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El Ángel Solar se recoge en sí mismo, no disipa su fuerza, sino que en profunda meditación se comunica con su reflejo. ALGUNAS SUPOSICIONES FUNDAMENTALES |
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Emprenderemos un curso de estudio donde predominará la tendencia a obligar al estudiante a depender de sí mismo y, por consiguiente, de ese yo superior que en la mayoría de los casos ha hecho sentir su presencia sólo en raros e intensos intervalos emocionales. Cuando el yo es conocido y no simplemente sentido, y cuando la comprensión es tanto mental como sensoria, entonces el aspirante puede ser verdaderamente preparado para la iniciación. Quisiera señalar que mis palabras están basadas en ciertas suposiciones fundamentales, que para mayor claridad desearía mencionar brevemente. Primero, que cuando el estudiante es sincero en su aspiración está dispuesto a avanzar, no importa cual sea la reacción del yo inferior, o sobre éste. Sólo podrán trabajar inteligentemente quienes distingan con claridad los dos aspectos de su naturaleza, el yo real y el yo ilusorio. Esto ha sido bien expresado en Los Aforismos de Yoga de Patanjali: "La experiencia (de los pares de opuestos) se adquiere por la incapacidad del alma para distinguir entre el yo personal y el purusha (espíritu). Las formas objetivas existen para uso y experiencia del hombre espiritual. Meditando sobre esto, surge la percepción intuitiva de la naturaleza espiritual." Libro III, Af. 35. En el aforismo cuarenta y ocho del mismo Libro hay una afirmación que abarca una etapa posterior a la de esta comprensión discriminadora, cualidad discernidora fomentada por una actitud mental de recogimiento y por una cuidadosa y constante atención sobre el método de la recapitulación de la vida. [i54] Segundo, actúo suponiendo que todos han vivido y luchado suficientemente contra las fuerzas adversas de la vida, como para permitirles desarrollar un sentido bastante real de los valores. Presumo que tratan de vivir como aquellos que conocen algo de [e52] los verdaderos valores eternos del alma. Que ningún acontecimiento de la personalidad los detendrá, ni la presión del tiempo y de las circunstancias, la edad o la incapacidad física. Han aprendido inteligentemente que la precipitación entusiasta hacia adelante y el progreso violento y enérgico, tienen sus desventajas, y que con un firme, regular y persistente esfuerzo, a la larga progresarán más. Los esfuerzos esporádicos y el apremio momentáneo se convierten en desgano y en un agobiador sentido de fracaso. Es la tortuga y no la liebre, que llega primero a la meta, aunque ambas logran su objetivo. Tercero, considero que los que con toda seriedad esperan beneficiarse por las instrucciones de este libro, estarán preparados para cumplir con estos simples requisitos: leerlo reflexivamente, tratar de organizar la mente y dedicarse al estudio de la meditación. La organización de la mente es una tarea continua, y la aplicación de la mente, a todo asunto entre manos durante nuestras ocupaciones diarias, es la mejor forma de hacer fructíferos los períodos de estudio y meditación y de adquirir la aptitud para la vocación de discípulo. Habiendo quedado bien aclaradas estas suposiciones, mis palabras van dirigidas a quienes tratan de estar a la altura de la necesidad actual de servidores entrenados. Observen que no digo quienes están a la altura para ello. La intención y el esfuerzo son considerados por nosotros de primordial importancia, y ambos constituyen los principales requisitos para todo discípulo, iniciado y maestro, más el poder de persistir. Al considerar estas reglas, no me interesa tanto su aplicación al trabajo mágico mismo, como el entrenamiento del mago, y su desarrollo desde [i55] el punto de vista de su propio carácter. Más adelante podremos aplicar el conocimiento a la manifestación externa de las fuerzas mundiales, pero ahora nuestro objetivo es algo distinto; trato de que las mentes y cerebros - por lo tanto el yo inferior - de los estudiantes, se interesen en el yo superior, para agudizar en esta forma su interés mental, a fin de generar el suficiente ímpetu que los llevará adelante. Además no debe olvidarse que una vez que la personalidad ha captado la magia del alma, esa alma dominará constantemente y se podrá confiar en que lleve el entrenamiento del hombre a su fructificación, sin estar impedido (como lo están ustedes) por los conceptos de tiempo y espacio y por desconocer el curso recorrido anteriormente por el alma implicada. Debe tenerse presente que, al tratarse de individuos, el trabajo requerido es doble: 1. Enseñarles a vincular el yo inferior personal con el alma influyente, de modo que haya en el cerebro físico una [e53] conciencia segura respecto a la realidad de ese hecho divino. Este conocimiento evita que la hasta ahora supuesta realidad de los tres mundos atraiga y retenga, y es el primer paso para salir del cuarto reino y entrar en el quinto, 2. Darles una instrucción tan práctica que permitirá al estudiante: a.
Comprender su propia naturaleza. Esto implica obtener algún
conocimiento de las enseñanzas del pasado respecto a la constitución
del hombre, y la apreciación de las interpretaciones de los
investigadores modernos tanto orientales como occidentales. b.
Controlar las fuerzas de su propia naturaleza y aprender algo referente
a las fuerzas que lo rodean. c. Capacitarse para desarrollar de tal manera sus poderes latentes que pueda resolver sus propios problemas específicos, sostenerse por sí mismo, manejar su propia vida, solucionar sus [i56] dificultades y llegar a ser tan fuerte y equilibrado en espíritu, que se le reconozca su aptitud como trabajador en el plan de la evolución, como mago blanco e integrante de ese grupo de discípulos consagrados, denominado la "jerarquía de nuestro planeta". A quienes estudian estas cuestiones se les pide que amplíen su concepto de esa jerarquía de almas, incluyéndose en ella todas las esferas exotéricas de la vida humana - política, social, económica y religiosa; también que no restrinjan el concepto, como lo hacen muchos, únicamente a quienes han traído a la existencia su propia y pequeña organización particular, o a los que trabajan exclusivamente en el aspecto subjetivo de la vida, y en aquello que los conservadores reconocen como religioso o espiritual. Todo lo que tiende a elevar el nivel de la humanidad, en cualquier plano de manifestación, es obra religiosa y tiene una meta espiritual, pues materia es sólo espíritu en el plano más bajo, y espíritu, según se dice, es materia en el plano más alto. Todo es espíritu, y las diferenciaciones sólo son producto de la mente finita. Por lo tanto, todos los colaboradores y conocedores de Dios, encarnados o desencarnados, que trabajan en cualquier campo de la manifestación divina, forman parte de la Jerarquía planetaria y constituyen unidades integrantes de esa gran nube de testigos, los "espectadores y observadores". Ellos poseen el poder de la visión o percepción espiritual, además de la visión física u objetiva. Al estudiar esta
regla podríamos resumirla en forma sencilla, aunque profunda,
con las siguientes palabras: 1. Comunicación
Egoica. [e54] En Tratado sobre Fuego Cósmico estas reglas comienzan con un breve resumen del proceso y una exposición referente a la naturaleza del mago blanco. [i57] En esta primera consideración sobre el tema quisiera enumerar brevemente los datos proporcionados en el comentario, con el fin de demostrar al aspirante cuánto se le proporciona para su consideración y para su ayuda, si sabe leer y reflexionar sobre lo que lee. La breve exégesis de esta regla expresa lo siguiente: 1. Mago blanco es
aquel que está en contacto con su alma. . 2. Es receptivo
y consciente del propósito y del plan de su alma. 3. Es capaz de recibir
impresiones del reino del espíritu y registrarlas en su cerebro
físico. 4. Se afirma también
que la magia blanca: 5. La energía
que desciende del alma es el resultado de: 6. Por lo tanto,
el alma está en profunda meditación durante todo el
ciclo de encarnación física, y es lo único que
le concierne al estudiante. 7. Esta meditación
es de naturaleza rítmica y cíclica, como lo es todo
en el cosmos. El alma respira y por esto vive su forma. 8. Cuando la comunicación
entre el alma y su instrumento es consciente y sostenida, el hombre
se convierte en mago blanco. 9. Por lo tanto,
quienes trabajan con magia blanca son invariablemente, y debido a
la naturaleza misma de las cosas, seres humanos avanzados, pues se
requieren muchos ciclos de vida para entrenar a un mago. 10. El alma domina su forma mediante el sutratma o hilo de vida, y (a través de éste) vitaliza su triple instrumento (mental, emocional y físico) y así establece comunicación con el [i58] cerebro. A través del cerebro, conscientemente controlado, el hombre es energetizado para realizar una actividad inteligente en el plano físico. Lo antedicho es un breve análisis de la primera regla para la magia, y quisiera sugerir que en el futuro, a medida que los estudiantes meditan sobre estas reglas, hagan un análisis similar. Si proceden de este modo en la consideración de cada regla, encararán toda la cuestión con mayor interés y conocimiento. Además se evitarán la necesidad de releer y valerse de las referencias. [e55] En la consideración del análisis hecho se observará que se ha dado un resumen muy claro y que el estudiante inicia su estudio de magia con una breve comprensión de la situación pasada, de su equipo y del método de acercamiento. Desde el principio se deberá comprender la simplicidad de la idea que he querido impartir a través de mis observaciones. Así como en el pasado el instrumento y su relación con el mundo externo constituyó el principal hecho en la experiencia del hombre espiritual, así ahora es posible efectuar un reajuste donde el hombre espiritual, el ángel solar o alma, constituirá el hecho sobresaliente. También se comprenderá que su relación será (por medio del aspecto forma) con los mundos interno y externo. El hombre ha incluido en su relación sólo el aspecto forma del campo de la evolución humana común. Ha utilizado la forma y ha sido dominado por ésta. Ha sufrido por ello, y con el tiempo se ha rebelado, pues se ha saciado de todo lo que pertenece al mundo material. Insatisfacción, hastío, desagrado y profunda fatiga, son características muy frecuentes de quienes están al borde del discipulado. Y ¿qué es un discípulo? Es quien trata de aprender un nuevo ritmo, entrar en un nuevo campo de experiencia y seguir los pasos de esa humanidad avanzada que antes que él ha hollado el sendero que conduce de la oscuridad a la luz y de lo irreal a lo real. Ha saboreado las alegrías de la vida en el [i59] mundo de la ilusión y ha aprendido que son impotentes para satisfacerlo y retenerlo. Ahora se encuentra en una etapa de transición entre los nuevos y los viejos estados del ser. Vibra entre la condición de la percepción del alma y la percepción de la forma. Por lo tanto, ve "doble". Su percepción espiritual aumenta lenta y firmemente a medida que el cerebro se va capacitando para recibir iluminación del alma, por intermedio de la mente. Al desarrollarse la intuición, el radio de percepción aumenta y se abren nuevos campos de conocimiento. El primer campo de conocimiento que recibe iluminación puede describirse como aquel que abarca la totalidad de las formas que se encuentran en los tres mundos del esfuerzo humano - etérico, astral y mental. El discípulo en cierne se hace consciente de su naturaleza inferior a través de este proceso, y comienza a darse cuenta de la amplitud de su aprisionamiento y (como lo expresa Patanjali) de "las modificaciones de la versátil naturaleza síquica". Le son revelados los impedimentos para la realización y los obstáculos para el progreso, y su problema se convierte en específico. Con frecuencia llega a la posición en que se encontró Arjuna, enfrentado con enemigos en su propio hogar, confundido respecto a su deber, desanimado al tratar de equilibrarse entre los pares de opuestos. Entonces la plegaria para [e56] él debería ser la famosa oración de la India, pronunciada por el corazón, captada por la cabeza y complementada por una ferviente vida de servicio a la humanidad: "Descúbrenos
la faz del verdadero sol espiritual, A medida que lucha y persevera, supera sus problemas y controla sus deseos y pensamientos, se revela el segundo campo de conocimiento - conocimiento del yo en el cuerpo espiritual, y del ego al expresarse mediante el cuerpo causal [i60], el Karana Sarira, y la percepción de esa fuente de energía espiritual, impulso motivador que reside detrás de la manifestación inferior. El "disco de luz dorada" es traspasado; el verdadero sol es percibido; el sendero es descubierto y el aspirante lucha por avanzar hacia la luz cada vez más clara. Cuando se estabiliza el conocimiento del yo y la conciencia de lo que ese yo percibe, oye, conoce y hace contacto, el discípulo encuentra al Maestro; se pone en contacto con su grupo de discípulos y comprende el plan del trabajo inmediato que le corresponde desarrollar gradualmente en el plano físico. Así disminuye la actividad de la naturaleza inferior y el hombre entra poco a poco en contacto consciente con su Maestro y su grupo. Pero esto ocurre después de "encender la lámpara" - alineamiento de lo inferior con lo superior y descenso de iluminación al cerebro. Es esencial que estos puntos sean comprendidos y estudiados por todos los aspirantes para poder dar los pasos necesarios y desarrollar la deseada percepción. Hasta no realizarlo, por más voluntad que tenga el Maestro, es impotente para admitir a alguien en Su grupo, incluirlo en Su influencia áurica y convertirlo en una avanzada de Su conciencia. Cada peldaño del camino debe ser preparado por el hombre mismo, y ningún camino corto o fácil, conduce de la oscuridad a la luz.
El Camino Del Discípulo Se denomina mago blanco a aquel que, mediante el alineamiento consciente con su ego, su "ángel', es receptivo a sus planes y propósitos y, por lo tanto, capaz de recibir impresión superior. Debe recordarse que si bien la magia actúa de arriba abajo, y es resultado de la vibración solar, no de los impulsos que emanan de alguno de los pitris lunares, el descenso de la energía impresora del pitri solar es el resultado de su recogimiento interno, de la inhalación de sus [i61] fuerzas, antes de ser enviadas en forma [e57] concentrada a su sombra, el hombre, y de su constante meditación sobre el propósito y el plan. Será útil que el estudiante recuerde aquí que el ego (así como el Logos) está en profunda meditación durante todo el ciclo de encarnación física. Esta meditación es de naturaleza cíclica, pues el pitri involucrado proyecta hacia su "reflejo" corrientes rítmicas de energía, que son reconocidas por el hombre implicado como sus impulsos superiores, sueños y aspiraciones. Por lo tanto, es evidente la razón por la cual quienes trabajan en magia blanca son siempre hombres avanzados y espirituales, pues el "reflejo" pocas veces responde al ego o ángel solar, hasta haber transcurrido muchos ciclos de encarnación. El pitri solar se comunica con su "sombra" o reflejo, por medio del sutratma, que desciende a través de los cuerpos, hasta un punto de entrada en el cerebro físico, si así puedo expresarlo, pero el hombre no puede aún concentrarse ni ver con claridad hacia ninguna dirección. Si mira hacia atrás ve únicamente las nieblas y las miasmas de los planos de la ilusión, y le resulta de poco interés. Si mira hacia adelante ve una luz distante que lo atrae, pero aún no puede percibir lo que revela esa luz. Si mira en torno suyo sólo ve formas cambiantes y la sucesión de acontecimientos de la vida de la forma. Si mira internamente percibe las formas proyectadas por la luz, y se da cuenta que hay muchos obstáculos que deben ser eliminados, antes de poder alcanzar la luz que ve a lo lejos, y luego que ésta penetre en él. Entonces podrá conocerse como la luz misma, caminar en esa luz y trasmitirla a otros. Quizás sea aconsejable recordar que la etapa del discipulado es, en muchos sentidos, la parte más difícil de toda la escala de evolución. El ángel solar está en incesante y profunda meditación. Los impulsos de energía que emanan de él aumentan su grado de vibración y son [i62] cada vez más poderosos. La energía afecta progresivamente las formas a través de las cuales el alma procura expresarse y controlar. Esto me lleva a considerar el séptimo punto que traté en mí anterior análisis de la Regla Uno. Dije que "la meditación del alma es de naturaleza rítmica y cíclica, como lo es todo en el cosmos. El alma respira y su forma vive por ello". La naturaleza rítmica de la meditación del alma no debe ser pasada por alto en la vida del aspirante. Hay un flujo y reflujo en toda la naturaleza, y en la marea del océano vemos la maravillosa representación de una ley eterna. A medida que el aspirante se ajusta a las mareas de la vida del alma, empieza a darse cuenta que existe un constante flujo, vitalización y estímulo, seguido por el reflujo inevitable y seguro de las inmutables leyes de la fuerza. Este flujo y reflujo puede verse actuar en los procesos de la muerte y de la reencarnación [e58]. También se puede ver en el proceso de las vidas del hombre, porque alguna vidas son aparentemente pasivas e intrascendentes, lentas e inertes, desde el ángulo de la experiencia del alma, mientras que otras son vibrantes, plenas de experiencia y desarrollo. Esto deben recordarlo todos los trabajadores cuando procuran ayudar a otros a vivir correctamente. ¿Se hallan éstos en el reflujo, o están sometidos a la afluencia de la energía del alma? ¿Pasan por un período de pasividad temporaria, preparatorio de un mayor impulso y esfuerzo, donde el trabajo que debe realizar consiste en el fortalecimiento y la estabilización, con el objeto de capacitarse para poder "permanecer en el ser espiritual", o están sometidos a un influjo cíclico de fuerzas? En este caso el trabajador debe ayudar a dirigir y utilizar la energía, pues si está mal dirigida terminará arruinando vidas, pero si es utilizada sabiamente, dará como resultado un servicio pleno y fructífero. Quien estudia a la humanidad puede también aplicar dichos pensamientos a los grandes ciclos raciales, y así descubrirá muchas cosas que son de gran interés. Estos impulsos cíclicos son también más frecuentes, rápidos y fuertes, en la vida del discípulo que en la vida del hombre común, algo muy importante [i63] para nosotros, los cuales alternan con penosa rapidez. La conocida experiencia del místico en la montaña y en el valle, es sólo una forma de expresar este flujo y reflujo. A veces el discípulo camina en la luz del sol y otras en la oscuridad; unas veces conoce la alegría de la plena comunión y otras todo es oscuro y estéril; otras veces su servicio es una experiencia satisfactoria y fructífera, y cree que realmente puede ayudar, pero en otros casos siente que no tiene nada que dar y que su servicio es infecundo y sin resultado. Hay días en que todo lo ve claro y tiene la sensación de estar en la cima de la montaña, contemplando un paisaje bañado por el sol, donde todo se presenta nítido ante su vista. Sabe y siente que es un hijo de Dios; sin embargo, después descienden las nubes, pierde toda su seguridad y le parece no saber nada. Camina a la luz del sol, está abrumado por la luminosidad y el calor de los rayos solares y piensa cuánto tiempo durará esta experiencia desigual y este violento alternar de opuestos. No obstante, una vez captado el hecho observa el efecto de los impulsos cíclicos y de la meditación del alma sobre su naturaleza-forma, se le aclara el significado, comprende que el aspecto-forma falla en responder, y su reacción a la energía es despareja. Entonces aprende que cuando pueda vivir en la conciencia del alma y alcanzar a voluntad esa "altitud elevada" (si puede expresarse así), las fluctuaciones de la vida-forma ya no lo afectarán. De este modo percibe el estrecho sendero del filo de la navaja que lo lleva desde el plano de la vida física al reino del [e59] alma, y descubre que cuando pueda hollar el sendero con firmeza, será conducido fuera del mutable mundo de los sentidos, hacia la clara luz del día y al mundo de la realidad. El aspecto forma de la vida se convierte entonces para él en [i64] el campo de servicio y no en el de la percepción sensoria. El estudiante debe reflexionar sobre esta última frase y tratar de vivir como alma. Él mismo es responsable de los impulsos cíclicos emanados del alma, y entonces se conoce a sí mismo como la causa iniciadora y no está sujeto a los efectos. Visto desde otro ángulo tenemos dos factores, el aliento y la forma a la que el aliento energetiza e impele a la actividad. Un estudio detenido evidenciará que durante innumerables eones nos identificamos con la forma y hemos acentuado los efectos de la actividad impartida, pero no comprendimos la naturaleza del aliento ni conocido la naturaleza del Uno que respira. Ahora nos ocuparemos en este estudio de ese Uno, Quien, al respirar rítmicamente, impelerá a la forma a una correcta acción y control. Tal es nuestro objetivo y meta. Sin embargo, es necesaria la correcta comprensión si queremos apreciar inteligentemente nuestra tarea y sus efectos. Mucho más puede decirse respecto a esta regla, y ya se ha dado bastante material para ser considerado por el aspirante común al discipulado, y sobre lo cual basar su acción. La mayoría de nosotros somos aspirantes comunes, ¿no es verdad? Si nos consideramos bajo otro aspecto nos separamos de los demás y somos culpables del pecado de la separatividad - el único verdadero. Una apreciación de los pensamientos mencionados debería dar al aspirante cierta comprensión del valor de su trabajo de meditación, en tanto que la idea de la respuesta cíclica al impulso del alma, se halla detrás de las actividades de la meditación matutina, del recogimiento del mediodía y de la recapitulación vespertina. En los dos aspectos de la Luna nueva y la Luna llena, tenemos un mayor flujo y reflujo. Tengan esto presente. ¡Que haya un constante y pleno fluir de fuerzas cíclicas, desde el reino del espíritu, sobre cada uno de nosotros, llamándonos al reino de la luz, del amor y del servicio y evocando en cada uno [i65] una respuesta cíclica! ¡Qué haya un constante intercambio entre quienes enseñan y el discípulo que busca instrucción! Será necesario realizar un gran trabajo preliminar. El discípulo en el plano físico y el instructor interno (sea uno de los Grandes Seres o el "Maestro en el Corazón") necesitan conocerse y acostumbrarse a sus propias vibraciones. Hay muchas cosas contra las cuales deben luchar los instructores en los planos internos [e60], debido a la lentitud de los procesos mentales de los estudiantes en cuerpo físico. Pero la confianza y la fe establecerán la correcta vibración, lo cual finalmente producirá un trabajo exacto. La falta de fe, de tranquilidad, de dedicación y la inquietud emocional, obstaculizarán. Quienes actúan en el aspecto interno necesitan mucha paciencia para trabajar con las personas, pues carecen de mejor material. Una imprudencia física puede impedir al cuerpo físico ser receptivo; una preocupación o ansiedad puede hacer vibrar al cuerpo astral a un ritmo que imposibilite la buena recepción del propósito interno; el prejuicio, la critica y el orgullo, pueden inutilizar al cuerpo mental. Quienes aspiran a este difícil trabajo deben observarse a sí mismos con mucho cuidado y mantener la paz y la serenidad internas y la elasticidad mental, que les permita ser de alguna utilidad para proteger y guiar a la humanidad. Por lo tanto, se pueden dar las siguientes reglas: 1. Es esencial hacer un esfuerzo para llegar a una absoluta pureza de móvil. 2. Poseer la capacidad de penetrar e silencio de los altos lugares. La quietud de la mente depende de la ley del ritmo. Si vibramos en muchas direcciones y registramos los pensamientos que vienen de todas partes, esta ley no los afectará. Se debe restablecer la estabilidad y el aplomo antes de lograr el equilibrio. La ley de vibración y el estudio de la sustancia atómica están estrechamente [i66] entrelazados. Cuando se tenga un mayor conocimiento sobre estos átomos y su acción, reacción e interacción, las personas podrán controlar sus cuerpos científicamente, sincronizando las leyes de la vibración y del ritmo. Son las mismas, aunque no iguales, y constituyen fases de la ley de gravedad. La tierra es una entidad que, por la fuerza de la voluntad, retiene todas las cosas en sí misma. Esta cuestión es muy confusa y poco se conoce sobre ella. La inhalación y la exhalación de la entidad de la tierra afectan poderosamente a la vibración - la vibración de la materia en el plano físico. Existe una conexión entre esto y la Luna. Esos miembros de la humanidad que se hallan especialmente bajo la influencia lunar, responden más que otros a esta atracción, y resulta difícil utilizarlos como transmisores. Debe cultivarse el silencio que proviene de la calma interna. Se recomienda a los aspirantes recordar que llegará el momento en que también ellos formarán parte del grupo de instructores en el aspecto interno del más allá. Si para entonces aún no han comprendido el silencio que proviene de la fortaleza y del conocimiento, ¿cómo podrán soportar la carencia de comunicación y descubrir lo que existe entre ellos y quienes están "en el aspecto externo"? Por lo tanto aprendan a guardar silencio, de [e61] lo contrario la utilidad a prestar será menoscabada por la inquietud astral cuando pasen al más allá. 3. Recuerden siempre que el desasosiego de la vida diaria impide a los instructores de los niveles egoicos llegar a ustedes. Procuren permanecer serenos durante el transcurso de la vida, y mantener la calma interna en el trabajo y en el esfuerzo, en los afanes y en las aspiraciones. Retráiganse constantemente en el trabajo interno, cultivando la respuesta a los planos superiores. Los Maestros necesitan un perfecto y constante aplomo interno, de parte de quienes tratan de utilizar, aplomo que mantiene la visión, mientras desempeña su trabajo externo en el plano físico, con la concentrada atención del cerebro físico, sin ser desviada en manera alguna por la receptividad interna. Esto involucra una doble actividad. [i67] 4. Aprendan a controlar el pensamiento. Es necesario vigilar lo que se piensa. Éstos son días en que toda la raza está llegando a ser sensible y telepática y a responder al intercambio mental. Se acerca el momento en que los pensamientos serán de propiedad pública y se presentirá lo que los demás piensan. Por lo tanto, el. pensamiento debe ser cuidadosamente vigilado. Quienes hacen contacto con las verdades superiores y son sensibles a la Mente Universal, tienen que proteger algunos de sus conocimientos de la intromisión de otras mentes. Los aspirantes deben aprender a inhibir ciertos pensamientos y evitar que algunos conocimientos se filtren en la conciencia pública, cuando están en contacto con sus semejantes. Es de interés vital valorar el significado de las palabras "no disipa su fuerza". Existen muchas líneas de actividad a las cuales puede entregarse el discípulo inspirado por el alma. Es muy difícil tener la seguridad de cuáles son las diferentes líneas de actividad a seguir, pues todo aspirante conoce la incertidumbre. Presentaremos el problema en forma de pregunta, ubicándolo en el plano del esfuerzo diario, pues no estamos aún en posición de comprender en qué forma el alma puede "disipar sus fuerzas" en los planos superiores. ¿Qué criterio puede aplicar el hombre para saber cuál de las distintas actividades a emprender es la correcta? En otras palabras, ¿existe un algo revelador que permite al hombre, inequívocamente, elegir la correcta actividad y seguir el camino correcto? La pregunta no se refiere a la elección entre el sendero del esfuerzo espiritual y el camino del hombre mundano, sino a la correcta acción cuando lo enfrenta la elección. Sin duda, el hombre durante su progreso enfrenta diferenciaciones cada vez más sutiles. La cruda discriminación entre el bien [e62] y el mal, que preocupa al alma infantil, es seguida por las diferenciaciones más sutiles de lo correcto o más correcto, elevado o más elevado, y los [i68] valores morales o espirituales, deben enfrentarse con la percepción espiritual más meticulosa. En la tensión, en los afanes de la vida y en la constante presión sobre cada uno de quienes constituyen su grupo, la complejidad del problema llega a ser muy grande. Al resolver estos problemas, ciertas amplias discriminaciones pueden preceder a las más sutiles, y cuando se toman estas decisiones, entonces las más sutiles pueden reemplazarlas. La elección entre la acción egoísta y la altruista es la más fácil a seguir al elegir entre lo correcto y lo incorrecto, y fácilmente es determinada por el alma honesta. Una elección que involucra la discriminación entre el beneficio individual y la responsabilidad grupal, elimina rápidamente otros factores, y esto resulta fácil para el hombre que se hace cargo de su debida responsabilidad. Observen las palabras "debida responsabilidad". Estamos considerando al hombre normal y sensato y no al fanático, excesivamente escrupuloso y morboso. Luego viene la diferencia entre lo conveniente, implicando los factores de las relaciones comerciales y financieras del plano físico, conducente a una consideración del máximo bien para todos. Después de haber llegado a cierta posición, debido a este triple proceso eliminativo, surgen casos donde aún hay que hacer una elección, donde ni el sentido común ni la lógica ayudan, ni tampoco la razón discriminadora. Sólo está presente el deseo de hacer lo correcto; la intención es actuar en la forma más elevada posible y tomar la línea de acción que produzca el máximo bien para el grupo, independientemente de toda consideración personal. Sin embargo, no se percibe la luz en el sendero a seguirse; tampoco se reconoce la puerta que se debe atravesar, permaneciendo el hombre en un estado de constante indecisión. ¿Qué debe hacerse entonces? Una de estas dos cosas: Primero, el aspirante puede seguir su inclinación y elegir esa línea de acción que le parece más inteligente y mejor. Esto involucra la creencia en la actuación de la Ley del Karma y también [i69] una demostración de esa firme decisión, que es la mejor forma en que su personalidad puede aprender a ajustarse a las decisiones de su propia alma. También implica la capacidad de seguir adelante sobre la base de la decisión tomada, y así atenerse a los resultados, sin malos presentimientos ni vanas lamentaciones. Segundo, basado en un sentido interno de orientación, el aspirante puede esperar, sabiendo que a su debido tiempo comprobará, al cerrar todas las puertas menos una, cuál es el camino a [e63] seguir. Existe sólo una puerta abierta por la que él puede pasar. Es necesaria la intuición para reconocerla. En el primer caso se pueden cometer errores, y por medio de éstos el hombre aprende y se enriquece; en el segundo son imposibles los errores y sólo puede emprenderse la correcta acción. Por lo tanto, es evidente que todo se reduce a una comprensión de nuestro lugar en la escala de la evolución. Sólo el hombre altamente evolucionado puede conocer los momentos y las temporadas, y discernir adecuadamente la diferencia sutil entre una tendencia síquica y la intuición. Al considerar estas dos formas de llegar a una decisión final, el hombre, que emplea su sentido común y toma una línea de acción basada en el empleo de la mente concreta, no debe practicar el método superior de esperar a que se abra una puerta. Espera demasiadas cosas en el lugar en que se encuentra. Debe aprender a resolver sus problemas por la acertada decisión y el correcto empleo de la mente. Progresará mediante dicho método, pues las raíces del conocimiento intuitivo están arraigadas hondamente en el alma y, por consiguiente, debe establecer contacto con el alma antes de poder actuar la intuición. Sólo se dará una sugerencia: la intuición concierne siempre a la actividad grupal y no a los pequeños asuntos personales. Si usted está centrado en la personalidad debe reconocerlo y regir sus acciones con las facultades de que dispone. Si sabe que actúa como alma y se sumerge en el interés de los demás y no está obstaculizado por el deseo egoísta, entonces [i70] cumple con la obligación que le corresponde, se hará cargo de su responsabilidad, lleva a cabo su trabajo grupal y se le abre el camino mientras desempeña la tarea que tiene por delante y cumple con su deber más inmediato. Del deber cumplido esmeradamente, surgirán esos deberes mayores que llamamos trabajo mundial; de llevar la carga de la responsabilidad de la familia se fortalecerán nuestros hombros y nos permitirá soportar las del grupo mayor. ¿Cuál es entonces el criterio? Para el aspirante
de grado superior, repito, la elección de la forma de actuar
depende del sensato uso de la mente inferior, el empleo de un sólido
sentido común y el olvido del bienestar egoísta y la
ambición personal. Esto conduce al cumplimiento del deber.
El discípulo debe llevar a cabo, necesaria y automáticamente,
todo lo antedicho y además utilizar la intuición, que
le revelará el momento en que puede hacerse cargo de las responsabilidades
grupales más amplias, simultáneamente con las del grupo
menor. Reflexionen sobre esto. La intuición no revela la forma
en que puede fomentarse la ambición, ni cómo satisfacerse
el deseo del progreso egoísta. [e64]
[i71] |
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Última Modificación, 21 Noviembre 2006 © 2006 Fundación Lucis. Derechos reservados. |