prevalece intenso temor, miran el
futuro con desesperanza y duda; se suceden series de suicidios y crímenes;
el humo de incontables incendios obscurece los cielos; los mares están
sembrados de muertos y de buques hundidos; el tronar de los cañones y
la explosión de las bombas se escuchan aproximadamente en veinte países;
la guerra surge de las aguas, marcha sobre los países y desciende desde
los cielos.
El viejo orden ha llevado a la humanidad a esta situación. La crueldad
y el egoísmo del hombre condujeron a este desastre; ninguna nación
escapa a esta crítica, y a todas ellas las moviliza más rápidamente
el propósito egoísta que el espíritu de sacrificio.
Y hasta, incluso, la América idealista sólo puede ser incitada
a la acción, apelando a su propio interés y seguridad.
Como incentivo reconozcamos que la misma humanidad que ha producido estas terribles
condiciones, también puede crear el nuevo mundo, el nuevo orden y el
nuevo modo de vida. El pasado maligno y egoísta debe ceder su lugar al
bien, a un futuro de comprensión, de colaboración, de rectas relaciones
humanas. La
[e157]separatividad
debe ser reemplazada por la unidad. El conjunto de agresores totalitarios, de
democracias aliadas y de ansiosas naciones neutrales, debe trasformarse en un
mundo cuya característica sea un solo esfuerzo -el establecimiento de
esas relaciones que traerán la felicidad y la paz de la totalidad y no
únicamente de la parte.
II. EL NUEVO ORDEN
MUNDIAL
Doy por sentado que mis lectores reconocen
que algo
inteligente y espiritual dirige a la humanidad. No me interesa cómo denominan
a tal Propósito guiador. Algunos lo llaman la Voluntad de Dios; otros,
las tendencias inevitables del proceso evolutivo; aún otros pueden creer
en las fuerzas espirituales del planeta; habrá quienes lo consideran como
la Jerarquía espiritual del [i186]planeta, o la gran Logia Blanca; muchos millones
hablan de la guía del Cristo y Sus discípulos. Sea lo que fuere,
hay el reconocimiento universal de un Poder guiador que ejerce presión
a través de las edades, lo cual parece conducir todo hacia un culminante
bien.
Alguna dirección definida ha conducido desde
la etapa del hombre primitivo hasta ese punto evolutivo en que puede aparecer
un Platón, un Shakespeare, un Da Vinci, un Beethoven. Algún poder
ha evocado la capacidad del hombre para formular ideas, producir sistemas de teología,
de ciencia y de gobierno; algún poder motivador interno ha dado al hombre
la capacidad de crear belleza, descubrir los secretos de la naturaleza; alguna
comprensión de la responsabilidad divina subyace en la filantropía,
los sistemas educativos y el movimiento de bienestar en todo el mundo. El progreso
del espíritu humano ha sido de irresistible desarrollo, de creciente apreciación
de la realidad, la belleza y la sabiduría. El instinto se ha convertido
en intelecto; el intelecto comienza a desarrollarse en intuición. La significación
de Dios, el registro de potencialidades divinas del hombre y la creciente capacidad
de comprender y participar en los procesos mentales de los demás, todo
indica progreso y desarrollo.
Esta imagen de la belleza del espíritu humano debe compararse a la imagen
anterior del egoísmo y la crueldad del hombre, y su inhumanidad hacia él
mismo. Ambas imágenes son reales, pero únicamente la de la belleza
es eterna; la otra es transitoria. El hombre es un compuesto de expresiones superiores
e inferiores, y en todas las guerras y dificultades que acompañan al progreso
del hombre a través de las edades, subyace este factor principal -una constante
y antigua lucha entre la aspiración espiritual del hombre y sus deseos
materiales. Hoy esta condición [e158]está centrada en el conflicto que se libra
entre los poderes totalitarios y las naciones que luchan por los derechos del
espíritu humano y la libertad de la humanidad.
El empleo de la palabra espiritual no tiene que ver con la forma en que
la empleen las religiones ortodoxas, excepto hasta donde la expresión religiosa
forma parte de la espiritualidad general de la humanidad. Es espiritual todo lo
que tiende
[i187]a
la comprensión, a la bondad, a aquello que produce belleza y puede conducir
al hombre a una expresión más plena de sus potencialidades divinas.
Es malo todo lo que introduce al hombre más profundamente en el materialismo,
omite los valores superiores de la vida, fomenta el egoísmo, erige barreras
al establecimiento de rectas relaciones humanas y nutre el espíritu de
separatividad, temor y venganza.
Sobre la base de estas diferencias, lógicamente se evidencia que Dios está
de parte de las naciones aliadas, pues no puede suponerse que el Cristo está
del lado de Hitler y del gobierno de la agresión cruel. La Jerarquía
espiritual del planeta arroja todo el peso de su fuerza contra los poderes del
Eje, hasta donde las personas espiritualmente orientadas del mundo pueden colaborar,
porque no debe coartarse el libre albedrío del hombre. Nadie teme a las
naciones aliadas; la situación no ha sido precipitada por los Aliados;
no emplean los métodos de la propaganda engañosa, ni aterrorizan
a los débiles e indefensos. Los hechos lo prueban, y tal reconocimiento
subyace en la constante ayuda de los Estados Unidos. El modo de vivir y los objetivos
espirituales de las demás gracias son reconocidos por todos, y esto está
amenazado por los conceptos totalitarios de la vida. La humanidad habla por intermedio
de las democracias.
El Orden Mundial del Eje
El orden totalitario debe desaparecer, porque es contrario
a la visión espiritual. El orden mundial, tal como lo visualiza Hitler,
está basado en el sometimiento de los débiles al gobierno de una
super Alemania, donde podrán seguir viviendo las pequeñas naciones
en la medida que puedan servir a las necesidades de Alemania. A las potencias
menores del Eje sólo se les permite vivir porque se benefician los objetivos
alemanes -Italia, para dar a Alemania una salida al Mediterráneo, y Japón,
para manejar el problema asiático, por ser demasiado grande para que Alemania
lo resuelva sola. La intención de este orden es que debe ir a Alemania
lo mejor de todos los productos industriales y agrícolas, y el residuo
innecesario a las pequeñas naciones; un orden [i188]donde los procesos educativos serán controlados
por la dominante
[e159]
super-raza.
Todos los sectores del conocimiento estarán subordinados a la glorificación
de Alemania. Ésta será representada como la simiente de toda la
gloria del mundo y como despiadado salvador del género humano; las bellezas
de la guerra, de la lucha y de la fortaleza física, serán enaltecidas
y los así llamados objetivos admirables del espíritu humano serán
desarrollados para producir una raza de hombres donde no tendrá cabida
la "afeminada" belleza de la bondad amorosa ni la consideración
inteligente de los demás.
Llamaré la atención sobre la enseñanza que está siendo
impartida ahora a la juventud alemana. Que la fuerza es el derecho. Que el alemán
pertenece a la super-raza, y que todas las demás son inferiores. Que sólo
a una aristocracia elegida debe permitírsele el privilegio de la educación
y del gobierno. Que las masas no son más que animales y existen únicamente
para ser esclavos de la raza superior La guerra es para los hombres lo que es
para la mujer dar a luz. La guerra es un proceso natural y, por lo tanto, eternamente
justa. Todas las fuentes de provisión deben ser controladas por Alemania
y, en consecuencia, aún esas naciones actualmente neutrales, deben ser
puestas bajo la esfera de influencia alemana. Las potencias totalitarias dominarán
el sistema económico del mundo y controlarán todas las importaciones
y exportaciones. Descenderán las normas de vida en ambos hemisferios; todo
estará relacionado con el bien de Alemania y ninguna otra nación
será considerada. La enseñanza y la ética cristianas deben
ser necesariamente eliminadas, porque Alemania considera al cristianismo y a su
divino Fundador como afeminados y débiles, que acentúan las cualidades
más débiles de la naturaleza humana y son responsables de la decadencia
de todas las naciones, excepto Alemania. El cristianismo debe ser además
derrotado, porque se fundamenta en fuentes judías; el gobierno de Cristo
debe terminar, porque sólo el gobierno de la fuerza es justo.
En el orden mundial de las potencias del Eje, el individuo no tiene derechos ni
libertades, excepto hasta donde puede servir al estado; no habrá libertad
de pensamiento o de conciencia; todas las cuestiones serán decididas por
el estado y el ciudadano
[i189]
no
tendrá ningún derecho de opinión. Los hombres serán
reclutados como esclavos al servicio del estado.
Tal es el cuadro del orden que las potencias del Eje están preparando para
imponer al mundo, y sus propias palabras lo testimonian. Sólo la percepción
de la verdadera naturaleza de esta crisis, la determinación de hacer frente
a los hechos, más la valentía, bastarán para derrotar a Hitler.
Esta temeridad conquistadora debe estar basada en el reconocimiento de los valores
[e160]espirituales
involucrados, en la creencia en Dios y en un sentido común determinado
a establecer seguridad, rectas relaciones humanas y libertad.
Es importante que la gente haga frente a los hechos inmediatamente. Debe comprender
cuál es la naturaleza del orden mundial que Hitler está preparando
para poner en vigencia lo que tiene por delante la humanidad, si triunfan las
potencias del Eje. Es esencial que los pequeños niños del mundo
sean librados de la mala influencia y la falsa educación a las que serán
sometidos si las potencias totalitarias dominan Europa. Las actitudes mentales
ambientales comprueban los efectos de la cultura intensiva dada a la juventud
de Alemania durante los últimos veinte años. Estos niños
que manejan tanques, vuelan en aviones sobre los países de Europa y libran
una guerra contra mujeres y niños, son el producto de un sistema educativo
y, por lo tanto, víctimas de un procedimiento maligno. Los niños
de Alemania y los de otros países deben ser rescatados del futuro que Hitler
tiene planeado; las mujeres de Alemania y de otras naciones deben ser liberadas
del temor; la población de Alemania debe, además, liberarse del
mal gobierno de Hitler. Esto lo reconocen las naciones aliadas. No se equivoquen.
El alemán es tan caro al corazón de la humanidad, de Dios, de Cristo
y de todas las personas que piensan correctamente, como cualquier otro pueblo.
El pueblo alemán debe ser rescatado del orden mundial de Hitler, tanto
como el polaco, el judío, el checoslovaco o cualquier nación cautiva.
Al lograr esta liberación, las naciones aliadas y las potencias neutrales
deben conservar el espíritu de buena voluntad, aunque empleen la fuerza,
que es el único medio de conquistar que comprenden las potencias totalitarias.
¿Qué debería planificar el resto
del mundo, en oposición al orden mundial totalitario? ¿Para qué
objetivos mundiales deberíamos trabajar las democracias? Esquema utópico,
formas idealistas de gobierno y procedimientos culturales de vida, fueron siempre
juguetes de la mente humana a través de los siglos. Pero estas utopías
se hallan tan lejos de ser posibles, que su presentación parece inútil.
La mayoría son completamente nulas.
Sin embargo, pueden haber ciertas posibilidades inmediatas y pueden desarrollarse
posibles objetivos si existe en la humanidad una definida voluntad al bien y si
tiene paciencia.
Ciertas principales premisas espirituales deberían respaldar todo esfuerzo
para formular el nuevo orden mundial. Expondré algunas de ellas: [e161]
El nuevo orden mundial debe satisfacer la necesidad
inmediata y no constituir un esfuerzo para satisfacer una visión
idealista y distante.
El nuevo orden mundial debe adecuarse a un mundo que
ha sufrido una crisis destructiva y a una humanidad que fue destrozada por
la experiencia.
El nuevo orden mundial debe sentar las bases para otro
futuro orden mundial, que sólo será posible después de
un período de recuperación, reconstrucción y reedificación.
El nuevo orden mundial estará basado en el reconocimiento
de que todos los hombres son iguales en su origen y meta, pero que todos están
en etapas distintas de desarrollo evolutivo; que la integridad personal, la
inteligencia, la visión y la experiencia, así como una marcada
buena voluntad, deben señalar al conductor. El dominio del proletariado
sobre la aristocracia y la burguesía, como en Rusia, o el dominio de
una aristocracia atrincherada detrás del proletariado y la clase media,
como hasta hace poco en Gran Bretaña, deben desaparecer. El control
del trabajo por el capital o el control del capital por el trabajo, también
deben desaparecer. [i191]
En el nuevo orden mundial, el
grupo gobernante de cualquier nación, debe estar
compuesto por quienes trabajan para el mayor bien del mayor número y, al mismo
tiempo, ofrecen una oportunidad a todos, procurando que el individuo tenga
libertad. Ya se reconocen hoy los hombres de visión, posibilitando así la
correcta elección de líderes, que no fue posible hasta este siglo.
El nuevo orden mundial
se basará en un activo sentido de responsabilidad.
"Todos para uno y uno para todos" será la regla. Esta actitud tendrá que ser
desarrollada entre las naciones, pues aún no existe.
El nuevo orden mundial no impondrá un tipo
uniforme de gobierno, ni una religión sintética ni un sistema
de regimentación a las naciones. Los derechos soberanos de cada nación
serán reconocidos y se permitirá la plena expresión de
su genio particular, tendencias individuales y cualidades raciales. Sólo
en un caso particular debe hacerse el esfuerzo para lograr la unidad y esto
será en el campo de la educación.
El nuevo orden mundial reconocerá que los
productos del mundo, los recursos naturales del planeta y sus riquezas, no
pertenecen a ninguna nación, sino que deberán ser compartidos
por todos. No habrá naciones que "poseen" y otras que no
poseen. Una equitativa y apropiada distribución organizada del trigo,
el petróleo y la riqueza mineral del mundo, se desarrollará
teniendo como base las necesidades de cada nación, sus propios recursos
[e162] internos
y los requerimientos de su pueblo, lo cual se llevará a cabo si se
tiene en cuenta a la totalidad.
En el período preparatorio para el nuevo orden
mundial habrá un desarme constante y regulado. No será optativo
ni se permitirá a ninguna nación producir ni organizar equipo
alguno para propósitos destructivos, o atentar contra la seguridad
de cualquier otra nación. Una de las primeras tareas de toda conferencia
de paz futura será regular esta cuestión y procurar gradualmente
el desarme de las naciones.
[i192]Éstas
son las premisas simples y generales sobre las cuales el nuevo orden mundial
tiene que comenzar a trabajar Tales etapas preliminares deben ser mantenidas
fluidas y experimentales, sin perder nunca de vista la posibilidad; deben mantenerse
inviolables los cimientos; los procesos intermedios y los experimentos deben
llevarse a cabo por hombres que se interesen por el bien de todos y cambien
los detalles de la organización, mientras conservan la vida del organismo.
Rectas Relaciones Humanas
El objetivo de su trabajo puede ser resumido así:
el nuevo orden mundial facilitará el establecimiento de rectas relaciones
humanas, basadas en la justicia, el reconocimiento de los derechos heredados,
la oportunidad para todos sin distinción de raza, color o credo, o la
supresión de la delincuencia y del egoísmo por medio de la correcta
educación, y el reconocimiento de las potencialidades divinas en el hombre,
así como también el reconocimiento de una Inteligencia rectora
divina en Quien el hombre vive, se mueve y tiene su ser.
Las dificultades que enfrentarán las naciones cuando termine la guerra
parecerán insuperables, pero -dada la visión, la buena voluntad
y la paciencia- pueden ser resueltas. Suponiendo que la humanidad no descanse
hasta que las naciones agresoras sean sometidas, se requerirá que las
democracias vencedoras sean generosas, benévolas, comprensivas y atentas
a la voz del pueblo, como una totalidad. Esa voz (generalmente sana en sus pronunciamientos)
debe ser evocada, reconocida y escuchada, y no las voces de los exponentes separatistas
de cualquier ideología, forma de gobierno, religión o partido.
El objetivo de aquellos a quienes se confíe la rectificación del
mundo no es la imposición de la democracia a todo el mundo, o del cristianismo
a un mundo de diversificadas religiones. Con toda seguridad, será el
fomento de los mejores elementos de cualquier gobierno nacional, a quien el
pueblo pueda adherirse o apoyar inteligentemente. Cada nación [e163]debería reconocer que su forma de gobierno
puede ser adecuada
[i193]para
ella y muy inadecuada para otra; debería enseñársele que
la función de cada nación es el perfeccionamiento de su vida,
ritmo y maquinaria nacionales, de modo que pueda llegar a ser un eficiente socio
de todas las demás naciones.
Es también esencial que el nuevo orden mundial desarrolle en la humanidad
el sentido de la divinidad y de la relación con Dios; sin embargo, ningún
énfasis se pondrá sobre las teologías raciales y los credos
separatistas. Debe enseñarse lo esencial de las creencias religiosas
y políticas e inculcarse una nueva simplicidad de la vida, que en la
actualidad se ha perdido por poner el énfasis sobre las posesiones y
las cosas materiales y sobre el dinero. Tendrá que enfrentarse
el problema del dinero; el problema de la distribución de las riquezas
-naturales o humanas- necesitará un cuidadoso manejo y deberán
llegar a un entendimiento entre esas naciones que poseen recursos ilimitados
y las que tienen pocos o ninguno; el problema de la variedad de formas de gobierno
nacionales debe ser enfrentado con valor y percepción internos; el restablecimiento
-psicológico, espiritual y físico- del género humano debe
constituir una responsabilidad primordial. El sentido de seguridad debe cimentarse
en una base firme -la base de la recta relación, no de la fuerza. Los
hombres deben sentirse seguros cuando tratan de desarrollar la buena voluntad
internacional y se tienen confianza mutua y, por lo tanto, no dependen de la
fortaleza de sus ejércitos y armadas.
El reconocimiento de una Jerarquía espiritual que actúa por intermedio
del nuevo grupo de servidores del mundo, debe acrecentarse constantemente en
alguna forma. Esto sucederá cuando los estadistas del mundo y los gobernantes
de las distintas naciones y cuerpos de gobierno -políticos y religiosos-
sean hombres de visión, espiritualmente motivados y altruistamente inspirados.
El futuro orden mundial será la expresión efectiva de la fusión
del modo de vida espiritual interno y el modo de actuar externo, civilizado
y culto; ésta es una posibilidad definida, porque la humanidad, en sus
capas superiores, ha desarrollado ya el poder de vivir simultáneamente
en los mundos intelectual y físico. Muchos viven hoy también en
el mundo espiritual. Mañana lo harán muchos más.
III. ALGUNOS PROBLEMAS
INVOLUCRADOS
[i194]
El
nuevo orden mundial se enfrentará con muchos problemas Los problemas no
se subsanarán imponiendo una solución por la fuerza, como en el
orden mundial del Eje, sino por procesos
[e164]educativos correctos y por la comprensión
de los objetivos del verdadero orden mundial. En general, se dividen en cuatro
categorías: el problema racial, el problema económico, el problema
de gobierno y el problema religioso.
El Problema Racial
No hay forma de resolver el problema racial por la legislación,
la segregación o el esfuerzo para producir bloques nacionales, como sucede
hoy en Alemania, que se proclama a sí misma como super raza. Tales esfuerzos
sólo erigen barreras insuperables. Con muy pocas excepciones, no hay razas
puras, particularmente en Alemania, por estar ubicada en Europa en el cruce de
caminos, siendo definidamente la fusión de muchos tipos raciales. Corrientes
migratorias, ejércitos en marcha durante siglos y transportes modernos,
mezclaron y fusionaron inextricablemente todas las razas Por lo tanto, puede suponerse
que cualquier esfuerzo por aislar una raza o forzar la denominada "pureza
racial", está condenado al fracaso. La única solución
para este problema es el reconocimiento básico de que todos los hombres
son hermanos; que una sola sangre corre por las venas humanas; que todos somos
hijos del único Padre, y no reconocerlo indica simplemente una estupidez
del hombre. Trasfondos históricos, condiciones climáticas y matrimonios
mixtos, abundantemente diseminados, han hecho de las diferentes razas lo que son
hoy. Sin embargo, la humanidad es esencialmente una -la heredera de las edades,
el producto de muchas fusiones, condicionada por las circunstancias y enriquecida
por los procesos del desarrollo evolutivo. Esta unidad básica debe ahora
ser reconocida.
Durante siglos el problema racial principal ha sido el judío, llevado a
una crisis por Alemania. Este problema es también susceptible de ser resuelto
si se lo reconoce debidamente por lo que es, y si va acompañado del esfuerzo
de [i195]
los
mismos judíos por resolverlo y colaborar con los esfuerzos del mundo a
fin de darle solución. Ellos aún no lo han hecho porque el judío
común es solitario e indefinido, incapaz de hacer algo para mejorar su
posición ante el mundo. Instintiva e intelectualmente, es separatista,
intuitivamente tiene visión, pero al mismo tiempo carece del sentido de
fusión con otros pueblos.
Hasta ahora no se conoce ningún modo científico de resolver los
problemas raciales. Es finalmente una cuestión de recto pensar, comportamiento
decente y simple bondad. La cuestión no se solucionará por medio
de matrimonios mixtos, por aislamiento de grupos para la ocupación de zonas
especiales, o por ideas humanas
[e165]de superioridad o inferioridad. Las rectas relaciones
humanas se establecerán por mutuo reconocimiento de errores, por el remordimiento
de los actos erróneos del pasado y, si es posible, por la restitución.
Vendrán cuando a las naciones se les enseñe a apreciar las buenas
cualidades de otras naciones y a comprender la parte que les corresponde en el
cuadro general. Se desarrollarán cuando se haya eliminado el sentido de
superioridad racial; cuando las diferencias y las querellas raciales sean relegadas
al pasado impío, y sólo cuando un futuro de colaboración
y comprensión sea activamente desarrollado; harán sentir su presencia
cuando las normas de vida de la recta relación (esperadas por las personas
iluminadas de cada raza) se conviertan en una actitud habitual de las masas y
cuando se considere contrario a los mejores intereses de cualquier nación
la difusión de esas ideas que tienden a erigir barreras raciales o nacionales,
despertar odios o fomentar diferencias y separaciones. Ese momento llegará
con toda seguridad. Entonces la humanidad dominará el problema de las rectas
relaciones y actitudes humanas.
Es inevitable la existencia de diferencias raciales, querellas nacionales y distinción
de casta, pero es también imperativo que desaparezcan. El mundo es uno
solo. La humanidad es una unidad en el proceso evolutivo. Las diferencias son
elaboradas por el hombre y engendran odios y separaciones. Cuando a los niños
de las diferentes razas se les enseñe en sus primeros años que no
existen diferencias, que todos los hombres son hermanos y que las aparentes distinciones
son esencialmente superficiales, entonces
[i196]las futuras generaciones abordarán el
problema de las interrelaciones mundiales sin verse obstaculizadas por el prejuicio,
el orgullo de raza o los históricos resentimientos inculcados. Mediante
la correcta educación los niños pueden aprender actitudes correctas,
y responderán porque los niños no ven ni reconocen diferencias,
y la verdad de la promesa bíblica de que un niño pequeño
los guiará, resultará ser científicamente verdadera. Este
proceso educativo comenzará en el nuevo orden mundial.
El Problema Económico
Este problema es básicamente el más fácil
de resolver. Con sano sentido común puede lograrse. Hay recursos adecuados
para el mantenimiento de la vida humana, y la ciencia puede acrecentarlos y desarrollarlos.
Los bienes minerales del mundo, el petróleo, el producto del campo, la
contribución del reino animal, las riquezas del mar y los frutos y las
flores, se ofrecen a la [e166]
humanidad.
El hombre controla todo y pertenece a todos; no es propiedad de un grupo, nación
o raza. Se debe exclusivamente al egoísmo del hombre que (en estos días
de rápida movilidad) millares de personas perezcan de hambre mientras que
los alimentos se pudren o se los destruye; debido a los planes codiciosos y a
las injusticias financieras de los hombres, los recursos del planeta no están
universalmente disponibles de acuerdo a un inteligente sistema de distribución.
No existe excusa que justifique que en alguna parte del mundo se carezca de las
cosas esenciales para vivir. Tal carencia acusa una política miope y el
bloqueo del libre traslado de los artículos de primera necesidad, por una
u otra razón. Todas estas condiciones deplorables se basan en algún
egoísmo nacional o grupal, ya que no se ha preparado un proyecto imparcial
inteligente para satisfacer la necesidad humana en todo el mundo.
¿Qué otra cosa puede hacerse además de educar a las generaciones
venideras sobre la necesidad de compartir, y para que circulen libremente
los artículos esenciales de primera necesidad? La causa de este erróneo
modo de vivir es muy simple. Es producto de antiguos métodos educativos
erróneos, de la competencia y de la facilidad con que pueden ser explotados
los indefensos y los débiles.
[i197]Ningún grupo en particular es responsable,
como hacen suponer a los ignorantes ciertos ideólogos fanáticos.
En nuestro período hemos llegado simplemente a la culminación del
egoísmo humano al que, o se le pone fin inteligentemente, o destruirá
a la humanidad.
Tres cosas terminarán con esta condición de gran riqueza y extrema
pobreza, la superabundante alimentación de unos pocos y el hambre de los
muchos, además de la centralización del producto del mundo controlado
por un puñado de personas en cada país. Estas son: primero, el reconocimiento
de que hay suficientes alimentos, combustibles, petróleo y minerales en
el mundo para satisfacer la necesidad de toda la población. En consecuencia,
el problema es básicamente de distribución. Segundo, esta premisa
de provisión adecuada, manipulada por la correcta distribución,
debe ser aceptada y las provisiones esenciales para la salud, la seguridad y la
felicidad del género humano, deben estar disponibles. Tercero, que todo
el problema económico y la institución de reglas necesarias y agencias
distribuidoras, deberían ser manejadas por una liga económica
de naciones, en la cual todas las naciones tendrán cabida; conocerán
sus necesidades nacionales (basadas en la población y los recursos internos,
etc.) y sabrán también con qué pueden contribuir a la familia
de naciones; todas estarán animadas por la voluntad al bien general -voluntad
al
[e167]
bien
que probablemente se basará, ante todo, en la conveniencia y la necesidad
nacionales, pero será constructiva en su acción.
Ciertos hechos son evidentes. El viejo orden ha fallado. Los recursos del mundo
cayeron en manos de los egoístas y no hubo una justa distribución.
Algunas naciones tuvieron demasiado y explotaron sus excedentes; otras muy poco
y, por ello, su vida nacional y su situación económica se perjudicó.
Al final de esta guerra todas las naciones estarán en dificultades financieras,
todas necesitarán ser reconstruidas y todas tendrán que dedicarse
activamente a arreglar la futura vida económica del planeta y ajustarla
sobre líneas más sólidas.
El período de reajuste ofrece la oportunidad de efectuar cambios drásticos
y profundamente necesarios y establecer
[i198]un nuevo orden económico basado en la
contribución de cada nación al todo, en la participación
de los artículos de primera necesidad y en el inteligente acopio de todos
los recursos para beneficio de la totalidad, además de un sensato sistema
de distribución. Un plan así es factible.
La solución ofrecida aquí es tan sencilla que, por esa misma razón,
quizá no llame la atención. La cualidad que deben poseer quienes
preparan el cambio del enfoque económico es tan simple, que hasta la voluntad
al bien puede ser pasada por alto, pero si no hay sencillez y buena voluntad,
poco podrá efectuarse después de la guerra mundial. Se necesitarán
hombres de visión, bien conceptuados, con conocimiento técnico e
interés cosmopolita, los cuales deben tener también la confianza
del pueblo, reunirse y establecer las reglas por las cuales el mundo se alimente
adecuadamente; determinar la naturaleza y la extensión de la contribución
que cada nación debe hacer; establecer la naturaleza y la extensión
de las provisiones que deberán entregarse a cada nación; así
se crearán esas condiciones que mantendrán circulando equitativamente
los recursos del mundo y prepararán esas medidas preventivas que contrarrestarán
el egoísmo y la codicia humanos.
¿Puede encontrarse un grupo de hombres así? Creo que sí. En
todas partes hay quienes estudian profundamente la naturaleza humana, hay investigadores
científicos de gran simpatía humana y hombres y mujeres conscientes,
que durante largo tiempo -bajo el antiguo y cruel sistema- lucharon con el problema
del dolor y de la necesidad humanos.
La nueva era de simplicidad debe llegar. El nuevo orden mundial inaugurará
esta vida más simple, basada en una alimentación adecuada, un recto
pensar, una actividad creadora y felicidad. Estas cosas esenciales son posibles
sólo bajo un correcto
[e168]gobierno
económico. Esta simplificación y sabia distribución de los
recursos del mundo, debe abarcar tanto al que está arriba como al que está
abajo, al rico y al pobre, sirviendo por igual a todos los hombres.
El Problema del Gobierno
Introduciéndonos ahora en la esfera del gobierno,
enfrentamos una situación muy compleja bajo el nuevo orden mundial. [i199]Ciertos grandes regímenes ideológicos
han dividido al mundo en grupos opositores. Están las grandes democracias
bajo las cuales tienen lugar las pocas monarquías restantes y las potencias
totalitarias donde están resumidas las antiguas dictaduras y autocracias
del pasado. Nada nuevo existe en la política del Eje. Son esencialmente
grupos reaccionarios, porque los tiranos, la crueldad y la explotación
del débil forman parte de la historia antigua. Las democracias, con toda
su inefectividad actual, contienen en sí el germen de lo que es realmente
nuevo, porque expresan un surgimiento ascendente hacia el autogobierno y el autodominio
de toda la humanidad. Existe también el ideal comunista, que es una curiosa
mezcla del individualismo, la dictadura, el antiguo conflicto entre el trabajo
y el capital, el Sermón de la Montaña y los peores aspectos de la
revolución y la explotación. Las líneas que seguirá,
aun en el futuro inmediato, son impredecibles. Hay otros países y pueblos
cuyos gobiernos están condicionados por el medio ambiente y que, en la
actualidad, no desempeñan una parte determinante en los acontecimientos
mundiales, excepto cuando los emplea una potencia mayor. También existen
pueblos y tribus que viven sus insignificantes vidas sin que les afecte el desorden
existente en las partes más civilizadas del mundo.
Detrás de esta diversidad de métodos gubernamentales, emergen ciertos
claros delineamientos que indican fusiones más amplias y la tendencia a
crear ciertas síntesis. Están apareciendo diversas tendencias básicas
de pensamiento que, en el nuevo orden mundial, se desarrollarán en esa
síntesis mayor, tan deseada por la Jerarquía espiritual del planeta,
y que, mientras conservan los más amplios delineamientos nacionales y raciales,
producen un estado mental subyacente y subjetivo, que dará fin a la era
de separatividad. Hoy se ansía formar los Estados Federados de Europa,
modelados de acuerdo a las líneas de la Comunidad Británica de Naciones
o de los Estados Unidos de América; se habla de un nuevo orden en Asia,
de la política del buen Vecino en América, de una Unión Federal
de las naciones democráticas, y existe también la constante ampliación
de las Repúblicas
[e169]
Socialistas
Soviéticas. Ciertas agrupaciones
[i200]mayores que parecerían posibles y probablemente
aconsejables, podrían ser clasificadas como:
La Unión Federal de las grandes
democracias después
de la guerra, que podría incluir a todo el Imperio Británico,
los Estados Unidos, los países escandinavos y ciertas naciones del
norte de Europa, incluso Alemania.
La unión de los países latinos,
incluso
Francia, España, todos los países mediterráneos, los
países balcánicos (excepto uno o dos que podrían ser
absorbidos por la U.R.S.S.) y Sudamérica.
La Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas y ciertas naciones asiáticas que trabajan en colaboración
con ellas, tales como China y posteriormente Japón.
Estos tres grandes bloques no serian
antagónicos,
sino simplemente esferas geográficas de influencia. Todos trabajarían
en la más estrecha unidad y relación económica. Cada nación
dentro de los tres bloques conservaría su independencia soberana, pero
entre estas naciones independientes y estos bloques, habría identidad de
propósito, unidad de esfuerzo y reconocimiento del control económico
de una liga de naciones, la cual se formaría con representantes de todas
las naciones, y su cuerpo gobernante interno sería elegido por los tres
bloques, que controlarían todas las fuentes de provisión y la distribución
de todas las provisiones, y determinarían toda la política económica.
No consideraré los detalles de estos futuros ajustes. Deben ser forjados
por los hombres y mujeres de buena voluntad, en el crisol de la experiencia y
del experimento. Sólo un desastre universal podría llevar a los
hombres a un estado mental en el cual tales proposiciones y soluciones pudieran
ser presentadas. Es muy valioso el reconocimiento general de que el viejo orden
lamentablemente ha fracasado.
El Problema Religioso
Cuando llegamos a considerar la religión en el
nuevo orden mundial, enfrentamos un problema mucho más complicado [i201]y, sin embargo, mucho más fácil.
Ello se debe a que el tema de la religión es estudiado y parcialmente comprendido
por la mayoría de los hombres. Hay amplias diferencias en las interpretaciones
teológicas; hay una reacción general similar respecto al amplio
reconocimiento de una Inteligencia universal divina o de Dios (cualquiera que
sea el nombre con que se denomine a esa Vida
[e170]omniabarcante). Las formas de religión
son tan diferentes y los adhesores teológicos tan crueles en sus lealtades
y partidismos, que el surgimiento de una nueva religión mundial tendrá,
necesariamente, profundas dificultades. Pero ese surgimiento está muy cercano
y las diferencias son relativamente superficiales. La nueva religión mundial
está más cerca de lo que muchos creen, y ello se debe a dos cosas:
primero, las querellas teológicas son principalmente sobre puntos no esenciales
y, segundo, la joven generación es básicamente espiritual, pero
no le interesa la teología en lo mas mínimo.
La juventud inteligente de todos los países está repudiando rápidamente
la teología ortodoxa, el clericalismo del estado y el control de la iglesia.
No le interesan las interpretaciones humanas de la verdad, ni las pasadas querellas
entre las principales religiones mundiales. Al mismo tiempo, está profundamente
interesada en los valores espirituales y busca seriamente verificar su reconocimiento
profundamente arraigado e inexpresado. No depende de Biblia o sistema alguno,
de los así llamados conocimiento y revelación espirituales inspirados,
sino que sus ojos están puestos sobre las grandes e indefinidas totalidades,
en las cuales trata de sumergirse y fusionarse, tales como el estado, una ideología,
o la humanidad misma. En esta expresión del espíritu de autoabnegación
puede verse la aparición de la más profunda verdad de toda religión
y la justificación del mensaje cristiano. A Cristo, en Su lugar elevado
no le importa si los hombres aceptan las interpretaciones teológicas de
los estudiosos y eclesiásticos. Le interesa que la nota clave de Su vida
de sacrificio y servicio se reproduzca entre los hombres; Le resulta indiferente
si se pone el énfasis sobre el detalle y la veracidad del Evangelio y si
se lo reconoce y acepta, porque Le interesa más la persistencia en la búsqueda
de la verdad y la experiencia espiritual subjetiva; Cristo sabe que dentro de
[i202]
cada
corazón humano existe lo que instintivamente responde a Dios, y que la
esperanza de la gloria final está oculta en la conciencia crística.
En el nuevo orden mundial, por lo tanto, la espiritualidad reemplazará
a la teología y la experiencia viviente tomará el lugar de las aceptaciones
teológicas. Las realidades espirituales surgirán con creciente claridad,
y el aspecto forma retrocederá a segundo plano; la verdad expresiva y dinámica
será la nota clave de la nueva religión mundial. El Cristo viviente
asumirá el lugar que Le corresponde en la conciencia humana y verá
la fructificación de Sus planes, sacrificio y servicio, pero el aferramiento
de las órdenes eclesiásticas se debilitará y desaparecerá.
Permanecerán como guías y conductores del espíritu humano
sólo aquellos que hablan por experiencia viviente y no conocen ninguna
[e171]
barrera
religiosa; reconocerán el avance de la revelación y las nuevas verdades
que surgen, verdades que estarán fundadas sobre las antiguas realidades,
pero serán adaptadas a la necesidad moderna y manifestarán progresivamente
la revelación de la naturaleza y la cualidad divinas. A Dios se Lo conoce
hoy como Inteligencia y Amor. Eso nos lo ha dado el pasado. Debe ser ahora conocido
como Voluntad y Propósito, y esto lo revelará el futuro.
Cuando el problema racial haya desaparecido por el reconocimiento de la Vida una;
cuando el problema económico haya sido resuelto por las naciones que trabajan
cooperativamente unidas; cuando el problema del correcto gobierno dentro de cada
nación haya sido determinado por el libre albedrío de sus respectivos
pueblos, y el espíritu de la verdadera religión no esté obstruido
por las antiguas formas e interpretaciones, entonces veremos un mundo en proceso
de recta experiencia, rectas relaciones humanas y un avance espiritual hacia la
realidad.
Un estudio de estas cuatro líneas de la vida humana demostrará que
Alemania es hoy verdaderamente el punto focal de la situación mundial.
En esa infeliz nación, el problema racial ha alcanzado tal importancia
que afecta al mundo entero. Hitler, desde el ángulo financiero, ha dicho
que Alemania se ha visto obligada a luchar a fin de conservar la vida, económicamente
hablando, de su pueblo; en realidad, la vida económica de Alemania no estaba
tan críticamente amenazada como la de muchas
[i203]naciones más pequeñas. El problema
de gobierno ha llegado también a un punto crítico por la actividad
y conquistas alemanas y el énfasis que las potencias del Eje han puesto
sobre la relación del estado con el individuo. La actitud de los gobernantes
alemanes hacia la religión, es de reconocido y pronunciado antagonismo.
De esta manera, los cuatro problemas principales del mundo están siendo
precipitados por Alemania a la palestra de la acción, evocando investigaciones
en todas partes; los hombres de todos los países se dedican a resolver
estos problemas, y su solución será inevitable cuando termine la
guerra. Cuando sean abordados correctamente por los hombres y mujeres de buena
voluntad, entonces tendremos una "planificación mundial" que
llevará a una vida armoniosa, como nunca fue posible hasta ahora.
Le corresponde a la humanidad resolver sus serios problemas, basándose
en la hermandad y estableciendo un modo de vivir que pueda proporcionar una adecuada
provisión de artículos de primera necesidad mediante la apropiada
Organización del tiempo, el trabajo y los bienes, lo cual conducirá
a una interacción entre el ciudadano y el estado, donde el individuo prestará
servicio y recibirá la debida protección del estado. Entonces la
humanidad
[e172]tendrá
libertad para experimentar la vida espiritual, que se expresará mediante
las vidas humanas despiertas. ¿Qué más puede pedirse o esperarse?
Un modo de vida así puede ser posible si los hombres y mujeres de buena
voluntad, inteligentes e idealistas, inician la tarea de inaugurar el nuevo orden
mundial.
IV. LA TAREA QUE
HAY POR DELANTE
Esto nos lleva a los aspectos prácticos
del tema
y a responder a la pregunta siguiente: Dada la posibilidad de un nuevo orden mundial
¿qué puede hacerse en medio del actual conflicto para traerlo a la
existencia?
El período en el cual estamos entrando ahora se divide en dos partes:
El período actual de la guerra, hasta la derrota
de Alemania y el fin de la lucha. [i204]
El próximo período, después que
los
cañones hayan dejado de tronar. La paz necesaria y la
reconstrucción deberán ser determinadas.
Debemos ocuparnos de estos períodos porque son
y serán, momentos de gran dificultad, de conflicto y de reajuste dolorosos.
La tarea de restablecer la armonía y el orden en el mundo es enorme. Educar
a las personas de todas partes sobre la necesidad de nuevos ideales para el recto
vivir; los nuevos ritmos y la nueva "participación", no será
fácil. El trabajo de curar las heridas de la humanidad, de reconstruir
la civilización destruida, de instituir el desarme, de reconocer las necesidades
nacionales, materiales y psicológicas, de rescatar y restablecer la felicidad
de los niños del mundo y de planificar su futura seguridad, exigirá
lo mejor de los hombres y mujeres de buena voluntad y también la sabia
guía del nuevo grupo de servidores del mundo, y absorberá la atención
de las personas inteligentes y de mentes comprensivas de cada nación.
El paso preliminar para los hombres y mujeres de buena voluntad es decidirse de
una vez por todas a favor de cuál de las dos fuerzas antagónicas
se alinearán mental y espiritualmente, aunque no lo hagan físicamente
en su país. En este momento escribo para quienes están a favor de
las fuerzas constructivas, que luchan por los valores democráticos y la
libertad de los pueblos. Deben saber que entre el pueblo alemán e italiano,
millares de personas también silenciosamente están a favor de quienes
luchan por derrotar a las potencias del Eje. Esto nunca debe olvidarse, porque
tales personas son numerosas bajo el régimen [e173]totalitario. Las Fuerzas de la Luz se encuentran
en todos los países, pero en la actualidad sólo pueden expresarse
efectivamente en los países alineados contra Alemania.
Los hombres y mujeres de buena voluntad, asociados al nuevo grupo de servidores
del mundo, deberían tratar inteligentemente de comprender el problema de
actuar y estudiar la situación mundial, desde todos los ángulos
posibles. La comprensión inteligente,
[i205]el amor a sus semejantes y el sano sentido común,
son requisitos para cualquier servicio que se demande. Los hombres deberían
cultivar estas cualidades, divorciándose de toda emoción sentimental
y ocupándose realmente de las circunstancias y condiciones ambientales.
Debe comprenderse que la tarea tomará tiempo y los hombres y mujeres de
buena voluntad tienen que prepararse para un esfuerzo sostenido, para la oposición
y para ese letargo mortífero y esa enfermiza inercia que afligen a las
masas de todos los países. Hay dos actividades inmediatas a desempeñar:
La búsqueda de esas
personas que en cada país
reaccionan a la visión del nuevo orden mundial y que son los hombres
y mujeres de buena voluntad.
Ellos presentarán las futuras
posibilidades a
las masas de todos los países.
Aquí les recordaré que los miembros del
nuevo grupo de servidores del mundo y los hombres y mujeres de buena voluntad
deben ser extraídos de todos los sectores de la vida. Se hallarán
entre los adeptos de todas las ideologías actuales, en los círculos
políticos y científicos, entre los educadores y filántropos
del mundo, entre los trabajadores creativos, los industriales, en los hogares
comunes y en las filas de los trabajadores.
El Nuevo Grupo de Servidores del Mundo
El nuevo grupo de servidores del mundo no es una nueva
organización que se está formando en el mundo. Es simplemente un
conjunto de hombres de objetivos constructivos, pacíficos y de buena voluntad,
vinculados libremente, que ponen el énfasis sobre la previa necesidad de
establecer rectas relaciones humanas, antes de cualquier paz duradera. Este grupo
no responderá a la fidelidad y lealtad de ningún hombre. Es la agrupación
de todos los que tratan de expresar el espíritu crístico
y están libres de todo espíritu de odio y venganza. Este grupo desafía
al mundo a abandonar todos los antagonismos y antipatías, odios y diferencias
raciales, y trata de vivir en términos de una familia, una vida y una humanidad.
[i206]
El
nuevo grupo de servidores del mundo cree que (por
[e174]intermedio de la buena voluntad) el nuevo orden
mundial puede ser firmemente establecido en la Tierra. Hoy, en el período
intermedio de la guerra, la preparación para la reconstrucción puede
ir adelante simultáneamente con el esfuerzo para derrotar a las potencias
totalitarias.
A los hombres y mujeres de buena voluntad no se les debe impulsar a la actividad,
pidiéndoles mayores sacrificios. La guerra ya les ha exigido demasiado.
Debe llegarse a ellos con alegría mediante la actividad de buena voluntad.
Que la belleza de lo que puede ser la gloria de la visión y la reconstrucción
espiritual, científica y física de la humanidad, se mantenga ante
ellos, inspirándolos para un renovado esfuerzo.
Por el trabajo que realizaron anteriormente en todo el mundo los hombres de visión
y de buena voluntad, muchos miles de personas en Europa, América y otras
partes, esperan hoy ser guiadas para iniciar la correcta actividad. En todos los
países los hombres y mujeres de buena voluntad están dispuestos
a responder al claro llamado y a una organización inteligente para prestar
servicio en la reconstrucción. Descúbranlos.
El mensaje a divulgarse antes de cualquier paz futura, consiste en tres claras
y prácticas verdades:
Que los errores y desatinos
de los siglos, que culminaron
con la actual guerra mundial, son los errores y desatinos de toda la humanidad.
Reconocer esto conducirá a establecer el principio de compartir
tan necesario en el mundo actual.
Que no hay problemas ni condiciones que no puedan ser
resueltos por la voluntad al bien. La buena voluntad nutre el espíritu
de comprensión y fomenta la manifestación del principio de
cooperación. Este espíritu es el secreto de todas las correctas
relaciones humanas y el enemigo de la rivalidad.
Que hay una relación
sanguínea entre los
hombres y, cuando es reconocida, derriba todas las barreras y pone fin al
espíritu de separatividad y odio. Por lo tanto, la paz y la felicidad
de cada uno es la preocupación de todos. [i207]Esto desarrolla el principio de responsabilidad
y sienta las bases para la recta acción cooperativa.
Éstas son las creencias básicas de los
hombres y mujeres de buena voluntad y proveen el incentivo para todo servicio
y acción. Estas tres verdades prácticas y científicas contienen
los tres hechos básicos y la aceptación inicial de todos los servidores
mundiales. No son contrarias a ninguna posición mundial ni subversiva [e175]para ningún gobierno ni actitud religiosa,
y permanecen innatas en la conciencia de todos los hombres, evocando respuesta
inmediata. Su aceptación curará las heridas internacionales.
Acudo a todos los hombres y mujeres de buena voluntad del mundo para que estudien
los principios del nuevo orden mundial. Recurro a los que luchan por la justicia
y los derechos de las pequeñas naciones y por el futuro de los niños
de todas las naciones, para que comiencen a enseñar a aquellos con quienes
pueden entrar en contacto, las correctas actitudes y esa visión previsora
que impedirá en el futuro los errores del pasado.
Existe un atributo divino básico que aún no es muy fuerte en la
humanidad, y es el olvido. Se lo asocia todavía a la magnanimidad. No se
lo considera esencialmente una condición de la futura relación entre
todas las naciones, basada en el reconocimiento de nuestra humanidad común.
Alemania, bajo sus gobernantes malignos y desviados, necesita olvidar. Todas las
grandes Potencias han pecado también en algún grado y todas se equivocaron
seriamente en el pasado. Alemania ha precipitado el mal que ha afligido al mundo,
pero ella contiene en sí misma la simiente de su propio castigo, simiente
que no fructificará si se le aplica un excesivo castigo desde el exterior.
El mundo se salvará cuando cese el fuego de los cañones, porque:
Se reconocerá que todos
son responsables de las
pasadas condiciones del mundo. Deberá enfrentarse la verdad de que
"todos han pecado".
Se aceptará que si el
pueblo alemán se
sometió mansamente al gobierno de Hitler, también fue básicamente
víctima de un engaño organizado. Desde [i208] 1914 sólo se le ha dicho mentiras.
El futuro nuevo orden mundial inaugurará una era de verídica
propaganda e información nacional e internacional.
Se comprobará que el pasado ha desaparecido
con todos sus males y que hay por delante un futuro de posibilidades ilimitadas
para el bien y los cambios constructivos. El futuro debe ser desarrollado
por todas las naciones en la más estrecha colaboración.
Estos tres puntos deben ser
constantemente presentados
al público en el lenguaje más simple, porque el problema más
difícil lo constituirá la masa inerte del pueblo irreflexivo. Se
debe apelar a lo mejor que hay en ella, porque la tarea inmediata consiste en
desarrollar esas actitudes correctas sin las cuales la paz no puede ser duradera
ni la justicia posible. La paz no debe ser impuesta[e176]por quienes odian la guerra. Debe ser resultado
y expresión natural del espíritu humano y la decisión de
que la actitud del mundo se transforme en rectas relaciones humanas.
Éste no es un sueño idealista imposible, sino una posibilidad inmediata,
dado el olvido de agravios y el espíritu de buena voluntad. Será
necesaria paciencia, debido a la tensión nerviosa de la guerra, al dolor,
la ansiedad, el temor y la desnutrición. Los seres humanos serán
iguales a como eran antes de la guerra, excepto el agotamiento y la disposición
de la mayoría de aceptar cualquier arreglo que les permita volver a vivir
con tranquilidad, libres del temor a las bombas, al hambre y la ruina. Será
necesaria una acción lenta, dejando que el tiempo lleve a cabo los procesos
de curación y los reajustes, antes de que se establezcan los arreglos finales
de la paz por el consejo de naciones. Las naciones tendrán que cambiar,
del estado en pie de guerra a una actividad de paz establecida, y de las tensiones
organizadas de la guerra al comparativo relajamiento de la paz. El desarme debe
realizarse como un movimiento inicial, pero de tal manera que el problema de la
desocupación no se agrave indebidamente. Forjar "arados con los cañones"
debe llevarse a cabo racionalmente, y sólo una amplia planificación
internacional puede hacerse cargo
[i209]de este estupendo proceso. Será muy difícil
establecer las fronteras nacionales y las esferas de influencia, y sólo
podrá determinarse satisfactoriamente si la buena voluntad está
activamente presente y es conscientemente empleada y si se consultan con
espíritu no partidista los deseos de los pueblos involucrados. El énfasis
puesto sobre las fronteras históricas pasadas, como factor determinante,
es siempre peligroso. Aquí se necesitará una sabia y lenta acción,
así como la consideración apropiada de los deseos de los pueblos.
No es el restablecimiento de las antiguas fronteras lo deseable, sino el restablecimiento
de las esferas de influencia nacionales y raciales, de acuerdo a la actual situación.
No es la imposición sobre el mundo, de cualquier ideología particular
o su remoción, lo de importancia, sino el establecimiento de esas condiciones
mundiales que proporcionan a todas las naciones el alimento adecuado, las necesidades
de la vida y la oportunidad de expresarse y de hacer su única contribución
al bienestar de toda la familia de naciones.
Los detalles prácticos deberán ser desarrollados por todos los pueblos
en la más estrecha colaboración. Hombres de visión y no sólo
políticos; servidores del mundo y no únicamente líderes militares;
personas humanitarias y no sólo gobernantes de naciones, deben determinar
esos tremendos acontecimientos. Mientras lo
[e177]hacen, deberán contar con el apoyo de
los hombres y mujeres de buena voluntad de todos los países. Resumiendo:
El intervalo entre el momento actual y el ajuste final se divide en dos períodos
principales, y se puede definir con toda claridad el trabajo práctico en
cada uno de ellos:
El intervalo entre el momento actual hasta la cesación
de la guerra, debe emplearse para:
Educar y estabilizar a todos los
hombres y mujeres
de buena voluntad.
Descubrir a los trabajadores, a
las personas humanitarias
y a esos hombres y mujeres de comprensión y visión, que
respondan a los principios aquí expuestos.
Preparar a estos hombres y mujeres
para trabajar
al unísono por la justicia y las rectas relaciones humanas en todos
los países, después de cesar la guerra.[i210]
El intervalo entre el final de la lucha física y
los arreglos para la paz final. Es de esperar -en aras de
la justicia- que este intervalo abarque varios años de rehabilitación y
educación. Durante estos intervalos entre el viejo y el nuevo orden mundial,
los hombres y mujeres de buena voluntad pueden ayudar activamente a los
estadistas de todas las naciones, cooperando inteligentemente en la
centralización planificada de la opinión pública iluminada, y la definición y
la enseñanza del verdadero significado de las rectas relaciones humanas.
Ahora nos concierne el primer intervalo.
Es de desear que se pongan inmediatamente en contacto con esas personas cuyos
nombres ya conocen y que inicien el trabajo y a su vez, descubran más personas
y las guíen en los procesos de reconstrucción. Que reúnan
estos nombres y direcciones en una lista central y local, y la conserven en Nueva York y en Londres, porque la tarea de los pueblos de habla inglesa es reconstruir
el mundo con la ayuda de las demás naciones. Por lo tanto, debe haber cierta
medida de centralización del trabajo para llegar de alguna forma a esta
gente, e impulsar a la actividad cooperadora.
Con buena voluntad hacia todos, con una firme creencia en las posibilidades divinas
de los seres humanos y en la futura resurrección de la humanidad, con un
excelso reconocimiento de Dios, con un reconocimiento de los valores fundamentales
de la enseñanza de Cristo y con una gozosa determinación de llevar
adelante [e178]
el
trabajo de reconstrucción, exhorto a todos los que responden a esta visión
para que se pongan a trabajar inmediatamente.
No los exhorto a prestar una lealtad organizada, sino solamente a que amen a sus
semejantes, ya sean alemanes, americanos, judíos, británicos, franceses,
negros o asiáticos. Los llamo a que abandonen sus sueños de vaga
belleza, sus utopías imposibles y sus ansiosos deseos y enfrenten la
vida tal tomo es hoy y, luego, empiecen por mejorar la vida en el lugar donde
se encuentren. Los insto a que experimenten las rectas relaciones humanas, comenzando
con sus propias relaciones personales, con su familia y sus amigos, y luego se
dediquen
[i211]a
la tarea de educar a aquellos con quienes entran en contacto, para que ellos también
inicien un trabajo similar. Es el trabajo de obtener rectas relaciones individuales,
rectas relaciones grupales, correctas relaciones intergrupales, rectas relaciones
nacionales y rectas relaciones internacionales. Los llamo a la comprensión,
de que en este trabajo nadie es fútil o inútil, todos tienen su
tarea de valor práctico. Los exhorto a que reconozcan que la buena voluntad
es una energía dinámica que puede traer cambios mundiales fundamentales
y se expresará por la actividad del hombre y de la mujer individualmente
y mediante su esfuerzo masivo. El poder masivo de la buena voluntad, el efecto
dinámico de la comprensión inteligente y activa y la potencia de
una opinión pública entrenada y viviente, que desea el mayor bien
para el mayor número, están más allá de toda creencia.
Este poder dinámico nunca ha sido empleado. Hoy puede salvar al mundo.