Discipulado en la Nueva Era II - Enseñanza sobre la Meditación II

      


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ENSEÑANZAS SOBRE LA MEDITACIÓN

SEGUNDA PARTE

 

     En la última instrucción, los inicié en la primera parte de la nueva meditación. La meditación completa involucra el proceso de relacionar el corazón y la cabeza y luego -por un acto de la voluntad- vincularlos con el punto pasivo dentro del plexo solar -punto sobre el cual nada se ha enseñado hasta ahora (aunque la necesidad de tal punto era evidente en la tarea de transferir energía), pero de vital significación en toda preparación para la iniciación.

     Esto es todo lo que les di en la última meditación, pero debe agregarse a ello la meditación individual, la cual ayudará a integrar al grupo y a desarrollar individualmente al discípulo.

     Sin duda se habrán dado cuenta que la meditación diaria que les asigné no la llevé hasta el punto en que se ejerce la voluntad, siendo impelida la energía de la cabeza al centro pasivo del plexo solar. También habrán observado que en el momento de la Luna llena y en forma grupal, además del contacto directo conmigo, se les permitió vincular el corazón, la cabeza y el plexo solar. Una vez al mes y únicamente por medio del campo magnético protector de la vida grupal, pueden completar la meditación.

     El trabajo que deben realizar durante la Luna llena continuará tal como fue asignado para el resto del año, pero completaré ahora la meditación grupal y delinearé la segunda etapa. Ya se habrán familiarizado con la primera mitad y la harán automáticamente en [i120] pocos minutos, por ser una especie de prefacio de la que voy a asignarles ahora. Si la llevan a cabo correctamente [e113] deberán enfocar la energía cardíaca y la conciencia en la cabeza. El verdadero hombre espiritual no ha iniciado aún su actividad; cuando lo haga, el efecto del descenso de la energía desde el centro coronario será triple:

1. El punto despierto en el plexo solar será extremadamente activo y -si el trabajo es correctamente realizado- lo hará extraordinariamente magnético, llevando las energías de todos los centros ubicados abajo del diafragma al plexo solar (excepto el de la base de la columna vertebral), lo cual involucra al centro sacro y otros pequeños puntos focales de energía. Las energías reunidas en el plexo solar deben mantenerse firmes, hasta que el hombre esté preparado para ocuparse de ellas esotéricamente.

2. El punto de luz dormido o pasivo en el plexo solar, entra lentamente a la vida y a un estado de nueva actividad vibratoria. Su campo magnético se acrecienta y amplía constantemente, hasta que entra en contacto con la periferia del campo magnético que rodea al centro cardíaco.

3. Cuando las dos etapas anteriores se hayan completado, tiene lugar entonces un largo proceso de trasferencia. El plexo solar es el distribuidor de las energías inferiores y las superiores. Este proceso en sí, es dual:

a. Los dos puntos en el campo de actividad del plexo solar se relacionan definitivamente entre sí y las energías materiales y las del centro sacro inferior, se transfieren a ese punto de luz, hasta entonces pasivo, que ha despertado e intensificado ahora su cualidad y potencia.

b. Las energías concentradas en el nuevo centro que se halla dentro de la periferia del plexo solar, son entonces elevadas por un acto de la voluntad al centro cardíaco, y de allí a la cabeza.

     Al hacerse la triple trasferencia de las energías inferiores al plexo solar, al corazón, y, finalmente, a la cabeza, tenemos [i121] durante la experiencia de la vida del discípulo la presentación gráfica y simbólica de la interrelación y eventual trasferencia de energía, desde la personalidad (simbolizada por el plexo solar) al alma (simbolizada por el centro cardíaco) y desde el alma a la mónada (simbolizada por el centro coronario). Estas analogías son de valor porque constituyen una afirmación para la real naturaleza del proceso y también permiten al aspirante captar en parte la naturaleza de la obra en la que se ha comprometido. Por lo tanto, ciertos aspectos de la relación surgen en la [e114] conciencia del discípulo, y en esta etapa del entrenamiento son de principal importancia las cuatro relaciones siguientes:

1. La relación de las energías que están abajo del diafragma, y corresponden a la vida de la personalidad (motivada por el deseo), y las energías superiores que está arriba del diafragma, motivadas por el alma. En el caso del aspirante común, éstas se hallan aún totalmente pasivas y llegan a activarse eficazmente cuando el alma establece un creciente control sobre el discípulo.

2. La relación entre los dos puntos que están en el plexo solar. Éstos simbolizan también la relación personalidad alma. Un punto está despierto en lo que a la vida inferior del hombre concierne; el otro va despertando, como en el caso del aspirante, o está totalmente despierto, como en el caso de un discípulo consagrado, antes de recibir la segunda iniciación.

3. La relación entre el plexo solar y el corazón. Es de gran importancia y sirve para aclarar la mente del aspirante porque aquí también simboliza el inmediato problema actual de la personalidad y del alma.

4. La relación entre el centro ajna (entre las cejas) y el loto de mil pétalos. Cuando estos dos centros están correctamente relacionados entre sí, entonces el hombre puede recibir la tercera iniciación, y en ese momento la potencia de la mónada puede comenzar a hacer sentir su presencia, vinculando el corazón, la cabeza y el plexo solar.

     [i122] Hay una etapa intermedia donde el corazón y el centro ajna se alinean y se relacionan. Esta etapa ha sido omitida en la anterior enumeración debido a que es de naturaleza séptuple y el método de transición y trasferencia depende de la cualidad de rayo. Aquí como es natural surge un nuevo dato informativo. El centro laríngeo no está incluido en las relaciones establecidas entre los centros ubicados arriba del diafragma, pues para esos centros éste constituye lo que el centro sacro para el centro plexo solar -un punto de pura actividad creadora, puesto en movimiento por la interacción de otros centros, pero el centro laríngeo es energetizado especialmente y animado oportunamente por el centro sacro, siendo un efecto o el resultado de la relación, más que otra cosa.

     Aquí podrían mencionarse tres datos más de interés. Primero, el centro laríngeo es llevado a la verdadera actividad por la acción directa del alma mediante el centro coronario, conjuntamente con la elevación simultánea de la energía del centro sacro. [e115] Esto es análogo al hecho de que el plexo solar es llevado a una utilidad real y constructiva por acción directa del alma, mediante el centro cardíaco. Por eso las personas que trabajan en forma creadora tienen por lo general personalidades de primer rayo, desde el momento en que el centro laríngeo entra por primera vez en actividad dinámica. Segundo, el centro plexo solar se despierta debido a la afluencia de una doble energía -las energías del corazón y de la cabeza que trabajan en forma sincronizada. Ésta es la analogía de la doble energía que constituye la naturaleza esencial del alma -atma-budi, o voluntad y amor espirituales. La tercera energía del alma, manas o energía mental, se relaciona más directamente con el centro laríngeo. Tercero, podría decirse que el despertar del centro en la base de la columna vertebral es el resultado de un acto de la voluntad dirigido desde la cabeza, que da por resultado la elevación de todas las energías a la cabeza, así como el plexo solar fue despertado y la energía llevada al corazón -también por un acto de la voluntad. La energía del plexo solar, ese gran distribuidor de la energía de la personalidad, debe siempre ser llevada al corazón.

     Aquí vuelvo a prevenirles y llamarles la atención sobre mi enunciado anterior de que todo estímulo del plexo solar y enfoque sobre ese centro, acarrea consigo un peligro definido, y [i123] se insta a los discípulos a ejercer un inteligente control sobre la naturaleza emocional. Una actitud descentralizada respecto a las reacciones de la personalidad y un amor a la humanidad que se profundiza constantemente, protegerán a los discípulos en esta etapa -etapa en que se capacitan para recibir la primera o segunda iniciaciones.

     Emprenderemos ahora la segunda fase de la meditación. En la primera llegaron a la etapa en que se les pedía pronunciar como alma el gran Mántram de Unificación.


ETAPA II

1. Repetir rápidamente la primer etapa y no demorar más de cinco minutos. Elevar la conciencia y relacionar la cabeza con el corazón. Repetir reflexivamente el mántram que eventualmente conducirá a alcanzar la unidad.

2. Enfocar la conciencia en la cabeza, invocar la ayuda de la Voluntad, y por un acto de la voluntad llevar la energía, enfocada en la cabeza, al plexo solar. Para facilitar este proceso, emplear la fórmula siguiente: [e116]

a. Soy alma y también soy amor. Sobre todas las cosas soy tanto la voluntad como el designio establecido.

b. Mi voluntad consiste ahora en elevar el yo inferior a la luz divina. Yo soy esta luz.

c. Por lo tanto, debo descender adonde mi yo inferior me espera. Lo que se desea elevar y aquello que clama por elevarse están ya unificados. Ésa es mi voluntad.
Mientras pronuncian estas palabras mántricas (tomadas de un antiguo manual de discípulos) visualicen gráficamente el proceso de enfoque, de demanda-decenso y unificación.

3. Hacer una pausa y esforzarse por palpar y sentir la vibración iniciática, o la interacción embrionaria que se va estableciendo entre los puntos que han despertado y lo que se van despertando en el plexo solar. Esto es posible hacerlo, pero constituye un acto de lenta concentración

4. Emitir el OM dos veces desde el centro coronario, [i124] consciente de que es el alma que lo exhala, manteniendo la creencia de que este sonido llevado por el aliento de la voluntad y el amor, es capaz de estimular el plexo solar en forma correcta y trasmutar las energías inferiores, de manera que lleguen a ser suficientemente puras como para ser llevadas, ante todo, a un despertar y después, desde allí, eventualmente al centro cardíaco.

5. Al visualizar las energías del plexo solar elevándose por la columna vertebral hacia el centro cardíaco (situado como bien saben, entre los omóplatos), les pediría que vuelvan a exhalar el OM hacia el plexo solar, y una vez hecho, elevar la energía enfocada por la columna vertebral hasta la cabeza. La vibración así establecida llevará la energía al corazón, porque en su camino hacia la cabeza debe atravesar ese centro ubicado en la columna vertebral. En las primeras etapas sólo puede llegar hasta allí pero luego pasará a través del corazón dejando su debida cuota de energía, que finalmente llegará al centro coronario.

6. Enfocarse en el corazón pensando que se ha formado un triángulo de energía entre la cabeza, el corazón y el plexo solar. Visualizarlo como compuesto de la energía de la luz algo parecido a un triángulo de luz de gas neón, dependiendo el color de esta denominada luz de gas neón, del rayo a que pertenece el alma.

[e117] 7. Repetir el Mántram de Unificación que comienza con "Los hijos de los hombres son uno. . . "

8. Permanecer, por lo tanto, en el medio del corazón viendo que la energía de sus hermanos de grupo irradian como los rayos de una gran rueda de luz. Esta rueda tiene veinticuatro rayos, y en su centro, como eje de la misma, estará vuestro Maestro ( D.K. ). Entonces, lentamente y con amor, mencionar en alta voz los nombres de cada uno de sus hermanos de grupo, incluyéndose a sí mismo.

9. Ver que esta rueda se mueve y centellea activamente, sir-viendo así a la humanidad por medio de su radiación enfocada. Esta radiación es la radiación del amor. Todo lo que antecede es puramente simbólico, pero realizado como un [i125] proceso de visualización durante algunos meses -consistente y conscientemente- creará un estado mental perceptivo y perdurable, porque "como un hombre piensa, así es él".

10. Finalizar con la nueva Invocación y también con el Gayatri, poniendo el énfasis sobre el propio deber.

OM                     OM                     OM

     Este proceso de meditación es relativamente simple si se familiarizan con sus etapas durante algunas semanas. Mucho de lo que antecede es de naturaleza explicatoria y podrá prescindirse de él si siguen el proceso automáticamente.

     Ahora daré a cada uno las instrucciones personales y la meditación individual, meditación que debe practicarse en algún momento del día que no sea el elegido para la meditación grupal. No quisiera que las dos meditaciones sean hechas al mismo tiempo, ni que sus problemas personales y sus posibles espejismos se introdujeran en la conciencia grupal. Cuídense de ello, porque la tarea de cada uno ya es bastante difícil para que la compliquen los problemas personales de algún atribulado hermano del grupo. Cuando les dé las instrucciones personales, les hablaré con toda franqueza y no ahorraré elogios ni reprimendas. Si se resienten por lo que diga, simplemente indicará la tendencia de sus personalidades a reaccionar desfavorablemente a la verdad y, en consecuencia, indicará que hay una zona ciega y débil en su conciencia. Con ello se beneficiarán y podrán captar con mayor claridad la naturaleza de la lucha que deben librar.


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