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CAPITULO I

INTRODUCCIÓN


1. Los Tres Objetivos en el Estudio de los Rayos

[e27] [i3] EL ESTUDIO de los rayos y la verdadera y profunda comprensión de la significación interna de la enseñanza, proporcionará tres cosas:

A.        Arrojará mucha luz sobre el panorama histórico transcurrido durante épocas y ciclos. En último análisis, la historia es un relato del crecimiento y desarrollo del hombre desde la etapa de las cavernas, con su conciencia centrada en la vida animal, hasta elmomento actual en que la conciencia humana va siendo cada vez más incluyente y mental, y así sucesivamente va ascendiendo hasta la etapa de un perfecto hijo de Dios. Narra lo que el hombre ha captado de las ideas creadoras que han moldeado la raza y están estableciendo su destino. Nos presenta un cuadro dramático del progreso realizado por esas almas que entran y salen de la manifestación debido a la aparición o desaparición de un rayo. A medida que estudiamos veremos que las palabras entorpecen en gran parte las explicaciones dadas sobre las realidades implicadas, por lo tanto, debemos procurar penetrar por debajo del significado superficial y llegar hasta la estructura esotérica de la verdad. Los rayos están en constante movimiento y circulación, y manifiestan una actividad progresiva y cíclica que evidencia un impulso cada vez mayor. En ciertas épocas dominan, [i4] en otras permanecen inactivos, y de acuerdo al rayo particular que haga sentir su presencia en un período determinado, así será la cualidad de la civilización, el tipo de formas que aparecerán en los reinos de la naturaleza y la consiguiente etapa de percepción (estado de conciencia) de los seres humanos que vienen a la vida en una era particular. Estas vidas que encarnan (en los cuatro reinos de la naturaleza) responderán a determinada vibración, cualidad, colorido y naturaleza en cuestión. El rayo que está en manifestación afectará poderosamente los tres cuerpos que constituyen la personalidad del hombre, y la influencia del rayo producirá cambios [e28] en su contenido mental y en su naturaleza emocional, determinando la calidad del cuerpo físico.

Me doy cuenta que al dar a conocer esta enseñanza relativamente nueva sobre los rayos, y en mi esfuerzo por arrojar nueva luz sobre el tema, quizás momentáneamente aumente su complejidad. Pero a medida que se hacen experimentos y se estudian a las personas en los laboratorios de los sicólogos y de los psicoanalistas, en relación con los rayos y lo que ellos manifiestan, y a medida que las nuevas ciencias puedan ser utilizadas inteligentemente dentro de una esfera adecuada, obtendremos muchos beneficios y corroboraremos la enseñanza dada. Entonces veremos surgir un nuevo acercamiento a las antiguas verdades y una nueva forma de investigar a la humanidad. Mientras tanto, procuremos enunciar con claridad la verdad acerca de los rayos, y tratemos de clasificar, delinear e indicar su naturaleza, propósito y efectos.

Los siete rayos se manifiestan cíclicamente y, debido a ello, entran y salen continuamente de la manifestación, dejando en el transcurso de las épocas su impronta en el género humano, conteniendo por lo tanto la clave para toda verdadera investigación histórica, investigación que aún queda por hacerse.

B.        Otro de los resultados que se lograrán por el estudio de los rayos esclarecerá nuestro conocimiento sobre la naturaleza del hombre. La moderna psicología experimental y académica ha reunido mucha [i5] información respecto a cómo funciona el hombre, cuál es la naturaleza de sus reacciones, la capacidad de su aparato mental, la cualidad de su mecanismo físico, su modo de pensar y la suma total de sus complejos, sicosis, neurosis, instintos, intuiciones y estabilidad intelectual, que indudablemente él es. La psicología médica también nos ha dado mucho, y hemos aprendido que el ser humano está totalmente condicionado por su instrumento de expresión y no puede manifestar más de lo que le permiten sus sistemas nervioso, cerebral y glandular. Sin embargo, algunas de las teorías, hasta las mejores que se han comprobado, se desmoronan dadas las diversas condiciones. El campo que abarca la psicología en la actualidad es tan vasto, como numerosas y variadas son sus escuelas y engorrosa su terminología, que no intentaré ocuparme de ello.

La deuda de gratitud que tiene el mundo para con los sicólogos entrenados es inestimable, pero si no se introduce una idea clave en el campo del pensamiento, caerá por su propio peso y producirá (como ya lo está haciendo) problemas, complejos y enfermedades mentales, resultado directo de sus propios métodos. [e29] El conocimiento que ahora tenemos del modo en que actúan los hombres en el plano físico como personalidades integradas, y cómo puede esperarse que actúen dadas ciertas condiciones, es extenso y sólido, y la amplitud de su comprensión puede, hasta cierto punto, ser medida si comparamos lo que actualmente sabemos con lo que se sabía hace ciento cincuenta años. El conocimiento se ha fundado en gran parte en el estudio de lo anormal y en el aspecto forma (siendo este último el verdadero método científico); por lo tanto se halla limitado y circunscripto al comprobarlo en el análisis definitivo, comprobado a la luz de lo supranormal que indudablemente existe. Lo que quiero hacer y la contribución que deseo aportar al tema conciernen al énfasis que pondremos sobre la naturaleza del principio integrador que reside en todas las formas coherentes, y en aquellos que [i6] denominamos alma o yo, a falta de mejor término. Este principio, que anima al cuerpo y expresa sus reacciones por medio de sus estados emocional y mental, es lógicamente reconocido por muchas escuelas de psicología, pero sigue siendo, sin embargo, la entidad desconocida e indefinible. No pueden descubrir su origen; no saben qué es, si es o no una entidad animadora, distinta y separada del cuerpo; se preguntan si es la suma total energética integrada, traída a la existencia mediante la función de las células corporales y, por lo tanto, a través del proceso de la evolución, que constituye un ente pensante y sensible, o si es sólo el conjunto de vida y conciencia de las mismas células.

Lo antedicho es una generalización que servirá a nuestro propósito y abarcará el tema en general. A medida que se estudia, veremos que las energías que animan a las personalidades y constituyen la naturaleza del ser humano se dividen lógicamente en tres grupos:

  1. Las energías denominadas "los espíritus de los hombres". Obsérvese la absoluta superficialidad de esta frase. Conduce a error y no tiene sentido. El espíritu es Uno, pero dentro de esa esencial unidad se ven y observan "los puntos de fuego" o "las chispas divinas". Estas unidades, dentro de la unidad, están matizadas por tres tipos de energía y reaccionan a ellas en forma cualitativa, porque es una verdad científica y una realidad espiritual de la naturaleza de que Dios es Tres en Uno y Uno en Tres. El espíritu del hombre vino a la encarnación a lo largo de una línea por donde emana la fuerza proveniente de una u otra [e30] de estas tres corrientes, las cuales forman una corriente que emana desde el Altísimo.

  2. Estas corrientes de energía se dividen en tres corrientes principales, no obstante ser una sola corriente. Esto es un hecho oculto, que merece [i7] la más profunda reflexión. A su vez se diferencian en siete corrientes que "conducen hacia la luz" a los siete tipos de almas, según se dice, los cuales consideraremos aquí.

  3. Las energías dentro de las cuales se distribuyen las tres corrientes se convierten en siete, que a su vez producen los cuarenta y nueve tipos de fuerza que se expresan a través de todas las formas, en los tres mundos y en los cuatro reinos de la naturaleza. Por lo tanto tenemos:

    1. Tres grupos monádicos de energías. La Unidad esencial expresa, mediante estos tres, las cualidades de Voluntad, Amor e Inteligencia.

    2. Siete grupos de energías, por cuyo intermedio los tres grupos expresan las cualidades divinas.

    3. Cuarenta y nueve grupos de fuerzas, a las cuales todas las formas responden, constituyendo el cuerpo de expresión de los siete, que a su vez son reflejo de las tres cualidades divinas.


Por lo tanto, en cierta forma misteriosa, las diferenciaciones que se manifiestan en la naturaleza se encuentran en el reino de la cualidad y no en el reino de la realidad.

Consideraremos los siete grupos de almas (o energía del alma) y las triples formas del cuarto reino de la naturaleza que ellas crean, a través de las cuales tienen que expresar la cualidad de su grupo de rayo y la energía de uno de los tres grupos esenciales con el que se relaciona el rayo del alma. Por eso intentaremos, si es posible, agregar algo más a la psicología moderna y enriquecer su contenido con la psicología esotérica que trata del alma o yo, la entidad animadora dentro de la forma. [i8]

C. El tercer efecto que se producirá al estudiar los rayos será doble. No sólo llegaremos a comprender algo de la parte interna de la historia, o a adquirir una idea de las cualidades divinas que surgen de los tres aspectos y determinan las formas de expresión en el plano físico, sino que tendremos un método práctico de análisis para llegar a una correcta comprensión de nosotros mismos como entidades animadoras, y a una comprensión más inteligente de nuestros semejantes. Por ejemplo, cuando comprobamos por el estudio que la tendencia de nuestro rayo de alma es de poder o voluntad, pero que el rayo que rige [e31] a la personalidad es el de devoción, entonces podemos medir con más exactitud nuestras oportunidades, capacidades y limitaciones y determinar con más precisión nuestra vocación y servicio, nuestro debe y haber y nuestro verdadero valor y fortaleza. Cuando podemos agregar a ese conocimiento un análisis que nos permita comprender que el cuerpo físico reacciona preeminentemente al rayo del alma, mientras que el cuerpo emocional está bajo la influencia del rayo de la personalidad, históricamente en manifestación en ese momento, entonces estamos en posición de juzgar con acierto nuestro problema, y podemos ocuparnos más inteligentemente de nosotros mismos, de nuestros hijos, amigos y asociados. Descubriremos que somos capaces de colaborar más inteligentemente con el Plan, a medida que trata de manifestarse en determinada época.

Es una verdad muy conocida que el verdadero significado de "sicología" es "lo que dice el alma". Es el sonido que puede ser emitido por un rayo determinado, el cual produce un efecto en la materia. Esto es en cierto modo difícil de expresar, pero si tenemos en cuenta que cada uno de los siete rayos emite su propio sonido, y al hacerlo pone en movimiento esas fuerzas que deben actuar al unísono con él, podrá solucionarse toda la cuestión del libre albedrío del hombre, de su destino eterno y de su poder de autofirmación. A medida que proseguimos trataremos de responder a estos interrogantes.

[i9] Algunos de los puntos que trataré de aclarar no podrán ser sustanciados ni comprobados por ustedes, por lo tanto, sería prudente aceptarlos como hipótesis activas, a fin de comprender lo que trato de decir. Otros puntos que mencionaré podrán ser verificados en sus propias experiencias de la vida, y demandarán el reconocimiento de la mente concreta, o podrán producir una reacción que traerá como consecuencia una intensa convicción que emanará de sus Yoes intuitivamente conscientes. De todos modos, lean lentamente; apliquen las leyes de analogía y de correspondencia; hagan un análisis de sí mismos y de sus hermanos; procuren vincular lo que digo con el conocimiento que puedan poseer de las teorías modernas, y recuerden que cuanto más vivan realmente como almas, tanto más captarán lo que se trata de impartir.

A medida que estudian no olviden el concepto fundamental de que todo trabajo oculto se ocupa de la energía -unidades de energía, energía contenida en las formas y corrientes de energía que afluyen; estas energías llegan a ser poderosas y encarnan nuestro propósito mediante el empleo del pensamiento, pues [e32] siguen las líneas bien definidas de las corrientes mentales del grupo.

Debe recordarse, sin embargo, que en la región del pensamiento se produce la separación entre la magia blanca y la magia negra. Utilizando el poder del pensamiento se puede observar cómo actúan los dos aspectos de la magia y, por lo tanto, verificar que no existe magia negra, en sí, hasta que se llega al reino de la mente. Nadie puede ser mago negro hasta que la voluntad y el pensamiento no trabajen al unísono, hasta que el control mental y el trabajo creador de la mente enfocada puedan comprobarse. Se ha dicho repetidas veces que el mago negro es muy raro, y esto es verdad porque el pensador creador que tiene el poder de aplicar la voluntad en forma sostenida, también es raro.

Permítaseme explicarlo. Es necesario pensar en forma clara sobre estas cosas, porque a medida que estudiamos la psicología del microcosmos [i10] y llegamos a comprender sus impulsos y energías de rayo, debemos lógicamente ver con claridad el camino a seguir, a fin de hollar el sendero del altruismo, que conduce a ser consciente del grupo, y no el sendero del individualismo que lleva oportuna e inevitablemente (a medida que el aspecto mental se organiza) al sendero de la izquierda, de la magia negra.

Esas almas fuertes que conscientemente y a sabiendas entran en los reinos de la fuerza espiritual y toman de allí lo que necesitan y desean, tienen que trabajar con inteligencia para que pueda haber la consiguiente y sensata distribución de fuerza dentro de una zona elegida. Quienes saben que forman parte de las filas de aspirantes y poseen la perseverancia que los llevará adelante hacia la meta, deben recordar que tienen la responsabilidad de agregar su cuota a la suma total, lo cual se lleva a cabo cada vez que piensan en el grupo, escriben a un aspirante o meditan.

Extiendan la idea, comenzando desde el estudiante de un grupo hasta el grupo mismo, considerándolo como una unidad grupal dentro de un grupo mayor. Así tendrán una perfecta analogía de la forma en que los Grandes Seres trabajan actualmente. Por lo tanto, consideren que todo el trabajo que realizan es grupal, que causa efectos inevitables y contribuye a la potencialidad de la forma mental del grupo.

La segunda cosa que quisiera explicar concierne a las pruebas que inevitablemente se realizan ahora entre aspirantes y discípulos. Esto no es sólo una prueba sobre el lugar que ocupan en el Sendero, sino más bien la capacidad de vivir en el [e33] mundo como ciudadanos de otro reino y como custodios de aquello que el mundo como regla general no reconoce. Hasta donde se aplique esa prueba y hasta donde pueda medirse, señalaré que no se la aplica como algunos creen por la afiliación en algún grupo, ni por su determinación fija de hollar el Sendero, sino porque la propia alma del aspirante lo ordenó antes de reencarnar y [i11] su voluntad era que debería lograrse cierta medida de desarrollo, desconocido hasta entonces, alcanzar cierto grado de desapego de la forma y adquirir cierta preparación que lo liberará de la vida de la forma. Es totalmente falsa la idea de que un renovado esfuerzo hacia la meta de la luz espiritual ocasione trastornos o produzca desastres. El grado de disciplina a que debe ajustarse un discípulo es decidido y conocido por su alma antes de reencarnar, lo cual está determinado por la ley.

Ahora trataremos de investigar el problema de las unidades de energía y la mutua interacción que subsiste en el tema de los rayos. Cada grupo en el mundo es un núcleo para el enfoque y la interacción de los siete tipos de fuerza, así como cada ser humano es el punto de reunión para los siete tipos de energía -dos en el ascendente y cinco menos poderosos. Cada grupo puede ser, por lo tanto, un centro creador, y producir aquello que es la expresión de las energías controladoras y del pensamiento dirigido de los pensadores del grupo. Según el punto de vista de Quienes observan y guían, cada grupo construye algo que sea relativamente tangible y esté regido por ciertas leyes constructivas. El gran trabajo de los Constructores prosigue con firmeza. Frecuentemente, lo que se construye es incipiente, fútil, amorfo, sin propósito, y no sirve a los dioses ni a los hombres. La raza como un todo está entrando en una era en que la mente se convierte en un poderoso factor; la mayoría está aprendiendo a mantener la mente firme en la luz y, en consecuencia, es receptora de ideas hasta ahora desconocidas. Si un grupo de mentes pueden atraerse mutuamente y fusionarse en una síntesis adecuada, y si (en sus meditaciones individuales y diarias) se mantienen enfocadas y orientadas en lo que puede ser aprehendido, se captarán grandes conceptos y se intuirán grandes ideas. Los hombres pueden aprender a pensar -como grupo- y llevar a la manifestación las ideas intuidas sobre la verdad y la belleza del Plan; [i12] de esa manera podrá construirse una bella creación que incorpore un principio divino. Reflexionen sobre esto, traten de capacitarse para registrar tales ideas, entrénense para formularlas en pensamientos y trasmitirlas, a fin de que otros puedan también captarlas. Tal la naturaleza del verdadero trabajo que deben realizar los nuevos grupos, y los [e34] estudiantes que puedan captar hoy esta idea, tendrán la oportunidad de realizar algo de este trabajo precursor.

El individuo avanzado y equilibrado siempre ha sido capaz de intuir y concretizar ideas. Los grupos de estudiantes que meditan en forma sincronizada deben ahora tratar de hacer lo mismo. El empeño demostrado en sincronizar el esfuerzo no se relaciona con el elemento tiempo, sino con la unidad de intención y de propósito.

En el reino de la intuición existen cosas maravillosas; hoy es posible hacer contacto con dicho reino. La raza tiene ahora el privilegio de hacer contacto con "esa nube de cosas conocibles", a la cual se refirió el antiguo vidente Patanjali en su cuarto libro de los Aforismos; la raza por medio de sus numerosos aspirantes puede hoy precipitar esa "nube", para que los cerebros humanos de todas partes puedan registrar ese contacto. Hasta ahora esto había sido el privilegio del raro e iluminado vidente. Así se introducirá la Nueva Era y penetrará el nuevo conocimiento en la mente de la humanidad.

Esto puede ser demostrado prácticamente si quienes se interesan por este Tratado sobre los Siete Rayos logran armonizarse y pensar con claridad, y con mente equilibrada e iluminada tratan de comprender lo que es relativamente un nuevo aspecto de la verdad.

Al comprometerme a revelar algo sobre los siete rayos siento la necesidad de recordar, a quienes emprenden este estudio, que cualquier conjetura que se hace respecto a la fuente de origen de los rayos no será útil hasta que cada estudiante desarrolle el aparato de respuesta y ese mecanismo sensible que le permitirá registrar campos de contacto más amplios de lo que es posible ahora. Muchas personas se encuentran todavía en [i13] la etapa inicial donde se registra la percepción de un campo de expresión que saben que existe -el campo de percepción del alma-, pero que aun no constituye para ellas el campo natural de expresión. Teóricamente conocen mucho sobre esto, pero desconocen los efectos prácticos del conocimiento aplicado. Otros son conscientes de la conciencia, del reino del alma y de una casual reacción a una impresión de ese reino, pero aún no son la conciencia misma ni están tan identificados con el alma como para que desaparezca la conciencia de todo lo demás. Su meta y objetivo es lograrlo.

Además quiero recordarles que el curso que sigue la mónada (un aspecto de la energía que se halla en uno de los tres rayos principales) puede dividirse más o menos en tres partes, las cuales conducen a una cuarta: [e35]

  1. La realización de una unidad inferior, es decir, la unidad de la naturaleza forma. El alma en esta unidad se identifica tan íntimamente con el aspecto material que no establece diferencia alguna, cree que es la forma, y no se conoce como alma. Esto con frecuencia llega a su máxima expresión en determinada vida donde se manifiesta plenamente la personalidad, donde el alma está totalmente centrada en las reacciones de la personalidad, y la vida inferior es tan fuerte y vital que se expresa en forma potente y material.

  2. La consiguiente y dolorosa diferenciación de la conciencia en una dualidad realizada. En esta condición el hombre es consciente de lo que se denomina su dualidad esencial; sabe que es espíritu-materia, vida-forma y el alma en manifestación. Durante esta etapa, que abarca muchas vidas y conduce al hombre por el sendero de probación y del discipulado hacia la tercera iniciación, el centro de gravedad (si así puedo denominarlo) cambia constantemente, sale de la forma y se centra cada vez más en el alma. Hay una acrecentada conciencia de que existe una [i14] Realidad que envuelve y al mismo tiempo extingue a la dualidad.

    Recuerden que toda la historia de la evolución es la historia de la conciencia y de la creciente expansión del principio de "llegar a ser consciente", de manera que desde el microscópico interés del hombre consciente de sí mismo -porque vamos a confinar la explicación dentro de los límites del cuarto reino de la naturaleza- tenemos una inclusividad que se desarrolla lentamente, y que lo llevará finalmente a la conciencia del Cristo cósmico.

  3. La elevada realización de la unidad sigue a este sentido de dualidad y, en esta etapa final, se pierde la sensación de ser el alma y el cuerpo. La conciencia se identifica con la Vida que mora internamente en el planeta y en el sistema solar. Cuando esto sucede, se registra un estado del ser que está más allá de las palabras, de la mente y de la forma.

El gran vidente judío trató de explicar estas tres etapas con las palabras, Yo-Soy-Ese-Yo-Soy. Lo expresó en forma concisa y adecuada. ¡ Si tuviéramos el desarrollo necesario para comprenderlo ! La tercera etapa -en cualquier forma que se entienda- desafía toda explicación e insinúa un cuarto tipo de comprensión, el de la Deidad misma, sobre la cual no podemos hacer conjeturas.
[e36]
2. Vida - Cualidad - Apariencia

En el estudio de los rayos debe recordarse que nos ocupamos de la expresión-vida por intermedio de la materia-forma. La unidad superior será reconocida sólo cuando se perfeccione esta relación dual. La teoría de la Vida Una podrá mantenerse, pero no me ocupo fundamentalmente de la teoría, sino de lo que puede ser conocido, siempre que haya progreso y se aplique la verdad en forma inteligente. Me ocupo de las posibilidades y de lo que puede realizarse. Muchas personas [i15] hablan y piensan hoy en términos de esa Vida Una, pero no son más que palabras e ideas, pues la verdadera percepción de esa Unidad esencial sigue siendo un sueño y una fantasía. Dondequiera se plasme esta realidad en palabras, se acentúa la dualidad y se acrecienta la controversia espiritual, empleando la palabra en su significado fundamental y no en su significado común antagónico. Tomemos, por ejemplo, las palabras: "Creo en la Vida Una" o "para mí sólo existe una Realidad", y observen cómo expresan la dualidad en su terminología. La vida no puede ser expresada en palabras y tampoco su perfección. El proceso de "llegar a ser" que conduce a "ser" es un hecho cósmico, que incluye a todas las formas, y ningún hijo de Dios está aún exento de ese proceso mutable. Mientras reside en la forma no puede conocer lo que es la Vida, aunque, cuando haya dado ciertos pasos y actúe con plena conciencia en los planos superiores del sistema podrá, con plena conciencia, comenzar a vislumbrar a esa grandiosa Realidad. En el transcurso de las épocas ciertos grandes iniciados han cumplido su función de reveladores y han mantenido ante los ojos de los discípulos precursores de la vida, el ideal de la Unicidad y de la Unidad. Esto ha sido simplemente un cambio progresivo del foco de atención de una forma a otra, para obtener, desde un punto de vista más elevado, una nueva vislumbre de una posible verdad. Cada era (y la actual no es una excepción) creyó que su captación de la Realidad y su sensibilidad a la Belleza interna eran mejores y estaban más cerca que nunca de la Verdad. La más elevada comprensión de lo que se denomina la Vida Una es la percepción (del iniciado de grado superior) que ha alcanzado del Logos encarnado, la Deidad, y Su identificación con la conciencia de ese estupendo Creador Que trata de expresarse por medio del sistema solar. Ningún iniciado del planeta puede identificarse a sí mismo con la conciencia de ese Identificado Ser (en el sentido esotérico del término) [e37] quien en el Bhagavad Gita, dice: "Habiendo [i16] compenetrado todo el universo con un fragmento de Mí Mismo, Yo permanezco”.

Les recomiendo que reflexionen y consideren cuidadosamente estos pensamientos y procuren que haya una constante expansión del sentido de percepción y una creciente capacidad para hacer contactos comprensivos con esa Verdad, Realidad y Belleza emergentes que el universo manifiesta. Al mismo tiempo eviten los lirismos místicos sobre la Vida Una, que sólo son la negación de toda captación mental y la lujuria de una percepción sensual muy desarrollada y de naturaleza emocional de alto grado.

Todas las consideraciones hechas en este Tratado sobre los Siete Rayos se mantendrán necesariamente dentro del pensamiento, lo cual significa percibir la dualidad. Emplearé el lenguaje de la dualidad, pero no porque trate de recalcarla en desmedro de la unidad (pues ésta es para mí algo real y la vislumbro como algo más que una posibilidad), sino porque todos los aspirantes, discípulos e iniciados, hasta la tercera iniciación –como lo he dicho anteriormente- oscilan como un péndulo entre los pares de opuestos espíritu y materia. No me refiero a los pares de opuestos sino a las dualidades del plano astral o emocional -reflejos ilusorios de los verdaderos pares de opuestos- fundamentales de la manifestación. Consideraré el material que es de valor práctico y puede ser captado por la inteligencia iluminada del hombre medio. Es necesario que los estudiantes, que buscan la iluminación y la correcta captación de la verdad, no pongan el énfasis frecuentemente sobre ciertos aspectos y presentaciones de la verdad, diciendo que unos son espirituales y otros mentales. En el reino denominado mental se halla el gran principio de la separatividad, produciéndose también allí la gran unificación. Las palabras del iniciado Pablo tienen aquí un lugar apropiado: "Que la mente que estuvo en Cristo esté en vosotros", y agrega [i17] en otra parte que el "Cristo había hecho en sí mismo de dos un nuevo hombre". Por medio de la mente se formula la teoría, se distingue la verdad y se capta la Deidad. Cuando hayamos avanzado más en el Sendero sólo veremos el espíritu en todas partes; el aforismo expresado por ese gran discípulo H.P.B. que dice "materia es espíritu en el punto inferior de su actividad cíclica", y "espíritu en materia en el séptimo plano" el superior, será con el tiempo una realidad en nuestra conciencia. Esto es una frase intelectual que tiene todavía muy poco significado, excepto que enuncia una verdad que no puede ser comprobada. Todo lo que existe es la expresión de la conciencia espiritual, la cual espiritualiza a través de su vida inherente a todas las formas-materia. La larva o el gusano que [e38] desarrolla su pequeña vida en una masa de sustancia en descomposición constituye una manifestación espiritual, como también lo es un iniciado que cumple con su destino en un conjunto de formas humanas, las cuales cambian rápidamente. Todo es Deidad manifestada; todo es expresión divina; todo es una especie de percepción sensible y de respuesta al medio ambiente, por lo tanto, un modo de expresarse conscientemente.

Los Siete Rayos son la primera diferenciación de la divina triplicidad Espíritu-Conciencia-Forma, y proporciona todo el campo de expresión para la Deidad manifestada. Se nos dice en las Escrituras del mundo que la interacción o la relación entre Padre-Espíritu y Madre-Materia produce eventualmente un tercero, el Hijo, o aspecto conciencia. A ese Hijo, producto de ambos, se lo define esotéricamente como "el Uno que fue tercero, pero que es segundo". La razón de dicha terminología reside en que primero existían los dos aspectos divinos Espíritu-Materia, o materia impregnada de vida, y únicamente cuando estos dos lograron su mutua unidad (observen la necesaria ambigüedad de esta frase) surgió el Hijo. El esotérico, sin embargo, considera al Espíritu-Materia como la primera unidad, y al Hijo, el segundo factor. Este Hijo, la vida divina encarnada en la materia y, por consiguiente, el que produce [i18] la diversidad y la inmensidad de formas, es la personificación de la cualidad divina. Podríamos por lo tanto emplear, para mayor claridad, los términos de Vida-Cualidad-Apariencia, que pueden reemplazarse por la triplicidad más común Espíritu-Alma-Cuerpo o Vida-Conciencia-Forma.

Utilizaré la palabra Vida cuando me refiera al Espíritu, a la energía, al Padre, al primer aspecto de la Divinidad y a ese Fuego eléctrico, dinámico y esencial que produce todo lo que existe, Fuente y Causa sustentadora y originadora de toda manifestación.

Utilizaré la palabra Apariencia para expresar lo que llamamos materia, forma o manifestación objetiva; es esa apariencia ilusoria, tangible y externa animada por la vida. Éste es el tercer aspecto, la Madre, salvaguardada y fertilizada por el Espíritu Santo o la Vida, unida a la sustancia inteligente. Es el fuego por fricción -fricción efectuada por la vida y la materia y su interacción, que produce un constante cambio y mutación.

Utilizaré la palabra Cualidad para expresar el segundo aspecto, el Hijo de Dios, el Cristo cósmico encarnado en la forma -forma que vino a la existencia por la relación espíritu materia. Dicha interacción produce la Entidad psicológica denominada el Cristo. El Cristo cósmico nos demostró su perfección, en lo que [e39] a la familia humana concierne, mediante el Cristo histórico. Esta entidad psicológica puede poner en función activa una cualidad que existe dentro de todas las formas humanas, la cual esotéricamente puede "eliminar las formas" y atraer tanto la atención, que oportunamente será considerada el factor principal y que constituye todo lo existente. Tal verdad respecto a la vida, a la cualidad y a la forma, está bien y claramente evidenciado en la historia del Cristo de Galilea. Continuamente recordaba a su pueblo que Él no era lo que aparentaba ser, y tampoco era el Padre en el Cielo, y todos los que Lo aman y conocen se refieren [i19] a Él en términos de cualidad. Nos demostró la cualidad del amor de Dios, y personificó en Sí mismo no sólo lo que había desarrollado de las cualidades de los siete rayos, sino también -como lo hacen muy pocos hijos de Dios- el principio fundamental del rayo del Logos solar mismo, la cualidad del Amor. Esto lo estudiaremos más detenidamente cuando consideremos el segundo Rayo de Amor-Sabiduría.

Los siete rayos son la personificación de siete tipos de fuerza que nos demuestran las siete cualidades de la Deidad. Estas siete cualidades tienen por consiguiente un séptuple efecto sobre la materia y las formas que existan en todas partes del universo, y también una séptuple interrelación entre sí.

Vida, cualidad y apariencia, forman una síntesis en el universo manifestado y en el hombre encarnado, y el resultado de esta síntesis es séptuple, dando origen a siete tipos de formas cualificadas que surgen en cada plano y en cada reino. Debe recordarse que todos los planos, que desde nuestro pequeño punto de vista consideramos amorfos, no lo son en realidad. Nuestros siete planos son sólo siete subplanos del plano físico cósmico. No nos ocuparemos de los planos, excepto en su relación con el desarrollo del hombre, ni del macrocosmos, ni de la vida en desarrollo del Cristo cósmico. Limitaremos totalmente nuestra atención al hombre y a sus reacciones psicológicas hacia las formas cualificadas, en tres direcciones: hacia las formas que existen en los reinos subhumanos de la naturaleza, aquellas con las cuales está asociado en la familia humana, las de la Jerarquía guiadora, y las del mundo de las almas. Los siete tipos de rayo deben ser estudiados en su totalidad desde el punto de vista humano, porque este tratado está destinado a proporcionar al hombre un nuevo acercamiento psicológico mediante la comprensión de las energías, siete en total, y sus cuarenta y nueve diferenciaciones, las cuales lo animan y hacen de él lo que es. Más adelante, a medida que estudiemos cada tipo [i20] de rayo, someteremos [e40] al hombre a un detenido análisis y estudiaremos su forma de reaccionar en estas tres direcciones.

Estos siete rayos son las siete corrientes de fuerza que emergen de una energía central después que (desde el punto del tiempo) fue establecido ese vórtice de energía. Entonces entre el espíritu y la materia se produjo la interacción, y la forma, o apariencia, del sistema solar inició su proceso de llegar a ser -proceso que conduce oportunamente a ser. Esta idea es antigua y verídica. En los escritos de Platón y de los iniciados que antiguamente sentaron las proposiciones fundamentales que guiaron a la mentalidad humana durante épocas, se hace referencia a los siete eones y a las siete emanaciones, a la vida y a la naturaleza de los "Siete Espíritus que están ante el Trono de Dios". Estas grandes Vidas, actuando dentro de los límites del sistema solar, reunieron en Sí la sustancia que necesitaban para la manifestación, y construyeron las formas y apariencias mediante las cuales podían expresar mejor Sus cualidades innatas. Dentro de Su radio de influencia reunieron todo lo que ahora existe. Este conglomerado de material cualificado constituye Su cuerpo de manifestación, así como el sistema solar es el cuerpo de manifestación de los aspectos de la Trinidad.

Esta idea podrá captarse mejor si se recuerda que todo ser humano constituye a su vez un conjunto de átomos y células que componen la forma, en la cual están diseminados órganos y centros de vida diferenciados, que actúan con ritmo y relación, pero poseen distintas influencias y diferentes propósitos. Este conglomerado de formas animadas tiene la apariencia de una entidad o vida central, caracterizada por su propia cualidad que actúa de acuerdo al grado de evolución, impresionando así con su radiación y vida a todo átomo, célula y organismo dentro del radio de su influencia inmediata y también a cada ser humano con quien se pone en contacto. El hombre constituye una entidad síquica, una Vida que, [i21] mediante la influencia irradiatoria, ha construido una forma, la ha matizado con Su cualidad síquica, presentando así en el mundo circundante una apariencia que persistirá durante todo el tiempo que viva en esa forma.

Esta afirmación abarca también la historia de la vida y la aparición cualificada de uno de los siete rayos. Dios, Rayo, Vida y Hombre, son todas entidades psicológicas y constructoras de formas. En consecuencia, una gran vida psicológica está apareciendo a través de un sistema solar, y siete vidas psicológicas, cualificadas por siete tipos de fuerza, también están apareciendo por intermedio de los siete planetas. Cada vida planetaria repite la misma técnica de manifestación, vida, cualidad y [e41] apariencia, y en su segundo aspecto cualitativo se manifiesta como una entidad psicológica. Cada ser humano es una réplica en miniatura de todo el plan. También es espíritu, alma y cuerpo; vida, cualidad y apariencia. Cobra su apariencia con su cualidad y la anima con su vida. Debido a que todas las apariencias son expresiones de la cualidad, y las menores están incluidas en las mayores, cada forma de la naturaleza y cada ser humano pertenece a uno de los siete rayos cualificadores, y su apariencia en la forma fenoménica está matizada por la cualidad de su rayo fundamental y cualificado predominantemente por el rayo de esa vida particular de cuya emanación surgió, pero incluirá también, en forma secundaria, los otros seis tipos de rayo. Por lo tanto, aceptemos -como analogía simbólica-, la realidad de una Vida Central (externa y fuera del sistema solar y, sin embargo, dentro de él durante el proceso de manifestación) que decide dentro de Sí misma tomar forma material y encarnar. Así se establece un vórtice de fuerza como paso preliminar, entonces tenemos al mismo tiempo a Dios Inmanente y a Dios Trascendente. Este vértice, resultado de su actividad inicial, se manifiesta por intermedio de lo que llamamos sustancia (utilizando un término técnico de la ciencia moderna, lo mejor que podemos hacer por ahora), o [i22] a través del éter del espacio. La consecuencia de esta interacción activa de la vida y la sustancia es que se constituye una unidad básica. Padre y Madre se han unido. Dicha unidad está caracterizada por la cualidad. Por medio de esta triplicidad de vida, cualidad y forma, la Vida central evoca y manifiesta conciencia, es decir, responde conscientemente a todo lo que acontece, pero en un grado que resulta imposible conocerlo, debido a que estamos limitados por nuestra actual y muy poco desarrollada etapa de evolución.

Quienes estudian este tratado deben tener en cuenta que es necesario familiarizarse, desde el comienzo, con estos cuatro factores condicionantes -vida-cualidad-apariencia- y su resultado o síntesis, que denominamos Conciencia.

Por eso, siempre hablamos de lo que está fuera de la apariencia y de lo que es consciente de esa apariencia. Esto involucra la percepción de su desarrollo material, la consiguiente expresión adecuada y también la percepción de su desarrollo síquico. Ningún estudio sobre los rayos es posible si no se conocen estos cuatro factores. Captaremos el tema con mayor facilidad si aprendemos a considerarnos como una exacta (aunque todavía no desarrollada) expresión y reflejo de este cuaternario inicial y creador. Somos vidas que aparecen, expresan cualidad [e42] y lentamente se dan cuenta del proceso y objetivo a medida que nuestras conciencias se asemejan cada vez más a la de la Divinidad Misma.



3. Enumeración de los Siete Rayos

Como parte del Plan original, la Vida Una trató de expandirse, y siete eones o emanaciones, surgieron del vórtice central y repitieron activamente el proceso anterior en todos los detalles. Aquellos también vinieron a la manifestación y, en la tarea de expresar la vida activa cualificada por el amor y limitada por la apariencia externa fenoménica, pasaron a una actividad secundaria y se convirtieron en los siete Constructores, las siete Fuentes de [i23] Vida y los siete Rishis de todas las antiguas escrituras. Estas entidades síquicas originales tienen la capacidad de expresar el amor (lo cual implica aceptar el concepto de la dualidad, el que ama y es amado, el que desea y es deseado) y pasar del ser subjetivo al devenir objetivo. A estas siete Entidades las denominamos:

  1. El Señor de Poder o Voluntad. Esta Vida resuelve amar, y utiliza el poder como expresión de la divina benevolencia. Para su cuerpo de manifestación utiliza ese planeta del cual el Sol es el sustituto esotérico.

  2. El Señor de Amor-Sabiduría, personifica el amor puro; los esotéricos consideran que está tan cerca del corazón del Logos solar, como lo estaba el amado discípulo cerca del corazón del Cristo de Galilea. Esta Vida infunde en todas las formas la cualidad del amor, conjuntamente con la manifestación más materialista del deseo; constituye el principio atractivo de la naturaleza y el custodio de la Ley de Atracción, que es la demostración de la vida del Ser puro. Este Señor de Amor es el más poderoso de los siete rayos, porque pertenece al mismo rayo cósmico de la Deidad solar. Se expresa a Sí mismo principalmente a través del planeta Júpiter, el cual constituye Su cuerpo de manifestación.

  3. El Señor de Inteligencia Activa. Su trabajo está íntimamente ligado con la materia y actúa en colaboración con el Señor del segundo rayo. Es el impulso motivador en el trabajo inicial de la creación. El planeta Saturno constituye Su cuerpo de expresión en el sistema solar, y por intermedio de [e43] la materia (que en forma benéfica obstruye y obstaculiza) proporciona a la humanidad un amplio campo de experimento y experiencia.

    Quisiera indicarles aquí que al hablar en términos de [i24] la personalidad, forzosamente tengo que emplear el pronombre personal, en consecuencia no deben acusarme de personalizar dichas grandes fuerzas. Hablo en términos de Entidad, del Ser puro, y no en términos de personalidad humana. Pero aún persiste la limitación del lenguaje, y al enseñar a quienes piensan con la mente concreta inferior, cuya intuición está aletargada o sólo se manifiesta en forma de destellos, me veo obligado a hablar en parábolas y a emplear un lenguaje simbólico. Permítanme indicar también que todas las declaraciones que haga tienen relación con nuestro planeta y se exponen en términos que puedan ser comprendidos por la humanidad que nuestro planeta ha producido. El trabajo, según lo voy describiendo, constituye sólo una fracción del trabajo emprendido por dichos Seres; cada uno de Ellos tiene Su propio propósito y radio de influencia, y como nuestra Tierra no es uno de los siete planetas sagrados (ni el cuerpo de manifestación de uno de los siete rayos fundamentales), esos Seres tienen propósitos y actividades donde nuestra Tierra desempeña una pequeña parte.

  4. El Señor de Armonía, Belleza y Arte. La principal función de este Ser consiste en crear Belleza (como expresión de la verdad) mediante la libre interacción de la vida y la forma, basando el canon de la belleza en el plan inicial tal como existe en la mente del Logos solar. No se ha revelado cuál es el cuerpo de manifestación de esta Vida, pero la actividad que de él emana produce una combinación de sonidos y colores y un lenguaje musical que expresan -en forma de ideal- lo que es la idea originadora. Este cuarto Señor de expresión creadora reasumirá Su actividad en la Tierra de aquí a seiscientos años, aunque ya se sienten las primeras débiles expresiones de Su influencia, y en el próximo siglo se verá el renacimiento del arte creador en todas sus ramificaciones.

  5. El Señor de Conocimiento Concreto y Ciencia. Esta gran Vida está en íntimo contacto con la mente de la Deidad [i25] creadora, así como el Señor de segundo rayo lo está con el corazón de esa misma Deidad. Su influencia es grande actualmente, aunque no tan poderosa como lo será más adelante. La ciencia es el desenvolvimiento psicológico [e44] en el hombre, debido a la influencia que ejerce este rayo, y recién ahora comienza a realizar su verdadero trabajo. Su influencia aumenta en poder, de la misma manera que disminuye la influencia del sexto Señor.

  6. El Señor de Devoción e Idealismo. Esta Deidad Solar constituye la expresión peculiar y característica de la cualidad del Logos solar. No olviden que en el gran esquema del "universo universal" (no sólo nuestro universo), la cualidad de nuestro Logos solar es tan diferente y distinta como la de cualesquiera de los hijos de los hombres. Esta fuerza de rayo, junto con el segundo rayo, constituye una verdadera y vital expresión de la naturaleza divina. Las cualidades de dicho Señor son: la centrada militancia sobre un ideal, la centrada devoción al impulso de la vida y la sinceridad divina, las cuales plasman sus impresiones sobre todo lo que existe dentro de Su cuerpo de manifestación. Los esotéricos avanzados discuten sobre si Marte es o no, el planeta a través del cual Él se manifiesta. Debe recordarse que sólo unos pocos planetas constituyen los cuerpos de expresión de los Señores de los rayos. Hay diez "planetas de expresión" (usando el término empleado por los antiguos Rishis), y sólo siete Vidas de rayo se consideran que son los Constructores del sistema. El gran misterio que finalmente será revelado en las iniciaciones superiores, es la relación que existe entre un rayo y un planeta. Por lo tanto, no esperen una información más completa por ahora. La influencia de este sexto Señor ya está pasando.

  7. El Señor de Orden Ceremonial o Magia. Está ahora entrando en el poder, y en forma lenta y segura hace sentir Su presencia. Su influencia es muy poderosa en el plano físico, porque existe una íntima interrelación numérica entre el Señor del séptimo rayo, por [i26] ejemplo, y el séptimo plano, el físico, así como la séptima raza raíz estará en completo acuerdo y expresará perfectamente la ley y el orden. Este rayo de orden y su advenimiento es parcialmente responsable de la actual tendencia en los asuntos mundiales de implantar gobiernos dictatoriales e imponer el control de un grupo central de gobierno.

Será de valor el siguiente enunciado sobre la actividad o inactividad de los rayos, y quisiera que tengan en cuenta que se refiere únicamente a nuestra Tierra y sus evoluciones. [e45]

Primer Rayo. No está en manifestación.
Segundo Rayo. En manifestación desde 1575 d.C.
Tercer Rayo. En manifestación desde 1425 d. C.
Cuarto Rayo. Vendrá lentamente a la manifestación después del año 2025 d. C.
Quinto Rayo. En manifestación desde 1775 d. C.
Sexto Rayo. Está saliendo rápidamente de la manifestación. Empezó a salir en el año 1625 d. C.
Séptimo Rayo. En manifestación desde 1675 d. C.

Por supuesto, éstos constituyen ciclos menores dentro de la influencia del signo de Piscis. Vemos que hay cuatro rayos en manifestación actualmente: segundo, tercero, quinto y séptimo.

Surge aquí la pregunta: ¿Cómo puede ser que existan personas que pertenezcan a todos los rayos al mismo tiempo? La razón radica, como fácilmente puede verse, en que el cuarto rayo comienza a acercarse y el sexto se retira, lo cual permite que seis de esos rayos lleven a la manifestación a sus egos. Sin embargo, ahora hay muy pocos egos del cuarto rayo en la Tierra, y un sinnúmero de egos del sexto rayo, y pasarán más o menos doscientos años antes de que todos los egos del sexto rayo desencarnen. Respecto a egos de primer rayo, no existen tipos puros en el planeta. A quienes se los denomina [i27] de primer rayo pertenecen al primer subrayo del segundo rayo que se halla en encarnación. Un ego puro de primer rayo en encarnación actualmente sería un desastre. No hay suficiente inteligencia ni amor en el mundo como para equilibrar la voluntad dinámica de un ego que pertenezca al rayo del destructor.

Así como la familia humana tiene relación con el Logos planetario de la Tierra, lo cual se explica mejor diciendo que constituye Su corazón y cerebro, de la misma manera la suma total de evoluciones análogas dentro de todo sistema solar, constituye el corazón y el cerebro del Logos solar. La actividad inteligente y el amor son las características sobresalientes de un hijo de Dios evolucionado, mientras que sus reflejos inferiores –sexo y deseo- caracterizan las del hombre medio y las de los hijos de Dios que aún no han evolucionado.

Estas siete emanaciones vivientes y cualificadas que surgen del vórtice central de fuerzas, se componen de incontables miríadas de unidades de energía que son aspectos innatos e inherentes a la vida, dotadas de cualidad y capaces de adquirir apariencia. En lo subhumano esta triple combinación vida, cualidad y apariencia, produce respuesta consciente al medio ambiente, la cual está compuesta de la totalidad de vidas, cualidades y apariencias --síntesis de los siete rayos o emanaciones de la Deidad, los cuales producen en el reino humano una percepción autoconsciente y en [e46] el superhumano una inclusividad sintética. Todas las mónadas humanas traídas a la manifestación por la voluntad y el deseo de algún Señor de rayo, forman parte de Su cuerpo de manifestación. Potencialmente expresan Su cualidad y aparecen fenoménicamente de acuerdo al grado de evolución alcanzado. "Como Él es, así somos nosotros en este mundo" pero todavía sólo potencialmente -la meta de la evolución radica en convertir lo potencial en real y lo latente en expresado. El trabajo del esotérico estriba precisamente en esto: extraer la cualidad oculta en lo que está latente.



4. La Función del Cristianismo

[i28] He expuesto la premisa básica de que todo lo que conocemos constituye una entidad divina en manifestación que se expresa a través de tres aspectos (para los propósitos de este tratado, porque están más de acuerdo con la terminología del emergente pensamiento moderno), que he decidido denominarlos Vida, Cualidad y Apariencia. Éstos son algunos de los nombres dados a la Trinidad, por las grandes religiones, y sinónimos de la frase cristiana Padre, Hijo y Espíritu Santo (¡viejos términos antropomórficos!), Espíritu, Alma y Cuerpo, de la fraseología común, y Vida, Conciencia y Forma, de la filosofía hindú.

Sugeriré aquí que la importancia del cristianismo radica en comprender que es una religión de enlace y esto los pensadores modernos harían bien en recordarlo, pues está simbolizada por el hecho de que el Maestro de Maestros encarnó en Palestina, pedazo de tierra que se encuentra entre Asia y Europa y posee características de ambos continentes. El cristianismo es la religión del período de transición que vincula la era de la existencia autoconsciente con la era de un mundo que tiene conciencia grupal. Subsistirá también en la era donde prevalecerá ese tipo de pensamiento que (correctamente aplicado) servirá de eslabón entre los mundos de la mente concreta y la mente abstracta. El Antiguo Comentario lo expresa así:

"Cuando llegue el momento en que la luz del alma revele el antakarana (puente entre la conciencia de la personalidad y la conciencia del alma, A. A. B.), entonces se conocerá a los hombres por el conocimiento que poseen, estarán coloreados por la desesperación del deseo insatisfecho, se dividirán en los que reconocen su dharma (que significa cumplir con todas sus obligaciones y deberes) y en quienes sólo ven la actuación del karma, y, por la naturaleza misma de su necesidad; hallarán finalmente `luz y paz'."

[e47] [i29] El cristianismo es una religión principalmente separatista que demuestra al hombre su dualidad y sienta las bases para la unidad futura, etapa muy necesaria que ha prestado un buen servicio a la humanidad; el propósito y la intención del cristianismo ha sido bien definido y elevado y ha efectuado su trabajo divino. Hoy está en proceso de ser reemplazado, pero no se ha revelado qué nueva formulación de la verdad lo reemplazará. La luz afluye lentamente en la vida del hombre, y en esa radiante iluminación Él formulará la nueva religión y llegará a una nueva enunciación de la antigua verdad. A través del lente de la mente iluminada verá, dentro de poco tiempo, aspectos de la divinidad hasta ahora desconocidos. ¿ Han pensado alguna vez que pueden existir cualidades y características de naturaleza divina latentes dentro de la forma, que hasta ahora han sido totalmente desconocidas, ni siquiera tenuemente percibidas, ni han tenido precedente, ni existen palabras y medios adecuados para expresarlas? Así es. Del mismo modo que la frase "conciencia grupal" no tendría ningún significado para el hombre primitivo y sólo sería un conjunto de signos alfabéticos sin sentido, así (bajo la superficie de nuestro mundo manifestado) residen las cualidades divinas y un propósito que está tan lejos de la conciencia de nuestra humanidad actual como la idea de la percepción colectiva estaba alejada de la conciencia de la humanidad prehistórica. Que este pensamiento les infunda valor. El pasado constituye la garantía de la infinita expansión del futuro.


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