Los Rayos y las Iniciaciones - Regla IX

      


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PRIMERA PARTE

CATORCE REGLAS PARA LA INICIACIÓN GRUPAL

REGLA IX

 

     A medida que proseguimos el estudio de las reglas se acrecentará grandemente la dificultad de interpretarlas y explicarlas. Llegamos a esa parte de las reglas en que se requiere poseer conciencia iniciática para su correcta y verdadera comprensión; analizaremos ideas para las cuales no tenemos un léxico adecuado. En forma breve hemos considerado algunos aspectos inferiores de las Leyes de la Vida, tal como los percibe el iniciado y los interpreta en la esfera de su conciencia normal, la de la Tríada espiritual. He tenido que confinar la exposición dentro de esa zona de conciencia que denominamos "percepción manásica", la de la mente abstracta. En la medida en que ustedes hayan desarrollado la mente abstracta y construido ligeramente el antakarana, así comprenderán mis palabras.

     La dificultad se acrecienta más al estudiar la Regla Nueve. Ya resultó difícil cuando expuse su forma inferior para aspirantes. Como recordarán, la regla era: [i168]

     Que el discípulo se fusione dentro del círculo de los demás yoes. Que se fusionen en un solo color y aparezca su unidad. Sólo cuando el grupo es conocido y presentido, la energía puede emanar sabiamente.

     Esta regla sencilla contiene tres ideas principales:

1. La identificación total con los demás yoes.

2. La uniformidad de su presentación espiritual ante el mundo una vez que se ha establecido la unidad.

3. La fuerza grupal -resultado de las dos realizaciones mencionadas- como energía real enfocada, puede entonces ser utilizada.

     [e147] El neófito habla ingenuamente de identificarse con los demás y ansiosamente se esfuerza por cerciorarse de cuál es su grupo y fusionarse con él; sin embargo, al hacerlo, el constante concepto de la dualidad está siempre presente -él y los demás yoes, él y el grupo, él y la energía grupal, que ya puede manejar. No obstante, en la realidad no es así. Cuando se ha logrado la verdadera identificación no existe el sentido de esto o aquello; cuando la fusión es total no se reconoce la actividad individual dentro del grupo, porque la voluntad del alma fusionada es idéntica a la del grupo y actúa automáticamente; cuando existe verdadera unidad el aspirante individual se convierte en canal para la voluntad y actividad del grupo, y ello no exige esfuerzo de su parte sino simplemente una reacción espontánea.

     He puntualizado lo anterior porque en la regla para discípulos e iniciados esto sucederá con mayor frecuencia y los resultados se obtendrán por el empleo consciente de la voluntad, la divina síntesis en acción; además el grupo a que se refiere no es el ashrama de determinado Maestro, sino el de todos los ashramas que en su totalidad reflejan el propósito de Shamballa y desarrollan el Plan dentro de la esfera activa de la conciencia jerárquica.

     En todos los niveles de conciencia en el triple mundo de la Tríada espiritual, existen ashramas de Maestros. Algunos de Ellos se ocupan exclusivamente del aspecto mente de todas las formas, por lo tanto, sus ashramas están condicionados por la conciencia manásica; son [i169] los ashramas de esos iniciados que han recibido la cuarta iniciación, pero que aún no son Maestros. Son mayormente adeptos que pertenecen al tercero y quinto rayos, trabajan con manas o mente, a medida que se va desarrollando en las formas. Realizan un trabajo fundamental muy importante, pero son muy poco comprendidos, en consecuencia llevan vidas de gran sacrificio, y el período de su servicio sobre este aspecto particular es relativamente breve. Algunos aspectos de su desarrollada conciencia se han mantenido pasivos y temporariamente inexpresados, a fin de permitirles trabajar con la sustancia y específicamente con la conciencia de los átomos que constituyen las formas de los reinos subhumanos de la naturaleza. Trabajan muy poco con la humanidad, excepto con determinados miembros avanzados que están en la línea científica; atraen a sus ashramas únicamente a quienes pertenecen al tercero y quinto rayos y pueden continuar el trabajo, entrenándolos sobre líneas especiales y peculiares.

     Los ashramas de los Maestros (existentes en todos los rayos) que trabajan especialmente con la humanidad, se hallan en su mayor parte en los niveles búdicos de la conciencia triádica. Predomina en ellos la nota de "comprensión amorosa", pero aún estas [e148] palabras deben ser interpretadas esotéricamente y no de acuerdo a su evidente y común significado. No es una cuestión de "comprendo porque amo", o que "esto" con amor, comprende "aquello". Es algo más profundo, que involucra la idea de identificación, participación y comprensión sintética -hermosas y eufónicas palabras, pero de poco significado para los no iniciados.

     En los niveles átmicos de la voluntad espiritual, tenemos los ashramas de los Maestros que interpretan la voluntad de Shamballa, a Quienes se les ha encomendado la tarea de trasmitir el propósito y organizar los planes para cumplir dicho propósito. Análogamente a como sucede en los niveles manásicos, la totalidad de los ashramas son presididos por el Maestro R., el Señor de la Civilización; así también en los niveles búdicos los ashramas son supervisados por el Maestro K.H., ayudado por mí (Maestro D.K.) y tres discípulos [i170] iniciados avanzados; el objetivo consiste en desarrollar la percepción grupal y la comprensión amorosa, a fin de que las formas, preparadas y condicionadas bajo la supervisión del Maestro R., puedan ser sensibilizadas y cada vez más conscientes de la realidad mediante el desarrollo de un mecanismo interno de luz que, a su vez, condicionará y desarrollará el mecanismo externo de contacto. Los ashramas en los niveles átmicos están controlados por el Maestro M., que fomenta el aspecto voluntad dentro de las formas evolucionadas y (como lo expresa El Antiguo Comentario) "agrega oscuridad a la luz, a fin de que aparezcan las estrellas, pues en la luz no fulguran las estrellas, pero en la oscuridad no existe luz difusa sino puntos enfocados de radiación". El simbolismo será evidente para ustedes, aunque no su plena significación

     Abarcando, fusionando y unificando el esfuerzo de todos estos grupos de ashramas, permanece el Cristo viviente, el Guía de todos los ashramas, el Maestro de Maestros, el Mediador entre Shamballa y la Jerarquía y entre la Jerarquía y la Humanidad. Podrán obtener una vislumbre de las condiciones omnicompenetrantes si digo que Él perfeccionó y terminó Su trabajo de Mediador entre la humanidad y la Jerarquía cuando estuvo la última vez en la Tierra, y ahora está adquiriendo destreza para una mediación muy elevada que establecerá una relación más estrecha entre la Jerarquía y Shamballa. Este trabajo de mediación, basado en la fusión de la voluntad espiritual (que Él ya ha desarrollado) y la voluntad universal (que Él está desarrollando) Le señala la meta que culminará cuando haya recibido la novena iniciación. Grandes misterios son éstos y sólo los expongo a fin de impartirles el sentido de síntesis de la totalidad del esquema, y el reconocimiento del anhelo al bien, que compenetra cada aspecto de la Vida planetaria, desde el más insignificante átomo de sustancia, pasando por cada [e149] forma viviente intermedia, hasta ascender al Logos planetario Mismo.

     A menudo se considera a la voluntad como el poder por cuyo intermedio se realizan las cosas, se inician actividades y se desarrollan los planes. Esta definición general es formulada [i171] fácilmente por los hombres, porque la comprenden en términos de su propia voluntad, la voluntad para obtener el propio mejoramiento individual -egoísta y mal comprendida al principio, pero con el tiempo tiende a ser altruista, a medida que la evolución realiza su benéfica tarea. La voluntad será interpretada entonces en términos del plan jerárquico; el hombre individual realizará el esfuerzo para rechazar su propia voluntad, tratando de fusionarla con la del grupo que, a su vez, constituye un aspecto del esfuerzo jerárquico siendo un gran paso hacia la orientación, y conducirá oportunamente a un cambio de conciencia. Esta última frase es muy importante.

     La mayoría de los aspirantes se hallan en la actualidad en esta etapa. Sin embargo, la voluntad es en realidad algo muy distinto de las expresiones que existen en la conciencia humana, cuando los hombres intentan interpretar la voluntad divina en términos de su actual etapa de evolución. La clave para su comprensión (la más fácil para ustedes), la tenemos en }as palabras "eliminación de todas las formas". Cuando ha sido vencida la atracción de la sustancia y muere el deseo, entonces predomina el poder de atracción del alma, y el énfasis puesto durante tanto tiempo sobre la forma, la vida y la actividad individuales, es transferido a la forma y propósito grupales. Luego el poder de atracción de la Jerarquía y de los ashramas de los Maestros reemplaza a las atracciones inferiores y a los puntos focales de menor interés. Cuando éstos, a su vez asumen el lugar que les corresponde en la conciencia, puede sentirse el "tirón" dinámico de Shamballa, que no tiene relación con la forma o formas, con un grupo o grupos. Sólo se conoce el sentido grupal de "bienestar", esotéricamente entendido, pues se lo comprende como voluntad al bien. Ninguna forma puede aferrar a la conciencia, ni grupo alguno o ashrama confinará la conciencia del iniciado, pues desaparece todo tipo de diferencia. He dado este preámbulo como un esfuerzo para aclarar sus mentes antes de abocarnos al cuidadoso estudio de la Regla Nueve y llegar hasta su significado esencial.

Regla Nueve.

Que el grupo sepa que no existen otros yoes. Que el grupo sepa que no existe color sino luz, entonces [i172] que la oscuridad ocupe el lugar de la luz, ocultando todas las diferencias, eliminando todas las formas. Luego -en el lugar de tensión y en ese punto más oscuro- que el grupo vea un punto de fuego claro y frío y que en [e150] ese fuego (exactamente en su mismo corazón) aparezca el Iniciador Uno, Cuya estrella brilló cuando fue traspuesto el primer Portal.

     El mayor problema que enfrentan los aspirantes y discípulos antes de la tercera iniciación, es comprender la naturaleza de la identificación. Concierne (en el caso de los primeros) a la relación entre el no-yo y el yo y entre todos los yoes con el Yo omnincluyente. Involucra el misterio de la dualidad, de la cual ellos se ocupan, y en el instante en que la teoría acerca de la unidad esencial se convierte en conocimiento definido, entonces se penetra en el reino de la síntesis. Para ese tipo de conocimiento nuestro lenguaje actual no tiene palabras, por lo tanto resulta imposible formular conceptos destinados a interpretar el consiguiente y resultante modo de ser. La frase "identificación con" es la que más se acerca a la idea original, y hasta que el hombre capte su idéntica unificación, aunque sea con un sólo ser humano, no le será posible reflexionar sobre ello en forma verdaderamente constructiva. La fusión total de los aspectos negativo y positivo en el matrimonio, en el momento en que la vida es trasmitida y transferida, constituye el único símbolo tangible inadecuado de este proceso de compartir la vida, que tiene lugar cuando un individuo o grupo sabe, de hecho y no por simple teoría, que "no existen otros yoes".

     La identificación (única palabra disponible para nuestro propósito) está vinculada con la vida dinámica, con la ampliación de conciencia, con la culminación y con la participación creadora, además del proceso de participación. Constituye el proceso de participación -consciente y constructivamente emprendido- en las acciones y reacciones de Aquel en Quien vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser; está relacionado con la red de canales de vida que mantienen en función al aspecto forma del Logos planetario como "Representación Divina". Observen estas palabras. Está vinculado con la circulación de esa "vida más abundante" mencionada por Cristo, cuando se refirió a la verdadera naturaleza de Su [i173] misión. Podría decirse que al pronunciar esa frase se percató de la misión y realizó el esfuerzo preliminar para servir a Shamballa en vez de a la Jerarquía, de la cual ya era el Guía. Posteriormente enunció, lo mejor que pudo, la ampliación de esa comprensión, en las palabras tan conocidas por los cristianos: "Yo y mi Padre somos uno". Trató también de elucidarlo en el séptimo capítulo de Evangelio, según San Juan. No existe otra frase en la literatura mundial que posee exactamente la misma cualidad. Unicidad, unidad, síntesis e identificación, son hoy palabras relacionada con la conciencia y como que expresan algo inalcanzable para los hombres en la actualidad. Este manifiesto o declaración de Cristo constituye la primer tentativa para impartir la reacción al con tacto con Shamballa, y sólo pueden interpretarla correctamente [e151] los iniciados de cierta categoría y experiencia. El concepto de unidad, conducente a la cooperación, a la impersonalidad, al trabajo grupal y a la comprensión, además de una creciente absorción en el Plan, son algunos de los términos que pueden utilizarse para expresar la percepción del alma en relación con la Jerarquía. Dichas reacciones a los ashramas unidos, que constituyen la Jerarquía, se acrecientan constantemente y condicionan benéficamente la conciencia de los miembros prominentes que van a la vanguardia de la ola humana que en la actualidad está en proceso de evolucionar.

     Más allá de este estado de conciencia existe otro estado del ser, tan lejanamente apartado de la conciencia de los Miembros de la Jerarquía, como ésta, a su vez, de la conciencia de los hombres. Esfuércense por captar esto, aunque vuestro cerebro y facultad de formular conceptos rechace. la posibilidad de esta excelsa vivencia No se desalienten ante la incapacidad de comprender; recuerden que el mencionado estado del ser abarca la meta que los Maestros se esfuerzan por alcanzar y que el Cristo Mismo está alcanzando ahora.

     Por eso el simbolismo de la luz y la oscuridad está contenido en las palabras: Que el grupo sepa que no existe color sino luz entonces que la oscuridad ocupe el lugar de la luz.

     Así como el individuo debe pasar por la etapa donde todo "color" desaparece de la vida cuando sale del [i174] espejismo que condiciona al plano astral, análogamente los grupos que se preparan para la iniciación deben pasar por el mismo proceso devastador. El espejismo desaparece y por primera vez el grupo (lo mismo que el individuo) deambula en la luz. Las unidades del grupo, al deambular así en forma unida, aprenden la lección (claramente enunciada por la ciencia moderna) que la luz y la sustancia son términos sinónimos; la verdadera naturaleza de la sustancia, como campo y medio de actividad, aparece con toda claridad para los miembros iniciados del grupo. H.P.B. se refirió a ello cuando dijo que el verdadero ocultista trabaja exclusivamente en el campo de las fuerzas y energías.

     El significado de las palabras "la oscuridad es el espíritu puro", constituye la siguiente lección que el grupo en conjunto debe captar. Este reconocimiento, conocimiento, captación, comprensión (denomínenlo como quieran), es tan desconcertante y omniabarcante que desaparecen todas las características y diferencias. El discípulo comprende que sólo son el resultado de la actividad de la sustancia en su función de constructora de formas, siendo en consecuencia ilusorias e inexistentes desde el ángulo del espíritu, [e152] pasivo en su propio centro. El único conocimiento que resta es el del Ser puro.

     Este conocimiento llega al discípulo, lógicamente, por medio de la revelación gradual en equilibrada secuencia; cada contacto con el Iniciador, acerca al iniciado al centro de la oscuridad pura -oscuridad que constituye la antítesis de la oscuridad como la comprenden los no-iniciados y los no-iluminados. Es un centro a punto de tan intenso brillo que hace desaparecer todo lo demás y, en el lugar de tensión y en ese punto más oscuro, que el grupo vea un punto de fuego claro y frío.

     La tensión y el punto de realización sólo son alcanzables en formación grupal. Aún en las primeras iniciaciones, cuando el iniciado ha adquirido el derecho de recibir la iniciación, el proceso sigue siendo un procedimiento grupal, llevándose a cabo ante la presencia protectora de los iniciados de la misma categoría y evolución. Su enfoque unido permite que el aspirante a la iniciación vea el punto de clara y fría luz, y sus voluntades unidas hacen que se yerga, [i175] sin temor, con ojo alerta, ante Aquel que desde el principio le confirió los dones de la vida y de la luz y Quien ahora, con el cetro en alto, rodeado por el fuego, le revela la significación de la vida y el propósito de la luz". Las mentes de los hombres nada saben sobre ello, ni aún el más elevado intelecto puede captarlo, ni siquiera presentirlo.

     Con las familiares palabras (familiares para los esoteristas) frecuentemente pronunciadas o entonadas en los instantes de elevada aspiración espiritual, el neófito se refiere a ese momento en que "permanecemos donde el Único Iniciador es invocado, donde vemos el fulgor de Su estrella", surgen dos ideas: la idea de invocación y la del resultado de esa invocación, el repentino e inesperado fulgor de la Estrella, la cual es simplemente un punto de vívida luz. Aunque la invocación se utiliza como afirmación de un objetivo fijado por el aspirante a la iniciación, constituye, no obstante, un mántram muy apropiado para la tercera iniciación. Su llamado invocador sólo es eficaz cuando se emplea conjuntamente con la Palabra de Poder. Cristo comunica la Palabra de Poder al aspirante (un iniciado de segundo grado) a quien Él ya ha conferido las dos primeras iniciaciones, siendo ahora necesaria Su aura protectora (conjuntamente con la del Maestro, del iniciado y de otro Maestro o un adepto de cuarta iniciación) antes de que pueda brillar la estrella -la luz enfocada del Iniciador Uno. Por primera vez la conciencia expandida del iniciado puede hacer contacto con Shamballa y con Quien allí rige, el Señor del Mundo. Y por primera vez, el propósito enfocado que trajo a Sanat Kumara a la encarnación, hace impacto sobre el [e153] cerebro iluminado del iniciado, dotando a su equipo, naturaleza y conciencia, con algo nuevo y distinto. No sé en que otra forma podría expresar estas ideas. Es la ciega convicción de una voluntad inalterable que arrasa con todo, totalmente inconsciente de tiempo y espacio, consciente sólo de la intensidad de la dirección, trayendo al iniciado dos cualificaciones mayores o reconocimientos básicos: el sentido de un existir esencial que anula toda acción y reacción de tiempo y [i176] espacio y la enfocada voluntad al bien, de efectos tan dinámicos que el mal desaparece. Después de todo, el mal es sólo el impelente sentido de diferencia, que conduce inevitablemente a la acción separatista.

     Las dualidades se disuelven en la síntesis y, también por primera vez, el iniciado comprende el significado de las antiguas palabras "unidad aislada", tan inapropiadamente traducidas. En el futuro ya no habrá para él luz ni oscuridad, bien ni mal, diferencia ni separación. La estrella que brilló, ocultando al Señor del Mundo -El Anciano de los Días- que permanece entre Éste y él, es vista como la entrada o portal, y el agente que introduce algo mayor y superior en la simple vida planetaria. Durante las dos primeras iniciaciones, el Ángel de la Presencia permaneció entre el discípulo-aspirante y la Presencia. En las iniciaciones posteriores, el Cristo Mismo es el Ángel de la Presencia, uno con el alma del aspirante (el Ángel individual de la Presencia). A través del corazón de Cristo pasa, como un haz de luz, el poder dinámico del Iniciador Uno, aminorado o diluido por el Cristo, a fin de que el aspirante pueda apropiarse de su potencia, sin riesgo ni peligro.

     Después de la tercera iniciación el aspirante debe enfrentar por sí solo al Iniciador Uno, sin que ningún personaje protector permanezca entre él y la fuente eterna de omnipoder. El Cristo está presente, atento y prestando apoyo. Permanece directamente detrás del iniciado, a fin de detener y distribuir la potencia que atraviesa el cuerpo y los centros del iniciado, y a cada lado de él permanece un Maestro. Sin embargo, enfrenta al Iniciador, por sí solo y sin protección. Aún en esta iniciación muy posterior, no puede "ver directamente", según se dice. Es consciente de un minúsculo punto de luz que se acrecienta, hasta alcanzar un intenso brillo, y se convierte ante él en una estrella de cinco puntas. Durante la cuarta iniciación no brilla ante él la estrella sino un triángulo, y dentro del triángulo percibirá un ojo que lo observa y, por primera vez, ve "directamente" al Altísimo. Durante la quinta iniciación ningún [i177] símbolo o sustancia luz, lo separa o protege, pero permanece cara a cara ante el Iniciador y posee plena libertad dentro de la Ciudad de Dios. Aún no es miembro del Gran Concilio, pero tiene el derecho de entrar en Shamballa y desde allí avanza hacia una relación más íntima, si ése es el destino elegido. [e154] Quizás no llegue a ser Miembro del Gran Concilio; esto está reservado a unos pocos y a Quienes pueden recibir iniciaciones más elevadas dentro del "círculo no se pasa" de nuestro planeta -tarea de enorme dificultad. Como ya he dicho, existen otras e interesantes alternativas. El iniciado puede salir totalmente de la vida planetaria por cualquiera de los distintos senderos, por cuyo medio un Maestro comienza a recorrer el Sendero de la Evolución Superior, y para ello Lo han preparado los acontecimientos de pasado. No importa qué Camino siga, el Maestro siempre forma parte del propósito; conoce ya el enigma de la oscuridad que trae luz, y la "inescrutable voluntad de Dios" ha dejado de ser un misterio para Él. Comprende la idea divina y puede colaborar con ella; ha alcanzado la etapa de conocimiento que le permite sondear lo que está detrás del Plan, para el cual la Jerarquía ha trabajado durante eones.

     Así como el discípulo penetra en el mundo de significados interpreta los acontecimientos, también la Jerarquía actúa en el mundo de la mediación, aplicando el Plan revelado por el mundo de significados, de manera que el iniciado superior trabaja conscientemente en el mundo del propósito que el Plan complementa, el mundo de significados interpreta y el mundo de acontecimientos expresa, en orden correlativo y de acuerdo a la Ley evolutiva.

     El cuarto creciente de la Luna representa el portal de la evolución; la Luna creciente y menguante representa el proceso evolutivo -a medida que afecta la vida material y sustancial del hombre- símbolo del crecimiento y muerte del deseo. La Luz es el símbolo del mundo de significados -luz que ilumina los caminos de los hombres, interpreta acontecimientos y otorga revelación. [i178] La Cruz giratoria es el símbolo del mundo de la mediación; el símbolo del mundo del propósito es doble: la estrella de cinco puntas y el radiante Sol central. Recuerden que al hablar y pensar en símbolos, se antepone algo entre nosotros y la realidad -un algo protector, interpretativo y significativo que, sin embargo vela y oculta. Después de la quinta iniciación se rasgan todos los velos y nada se interpone entre el iniciado y el Ser Esencial.


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