Discipulado en la Nueva Era I - Las Seis Etapas del Discipulado
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LAS SEIS ETAPAS DEL DISCIPULADO |
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Etapa I La vida ha ascendido la empinada escala, empleando diariamente la forma. A través de los tres menores, progresando lentamente, fue recorrido el largo sendero. Otra puerta se ha abierto. Se emiten las palabras: "Entra en el camino del verdadero deseo". La vida que sólo se conoce como forma se reviste de rojo vívido, el rojo del conocido deseo, y, a través del rojo, las ansiadas formas se aproximan, son captadas y retenidas, utilizadas y descartadas, hasta que el rojo cambia en rosa, el rosa en rosado pálido y el pálido rosado en blanco. Luego florece la pura y blanca flor de la vida. Se ve el capullo de la pequeña rosa de la viviente vida, pero no la flor totalmente abierta. La imagen cambia de forma. Una voz que viene de muy cerca pronuncia otra frase. La vida continúa su camino. "Entra en el campo donde juegan los niños y únete a sus juegos". Al despertar en el juego de la vida, el alma atraviesa el portal. [i675] En la amplia extensión del verde campo las innúmeras formas de la única Vida activa se divierten; en la danza de la vida tejen las numerosas formas que adopta Dios. El alma entra en el campo de juego del Señor" y juega hasta ver la estrella de cinco puntas brillantes, y exclama: "Mi Estrella".
Fracasa el rojo deseo. Pierde su atracción. El campo de juego de los hijos de Dios ya no atrae. La voz surgida dos veces desde el mundo de la forma, habla ahora dentro del corazón. Pronuncia un desafío: "Pone a prueba tu propia valía. Posesiónate de la esfera anaranjada de tu centralizado propósito". En respuesta a la palabra pronunciada, el alma viviente, sumergida en la forma, emerge de las numerosas formas y se abre camino adelante. Aparece el camino del destructor, el constructor, y nuevamente el del que destruye las formas. Las quebrantadas formas no tienen el poder de satisfacer. La propia forma del alma constituye ahora el gran deseo y así se entra en el campo de juego de la mente. En estos sueños y fantasías, se tiene a veces una visión -la visión de una flor de loto cerrada, de apretados pétalos, herméticamente sellados, sin aroma, aunque bañados en una fría luz azul. Los colores anaranjado y azul se mezclarán en una época distante, pero el día está aún muy lejano. Su fusión baña de luz al capullo y trae su futura apertura. Que brille la luz.
La vida continúa en la oscuridad. Surge una voz distinta. "Entra en la caverna y descubre a los tuyos; camina en la oscuridad y lleva sobre tu cabeza una lámpara encendida". La caverna es oscura, solitaria; es fría y un lugar de numerosos sonidos y voces. Las voces de los innumerables hijos de Dios que permanecieron en el campo de juego del Señor, demandan luz. La caverna es larga y estrecha. El aire está invadido por la niebla. El ruido del agua que corre se une al impetuoso silbido del viento y al frecuente retumbar del trueno. [e620] A lo lejos, confusa y casi imperceptiblemente, aparece una abertura ovalada de color azul. Abarcando ese espacio azul se ve una cruz de color rosa y, en el centro de la cruz, donde se unen los cuatro [i676] brazos, hay una rosa. Sobre el brazo superior fulgura un vibrante diamante, dentro de una estrella de cinco puntas. El alma viviente arremete adelante hacia la cruz que le impide su camino hacia la vida, revelado y conocido. Aún no ha ascendido a la cruz, por lo tanto, no la dejó atrás. Sigue avanzando el alma viviente con los ojos fijos en la cruz, y el oído atento a los quejumbrosos lamentos de las almas hermanas.
¡Afuera hay vida y luz radiante! La caverna ha quedado atrás; la cruz fue derribada; el camino queda expedito. La palabra se oye con claridad dentro de la cabeza y no dentro del corazón. "Entra nuevamente en el campo de juego del Señor, pero esta vez dirige los juegos". El camino de la segunda hilera de peldaños se ha cerrado por un acto de la propia alma. El rojo deseo ya no rige la vida, pero la clara llama azul arde fuertemente. En el primer peldaño del camino cerrado él se vuelve atrás y desciende por la escalera que va al campo de juego, hallando los cascarones muertos que ha construido en una etapa anterior; pisa las formas descartadas y destruidas y tiende las manos en señal de ayuda. Sobre sus hombros se posa el ave de la paz; sus pies calzan las sandalias del mensajero. ¡Aún no ha alcanzado la plena gloria de la vida radiante! ¡Aún no ha entrado en la paz eterna! Pero debe trabajar y elevar a los pequeños.
"Los hijos de Dios, que saben, ven y oyen (y sabiendo, saben que saben), sufren el dolor de la limitación consciente. En las más recónditas honduras del ser consciente, corroe profundamente el encono por la libertad perdida. Dolor, enfermedad, pobreza y pérdida son vistos tal como son, por lo cual se revela todo hijo de Dios. Sabe que en sí mismo, antes de ser prisionero en la forma, no conocía el dolor. Enfermedad y muerte, corrupción y dolor no le llegaban. Las riquezas del universo eran suyas, no sabía de pérdidas. [e621] "Las vidas que entran en la forma juntamente con las vidas autoconscientes, las vidas dévicas que construyen las formas habitadas por todos los hijos de Dios, no conocen dolor, pérdida o pobreza. [i677] Una forma se descompone, otras formas se retiran y carecen de lo necesario para nutrir y mantener fuerte lo externo. Pero al carecer de voluntad e intención planificada, no se sienten incómodos ni demuestran una definida rebeldía". Cabe aquí una palabra respecto al dolor, aunque nada abstruso diré sobre la evolución de la jerarquía humana a través del dolor. Los devas no sienten el dolor como el género humano. La frecuencia de su ritmo es más constante, aunque está de acuerdo a la ley. Aprenden dedicándose al trabajo de construcción, incorporándose a la forma de lo que construyen. Crecen apreciando las formas construidas, y gozan de ellas y del trabajo realizado. Los devas construyen y la humanidad destruye, y en el descontento el hombre aprende mediante la destrucción de las formas. Así llega a conocer el trabajo de los grandes Constructores. El dolor de la lucha ascendente, a través de la materia, conduce al hombre hasta los Pies del Logos; el dolor se produce cuando sigue la línea de mayor resistencia, alcanzando así la cima de la montaña; el dolor es la destrucción de la forma y la obtención del fuego interno; el dolor es el frío del aislamiento que conduce al calor del Sol central; el dolor es quemarse en la hoguera para conocer finalmente la frescura del agua de la vida; el dolor es el viaje al país lejano, que da por resultado la bienvenida al Hogar del Padre; el dolor es la ilusión de haber sido desheredado por el Padre, que impele al Hijo Pródigo directamente al corazón del Padre; el dolor es la cruz de la pérdida total que devuelve las riquezas de la abundancia eterna; el dolor es el acicate que impele al esforzado constructor a llevar la construcción del Templo a la total perfección. El dolor se aplica de muchas maneras y conduce al alma humana de la oscuridad a la luz, de la esclavitud a la liberación, de la agonía a la paz. Esa paz, esa luz y esa liberación, dentro de la armonía ordenada del cosmos, pertenecen a todos los hijos de los hombres.
"Las sedantes aguas refrescan. Lentamente traen alivio, abstrayendo la forma de todo lo que puede ser tocado. El [i678] calor febril estremecedor del deseo largamente [e622] reprimido, cede al fresco trago. El agua y el dolor se anulan recíprocamente. Largo es el trago refrescante. "El fuego ardiente libera de todo lo que obstruye el camino de la vida. Llega la bienaventuranza, le sigue el fuego, como fuego sobre las aguas. El agua y el fuego se mezclan y producen la gran Ilusión. La niebla es el producto de la bruma, y el vapor y el ruido, que velan la luz, ocultan la verdad e interceptan al Sol. "El fuego arde vorazmente. Desaparecen el dolor y las aguas. Aparecen el frío, el calor, la luz del día, la radiación del sol naciente y el perfecto conocimiento de la Verdad. "Éste es el sendero para todos los que buscan la Luz. Ante todo, la forma y todos sus anhelos. Luego el dolor. Después las aguas sedantes y el surgimiento de un pequeño fuego. Aumenta el fuego, el calor está activo y dentro de la pequeña esfera realiza su ígneo trabajo. También se ve la humedad; a la densa niebla y al dolor se añade una penosa confusión, porque quienes emplean el fuego de la mente durante la primera etapa, están perdidos dentro de una luz ilusoria. "Aumenta terriblemente el calor; luego se pierde la capacidad de sufrir. Cuando se trasciende esta etapa llega directamente el brillo del Sol y la clara y brillante luz de la Verdad. Éste es el sendero de retorno hacia el centro oculto. "Aplica el dolor. Pide fuego, oh Peregrino, en un país extraño y desconocido. Las aguas limpian el barro y el limo de la naturaleza. Los fuegos consumen las formas obstaculizadoras que tratan de retener al peregrino, trayendo la liberación. Como si fuera un río, las aguas vivientes arrastran al peregrino hacia el Corazón del Padre. El fuego destruye el velo que oculta el Rostro del Padre".
Existe un curioso y antiguo canto atlante que no se entona ya, pero en tiempos lejanos lo entonaba el iniciado que recibía la tercera iniciación -la culminante iniciación de ese período. La traducción de los símbolos en que fue escrito perdió lógicamente su ritmo y su poder. Reza así: "¡Permanezco entre el Cielo y la Tierra! Visualizo a Dios; veo las formas que Dios tomó. Odio a ambos. Nada [e623] [i679] significan para mí, porque al primero no lo puedo alcanzar y no amo a las segundas. "Me siento atormentado. No puedo conocer el Espacio y su Vida, de modo que no lo deseo. Conozco demasiado bien el tiempo y sus miríadas de formas. Pendo entre ambos y no deseo ninguno. "Dios habla desde los cielos. Se produce un cambio. Escucho con oído atento, y escuchando vuelvo la cabeza. Aquello que visualizo y, aunque lo visualice, no lo puedo alcanzar, está más cerca de mi corazón. Los antiguos anhelos vuelven y mueren. Las viejas cadenas del espejismo se rompen. Me precipito hacia delante. "Miríadas de voces hablan y detienen mis pasos. El tronar de los sonidos de la tierra apagan la voz de Dios. Me doy vuelta en el camino y visualizo nuevamente los prolongados goces de la tierra, de la carne y de los seres queridos. Pierdo la visión de las cosas eternas. La voz de Dios se desvanece. "Nuevamente estoy atormentado, pero sólo por poco tiempo. Mi pequeño yo, oscila adelante y atrás, así como un ave vuela en el aire y se posa nuevamente en el árbol. Sin embargo, Dios, en su lugar elevado, supera a la pequeña avecilla. Así sé que Dios saldrá victorioso y que más tarde esclavizará a mí y a mi mente. "Escuchen el alegre himno que canto; el trabajo fue realizado. Mi oído está sordo a los llamados de la tierra, excepto a esa pequeña voz de todas las almas ocultas en las formas externas, porque son como yo y con ellas estoy unificado. "La voz de Dios es oye con claridad y, en sus tonos y sobretonos, las ínfimas voces de las pequeñas formas se esfuman y desvanecen. Habito un mundo de unidad. Sé que todas las almas son una. "Me arrastra la Vida universal, y al precipitarme en mi camino -el camino de Dios- veo desaparecer las energías menores. Soy el Uno; yo, Dios. Soy la forma en la que todas las formas están sumergidas. Soy el alma en la que todas las almas están fusionadas. Soy la Vida, y en esa Vida todas las pequeñas vidas permanecen Estas palabras entonadas en las antiguas fórmulas, en peculiares y seleccionadas notas, fueron muy poderosas y trajeron resultados definidos en ciertas antiguas ceremonias que desde hace mucho desaparecieron. |
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