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CAPÍTULO III

EL TRABAJO DE LA JERARQUÍA

 

[e31] [i20] Aunque el tema de la Jerarquía oculta del planeta despierta un enorme y profundo interés en el hombre común, su verdadera significación, sin embargo, no será comprendida hasta que se reconozcan tres cosas sobre el tema. Primero, que la entera Jerarquía de seres espirituales representa una síntesis de fuerzas o de energías, conscientemente manejadas para llevar adelante la evolución planetaria. Esto será más evidente a medida que avancemos. Segundo, estas fuerzas manifestadas en nuestro sistema planetario, por medio de las grandes Personalidades que componen la Jerarquía, vinculan el sistema y todo lo que contiene, con la Jerarquía superior llamada solar. Nuestra Jerarquía es una réplica en miniatura de la síntesis mayor de esas Entidades autoconscientes, que manipulan y controlan al Sol y se manifiestan a través de éste y de los siete planetas sagrados, y también de otros planetas mayores y menores, que componen nuestro sistema solar. Tercero, esta Jerarquía de fuerzas tiene cuatro líneas de acción predominantes, que son:

Desarrollar la autoconciencia en todos los Seres.

La Jerarquía trata de proporcionar las condiciones adecuadas para desarrollar la autoconciencia en todos los seres, realizándolo primeramente en el hombre, mediante el trabajo inicial de fusionar los tres aspectos superiores del espíritu con los cuatro inferiores; mediante el ejemplo en el servicio, en el sacrificio y en la renunciación, y por la constante corriente de luz [i21] (comprendido esotéricamente) que emana de ella. La Jerarquía podría ser considerada como el conjunto de fuerzas del quinto reino de la naturaleza en nuestro planeta. Este reino se alcanza mediante el pleno desarrollo y el control del quinto principio o mente, y su trasmutación en sabiduría, que literalmente consiste en aplicar la inteligencia a todos los estados del ser, mediante la utilización plenamente consciente de la facultad discriminadora del amor. [e32]  

Desarrollar la Conciencia en los tres Reinos Inferiores.

Como es bien sabido, los cinco reinos de la naturaleza en el arco evolutivo pueden definirse de la manera siguiente: mineral, vegetal, animal, humano y espiritual. Estos reinos entrañan algún tipo de conciencia, y el trabajo de la Jerarquía consiste en desarrollar dichos tipos hasta la perfección, mediante el agotamiento del karma, la acción de la fuerza y la provisión de las correctas condiciones. Obtendremos una idea de esta tarea si hacemos un breve resumen de los diferentes aspectos de la conciencia a desarrollar en los diversos reinos.

En el reino mineral, el trabajo de la Jerarquía está dedicado a desarrollar la actividad discriminadora y selectiva. Una de las características de la materia es desarrollar un tipo de actividad, y en cuanto esa actividad va dirigida a la construcción de formas, aún las más rudimentarias, se manifiesta la facultad de discriminar. Esto es reconocido por los científicos de todas partes y, al hacerlo, se acercan a los descubrimientos de la Sabiduría Divina.

En el reino vegetal, a esta facultad de discriminar se le agrega la de responder a la sensación, advirtiéndose la elemental condición del segundo aspecto de la divinidad, así como en reino mineral se advierte un reflejo similar rudimentario, [i22] del tercer aspecto de actividad.

En el reino animal, se incrementan las actividades rudimentarias, y se encuentran síntomas (si puede decirse así) del primer aspecto, o propósito y voluntad embrionarios. Podríamos llamarlo instinto hereditario, pero en verdad actúa como propósito de la naturaleza.

Con gran sabiduría H. P. Blavatsky dijo que el hombre es el macrocosmos para los tres reinos inferiores, porque en él se sintetizan estas tres líneas de desarrollo y llegan a su plena fructificación. En verdad y de hecho, es inteligencia activa y maravillosamente manifestada. Es amor y sabiduría incipientes, aunque no sean más que el objetivo de sus esfuerzos; posee esa voluntad embrionaria, dinámica, iniciadora, que llegará a su pleno desarrollo después de haber entrado en el quinto reino.

En el quinto reino la conciencia a desarrollar es la de grupo, y se manifiesta en el pleno florecimiento de la facultad amor-sabiduría. El hombre no hace más que repetir, en una vuelta más alta de la espiral, la tarea de los tres reinos inferiores, pues en el reino humano manifiesta el tercer aspecto de inteligencia activa. En el quinto reino, en el cual se ingresa en la primera iniciación, que abarca todo el período de tiempo durante el cual recibe el hombre las cinco primeras iniciaciones y actúa como Maestro y [e33] parte de la Jerarquía, llega a su consumación el aspecto amor-sabiduría o segundo aspecto. En la sexta y séptima iniciaciones fulgura el primer aspecto o voluntad, y después de ser Maestro de Compasión y Señor de Amor, el adepto se trasforma en algo más. Penetra en una conciencia superior a la grupal, la Conciencia de Dios, y se hace consciente de Dios. Entonces entra en posesión de la gran voluntad o propósito del Logos.

Fomentar los diversos atributos de la divinidad, cultivar la simiente de la autoconciencia en todos los seres, es [i23] trabajo de las Entidades que se han realizado, han entrado en el quinto reino y han tomado allí la gran decisión e inconcebible renunciación de permanecer en el sistema planetario, para cooperar con los planes del Logos planetario en el plano físico.

Trasmitir la Voluntad del Logos planetario.

La Jerarquía trasmite a los hombres y a los devas o ángeles, la voluntad del Logos planetario y a través de Él, la del Logos solar. Todo sistema planetario, el nuestro como los demás, es un centro en el cuerpo del Logos, y manifiesta algún tipo de energía o fuerza. Cada centro expresa un tipo especial de fuerza que se evidencia en forma triple, y produce así universalmente los tres aspectos de la manifestación. Uno de los grandes conocimientos que adquieren quienes entran en el quinto reino, es el del tipo particular de fuerza que incorpora nuestro Logos planetario. El estudiante inteligente debe reflexionar sobre esta afirmación, pues contiene la clave de muchos hechos observados actualmente en el mundo. Se ha perdido el secreto de la síntesis, y sólo cuando los hombres retornen al conocimiento que tenían en cielos anteriores (afortunadamente retirados en los días atlantes) acerca del tipo de energía que nuestro sistema debe manifestar en la actualidad, los problemas humanos se resolverán por sí solos y se estabilizará el ritmo del mundo. Esto no sucederá todavía porque dicho conocimiento es peligroso, y en la actualidad la raza no tiene conciencia grupal y, por lo tanto, no se le puede confiar que trabaje, piense, proyecte y actúe para el grupo. El hombre es aún demasiado egoísta, aunque esto no es motivo de desaliento. La conciencia grupal es ya algo más que una visión, mientras que la hermandad y el reconocimiento de sus obligaciones comienzan a [i24] penetrar en la conciencia de los hombres. Tal es el trabajo de la Jerarquía de la Luz, demostrar a los hombres el verdadero significado de la hermandad y fomentar en ellos la respuesta a ese ideal, latente en todos y cada uno. [e34]

Dar el Ejemplo a la Humanidad.

El cuarto punto que los hombres deben conocer y comprender como realidad fundamental, es que esta Jerarquía está compuesta por quienes han triunfado sobre la materia y han llegado a la meta por el mismo camino que siguen hoy los individuos. Estas personalidades espirituales, adeptos y Maestros, han luchado y bregado por obtener la victoria y el control en el plano físico, y se han enfrentado con los miasmas, brumas, peligros, dificultades, angustias y dolores de la vida diaria. Han hollado cada paso del sendero del sufrimiento, han pasado por todas las experiencias, han superado todas las dificultades y han triunfado. Estos Hermanos Mayores de la Raza han sufrido la crucifixión del yo personal y saben de la total renuncia del aspirante. No existe ninguna fase de agonía, ningún sacrificio consumado, ninguna Vía Dolorosa por la que no hayan pasado, y en esto radica Su derecho a servir y el poder de Su demanda. Conocedores de la quintaesencia del dolor, de la profundidad del pecado y del sufrimiento, Sus métodos pueden ser exactamente adecuados a las necesidades individuales; pero al mismo tiempo su compresión de que la liberación se obtendrá por medio del dolor, el castigo y el sufrimiento, y su captación de que la liberación se obtiene mediante el sacrificio de la forma, a través de los fuegos purificadores, basta para proporcionarles un firme apoyo y la capacidad de persistir, aun cuando la forma aparente haber sufrido suficientemente, y el amor, que triunfa sobre todos [i25] los obstáculos, esté fundado en la paciencia y la experiencia. Estos Hermanos Mayores de la humanidad se caracterizan por un perdurable amor, que actúa siempre en bien del grupo; por un conocimiento adquirido en el transcurso de millares de vidas, durante las cuales se abrieron camino desde el fondo de la vida y de la evolución, hasta llegar casi a la cima; por una experiencia basada en el tiempo mismo y en una multiplicidad de reacciones e interacciones de la personalidad; por una valentía, resultado de esa experiencia, que habiendo sido producto de épocas de esfuerzos fracasos y renovados esfuerzos que condujeron finalmente al triunfo, pueden ponerse ahora al servicio de la raza; por un propósito iluminado, inteligente y cooperador, ajustado al grupo y al Plan jerárquico y adaptado a la finalidad del Logos planetario; finalmente, se caracterizan por su conocimiento del poder del sonido. Esto último es la base del aforismo según el cual los verdaderos esoteristas se distinguen por la característica del conocimiento, de la voluntad dinámica, del valor y del silencio: "saber, querer, osar y callar". Conociendo bien el plan y teniendo una visión clara y luminosa, pueden aplicar Su voluntad, [e35] firme e indesviablemente, al trabajo de creación por medio del poder del sonido. Esto Los conduce a callar donde el hombre común habla, y a hablar donde el hombre común calla.

Cuando los hombres comprendan los cuatro hechos enumerados y los hayan establecido como verdades en la conciencia de la raza, podremos esperar entonces el retorno del cielo de paz, descanso y rectitud, predicho en todas las escrituras del mundo. Entonces el Sol de la Rectitud surgirá trayendo la curación en sus alas, y la paz, más allá de toda comprensión, reinará en el corazón de los hombres.

[i26] Al tratar el tema del trabajo de la Jerarquía oculta, en un libro dedicado al público, mucho quedará sin decir. El hombre común siente interés y su curiosidad se despierta cuando se habla de estas Personalidades, pues sólo está preparado para una información más general. Aquellos que de la curiosidad pasan al deseo y tratan de conocer la verdad tal cual es, obtendrán mayor información cuando ellos mismos hayan realizado el necesario trabajo y estudio. La investigación es deseable, y la actitud mental que se espera despierte este libro, puede resumirse en las siguientes palabras: Estas afirmaciones parecen interesantes y quizás sean ciertas. Las religiones de todos los países, incluyendo la cristiana, dan indicaciones que aparentemente corroboran estas ideas. Aceptémoslas como hipótesis activas, respecto a la consumación del proceso evolutivo del hombre y a su actuación para lograr la perfección. Busquemos la verdad como un hecho en nuestra propia conciencia. Toda fe religiosa expone la creencia de que quienes buscan con fervor hallan lo buscado, por lo tanto, busquemos. Si en nuestra investigación comprobamos que estas afirmaciones no son más que sueños visionarios, sin provecho alguno, que nos llevan tan sólo a la oscuridad, no habremos perdido el tiempo, puesto que sabremos dónde no hay que buscar. Por otra parte, si nuestra investigación nos lleva poco a poco a la corroboración, y la luz brilla cada vez con mayor claridad, persistamos hasta cuando alboree el día y la luz que brilla en la oscuridad ilumine el corazón y el cerebro, entonces el buscador despertará a la comprensión de que toda evolución tiende a otorgar esta expansión de conciencia y esta iluminación, y que el logro del proceso iniciático y la entrada en el quinto reino no son una quimera o fantasía, sino una realidad establecida en la conciencia. Cada uno debe cerciorarse por sí mismo. [i27] Quienes saben, pueden asegurar que una cosa es o no es así, y la afirmación o la enunciación de una teoría por otra persona, no dan al investigador más que una indicación confirmatoria. Cada alma debe cerciorarse por sí misma y descubrir en sí misma lo que busca, teniendo siempre presente que el reino de Dios es interno y que son de valor los hechos [e36] conocidos como verdades, dentro de la conciencia individual. Mientras tanto, podrá exponerse aquí lo que muchos conocen y han comprobado en sí mismos como verdades incontrovertibles, y al lector inteligente se le presentará la oportunidad y la responsabilidad de cerciorarse por sí mismo de su verdad o falsedad.


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