La Exteriorización de la Jerarquía - Mensaje de Pascua

      


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MENSAJE DE PASCUA

Pascua 1945

En este día recordamos la Resurrección -resurrección que se repite universal y eternamente. Deseo hablarles de Cristo, de Su obra, como Guía de la Jerarquía, y de la reconstrucción que la humanidad debe emprender y que la Jerarquía trata de impulsar en estos momentos. Se ha planeado un gran período de reconstrucción. Las dos palabras, alrededor de las cuales me propongo desarrollar mi tema son: Resurrección y Reconstrucción. Será una reconstrucción desarrollada por quienes conocen el significado de la resurrección, e implicará la resurrección de la humanidad mediante los intelectuales y las personas de buena voluntad. Los dos grupos -la Jerarquía y la Humanidad- deberán ponerse en más estrecha relación, lo cual es perfectamente posible si los seguidores de Cristo se dan cuenta de la oportunidad y asumen sus responsabilidades. Indicaré que cuando empleo la frase “los seguidores de Cristo”, me refiero a todos los que aman a sus semejantes, cualquiera sea su credo o religión. Únicamente sobre esta premisa básica podemos fundamentar un futuro pleno de esperanza.

No me interesa que quienes lean mis palabras, acepten o no la enseñanza esotérica sobre la existencia de una Jerarquía espiritual y planetaria, presidida por el Cristo, o si piensan en términos del Cristo y Sus discípulos. El reconocimiento esencial que pido, es que se considere como activo
[i469] a este Gran Grupo de Seres Espirituales, generalmente reconocidos por todo el mundo y las grandes religiones. El punto de vista de los cristianos respecto al Cristo, está basado en lo que Él hizo por nosotros hace dos mil años, indicando simbólicamente el camino que debemos recorrer todos los aspirantes. Tal visión representa un Cristo en un vago y lejano cielo, inactivo y expectante, “descansando sobre Sus laureles”, sin hacer nada prácticamente hasta el momento en que los hijos [e389] de los hombres, de todas las razas y credos, lo aclamen como Salvador; esto lo hacen como individuos y representantes de la Iglesia cristiana organizada, lo cual es la imagen de un Cristo que escucha y observa, animado por la piedad y compasión, pero que habiendo hecho cuanto pudo, ahora espera que hagamos nuestra parte, siendo también imagen de aquel que espera ser aceptado teológicamente por toda la humanidad. En la mente estrecha del teólogo fundamentalista, Cristo aparece presidiendo un pacífico lugar llamado Cielo, en el cual son bienvenidos los elegidos; también se Lo ve destinando a un oscuro y eterno lugar de castigo a todos los que son conscientes de su propia integridad y responsabilidad espirituales, pero rehúsan congregarse en Iglesias organizadas y llevan una vida ociosa y pecaminosa. A esta vasta multitud -probablemente la mayoría- no les llega Su amor y compasión, permaneciendo inconmovible Su corazón. Al parecer Él no se preocupa de sí sufren eternamente o son aniquilados completamente.

Esto en verdad no puede ser así. Ninguna de estas imágenes es exacta o adecuada; son falsas en todo el sentido de la palabra.

Esto lo comprenden los pensadores más inteligentes del mundo. Desde el instante del Plenilunio de Géminis, que se celebra este año en la última semana de mayo, las iglesias de la Cristiandad deberán difundir un mensaje distinto si aspiran a satisfacer las necesidades de la humanidad y contribuyen así a la obra de reconstrucción que hay por delante. No pueden detener esta obra, pero las iglesias podrán ser ignoradas si demuestran la incapacidad de pensar con claridad y si no se liberan de su estrechez teológica.

Resurrección es la nota clave de la naturaleza, pero no la muerte. La muerte es la antecámara de la Resurrección. Resurrección da la clave del mundo de significados y es el tema
[i470] fundamental de todas las religiones del mundo, pasadas, presentes y futuras. Resurrección del espíritu en el hombre, en todas las formas, en todos los reinos; es el objetivo de todo proceso evolutivo, lo cual significa liberarse del materialismo y del egoísmo. En tal resurrección, la evolución y la muerte son meras etapas preparatorias y familiares. La tónica y el mensaje dados por el Cristo, cuando estuvo la última vez en la tierra, fue Resurrección, pero fue tal la morbosidad del género humano y estaba tan envuelto por el espejismo y la ilusión, que permitió que se desviara la comprensión de Su muerte, en consecuencia, durante siglos, el énfasis fue puesto sobre la muerte y, únicamente en el día de Pascua o en los cementerios, se recuerda la Resurrección. Esto debe cambiar. Permitir que esta situación se perpetúe no ayuda a la comprensión progresiva de las verdades eternas. La Jerarquía trata ahora [e390] de producir este cambio, alterando así el acercamiento de la humanidad al mundo de lo invisible y a las realidades espirituales.

Sin embargo, antes de que la Jerarquía pudiera hacer algo, nuestra actual civilización debía morir. En el curso del siglo venidero, se develará el significado de la resurrección y la nueva era revelará su verdadera significación. El primer paso será el resurgimiento de la humanidad de la muerte de su civilización, de sus antiguas ideas y de sus modos de vida, el abandono de sus objetivos materialistas y su condenable egoísmo, y su progreso hacia la clara luz de la Resurrección. No hablo en términos simbólicos o místicos; me refiero a hechos, hechos tan reales e inminentes como el venidero ciclo de Conferencias, para los cuales los últimos doscientos años han preparado a la humanidad. Esta preparación ha culminado en la inquietud del siglo XX, y ha conducido a los horrores de esta guerra mundial, 1914-1945.

El verdadero trabajo del Ciclo de Conferencias, sobre el cual escribí anteriormente, se iniciará en San Francisco. Allí se preparará el terreno para los procesos que darán entrada a una era de relativa tranquilidad, lo cual abrirá la puerta de la oscura caverna del materialismo y apartará la piedra del sepulcro, en el que durante tanto tiempo
[i471] ha estado yacente la humanidad. Luego se darán los pasos que conducirán a una vida nueva y mejor, que dará expresión al Espíritu de Resurrección. Estos hechos -a producirse muy pronto- son físicos, demostrándose como tales, si los discípulos del mundo reconocen lo que Cristo quiere, y si los hombres y mujeres de buena voluntad se preparan para responder a tales deseos.

Hablando simbólicamente, el primer paso, después del advenimiento del espíritu de Resurrección, será similar al que nos relata La Biblia. María, la mujer de dolores, de experiencia y de aspiración, simboliza (como siempre sucede en el simbolismo del mundo) el materialismo. La humanidad debe exclamar con ella: “Me han quitado a mi Señor y no sé dónde lo sepultaron”. Pero ella se lo preguntó al Señor Mismo, sin reconocerlo; sólo sentía su propia necesidad y desolación. Así debe ser nuevamente. La humanidad materialista, sufriente, encara el futuro con desesperación y agonía, porque tiene aún aspiraciones, pues debe surgir de la caverna de la materia y buscar a Cristo, y Lo hallará, pero al principio no Lo reconocerá, como tampoco el trabajo que intenta realizar. Las Iglesias materialistas -envueltas y sumergidas en sus conceptos teológicos, buscando poder político o posesiones, construyendo templos y catedrales, olvidando “el Templo de Dios, no hecho con las manos, eterno en los Cielos”-, se preocupan de los símbolos y no de la realidad. Ahora deben reconocer que el Señor
[e391] no está con ellos; deben también salir, como Maria, a buscarlo nuevamente. Si lo hacen, con seguridad Lo encontrarán y volverán a ser Sus Mensajeros.

El hecho de la Resurrección será demostrado durante los próximos siglos. El Cristo viviente caminará entre los hombres y los guiará al Monte de la Ascensión. Pentecostés será una Verdad.

Todos los hombres estarán bajo la oleada de la inspiración proveniente de lo alto, y aunque hablen distintas lenguas, todos se comprenderán.

Clasificaré lo que tengo que decir, en dos partes:
[i472]

El Trabajo de Cristo en la Actualidad.
El Próximo Trabajo de Reconstrucción.

Ambas imparten las mismas ideas básicas, de manera que se complementan; proclaman el hecho de que todo lo que nos concierne, tiene lugar en la Tierra, de acuerdo con los anteproyectos que guían al trabajo de Cristo (cuando empleo las palabras “nos concierne”, me refiero a las reacciones: física, emocional y mental del hombre). Proclaman el hecho de que todo estado de conciencia está enraizado dentro de la humanidad y que todos son hechos reales aquí y ahora, si sólo los hombres lo supieran; proclaman además la verdad de que Cristo nunca nos ha abandonado por un cielo lejano y nebuloso, sino que permanece cerca nuestro; proclaman que Su interés, Su ardua tarea en beneficio nuestro y las actividades de Sus discípulos activos, los Maestros de Sabiduría y los Señores de Compasión, se hallan también con nosotros, aquí y ahora; proclaman que no estamos solos, sino que las Fuerzas de la Luz y del Esclarecimiento están en constante actividad; que se movilizan las fuerzas y la sabiduría de Quienes saben, para ayudar al género humano y que nada puede detenerlas, ni impedir tampoco el contacto entre el Centro de aspirantes inteligentes, la humanidad, y el grupo espiritual interno, la Jerarquía.

El Trabajo de Cristo en la Actualidad

No olviden un punto importante. La Jerarquía misma es la consecuencia de la actividad y de la aspiración de la humanidad, y ha sido creada por ésta. Sus miembros son seres humanos que han vivido, sufrido, fracasado, realizado, triunfado, soportado la muerte y pasado por la experiencia de la resurrección. Son de la misma naturaleza de quienes hoy luchan con los procesos de desintegración, pero que, a pesar de todo, llevan en sí la simiente de la resurrección. Los miembros de la Jerarquía conocieron y dominaron todos los estados de conciencia; los dominaron como hombres, garantizando así a la humanidad la misma realización máxima. Tenemos la tendencia a considerar a los miembros de la
[e392] Jerarquía [i473] como radicalmente distintos de la humanidad, olvidando que la Jerarquía es una comunidad de hombres triunfantes que se sometieron anteriormente a los fuegos purificadores del diario vivir, trabajaron por su propia salvación como hombres y mujeres del mundo, comerciantes, marido y mujer, y como agricultores y gobernantes; por lo tanto, conocen la vida en todas sus fases y graduaciones. Superaron las experiencias de la vida. Su Gran Maestro es Cristo; pasaron por las iniciaciones del nuevo nacimiento, del bautismo, de la transfiguración, de la crucifixión final y la resurrección. Pero continúan siendo hombres; se diferencian de Cristo en que Éste, el primero de nuestra humanidad que alcanzó la divinidad, el Primogénito de una gran familia de hermanos (según lo expresa San Pablo), el Maestro de Maestros e Instructor de ángeles y hombres, fue considerado tan puro, tan santo y tan iluminado, que se le permitió personificar para nosotros, el gran principio cósmico del amor; de esta manera, Él reveló, por primera vez, la naturaleza del corazón de Dios.

Por lo tanto, estos hombres perfectos existen. Son algo más que hombres, porque el espíritu divino en Ellos registra todos los estados de conciencia y de percepción -subhumana, humana y superhumana. Este desenvolvimiento incluyente les permite trabajar con los hombres, ponerse en contacto con la humanidad cuando es necesario, y saber cómo guiamos al pasar las fases de la resurrección.

Es innecesario extendernos aquí, acerca del mundo al que Ellos tratan de ayudar y salvar. Los verdaderos pensadores conocen el estado actual de la humanidad. Devastación, crucifixión, masacre y muerte, predominan; tristeza, dolor, desilusión y pesimismo condicionan el pensamiento y las reacciones de millones de seres; mientras que la situación de las masas, indefensas e irreflexivas, ha llegado a un inconcebible sufrimiento. La ignorancia, la incomprensión y el egoísmo de los hombres, en todas partes, especialmente en los países que escaparon a los estragos de la guerra, agravan la situación. No obstante, la Jerarquía encara hoy con serenidad y confianza Su ardua tarea.

Voy a ocuparme de un aspecto del trabajo y de la actitud de la Jerarquía, que puede ser motivo de incomprensión
[i474] para los que tienen visión y (si así puedo describirlo) un corazón oprimido, aunque amoroso. Me refiero a la actitud asumida por la Jerarquía durante los años de guerra. Esta actitud dio lugar a críticas. Permítanme ser explícito y además introducir la ecuación tiempo. Bien puedo hacerlo, porque mediante mis escritos se ha afirmado y expuesto públicamente la posición de la Jerarquía.

En 1932 escribí una serie de folletos destinados a movilizar a los discípulos del mundo, titulados El Nuevo Grupo de Servidores
[e393] del Mundo, y a incitar a los hombres y mujeres de buena voluntad a un esfuerzo final para despertar a la humanidad y hacerle ver la necesidad de cambiar. Traté de promover una limpieza general e inducir a los hombres a dar los pasos necesarios para evitar la guerra, que la Jerarquía veía cada día más cerca. De manera incomprensible y no soñada por el hombre común, las Fuerzas del Mal surgían poderosamente de su antigua guarida, tratando de descubrir a quienes podían moldear y obsesar, para llevar así más rápidamente a la humanidad hacia el desastre. Las fuerzas del mal hallaron en todos los países mentes receptivas a sus impulsos malignos, y descubrieron también que era posible tomar posesión de dos países, Alemania y Japón y, en menor medida, de Italia.

La Jerarquía, previendo esto, intentó contrarrestar dichos esfuerzos; apeló a las personas de mente espiritual del mundo; su llamado llegó a millones de seres y culminó, en mayo de 1936, con un esfuerzo planetario donde se empleó la Gran Invocación en vasta escala, en la mayoría de los países del mundo. Esta obra de amor continuo durante tres años. La Jerarquía se esforzó por salvar a la humanidad y hacer ver a los hombres el inminente peligro que se cernía sobre ellos; trató de detener el egoísmo humano y de dar una nueva orientación a los valores espirituales y así impedir la guerra. Sus esfuerzos fracasaron. Los hombres y mujeres de buena voluntad y las personas de Tendencia Esp. fueron incapaces de apreciar la verdadera naturaleza del inminente peligro. Algunos se dieron cuenta e hicieron cuanto pudieron; pocos trabajaron esforzadamente, confiados en la sabiduría
[i475] de los que sabían, y les pidieron ayuda; la mayoría se sintió perturbada y preocupada, pero ninguno de ellos comprendió suficientemente el doble peligro que enfrentaba a la humanidad: el peligro que surgía del egoísmo y la codicia humanos, más el peligro que se acercaba a la tierra, debido a las fuerzas combinadas del mal. Estas fuerzas estaban organizadas por seres de la más maligna y experta experiencia; se habían preparado para obsesar y luego dominar al negativo pueblo alemán, regido por un grupo da hombres de tan positivo egoísmo y agresivo espíritu materialista, que fácilmente podían convertirse en agentes de las fuerzas subjetivas del mal.

En septiembre de 1939, la suprema malignidad se desató en la Tierra. Debido a que la Jerarquía no pudo ni quiso infringir el libre albedrío humano, se manifestó el mal que la humanidad misma había engendrado, apareciendo algo a lo cual algunas naciones e individuos respondieron; así se inició la segunda guerra mundial. El mal desenfrenado tomó posesión de la Tierra, valiéndose de las naciones del Eje, y los alemanes invadieron Polonia. Este país fue el receptor del primer impacto, debido a su egoísmo
[e394] nacional, la supresión de las clases inferiores, la exaltación de una aristocracia de mentalidad fascista y su odio a los judíos. Las Naciones Aliadas empezaron entonces a organizarse lentamente bajo la inspiración de las Fuerzas de la Luz. Se desaté la guerra.

Bajo estas circunstancias, ¿qué podía hacer la Jerarquía? A la humanidad se le dio plena oportunidad para evitar que el mal descendiera a la manifestación. Los dirigentes y los humanitarios proclamaron la necesidad de reformas. ¿A qué bando debía apoyar e influir la Jerarquía? ¿Debía tomar partido o mantenerse apartada y adoptar la posición del que mira, el observador? ¿Debía mantenerse por encima de los actos de la humanidad y esperar a qué se decidiera la batalla? ¿Debía ajustarse a las ideas sentimentales del público religioso y hablar sólo de paz, cuando no había paz, y adoptar la actitud negativa
[i476] de amor a todos los pueblos, mientras el odio se extendía desenfrenado sobre la Tierra?

Recuerden que si esta guerra se pareciera a otras guerras, ocurridas en el transcurso de los siglos, y fuera simplemente la lucha entre grupos humanos y naciones, la Jerarquía hubiera permanecido al margen del conflicto y dejado al género humano decidir la victoria, en mérito de los bandos en lucha. Pero esta vez algo más estaba involucrado, y la Jerarquía lo sabía. Esta guerra no sólo ha sido un conflicto agresor entre naciones, o de odio entre los exponentes de ideologías antagónicas, sino algo mucho más serio. La Jerarquía sabía qué fuerzas extremadamente poderosas se aprovechaban de la estupidez humana, a fin de entrometerse en los asuntos humanos, y qué poderosos grupos de seres malignos estaban organizados para explotar la situación mundial existente. Sabía también que la combinación del antiguo mal con el egoísmo de los hombres sería inevitablemente demasiado fuerte, aún para las Naciones Aliadas, si no recibían ayuda para enfrentar a las Potencias del Eje y a los Señores del Mal, que surgieron de su guarida. La Jerarquía se puso del lado de las Naciones Aliadas y lo hizo saber. Decidido esto, se tomaron medidas físicas precisas para ayudar a las fuerzas de la Luz; se escogieron cuidadosamente los hombres y dirigentes, y los discípulos elegidos fueron puestos en posiciones de poder y autoridad. Los dirigentes de las Naciones Aliadas y sus ejércitos, no son hombres sin Dios como los de las Potencias del Eje, son hombres de rectitud y propósitos espirituales y humanitarios, por lo tanto, capaces de trabajar, consciente e inconscientemente, bajo la inspiración de la Jerarquía. Esto ha quedado ampliamente demostrado. En virtud de esta decisión de la Jerarquía, el Cristo se convirtió automáticamente en Guía de estas Fuerzas.

El trabajo del Cristo ha sido grandemente entorpecido por el dulce sentimentalismo de los cristianos irreflexivos y por los
[e395] bien intencionados, pero a menudo ignorantes pacifistas. Ambos grupos hubieran sacrificado el porvenir de la humanidad con simples métodos de “no ofender”, “ser bondadosos” o de tomar medidas suaves. Las fuerzas del mal que acechan hoy al mundo, no entienden [i477] tales medidas. El grito de tales personas de que “Dios ama a todos los hombres” es verdad, y lo será eternamente, siendo uno de los hechos inalterables de la existencia misma. Dios ama, sin diferencias y sin tener en cuenta la raza o el credo. Para tan Grande Vida nada importa más que la humanidad y su perfeccionamiento, porque de la humanidad depende la salvación de todos los reinos de la naturaleza. Pero tal afirmación (hecha en tiempo y espacio, en lo que al aspecto forma concierne, y no al espíritu del hombre) es con frecuencia engañosa y las personas sencillas olvidan que el Cristo dijo: “El que no está conmigo está contra mí”.

Los hombres tampoco comprenden el poder del pensamiento, manejado por Quienes trabajan con el Cristo y regidos por Él. El pensamiento es energía divina pura, impersonal y, como la del Sol, se derrama igualmente sobre los dignos y los indignos, a no ser que esté dirigida definida y deliberadamente. La Jerarquía se ha visto frente al problema y a la necesidad de evitar que la energía mental, pura e impersonal, llegue a las filas de quienes luchan contra la libertad humana; porque tal energía estimula las mentes y los procesos mentales de los buenos así como de los malos. Este peligro fue contrarrestado deliberadamente, dirigiendo Su pensamiento a las fuerzas que luchaban a las órdenes de los conductores de las Naciones Aliadas y poniéndose abiertamente de parte de las rectas relaciones humanas. No se atrevieron a obrar de otra manera, porque en su lugar y circunstancias, los líderes de las fuerzas del mal demostraron ser más sagaces y calculadores que quienes luchaban en favor de la libertad humana. Los bondadosos, bienintencionados, pero ignorantes pensadores cristianos, pasan por alto esta distinción y necesidad.

El trabajo del Cristo, en relación con la guerra, ha sido también entorpecido por negociantes de todas las naciones, especialmente en los países neutrales que se beneficiaron con la guerra, como también con las grandes empresas de muchos países, enfocadas en grupos financieros en toda nación poderosa, particularmente en los Estados Unidos. El Cristo ha sido también entorpecido por individuos que
[i478] explotan el sufrimiento de la humanidad para su provecho.

Por lo tanto, cuando estalló la guerra y la humanidad decidió luchar, y las fuerzas del mal se desataron sobre nuestro planeta, la Jerarquía cesó en Sus esfuerzos para traer paz; por medio de la buena voluntad, y Se puso abiertamente del lado de los que luchaban para hacer retroceder a su lugar de origen a las fuerzas
[e396] del mal y derrotar a las naciones del Eje. A causa de esta decisión de la Jerarquía, los irreflexivos pretenden que las afirmaciones de los que representan a la Jerarquía en la Tierra, son contradictorias y que Sus acciones no son compatibles con las ideas preconcebidas sobre cómo debería demostrarse el amor. Durante los últimos cinco años, los esfuerzos del Cristo y los de Sus seguidores, los Maestros de Sabiduría, fueron dirigidos a clarificar en las mentes de los hombres los verdaderos hechos para indicar la correcta acción a seguir y a unificar la política interaliada. Se ocuparon de agrupar a los hombres de buena voluntad de todo el mundo, en preparación para el Ciclo de Conferencias y los reajustes mundiales que se avecinan. Trataron de proteger a los que sufren, organizando métodos de socorro, inspirando a las mentes de los jefes de los ejércitos, e incitando a la opinión pública a tomar esas medidas que, con el tiempo, traerán rectas relaciones humanas. Temporariamente, se ha dejado a los pueblos alemán y japonés librados a su destino y entregados a merced de las fuerzas del mal. El presente desastre en Alemania es el testimonio de lo que el mal puede traer a quienes lo siguen. Además de los métodos de fortalecer a las Fuerzas de la Luz y de sacar a la humanidad del mal que ha descendido sobre ella, la Jerarquía Se dedicó a actividades que no pueden ser reveladas, porque se relacionan con la manipulación de las fuerzas subjetivas del mal. Podemos apreciar la potencia de tales fuerzas por el largo período que ha durado la guerra y también por el hecho de que dos naciones hayan sido capaces de resistir, hasta hace unos meses, a un mundo entero de Naciones Aliadas contra ellas. Esto, en sí mismo, es un hecho notable y testifica [i479] la fortaleza del mal, objetivo y subjetivo, que trató de dominar al género humano. Si la Jerarquía no Se hubiera puesto del lado de las Naciones Aliadas, apoyándolas con todo el poder de Su pensamiento, la victoria estaría aún muy lejos. Hoy ya está casi en nuestras manos.

Es un error creer, como algunos lo hacen, que la tendencia principal del trabajo del Cristo reside en la Iglesia y en las religiones mundiales. Lógicamente trabaja por ese medio cuando las condiciones lo permiten y si hay un núcleo viviente de verdadera espiritualidad en ellas, o cuando el llamado invocador es suficientemente poderoso para llegar hasta Él; utiliza todos los canales posibles por los cuales puede expandirse la conciencia del hombre y lograrse la correcta orientación. Es, por lo tanto, más correcto decir que actúa como Instructor del Mundo y que las Iglesias no son más que uno de los medios de enseñanza que Él utiliza. Todo cuanto ilumina las mentes de los hombres, toda divulgación que tiende a establecer rectas relaciones, humanas, todos los medios de adquirir verdadero conocimiento, todos los métodos de
[e397] transmutar el conocimiento en sabiduría y comprensión, todo cuanto expande la conciencia de la humanidad, todos los estados subhumanos de percepción y sensibilidad, todo lo que disipa el espejismo y la ilusión, todo lo que rompe la cristalización y perturba las condiciones estáticas, son actividades realistas del sector interno de la Jerarquía, que Él supervisa. El Cristo está limitado por la calidad y calibre de la invocación humana, que a su vez está condicionada por la etapa de evolución alcanzada.

En la Edad Media, y anterior a ésta, las Iglesias y las Escuelas de Filosofía proveyeron las principales avenidas para la actividad del Cristo, pero hoy no es así. Las Iglesias y la religión organizada harían bien en recordarlo. El Cristo ha transferido Su énfasis y atención hacia dos nuevos campos de esfuerzo: primero, al campo de la educación mundial y, segundo, a la esfera de la complementación inteligente de esas actividades regidas por el departamento de gobierno, en sus tres aspectos: estatal, político y legislativo. El pueblo empieza a darse cuenta de la importancia y
[i480] la responsabilidad de los gobiernos; por lo tanto, la Jerarquía comprende que antes que el ciclo de la verdadera democracia (como ya existe, y se demostrará con el tiempo) pueda venir a la existencia, es imperativamente necesaria la educación de las masas sobre la cooperación estatal en la estabilización económica, mediante la participación equitativa y la limpia interacción política. La larga separatividad entre la religión y la política debe terminar; esto puede ocurrir ahora, gracias al alto nivel de inteligencia de las masas humanas, y al hecho de que la ciencia ha acercado tanto a los hombres, que lo que ocurre en lejanos lugares de la superficie de la Tierra despierta el interés general en pocos minutos. Tiempo y espacio están hoy anulados.

El Próximo Trabajo de Reconstrucción

Me he referido al plenilunio de Géminis como la “Oportunidad Excepcional de Cristo”. (La Reaparición de Cristo, Capítulo II). Qué implica exactamente esta afirmación, no estoy autorizado para revelarlo, pero puedo arrojar alguna luz sobre un aspecto de ella. Ha sido por mucho tiempo una leyenda (¿Y quién puede decir que no es una realidad?), de que en cada plenilunio de Géminis el Cristo repite y predica al mundo el último Mensaje del Buda (a los corazones y las mentes de los hombres), vinculando así la plena iluminación de la Era precristiana, más la sabiduría del Buda, al ciclo de distribución de la Energía del amor, de la cual el Cristo es responsable.

Este año, el mensaje del pasado y del presente será ampliado, realzado y complementado, mediante la enunciación de una nueva
[e398] nota, palabra o tema, que distinguirá a la nueva era y caracterizará la civilización y cultura venideras. Será la culminación del pasado y sembrará la simiente del futuro. El significado de esta declaración reside en el hecho de que, telepáticamente, y apoyado por toda la fuerza de la Jerarquía, más la potencia de Quienes tienen la misión de expresar la Voluntad de Dios (y más adelante complementada por la Jerarquía, dirigida por el Cristo), el Instructor del Mundo, por derecho [i481] propio, hará ciertas declaraciones y utilizará cierta fórmula de palabras, que crearán el núcleo de la forma mental, y presentará el anteproyecto sobre el cual se desarrollará la nueva era. Para este momento se preparan, desde hace tiempo, el pensamiento y los planes de los aspirantes iluminados del mundo, algunos conscientes, pero mayormente inconscientemente. Con sus esfuerzos proporcionan el conjunto de sustancia mental que será afectada por el próximo pronunciamiento. El Cristo le dará adecuada forma para la actividad creadora del nuevo grupo de servidores del mundo, que actúan en todas las naciones, religiones y grupos: social, económico y político.

Los pronunciamientos del Cristo estarán incluidos en ciertas estrofas, de las cuales las ya dadas, son una pequeña parte. Sólo Él puede emplear estas Palabras de Poder en forma apropiada y con el debido significado y énfasis; únicamente puede darse a la humanidad una paráfrasis inadecuada de ciertas frases, contenidas en tal pronunciamiento, que se podrá utilizar exclusivamente cuando la guerra haya terminada, y no antes. Esto significa que sólo pueden ser utilizadas cuando Alemania y el Japón estén bajo el control de las Naciones Aliadas, a través de las cuales la Jerarquía ha estado actuando. Ello no quiere decir que se alcanzará paz completa, pero sí, el fin de toda lucha agresiva y resistencia organizada, lo cual traerá un período de relativa tranquilidad.

Permaneciendo en Su Propio Lugar, en un punto central de Asia, alejado de las multitudes y del contacto de la humanidad, el Cristo bendecirá al mundo, en el preciso momento del plenilunio de junio. Luego repetirá las últimas palabras o el Sermón del Buda, así como las Bienaventuranzas que pronunció en la Tierra, de errónea e inadecuada traducción, basada en el recuerdo de lo que dijo, y no dictadas directamente por Él. A estos dos Mensajes el Cristo agregará uno nuevo, imbuido de poder para el futuro. Se empleará la parte de lo que Él ha dicho, en la cual pueden participar los hombres durante muchos años, en vez de las dos estrofas de la Gran Invocación, utilizadas durante nueve años.

[i482] Respaldando al Cristo Se halla hoy, intensamente enfocada, la Jerarquía, la Cual Se prepara para un gran acto de colaboración espiritual, en el momento del plenilunio de Géminis. Junto con Él los miembros de la Jerarquía invocarán a un grupo de Fuerzas [e399] espirituales, a las que (a falta de nombre más adecuado) llamaremos Fuerzas de Reconstrucción.

Les pido que mantengan presente con claridad los tres grupos de energías espirituales que entran en actividad en los tres plenilunios de Aries, Tauro y Géminis, los cuales ayudarán a la humanidad en su tarea principal de reconstruir un mundo nuevo y mejor.

Las Fuerzas de Restauración, que actuarán para restablecer la moral y la salud psicológica, complementarán así la resurrección de la humanidad sobre ese ciclo de muerte por el cual ha pasado. El principal objetivo consiste en restaurar la condición mental de los hombres para encarar la vida con actitud sana y optimista. Estas fuerzas traerán una nueva civilización, que será precisamente el trabajo creador del hombre.

Las Fuerzas de Iluminación. Cuando éstas afluyan a la Tierra, producirán la clara comprensión del Plan que la Jerarquía desea ver realizado; revelarán los asuntos involucrados en su secuencia correcta y posible; darán al pensamiento humano un sentido de proporción, más la capacidad de apreciar los valores espirituales que deben determinar la política objetiva. Estas Fuerzas salvarán la cultura obtenida en el pasado (un pasado muerto y desaparecido, del cual poco se debe recuperar), y complementarán (sobre esas pocas culturas fundamentales del pasado) la nueva y mejor cultura, característica de la nueva era.

Las Fuerzas de Reconstrucción. Éstas darán entrada a una era de pronunciada actividad creadora, cuyo resultado será la reconstrucción del mundo tangible sobre nuevas líneas. Hará necesaria la destrucción total de las viejas formas. El Cristo pondrá en acción este gran grupo de Fuerzas en el plenilunio de Géminis, porque el centro de Su
[i483] trabajo residirá definitivamente en el plano físico. Su tarea consistirá en precipitar a la manifestación lo que subjetivamente hizo posible el trabajo de las Fuerzas de Restauración y de Iluminación.

Se puede considerar que estas Fuerzas personifican y ponen de manifiesto el “nuevo materialismo”. Esta declaración merece ser considerada detenidamente. Al encarar las actividades del futuro proceso de reconstrucción, es esencial tener en cuenta que la materia y la sustancia, así como la fusión de las mismas en formas vivientes, son aspectos de la divinidad; la prostitución de la materia para fines egoístas y propósitos separatistas fue responsable del malestar que provocó el sufrimiento y el fracaso, así como del mal que ha caracterizado el curso del genero humano durante las épocas, y precipitó esta guerra mundial. Se le ofrece
[e400] hoy a la humanidad una nueva oportunidad para construir sobre líneas más sólidas y constructivas, esa mejor civilización que sueñan quienes aman a sus semejantes, y lograr una nueva capacidad para manejar la sustancia. Si los hombres pueden demostrar la sabiduría adquirida, creando una forma que albergue el Espíritu de Resurrección y exprese la iluminación obtenida por la amarga experiencia del pasado, la humanidad resucitará nuevamente.

La oportunidad excepcional que enfrenta el Cristo, al acercarse Su gran Hora, es unificar, sintetizar e integrar todas estas Fuerzas, en una enorme y potente afluencia de energía espiritual. Estas energías abarcan las actividades del Espíritu de Resurrección, la inspiración del Buda, cuando este año imparta la fortaleza de Aquel en Quien vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser; fuerza que Cristo mismo pondrá en movimiento, en respuesta al llamado invocador del nuevo grupo de servidores del mundo, de los hombres de buena voluntad y de la “intención masiva” de las masas inarticuladas. Es esencial que tratemos de comprender la unidad de este esfuerzo jerárquico.

La energía que traerá la restauración de la aspiración humana, el correcto idealismo y la fija intención humanitaria,
[i484] procede de las Fuerzas de Restauración, puestas en acción este año, en el momento del plenilunio de Pascua, bajo la dirección de los Maestros de Sabiduría y bajo la supervisión del Cristo.

Se ocuparán de reorientar la psiquis humana y las inevitables consecuencias de esa reorientación -la adquisición de la visión que traerá el establecimiento de rectas relaciones humanas.

Esto será, en gran parte, el trabajo de la gente espiritual del mundo, los aspirantes, los discípulos activos y, en lo posible, los miembros y las personas espiritualmente orientadas, en las Iglesias y en los grupos humanitarios y esotéricos.

He denominado Fuerzas de Iluminación a la energía que conducirá a la actividad inteligente y al correcto planeamiento mental. Cuando se manifieste, el nuevo grupo de servidores del mundo tendrá la responsabilidad de dirigirlas. Entonces, gracias a los planes claros y precisos de los intelectuales del mundo y de los prominentes servidores humanitarios y raciales, será posible establecer los principios espirituales y las correctas relaciones cooperadoras, que deben caracterizar los asuntos humanos en el futuro. Si los planes se desarrollan tal como se desea, serán afectados los grandes sistemas educativos, las instituciones de difusión mundial y todos los medios dedicados a educar y dirigir el pensamiento público y a moldear la opinión pública.

La energía que he llamado Fuerzas de Reconstrucción será
[e401] de aplicación más general y afectará a las masas humanas, mediante la acción de los hombres y mujeres de buena voluntad. He delineado aquí el plan de distribución de las tres grandes corrientes de energía divina, que entrarán en actividad en los tres plenilunios del corriente año; uno de ellos ya ha pasado y los otros dos llegarán:

La Energía de Restauración en este plenilunio de abril o de Pascua.
La Energía de Iluminación en este plenilunio de mayo o de Wesak.
La Energía de Reconstrucción en este plenilunio de junio o de Cristo.

[i485] La Fuente de inspiración de estos agentes espirituales son: Primeramente, el Espíritu de Resurrección (un Ser extraplanetario); luego, el Señor del Mundo, actuando por intermedio del Buda y, finalmente, el Cristo Mismo. Los tres actuarán por medio de la Jerarquía, del Nuevo Grupo de Servidores del Mundo y de los hombres y mujeres de buena voluntad. Tal es el plan general propuesto por Quienes, con un propósito espiritual esclarecido, están hoy preparados para ayudar a la humanidad a pasar de la oscuridad a la luz, de lo irreal o lo real y de la muerte a la inmortalidad. Esta antiquísima plegaria llega hoy a su más profunda significación espiritual. La repetiré en el orden en que va adquiriendo hoy significado.

Condúcenos, oh Señor, de la muerte a la Inmortalidad,
De la oscuridad a la Luz,
De lo irreal a lo Real.

La belleza de esta síntesis y la maravilla de esta oportunidad, se evidencian a medida que estudiamos lo escrito y consideramos estos aspectos del plan divino. Grandes fuerzas, bajo una poderosa conducción espiritual, están preparadas para precipitarse sobre este mundo humano de caos, confusión, aspiración y perplejidad. Estos conjuntos de energías están preparados para enfocarse y distribuirse, mientras la Jerarquía se halla más cerca que nunca de la humanidad. El nuevo grupo de servidores del mundo está, asimismo, “atento a recibir directivas” en todos los países del mundo; sus miembros están unidos por el idealismo, sus objetivos humanitarios, su sensibilidad a la impresión espiritual, su unido propósito subjetivo, su amor a sus semejantes y por su dedicación al servicio abnegado. Los hombres y mujeres de buena voluntad residen en todas partes, dispuestos a ser guiados hacia la actividad constructiva y a convertirse en agentes (gradualmente entrenados e instruidos), a fin de establecer lo que hasta ahora - no ha existido verdaderamente, rectas relaciones humanas.

[e402] Así, avanza la nueva oleada de vida desde el Ser más elevado de nuestro planeta, pasando por grupos graduados espirituales de hombres iluminados y perfectos, que actúan desde el aspecto interno de la vida, [i486] al mundo externo del diario vivir, donde hombres y mujeres reflexivos y humanitarios prestan servicio. El Plan está preparado para ser aplicado y complementado inteligentemente; los trabajadores existen, y el poder para trabajar es adecuado a la necesidad. Los tres plenilunios, de los cuales nos hemos ocupado, son simplemente tres momentos en el tiempo, a través de los cuales se liberará el poder necesario.

Aquí tienen, hermanos míos, un cuadro de las posibilidades. Lo presenté hoy, debido a la necesidad del mundo; es la base para un acercamiento sensato y optimista en el futuro; tenemos aquí la seguridad de que el mundo puede ser reconstruido, la acción constructiva puede emprenderse con éxito, la iluminación será crecientemente manifiesta y la humanidad resucitará de su desdichado pasado, al nuevo mundo de comprensión, tranquilidad, colaboración y renovado impulso espiritual.

Sin embargo, la tarea no será fácil y las energías espirituales que se liberarán evocarán inevitablemente oposición. El egoísmo y el odio, con sus efectos secundarios de codicia, crueldad y nacionalismo, no han muerto ni morirán por mucho tiempo. En el mundo de posguerra, estas condiciones deben ser ignoradas y el nuevo grupo de servidores del mundo y los hombres y mujeres de buena voluntad deben trabajar juntos por una educación más iluminada, una vida económica cooperativa y por rectas relaciones humanas, en todos los sectores de la experiencia humana; por una actividad política limpia, un servicio desinteresado y una religión mundial, que restablezca al Cristo en el lugar que Le corresponde en los corazones de los hombres, lo cual eliminará la pompa, el materialismo y la política de las Iglesias, y unificará la intención espiritual de todas las religiones en ambos hemisferios. Éste es un inmenso programa; pero el número de hombres y mujeres iluminados es también grande, y el poder de que disponen asegura el triunfo final de su idealismo espiritual.

La necesidad principal es poner a todas esas personas en relación más íntima, y dar los pasos necesarios para que comprendan que son parte integrante de un grupo de servidores mundiales, inteligentes y dirigidos, a la vez que
[i487] libres para trabajar a su manera, en su propio lugar y en el campo elegido de servicio, considerando esta fase del trabajo como complementaria de las otras y como desarrollo del Plan divino, cuyo origen reside en la Jerarquía de Vidas espirituales. Su trabajo se desarrollará conscientemente bajo la guía directa del Cristo y Sus discípulos.

[e403] Se necesitará mucha paciencia, se cometerán muchos errores, habrá períodos de indecisión, de acción ineficaz y de profundo desaliento negativo. Los trabajadores tenderán a impacientarse y a veces la tarea les parecerá que exige demasiado y es muy difícil; hallarán que las fuerzas puestas son demasiado fuertes. Pero tras el trabajo de Reconstrucción a que debe hacer frente la humanidad, reside la potencia de la inevitable resurrección, la constante afluencia del pensamiento iluminado, dirigiendo la conciencia de la masa, más la creciente realización de que la humanidad no está sola, que los valores espirituales son los únicos reales y que la Jerarquía permanece inconmovible en Su fortaleza espiritual, firmemente orientada hacia la salvación del mundo y actuando bajo la dirección de Su Gran Guía divino, aunque humano, el Cristo. El Cristo ha pasado por todas las experiencias humanas y jamás nos ha abandonado; con Sus discípulos, los Maestros <te la Sabiduría, se acerca década tras década. Cuando en la iniciación de la Ascensión dijo, “He aquí estoy con vosotros siempre hasta el fin de las edades”, no quiso dar una idea vaga y general de que ayudaría a la humanidad desde algún lugar distante, llamado “el Trono de Dios en el Cielo”. Lo que dijo quiso decir exactamente que permanece con nosotros. La realidad de Su presencia en la Tierra, en forma física, es conocida hoy por muchos cientos de miles de personas y, con el tiempo, será aceptada por millones.

Por lo tanto, hermanos míos, crean en la realidad del trabajo que deben realizar estas Grandes Potestades espirituales, invocadas durante estos plenilunios de Aries, Tauro y Géminis. Continúen la tarea de ayudar a la humanidad, difundir buena voluntad, establecer rectas relaciones humanas y restablecer con valor indomable,
[i488] fe inquebrantable y firme convicción, la perspectiva, realmente espiritual, de que la humanidad no está sola.

Que
la bendición del Cristo y de la Jerarquía sea con todos los verdaderos servidores, y los mantenga serenos en medio de la lucha.


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