[e103][i109]EN
el capítulo anterior vimos que, según la doctrina oriental, el cuerpo
etérico o vital, está constituido por éter, actúa como conductor de prana
o principio de vida, energetiza la materia y produce la forma. El cuerpo
vital contiene también el principio sensibilidad de la naturaleza,
denominado alma, o en otras palabras, el cuerpo vital es la expresión y el
vehículo del alma.
La principal característica
del alma es la conciencia. El alma, como vida, está "situada en el
corazón", y como conciencia racional espiritual, está "situada en el trono
entre las cejas". René Guénon (1) expresa esto de la
siguiente manera:
"Desde el punto de vista físico, lo que reside en el
centro vital es el éter; desde el punto de vista síquico es el 'alma
viviente', y hasta aquí no trascendemos el reino de las posibilidades
individuales; pero desde el punto de vista metafísico es además y ante
todo, el 'yo' principal e incondicionado. Por lo tanto, es
verdaderamente el 'Espíritu Universal' (Atma) que en realidad es Brahma
mismo, el 'Supremo Regente', de manera que la designación de este centro
como Brahmapura, está plenamente justificada. Pero al considerarse que
Brahma reside dentro del hombre (y puede considerárselo de igual manera
en relación con cada estado del ser), se denomina Purusha, porque reposa
o mora en la [i110]
individualidad... 'como en una ciudad (puri-shava), pues pura, en su
sentido propio y literal, significa ciudad'."
La fuerza vital tiene
siete puntos principales de contacto con el cuerpo físico y se los
denomina centros. Estos siete [e104] centros de fuerza trasmiten la energía de la vida, son los
agentes del alma, mantienen la existencia corporal e inician su
actividad.
En Studies in the
Bhagavad Gita (2), dice:
"¿Qué son los centros del hombre? Son los reflejos,
en los respectivos núcleos, del 'upadhi' del yo único. Si estudiamos los
procesos de la impregnación de la materia por la energía divina, llamada
a veces olas de vida, veremos cómo, por la proyección del yo y en los
límites de la objetividad llamada materia, se le imparten a la materia
ciertas cualidades que se desarrollan en lo que se denominan tattvas.
Cada tattva ha obtenido, como vida que lo anima, una tanmatra, o
modificación de la conciencia divina. En cada tattva, por lo tanto,
tenemos la conciencia divina como vida central, mientras que la idea de
resistencia forma el muro externo.
"Hemos visto que el yo, en virtud de su poder de
manifestación, se refleja en los diversos 'upadhis', desarrollando en
ellos centros artificiales que, por así decirlo, forman instantánea y
simultáneamente los núcleos de los 'upadhis', así como las
representaciones del yo en los planos respectivos."
El nombre dado por un
indú a un centro de fuerza, es "chakra". La ubicación de los siete centros
de fuerza con sus nombres en indú, desde la cabeza
hacia abajo, son:
1. [i111] Centro
coronario |
----- |
sahasrara
chakra |
2. Centro
entre las cejas |
----- |
ajna
chakra |
3. Centro
laríngeo |
----- |
vishuddha
chakra |
4. Centro
cardíaco |
----- |
anahata
chakra |
5. Centro
plexo solar |
----- |
manipura
chakra |
6. Centro
sacro o sexual |
----- |
svadhisthana
chakra |
7.
Centro de la base de la columna vertebral |
----- |
muladhara chakra
|
Se observará que hay cuatro
centros arriba del diafragma, y tres abajo. Mucho se ha escrito y más
puede decirse sobre estos centros de fuerza o chakras, pero lo dado a
continuación servirá como resumen introductor.
[e105] Los centros de fuerza llevan energía pránica a cada punto
del cuerpo, y están en estrecha relación con el sistema nervioso, en sus
tres divisiones: cerebro-médula espinal, gran simpático y
periférico.
Desde los centros de
fuerza, la energía vital o pránica es distribuida siguiendo sutiles líneas
denominadas "nadis", estrechamente relacionadas con los nervios y, al
mismo, tiempo, con las arterias, subyaciendo aparentemente en el sistema
nervioso corpóreo. Dice René Guénon (3):
"Respecto a los nadis o
arterias de la forma sutil, no se los debe confundir con las arterias
del cuerpo, por donde circula la sangre; fisiológicamente corresponden
más bien a las ramificaciones del sistema nervioso, pues se hallan [i112] especialmente
descritas como luminosas. Así como el fuego está en cierto modo
polarizado en la luz y el calor, el estado sutil está vinculado al
estado corporal de dos modos diferentes y complementarios: por la
sangre, respecto a la cualidad calórica y por el sistema nervioso, en lo
que atañe a la cualidad luminosa. No obstante, se debe comprender que
entre los nadis y los nervios sólo hay una simple analogía y no una
identificación, pues los primeros no son corpóreos y, en realidad, se
trata de dos reinos distintos en la individualidad integral. Cuando se
afirma, análogamente, que existe una relación entre las funciones, de
estos nadis y la respiración, por ser esencial para el sostenimiento de
la vida, y corresponder verdaderamente con la principal actividad vital,
no se debe deducir en modo alguno que sean los nadis una especie de
conductos por donde circula el aire. Esto sería confundir el 'hálito
vital' (prana), que pertenece adecuadamente a la manifestación sutil,
con el elemento corpóreo.
"Se afirma que el número
total de nadis es de setenta y dos mil. Según otros, serían setecientos
veinte millones. Pero la diferencia es aquí más aparente que real, pues
como siempre sucede en tales casos, estos números deben ser tomados en
forma simbólica, no textualmente."
Rama Prasad (4), utilizando la palabra indú "Ioto" para designar al
chakra o centro de fuerza, hace un interesante comentario a este
respecto:
[e106] Los centros de fuerza llevan energía pránica a cada parte
con estos centros. Por lo dicho anteriormente, parecería como si los
centros estuvieran constituidos por vasos sanguíneos. La única diferencia
entre los nervios y los vasos sanguíneos, es la que hay entre [i113] los vehículos de los
pranas positivo y negativo. Los nervios son positivos y los vasos
sanguíneos constituyen el sistema negativo del cuerpo. Dondequiera que
haya nervios, hay los correspondientes vasos sanguíneos. Ambos son
indistintamente llamados nadis. Una serie tiene por centro el loto del
corazón; la otra el loto de mil pétalos del cerebro. El sistema de vasos
sanguíneos es una representación exacta del sistema nervioso, siendo en
verdad, sólo su sombra. Lo mismo que el corazón, el cerebro tiene sus
divisiones superior e inferior (el cerebro y el cerebelo), y también sus
divisiones derecha e izquierda."
Los centros de fuerza están
situados a lo largo de la columna vertebral y en la cabeza. Dice Arthur
Avalon (5):
"Una descripción de los
chakras implica, primero, una enumeración de los sistemas centrales y
simpático de la anatomía y de la fisiología occidentales; segundo una
explicación del sistema nervioso tántrico y de los chakras y,
finalmente, la correlación de los dos sistemas, hasta donde es posible,
en el aspecto anatómico y fisiológico, porque el resto es en general
privativo del ocultismo tántrico.
"La teoría tántrica relativa
a los chakras y al sahasrara, se refiere al aspecto fisiológico... en
relación con el sistema espinal central, que comprende el cerebro o
encéfalo, contenido en el cráneo, y la médula espinal, contenida en la
columna vertebral (merudanda). Es digno de observarse que así como hay
cinco centros (chakras), la columna vertebral está dividida en cinco
regiones que, comenzando por la inferior, son:
- La coxal, que consta de
cuatro vértebras imperfectas, con frecuencia soldadas en un hueso
llamado coxis.
- La sacra, compuesta de
cinco vértebras soldadas en su solo hueso [i114] llamado sacro.
- La lumbar o región de los
riñones constituida por cinco vértebras; la dorsal o región de la
espalda, formada por doce vértebras.
- La cervical, o región del
cuello, que tiene siete vértebras.
Como se ve, en las diferentes
partes, la médula muestra diversas características para cada región. En
líneas generales estas regiones corresponden a las que han sido
asignadas al control directriz de los centros o chakras; Muladhara,
Svadhisthana, Manipura, Anahata y Vishuddha o chakras (centros de la
base de [e107] la
columna vertebral, sacro, plexo solar, cardíaco y laríngeo,
respectivamente). El sistema central tiene relación con la periferia por
medio de los treinta y un nervios espinales y doce nervios craneanos,
que a la vez son aferentes y eferentes o sensorios y motores, que
producen la sensación o acción estimuladora. De los nervios craneanos,
los últimos seis surgen del bulbo raquídeo (la médula), y los otros
seis, excepto los nervios olfatorio y óptico, de las partes del cerebro
que están precisamente enfrente del bulbo. Los escritos de las escuelas
Yoga y Tantra emplean el término nadis, en lugar de nervios. Además,
como se ha dicho, se refieren a los nervios craneanos cuando hablan de
los shiras, sin emplear esta última, para designar las arterias, como se
hace en la literatura médica. Sin embargo, debe observarse que los nadis
yoga no son los nervios materiales comunes, sino las líneas más sutiles
por las cuales circulan las fuerzas vitales. Los nervios espinales
después que salen del foramen intervertebral, entran en comunicación con
las cuerdas ganglionadas del sistema nervioso simpático, que están a
ambos lados de la columna vertebral. La médula espinal se extiende en el
hombre desde el borde superior del atlas, debajo del cerebelo, y
penetrando en la médula y abriéndose finalmente en el cuarto ventrículo
del cerebro, desciende hasta la segunda vértebra lumbar, donde se
estrecha y afina hasta un punto llamado el filamento
terminal."
[i115] Lo anteriormente expuesto se refiere al sistema tántrico,
debiendo observarse que concierne a un sistema indú para controlar sin
peligro la energía, únicamente para quienes posean el más puro y elevado
carácter moral, pureza de vida y de pensamiento. Ciertas prácticas y
escuelas degradadas, que aparecen en Oriente y Occidente, enseñan
prácticas llamadas tántricas, nunca serán condenadas con excesiva
severidad.
Estos centros de fuerza no
están situados meramente a lo largo de la columna vertebral y en la
cabeza, como se ha indicado, sino relacionados unos con otros por medio de
la columna, relación demasiado intrincada para ser detallada
aquí.
De los siete centros, dos
están en la cabeza y cinco en la columna vertebral. Los dos centros de la
cabeza se relacionan directamente con las facultades de la mente y del
movimiento. El centro Sahasrara (centro coronario), llamado comúnmente
[e108] el loto de mil
pétalos, es la corporificación de la energía espiritual, manifestada como
voluntad, mente abstracta, espiritual o intuición. El centro ajna, o
centro entre las cejas, concierne a la mente inferior y a la naturaleza
síquica del organismo integrado, denominado hombre, la
personalidad.
Los cinco centros de la
columna vertebral conciernen a las diversas actividades del organismo,
mediante las cuales el hombre pone de manifiesto su instinto animal, sus
reacciones emotivas y la intención de su vida. Tales centros están, en
gran parte, dirigidos por la fuerza que entra y sale de los centros de la
cabeza.
Arthur Avalon (6) dice que:
[i116] "Los centros influyen
no sólo sobre las combinaciones musculares, concernientes a los
movimientos volitivos, sino también sobre las funciones de la inervación
vascular, de la secreción y cosas análogas, que tienen sus centros más o
menos en la médula espinal. Sin embargo, se dice que los centros
cerebrales dirigen estas funciones sólo en relación con las
manifestaciones de la volición, el sentimiento y la emoción, y que los
centros raquídeos, con el sistema simpático subordinado, constituyen el
mecanismo de adaptación inconsciente, de acuerdo a las condiciones
variables del estímulo, esenciales para la continuada existencia del
organismo. La médula es, además y a la vez, una senda de
comunicación entre los centros superiores, y la periferia un centro
independiente que regula las funciones de mayor importancia en el
sistema, Como se observará, las fibras nerviosas que llevan los impulsos
motores que descienden del cerebro a la médula espinal, la atraviesan de
un lado a otro súbitamente en su trayecto a través del bulbo raquídeo
(médula), hecho mencionado en los Tantras, cuando describen el Mukta
Triveni. Este último está conectado por numerosos conductos aferentes y
eferentes, con el cerebelo y los ganglios cerebrales. Arriba del
cerebelo está el cerebro, cuya actividad está asociada en común con la
volición consciente, la ideación y el origen de los movimientos
voluntarios. La noción de conciencia, temario introspectivo de la
psicología, no debe confundirse con la función fisiológica. Por
consiguiente, no existe un órgano de conciencia, porque la conciencia no
es un concepto orgánico, y nada tiene que ver con el concepto
fisiológico de la energía, cuyo aspecto interno [e109] introspectivo
representa. La conciencia en sí es el Atma. Tanto la mente, como el
cuerpo, del cual el cerebro es una parte, son imperfectos, o expresiones
veladas de la conciencia, y en el cuerpo está tan velada, que tiene la
apariencia de inconsciencia. El cerebro viviente está constituido por
materia densa sensible (Mahabhuta), infundida por el prana. Su material
ha sido elaborado hasta constituir un adecuado vehículo para la
expresión de la conciencia en forma de mente (antakarana). Como
conciencia no es una propiedad del cuerpo ni una mera función del
cerebro. El hecho de que la conciencia mental esté afectada o
desaparezca cuando hay desórdenes cerebrales, prueba la necesidad del
cerebro a fin de expresar tal conciencia, y no que la conciencia sea
inherente sólo a él o propiedad del mismo. A cada lado de la columna
vertebral hay una cadena de ganglios, conectados con fibras nerviosas,
llamada el cordón simpático (Ida y Pingala), que se extiende desde la
base del cráneo hasta el coxis, y se comunica con la médula espinal.
Debe observarse que en las regiones torácica y lumbar, un ganglio de
cada cadena corresponde con gran regularidad a cada nervio espinal,
aunque en la región cervical, parece que faltan muchos de ellos, y
existen grupos excesivamente grandes de estructura nerviosa en las
regiones del corazón, estómago y pulmones siendo los tres chakras
superiores de los cinco a describirse más adelante. De los cordones
simpáticos que existen a cada lado, salen fibras nerviosas hacia las
vísceras del abdomen y el tórax, donde a su vez salen nervios que pasan
de vuelta a los nervios espinales, y otros que penetran en algunos
nervios craneanos, siendo de esta manera distribuidos a los vasos
sanguíneos de las piernas, el tronco y otras partes, donde llegan los
nervios espinales o craneanos. Los nervios simpáticos llevan
principalmente impulsos que rigen el tejido muscular de las vísceras, y
la cubierta muscular de las pequeñas arterias en los diversos tejidos.
Por el simpático se mantiene el tono de los [i118] vasos sanguíneos,
debido a la acción del centro vasomotor en el bulbo raquídeo. El
simpático, sin embargo, deriva de los impulsos que éste distribuye desde
el sistema nervioso central. No surgen del simpático mismo. Los impulsos
parten de la médula espinal, por las raíces anteriores de los nervios
espinales, y pasan por cortas ramificaciones a los cordones simpáticos.
La actividad del sistema simpático rige e influye la circulación, la
digestión y la respiración.
"La disposición anatómica del
sistema nervioso central es excesivamente intrincada, y los
acontecimientos que tienen lugar en [e110] esa maraña de
fibras, células y fibrillas, son actualmente casi desconocidos, por eso
se ha aceptado que en la descripción fisiológica del sistema nervioso
central, sólo se indican las sendas por las cuales los impulsos pueden
pasar entre una parte del sistema y otra, y deducir de las conexiones
anatómicas, con mayor o menor probabilidad, la naturaleza del nexo
fisiológico, que sus partes y el resto del cuerpo forman entre sí. Sin
embargo, puede suponerse generalmente, según se dice, que existen
razones por las cuales hay centros nerviosos en el sistema central,
relacionados de un modo especial con mecanismos especialmente sensorios,
secretorios o motores, y centros tales como el pretendido centro
génito-espinal, para una acción fisiológica dada, existentes en
determinada porción de la médula espinal. El aspecto sutil de tales
centros es denominado chakra como expresión de conciencia (chaitanya),
corporificada en varias formas de maya shakti. Los centros están
relacionados mediante conductos intermedios, con los órganos genitales
de la micturición, de la digestión, de la acción cardíaca y de la
respiración, en relación final con los chakras: Muladhara, Svadhisthana,
Manipura, Anahata y Vishuddha respectivamente; así como se han asignado
medios de relación especial, aunque no exclusivos, con [i119] diversos procesos
perceptivos, volitivos e imaginativos."
Estos centros varían en
actividad, según la etapa de evolución del individuo. Algunas personas han
"despertado" ciertos centros y en otras los mismos pueden estar
relativamente pasivos; aún en otras, el centro plexo solar estará activo o
predominará, y también en otras lo estará el cardíaco o el laríngeo. Son
muy pocas las que tienen hoy activo el centro coronario. Hablando en
términos generales, en los salvajes y en los pocos evolucionados, los tres
centros situados abajo del diafragma (los centros de la base de la columna
vertebral, sacro y plexo solar) están activos y dominantes, pero los
situados arriba del diafragma permanecen "dormidos". En la humanidad común
el centro laríngeo está empezando a hacerse sentir, teniendo todavía
dormidos los centros cardíaco y coronario. En el ser humano altamente
evolucionado, en el líder de la raza, el filósofo intuitivo el
científico, así como en los grandes santos, el centro coronario y el
cardíaco comienzan a hacer sentir su vibración; se determina la prioridad
del coronario y del cardíaco [e111] por el tipo de persona, y la cualidad de la conciencia
emocional y mental.
De acuerdo al desarrollo
del hombre, estos centros de fuerza se vivifican y predominan y, según su
vivencia, hacen sentir su presencia distintos tipos de actividad. Los
centros abajo del diafragma rigen la vida física de la forma material y la
vida síquica animal, que existen a la vez [i120] en el hombre y en el
animal. Los que están sobre el diafragma conciernen a la vida intelectual
y espiritual, y producen esas actividades en que el hombre demuestra ser
diferente y superior al animal y que va ascendiendo en la escala de la
evolución.
Ésta es la enseñanza
abreviada de los siete centros o chakras.
Cuando comparamos la
doctrina de Oriente sobre los siete centros, con la de Occidente sobre las
glándulas, hallamos, en primer término, un sobresaliente hecho en lo que a
ubicación se refiere. Los siete centros de fuerza residen en la misma
región en que están ubicadas las glándulas, y cada centro de fuerza puede
ser muy bien (y lo es, según la enseñanza indú) el origen de la fuerza y
de la vida de la correspondiente glándula. La siguiente clasificación
comparativa, demuestra idéntica ubicación:
CENTROS |
GLÁNDULAS |
Centro coronario |
Glándula pineal |
Centro del entrecejo o ajna |
Cuerpo pituitario |
Centro laríngeo |
Glándula tiroides |
Centro cardíaco |
Glándula timo |
Centro plexo solar |
Páncreas |
Centro sacro |
Gónadas |
Centro en la base de la columna
vertebral |
Glándulas
adrenales |
Un segundo hecho, aun
más notable que el primero, es que cuando despiertan los centros de
fuerza, se adecuan a las glándulas, cuyas funciones son conocidas, y de
las cuales se han descubierto [i121] la mayor parte de las secreciones u hormonas. Los [e112] centros dormidos, o
que están despertando en los miembros avanzados de la raza, se adecuan a
las glándulas cuyas funciones son relativamente desconocidas y cuyas
secreciones no han sido en su mayor parte aisladas. Se observará, por
ejemplo, según afirma el Dr. Berman, que la secreción de la glándula
pineal, una de las dos que existen en el cuerpo pituitario, y la glándula
timo, están catalogadas como desconocidas, así como también la secreción
de las glándulas adrenales. Éstas se adecuan a los centros cardíaco,
laríngeo, coronario y el de la base de la columna vertebral, dormidos o
despiertos.
¿No es ésta una
interesante coincidencia? ¿O enfrentamos el hecho de que en cada caso,
estas glándulas con las hormonas no descubiertas, están aliadas a un
centro dormido, y aún no despierto en la humanidad común?
Creo que llegará a
probarse algún día que las glándulas se han producido por la energía de
los centros, los cuales en la humanidad común están despiertos y activos,
parecen relacionarse con las glándulas cuya peculiar secreción ha sido
aislada, y reconocida su acción en el torrente circulatorio, mientras que
esos centros que se hallan aún dormidos y sin desarrollar, están aliados a
glándulas cuya secreción sólo es conocida parcialmente o desconocida
totalmente. El asunto es, en todo caso, digno de consideración.
El sicólogo occidental
tiene razón cuando declara que un hombre es lo que las glándulas [i122] hacen de él, y que no
somos mejores ni peores que nuestro peculiar sistema endocrino. Pero la
razón de esto puede radicar en la exactitud de la teoría oriental
referente a los centros de fuerza. La condición de las glándulas, su
hiperactividad o su subnormalidad, su buen o mal funcionamiento, pueden
ser determinados por el estado de dichos centros. Las glándulas son tan
sólo símbolos externos, el aspecto visible, material, de un sistema mucho
más grande e intrincado. Están determinadas por el carácter de la vida del
alma, actuando por su intermedio, y por el alma que controla y domina
todo.
[e113] El estado de los centros depende del tipo y calidad de la
fuerza del alma que vibra por medio de ellos. En la persona no
evolucionada sencillamente es fuerza vital, prana, que está activa y la
registra. Esta fuerza nutre la vida animal, y pone en actividad los
centros inferiores (el de la base de la columna vertebral y el sacro).
Luego, a medida que el hombre se desarrolla, la conciencia, el aspecto
alma, hace sentir gradualmente su presencia, y pone en actividad el centro
plexo solar. Este centro es el asiento de la vida sensitiva síquica
inferior, tanto del hombre como del animal, y con frecuencia es denominado
cerebro instintivo. Bhagavan Das (7) enseña que:
"Debe observarse que en la literatura sánscrita, se
considera al ombligo, frecuentemente, como más esencial y central que el
corazón, para el organismo. No faltan indicaciones de la importancia del
corazón, pero en verdad..., es probable que, fisiológicamente, el
'ombligo' fue el órgano más vital en las primeras etapas [i123] de la evolución, y
aún ahora se halla más esencialmente conectado con el deseo propiamente
dicho, que con el corazón, el cual puede considerarse vinculado con la
subdivisión activa del deseo."
Bhagavan Das (8) cita a la Dra. Annie Besant en el párrafo siguiente:
"El 'ombligo' representa el plexo solar, que es
quizás el plexo más importante del sistema simpático; controla el tubo
digestivo y envía sus ramificaciones al hígado, bazo y estómago, así
como al canal alimenticio y a los órganos genitales. También está
vinculado con los pulmones y el corazón. Puede considerárselo como el
cerebro del sistema simpático, y responde con peligrosa facilidad al
pensamiento. La concentración sobre él, emprendida con frecuencia de
modo temerario, puede producir una forma peculiarmente irremediable de
enfermedad nerviosa. Las emociones hacen surgir en él violentas
perturbaciones; la sensación de náuseas, que sigue con frecuencia a los
choques emotivos, se debe a su excitada actividad."
El hombre funciona hoy,
generalmente, a través de estos centros. Las fuerzas del cuerpo sirven
para nutrir y [e114]
estimular la vida sexual por medio de las gónadas; crean el impulso de
luchar y evolucionar por medio de las adrenales, glándulas de combate y de
lucha; gobiernan la vida síquica instintiva, mediante el plexo solar. De
este modo se moviliza el hombre personal, y se convierte en un ser humano
consciente y sensible. A medida que su evolución avanza, el yo o alma, se
hace cada vez más [i124] activo y dominante en el hombre y en su existencia
corporal; poco a poco, todas las partes de la estructura etérica van
vitalmente despertando. Gradualmente, los centros superiores entran en
creciente actividad, y el énfasis de la fuerza que afluye a través del
cuerpo, se traslada a los centros situados arriba del diafragma. El centro
laríngeo despierta, y se convierte en el órgano del trabajo creador; el
centro cardíaco se vivifica, y el hombre adquiere conciencia de la
relación con su alma, de sus responsabilidades grupales y de la
inclusividad de la vida egoica. Finalmente, despiertan los centros de la
cabeza, y otra serie de percepciones ingresa en su conciencia. Se da
cuenta entonces de sí mismo como alma, integrado como personalidad, y es
posteriormente consciente del mundo del espíritu, de la vida divina, del
invisible mundo de espíritus, y de esa "nube de testigos", que testimonian
la realidad de la vida del alma.
Uno de los objetivos de
la evolución humana es lograr esto. El centro de la base de la columna
vertebral y los centros cardíaco y coronario, tienen que entrar en plena
actividad funcionante, y así, por medio de la fusión de la energía latente
en la materia, acumulada en el centro de la base de la columna vertebral,
de la energía del alma, que tiene su asiento en el corazón, y de la
energía del espíritu, centrada en la cabeza, llevan al ser humano al punto
más alto de perfección. En virtud de esta fusión de energías, llega a ser
una expresión activa de Dios-espíritu, alma y cuerpo, fusionados y unidos
de tal modo, que el cuerpo llegue a ser, en realidad, el vehículo para el
alma, y el alma, la expresión de la voluntad y propósito del espíritu.
[i125] Cuando Cristo estuvo en la Tierra dijo: "El que me ha visto
a Mí, ha visto al Padre" (Jn. 14:9) y también: "Quien [e115] crea en Mí, hará
también las obras que yo hago, y mayores obras hará, porque yo voy a mi
Padre" (Jn. 14:12). Él era el alma encarnada en el cuerpo, revelando al
Padre, al Espíritu, y mediante el mecanismo del cuerpo, demostró los
poderes del alma, que según dicen los indúes, aparecen después de
despertar los centros, y que se enuncian como:
1. Ánima... Es el poder de penetrar en todos los
cuerpos y resucitar a los muertos. Cristo podía entrar en lugares
cerrados sin ser visto y resucitar a los muertos. (L.c. 24:36, Mr.
16.14, Jn. 20:19 y, 11).
2. Mahima... el poder de incluir o expandirse, o de
abarcar el universo. Cristo sabía todas las cosas. (Mt. 12:25, Jn. 2:24
y 6:64).
3. Laghima... el poder de hacerse liviano, de modo
de poder flotar en el aire o caminar sobre las aguas. Cristo caminó
sobre las aguas. (Mt. 14:25, 26; Mr. 6:48).
4. Garima... el poder de hacerse pesado. No hay
indicación en las Escrituras cristianas de que Cristo ejercitara ese
poder.
5. Prapti... la predicción de acontecimientos.
(Cristo predijo su crucifixión Mt. 26:2, Lc. 34:7); el poder de curar
enfermedades (Cristo curó a centenares, Mt. 12:15 y 14:15), de la
clarividencia [i126]
y clariaudiencia (Cristo fue clarividente, Jn. 1:48, y clariaudiente,
Jn. 12:29).
6. Prakamega... el poder de conservar el cuerpo.
Cristo reapareció a sus discípulos después de la muerte, aparentemente
con el mismo cuerpo con que Lo conocían (Jn. 20:20, 27).
7. Visitvan... el poder de autocontrol; el poder de
dominar a los animales y a las personas. Todo esto lo demostró Cristo,
aun el de controlar a las personas poseídas por el demonio, y a los
cerdos que se precipitaron al mar desde un lugar escarpado, (Mt. 8, Mr.
5 y 9).
8. Ishatvan... el poder del dominio universal. Éste
en todas partes se atribuye a Cristo, y el estar sentado a la diestra de
Dios lo indica.
La posesión de estos
poderes, y el cumplimiento de la profecía de Cristo, de que haremos cosas
más grandes ¿es tan opuesto a lo que Occidente llama sentido común? En la
radio difundimos ondas sonoras, las regulamos y las amplificamos, pero,
[e116] después de todo,
no hacemos más que trasformar y reforzar las ondas sonoras que nos llegan
en la forma sutil original. ¿Qué cosa más natural que el hombre que ha
construido refuerzos mecánicos, llegue a ser él mismo tan sensible que
capte las ondas sonoras sin ayuda, y sea llamado, en consecuencia,
clariaudiente? La trasmisión del pensamiento (que hasta los más escépticos
tienen que reconocer), ¿no es acaso un tipo especial de radio-difusión? Y
de igual modo, en los demás "milagros". ¿No está el mundo material [i127] dominado por fuerzas y
poderes más sutiles, y no puede aprender el hombre, con el tiempo, a
actuar en el campo de lo más sutil, y adquirir, por lo tanto, un dominio
sobre lo meramente físico y material?
Tal es la milenaria
creencia de la India, que por el desarrollo del alma y del espíritu y el
despertar de todos los centros, el hombre alcanza la madurez y la
gloria.
Notas:
1. Man and His Becoming, págs. 44, 45. 2. The
Dreamer, págs. 37, 40, 107. 3. Man and His Becoming, págs. 136,
137. 4. Las Fuerzas Sutiles de la Naturaleza, pág. 47. 5. The
Serpent Power, págs. 123, 125. 6. Ídem, págs. 123, 129. 7. The
Science of the Sacred Word, T.I, pág. 82, nota al pie de la página. 8.
Ídem, pág. 83.
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