La reaparición de Cristo - Capítulo 1

      


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Trabajo 8

Destruyendo la Hidra de Lerna

(Escorpio, 23 Octubre - 22 Noviembre)

El Mito*

[e122] [i140] El Gran Presidente, vestido de radiante calma, dijo solamente una palabra. El Maestro oyó la orden de oro, y convocó a Hércules, el hijo de Dios que era también el hijo del hombre.

"La luz brilla ahora en el octavo Portal", dijo el Maestro. "En el antiguo Argos hubo una sequía. Amimona suplicó la ayuda de Neptuno. Éste le ordenó que golpeara una roca, y cuando ella lo hizo, brotaron tres corrientes cristalinas; pero prontamente una hidra hizo allí su morada.

"Junto al Río Amimona, está el infesto pantano de Lerna. Dentro de esta fétida ciénaga yace la monstruosa hidra, una calamidad en la comarca. Esta criatura tiene nueve cabezas, y una de ellas es inmortal. Prepárate a combatir con esta repugnante bestia. No pienses que pueden servirte, medios ordinarios; destruyes una cabeza, dos crecen aceleradamente". Hércules esperaba con expectación.

"Yo sólo puedo dar una palabra de consejo", dijo el Maestro. "Ascendemos arrodillándonos; vencemos cediendo; ganamos renunciando. Ve. ¡Oh, hijo de Dios e hijo del hombre, y vence!" Entonces, Hércules pasó a través del octavo Portal.

El estancado pantano de Lerna era una mancha que desalentaba a todos los que llegaban a sus confines. Su hedor contaminaba toda la atmósfera [i141] en un espacio de siete millas. Cuando Hércules se aproximó, tuvo que detenerse, [e123] pues sólo el olor casi lo venció. La cenagosa arena movediza era un peligro, y más de una vez Hércules rápidamente retiró su pie temiendo que fuera succionado por la tierra floja.

Finalmente encontró la guarida donde moraba la monstruosa bestia. Dentro de una caverna donde reinaba perpetua noche, la hidra estaba oculta. De día y de noche Hércules rondaba el traicionero pantano, esperando el momento propicio en que la bestia saliera. Vigilaba en vano. El monstruo permanecía dentro de su fétida ciénaga.

Recurriendo a una estratagema, Hércules sumergió sus flechas en brea ardiendo y las hizo llover directamente dentro de la bostezante caverna donde moraba la horrible bestia. Una agitación y conmoción sobrevino al punto.

La hidra emergió, con sus nueve encolerizadas cabezas exhalando llamaradas. Su escamosa cola azotaba furiosamente el agua y el barro salpicando a Hércules. A tres brazas de altura se levantó el monstruo, una cosa de tal fealdad que parecía como si hubiera sido hecha con los más impuros pensamientos concebidos desde que empezó el tiempo. La hidra se abalanzó sobre Hércules y buscó enrollarse alrededor de sus pies. El se apartó y le asestó un golpe tan demoledor que una de sus cabezas fue inmediatamente separada. Apenas había esta horrible cabeza caído dentro del pantano, dos crecieron en su lugar. Una y otra vez Hércules atacó al furioso monstruo, pero con cada asalto se volvía más fuerte, no más débil.

Entonces Hércules se acordó que su Maestro había dicho, "nos elevamos arrodillándonos". Arrojando a un lado su garrote, Hércules se arrodilló, agarró a la hidra con sus manos desnudas y la levantó en el aire. Suspendida en medio del aire, su fuerza disminuyó. De rodillas, entonces, él sostuvo a la hidra alto por encima suyo para que el aire y la luz purificadoras pudieran tener su esperado efecto. El monstruo, fuerte en la oscuridad y el pantanoso barro, pronto perdió su poder cuando los rayos del sol y el contacto del viento cayeron sobre él.

Se esforzó convulsivamente, pasando un estremecimiento a través de su repugnante figura. Más y más desfallecida se hizo su lucha hasta que [i142] fue vencida. Las nueve cabezas se inclinaron, luego con jadeantes bocas y vidriosos ojos cayeron flojamente hacia adelante. Pero sólo cuando ellas yacían sin vida, Hércules percibió la mística cabeza que era inmortal.

Entonces Hércules cortó la cabeza inmortal de la hidra y la enterró, silbando todavía ferozmente, debajo de una roca.

Retornando, Hércules se paró delante de su Maestro. "La victoria ha sido lograda", dijo el Maestro. "La luz que brilla en el octavo Portal está ahora mezclada con tu propia luz".

FRANCIS MERCHANT

Introducción

[e124] De nuevo encontramos variaciones en las versiones del mito y no tenemos el relato del mito hecho por El Tibetano para guiarnos. La historia de que la novena cabeza era la cabeza inmortal, parece descartada por la sencilla afirmación de El Tibetano de que eran tres veces tres, o nueve pruebas. La versión usada por Francis Merchant en el mito, parece más precisa, es decir, que nueve cabezas fueron destruidas, y entonces apareció la mística, inmortal cabeza. Además, el relato de que esta gran cabeza fue "enterrada bajo una roca" da motivo para mucha reflexión. Tal vez el uso de la frase "escondida bajo la roca de la voluntad", es revelador. Todas las versiones dicen que fue pues, enterrada.

En algunos relatos se dice que Hércules quemó completamente las cabezas, y que el fuego divino sería ciertamente necesario para esta destrucción. De cualquier modo, es imposible negar la poderosa descripción del mundo del discípulo en esta prueba suprema, sumergiéndose hasta las rodillas en la humanidad y levantando al monstruo (todos los males acumulados, errores, fracasos de su largo pasado) en el aire del espíritu, donde por su verdadera naturaleza, la hidra no podía vivir, y así se consumió y murió. El uso del fuego, en el esfuerzo preliminar, contiene no obstante este símbolo en la descripción.

Mientras el sexo, bajo la prueba de la compensación de los opuestos y la doble soberanía de Marte, tiene su lugar especial, el excesivo énfasis de esta sola faceta no es suficientemente inclusivo. Todos los pares [i143] de opuestos tienen que ser compensados en este gran signo, un signo avanzado del integrado, consciente discípulo; no un signo sórdido del hombre no evolucionado, como se piensa a menudo. De nuevo se debe leer cuidadosamente y distinguir entre gente en la rueda ordinaria y discípulos en la rueda revertida. Todo lo cual es presentado para el estudio del lector.

Análisis psicológico del Mito

A Hércules se le dijo que encontrara la hidra de nueve cabezas que vivía en un pantano inundado de hedor. Este monstruo tiene su contraparte subjetiva. Mora dentro de las cavernas de la mente. En la oscuridad y el fango de los huecos mentales no iluminados, prospera.

Profundamente alojada dentro de las regiones subterráneas del subconsciente, ya quieta o explotando en tumultuoso frenesí, la bestia establece su residencia permanente. Su existencia no se descubre fácilmente. Pasa un largo tiempo antes de que el individuo se dé cuenta que él está alimentando [e125] y sustentando a una criatura tan feroz. Las ardientes flechas de la inflamada aspiración deben ser descargadas antes de que su presencia se revele.

Combatir a tan formidable enemigo es ciertamente una heroica tarea para un hijo de hombre, aún cuando él sea también un hijo de Dios. Cercena una cabeza, y otra crece en su lugar. Cada vez que un deseo o un pensamiento bajos son vencidos, otros toman su lugar.

Hércules hace tres cosas: se da cuenta de la existencia de la hidra, la busca pacientemente, y finalmente la destruye. Se necesita la discriminación para darse cuenta de su existencia; la paciencia, para descubrir su guarida; la humildad, para sacar los viscosos fragmentos del subconsciente a la superficie, y exponerlos a la luz de la sabiduría.

Mientras Hércules luchó en el pantano, en medio del fango, el cieno, y la arena movediza, fue incapaz de vencer a la hidra. Tuvo que levantar al monstruo en el aire; esto es, trasladar su problema a otra dimensión, para poder resolverlo. Con toda humildad, arrodillándose en el fango, tuvo que examinar su dilema a la luz de la sabiduría y en la atmósfera elevada del pensamiento [i144]  escrutador. De estas consideraciones podemos deducir que las soluciones a muchos de nuestros problemas vienen sólo cuando se logra un nuevo foco de atención, cuando se establece una nueva perspectiva.

Se nos dice que una de las cabezas de la hidra es inmortal, esto implicaría que toda dificultad, con todo lo terrible que parezca ser, contiene una joya de gran valor. Es siempre fútil no intentar dominar la naturaleza inferior y descubrir esa joya.

La cabeza inmortal separada del cuerpo de la hidra, es enterrada debajo de una roca. Esto significa que la energía concentrada que crea un problema todavía permanece, purificada, dirigida de nuevo y acrecentada, después que la victoria ha sido ganada. Tal poder debe entonces ser rectamente controlado y canalizado. Debajo de la roca de la persistente voluntad, la cabeza inmortal se vuelve una fuente de poder.

Las Nuevas Cabezas de la Hidra

La tarea asignada a Hércules tiene nueve facetas. Cada cabeza de la hidra representa uno de los problemas que acosan a la persona valerosa que busca lograr el dominio de sí misma. Tres de estas cabezas simbolizan los apetitos asociados con el deseo, la comodidad y el dinero. El segundo grupo de tres concierne a las pasiones del temor, el odio y el deseo de poder. Las últimas tres cabezas representan los vicios de la mente no iluminada: el orgullo, el separatismo y la crueldad.

(Ver Astrología Esotérica, p. 143 y sig.)

[e126] Las dimensiones de la tarea que Hércules emprendió son así evidentemente claras. Él tenía que aprender el arte de transmutar las energías que tan frecuentemente precipitan a los seres humanos en catastróficas tragedias. Las nueve fuerzas que han producido indecibles estragos entre los hijos de los hombres desde el principio del tiempo, tenían que ser redirigidas y transmutadas.

Los hombres hoy en día están aún esforzándose para lograr lo que Hércules tuvo éxito en llevar a cabo. Los problemas que surgen del abuso [i145] de la energía conocido como sexo, atraen nuestra atención por todas partes. El amor a la comodidad, al lujo y a las posesiones exteriores, prevalece todavía con fuerza en la raza humana. La búsqueda del dinero como un fin en lugar de un medio, reduce la vida de incontables hombres y mujeres. Así, la tarea de destruir las tres primeras cabezas continúa desafiando los poderes de la humanidad, miles de años después que Hércules realizó su extraordinaria proeza.

Las tres cualidades del carácter que Hércules tenia que expresar, eran humildad, coraje y discernimiento. Humildad, para ver su condición objetivamente y reconocer sus defectos; coraje, para atacar al monstruo que permanece enroscado a las raíces de su naturaleza; discernimiento, para descubrir una técnica para habérselas con su mortal enemigo.

Destapar el pozo de los bajos deseos y los impulsos egoístas que supuran en la naturaleza subconsciente, ha sido el trabajo del moderno sicoanálisis. La técnica más reciente lleva los desagradables datos de los impulsos reprimidos a la superficie, es verdad, pero a menudo se detiene en ese punto. El individuo se da cuenta que un monstruo yace oculto en las áreas subterráneas de la conciencia de sí mismo, pero se siente desconcertado y perplejo tratando de habérselas con este formidable enemigo.

Hércules invoca una luz más brillante que la de la mente que analiza. Busca elevar su problema a una dimensión superior, no remover perpetuamente en el lodazal del subconsciente. Esforzándose para ver su dilema a la luz de esa sabiduría que llamamos el alma, él lo confronta desde un nuevo ángulo de visión. Haciéndolo así, rompe el apretón de la hidra, y eventualmente somete a la bestia.

Luchando con la Hidra, Moderna Versión

Una consideración de los nueve problemas que confronta la persona que busca matar a la hidra en este tiempo y época, deberá arrojar luz en las fuerzas extrañas que trabajan en ese barril de explosivo, la mente humana. [e127] [i146]

1. El sexo. La gazmoñería victoriana y el prurito psicoanalítico, son ambos indeseables. El sexo es una energía. Puede ser inhibido, desenfrenadamente ejercitado, o sublimado. La represión o la inhibición no son verdaderamente soluciones; la promiscuidad hace la vida vulgar, y hace de un hombre el esclavo de una pasión dominadora. La sublimación implica el uso de la energía del sexo en esfuerzo creador.

La transmutación de las energías humanas abre un campo de especulación y experimento. En la ciencia física, la energía del movimiento puede ser transformada en electricidad, y la del calor, en movimiento. ¿Hasta qué punto, entonces, pueden las energías humanas ser reorientadas? En primer lugar, la energía de la materia, representada por el alimento, es obviamente usada para producir la del movimiento. ¿Puede la energía impulsora de las emociones ser análogamente reencauzada en la actividad del pensamiento? ¿Puede la energía de las pasiones agitadas encontrar expresión como aspiración? ¿Pueden las tendencias y las compulsiones de la naturaleza humana ser transmutadas en forma tal, que se vuelven poderes benéficos? ¿Puede la energía que produce el pensamiento ser utilizada como el poder de síntesis que resulta en un sentimiento de identificación con todas las cosas vivientes?

La experiencia de Hércules indica que tales posibilidades existen, y que el que someta a la hidra de las pasiones y de la mente separatista debe resolver problemas de esta naturaleza.

2. La comodidad. Un eterno sentimiento de insatisfacción, aguijonea al hombre a buscar siempre más grandes alturas de realización. El confort es a menudo un freno sobre tales esfuerzos. Cargado con posesiones y embotado por la seductora sensación del confort, el espíritu se marchita y se debilita. El prisionero de la comodidad se sume en la apatía, olvidando las luchas y pruebas que templan la afilada hoja del esfuerzo espiritual. La voluntad de buscar, la tendencia impulsora de resolver el misterio en la bellota de la vida, es ajena a la inclinación narcisista de hacer del confort un motivo central de la vida.

3. El dinero. La acumulación de dinero es una pasión dominante que yace detrás de las actividades de los pueblos y las naciones. Se hace caso omiso de los valores éticos y morales, en el loco esfuerzo por reunir el poder que confiere el oro. Inevitablemente, las elecciones están determinadas [i147] por las consideraciones del dinero, antes que por las convicciones espirituales o los principios éticos. El impulso de acumular riqueza es insaciable. No importa cuánta tenga una persona, ávidamente aún desea más.

Un deformado efecto de esta forma de distorsión mental es el egocentrismo. El individuo que sufre de esta aflicción, desea muy a menudo recibir todo [e128] y no dar nada. El estado del Universo está determinado para él por lo que él logra adquirir. Se mira a sí mismo como un punto terminal, y no se reconoce la responsabilidad de otorgar a otros los beneficios que él mismo ha recibido. ¿No son los bienes intelectuales y el tesoro espiritual aspectos de la riqueza que deberían pretender nuestros esfuerzos? Ellos pueden ser compartidos con todos, y el que da todo lo que tiene, se encuentra a sí mismo más rico de lo que era antes. El impulso de adquirir bienes materiales puede algún día ser transmutado en el deseo de acumular conocimiento y la voluntad de adquirir las joyas de espíritu.

4. El miedo. En innumerables formas los fantasmas del miedo atormentan a los hijos de los hombres. Estas formas ilusorias los confunden y los amedrentan, actuando como grilletes en sus pies y como una piedra de molino alrededor de su cuello. Muchas personas se agachan cobardemente, cuando son obsesionadas por los agudos miedos al ridículo, al fracaso, a lo desconocido, a la vejez, al peligro o a la muerte.

¿Pueden estos miedos ser eliminados? La experiencia de Hércules sugiere que ellos pueden ser vencidos elevando la conciencia a un punto más alto de integración. Cuando la vida de una persona es reenfocada alrededor de un propósito superior, a las sombras amenazadoras del miedo, se las hace retroceder a la periferia del pensamiento. Mientras los monstruos indeterminados del miedo acechen en el crepúsculo del subconsciente, tendrán el poder de hacer palidecer las mejillas y helar el corazón.

Un soldado, intentando derrotar al enemigo, arriesga la vida misma. Una madre, arrebatando su hijo al peligro, olvida sus propios temores. El automovilista, lanzándose autopista abajo a gran velocidad, arriesga su vida y sus miembros por amor a la aventura. Estas [i148] personas han enfocado su atención por encima del punto donde se encuentra el miedo. El individuo espiritualmente orientado, ha centrado su pensamiento a un nivel demasiado purificado para que el miedo llegue hasta allí.

5. El odio. El odio tiene sus raíces en la negación. Es lo opuesto al deseo de la unión. Elevado a una dimensión superior, el odio se transmuta en el repudio de todo lo que es irreal. Cuando el odio es despojado de todo contenido emocional, se puede transformar en una energía que causa que un hombre regenere la forma, por el amor de vida que en ella vierte. Sobre el arco inferior, es con toda seguridad, destructivo; sobre el superior, cuando es completamente purificado, se le puede ver como el lado positivo del amor.

6. El deseo de poder. Durante los últimos cien años el hombre ha liberado la energía de poder mucho más que la del amor. El resultado es la inestabilidad y el desequilibrio. El poder, cuando no está relacionado con el amor, es [e129] una fuerza corruptora. Muchas tragedias en las relaciones humanas, resultan del incontrolado deseo de dominar la verdad de los otros, de dictar y regular su conducta. El que substituye los principios éticos por consideraciones de poder, engendra perpetua lucha. Los altos ideales que han servido como faros a través de los siglos, la hermandad, la cooperación, el idealismo, brillan oscuramente mientras el poder es el factor determinante en la sociedad.

Cuando es transmutada, sin embargo, la voluntad de poder se convierte en la voluntad de realizar y la voluntad de sacrificio. La rigurosa, egocéntrica voluntad, se transforma en un agente dispensador de dones benéficos. Entonces, realmente, el poder sirve al amor y el amor glorifica al poder.

7. El orgullo. Los muros construidos por el orgullo encarcelan al hombre más seguramente que los barrotes de una prisión. Sujeto por las pesadas cadenas de pensamientos autoenaltecedores, él mira a los otros seres humanos con condescendecia. Así debilita el vínculo que unifica a todos los hombres en indisoluble hermandad. Colocándose aparte, él se aleja progresivamente, más allá del círculo de las simpatías humanas.

Hércules cae de rodillas mientras lucha con la hidra, simbolizando con esta postura el espíritu de humildad que se debe [i149] lograr. La exaltación de las inclinaciones personales debe ser reemplazada por la expresión de las tendencias al autosacrificio.

8. La separatividad. La mente analítica divide y subdivide, apreciando la parte por encima de todo. Se coloca mayor énfasis sobre las indicaciones de la diversidad que en el hecho sobresaliente de la unidad. Tal pensamiento fragmentado se opone al impulso hacia la síntesis.

La actitud separatista es más consciente de las diferencias entre los hombres que de las similitudes; concibe a la religión como una serie de unidades antagónicas antes que como una simple expresión del impulso espiritual; considera la oposición de las clases en la sociedad como más importante que la sencilla humanidad que hace hermanos a los hombres; ve a la tierra como una serie de naciones diferentes antes que como un mundo.

Hércules tenía que ver a la hidra como a un monstruo, no como una bestia con nueve cabezas diferentes. Mientras él buscó separar las cabezas una por una, no tuvo éxito. Cuando finalmente se ocupó de ella como de una unidad, logró la victoria.

9. La crueldad. La satisfacción que experimentan los hombres en herir a los otros, es un testimonio de la existencia de tendencias perversas que corroen la mente. El deleite en causar sufrimiento a nuestros semejantes es una enfermedad. Esta repugnante cabeza de la hidra debe ser destruida de una vez por todas antes de que un hombre pueda proclamarse como humanizado. [e130] La vida moderna ofrece muchos ejemplos de brutalidad y desenfrenada crueldad. En muchas familias los niños sensibles son reprendidos, ridiculizados y menospreciados por aquellos que rehusan tomarse la molestia de comprenderlos; los esposos y las esposas están diariamente proclamando al mundo en instancias de divorcio, que ellos son víctimas de tortura mental; las cortes judiciales y los hospitales muestran evidencias acumuladas del placer irracional que los seres humanos tienen en atormentarse mutuamente. "Lo hacemos por entretenernos", dijo un gangster juvenil recientemente, "no por dinero".

Cuando este monstruo de la crueldad es elevado en el aire a la luz de la razón y la compasión, pierde su poder. La tarea de transformar [i150] la energía de la crueldad en la de una activa compasión, aún permanece. En dos pruebas Hércules "mató" cuando debería haber amado, pero en Escorpio él realizó esta transformación, extirpando de su propia naturaleza una tendencia que lo habría perjudicado en toda empresa futura.

Tal es el logro de Hércules, psicológicamente hablando, en este trabajo. Ha dado entrada a la luz dentro del oscuro retiro del subconsciente, ha luchado con las fuerzas monstruosas que se revuelcan en el fango subliminal, y ha vencido a los enemigos de su propia casa. Un proceso purificador ha tenido lugar, y Hércules está ahora listo para aventurarse en el próximo trabajo, en el que tendrá que demostrar su habilidad para controlar los poderes y potencias de la mente.

Aplicaciones a la Vida

(Condensación de una conferencia de A.A.B.)

El de Escorpio es el trabajo que desde ciertos ángulos nos ha preocupado y nos preocupará por largo tiempo porque, a diferencia de Hércules, nosotros no hemos triunfado sobre la hidra. La mayoría de nosotros está ocupada con los métodos fútiles empleados primero por él en esta prueba.

Este es principalmente el problema de la humanidad, pero individualmente estamos tan profundamente interesados en nuestra propia evolución que olvidamos el panorama más amplio. Si alguna vez vamos a trepar la cima de la montaña en Capricornio, debemos perder de vista la personalidad y empezar a funcionar como almas.

En mis momentos supremos yo sé teóricamente lo que deberían ser mi actitud y mis acciones, pero sigo confundida. ¿Por qué? A causa de una ley fundamental de que todo en la naturaleza evoluciona secuencialmente, paso [e131] a paso, línea sobre línea, precepto sobre precepto. Podría ser una experiencia devastadora si yo limpiara más rápidamente mi personalidad, para que toda la fuerza de mi alma pudiera fluir. Yo sería arrastrada de mis pies por el poder y la luz, la omnisciencia y la omnipotencia de mi alma. No sabría [i151] qué hacer con lo que tuviera. Esto no significa que todo lo que tengo que hacer es sentarme y dejar que la ley trabaje, descansar del trabajo y que la evolución me lleve consigo hasta que en cierto momento me realice. Esto significa que en este momento estoy en el campo de batalla, Kurukshetra, y que voy a habérmelas con la hidra en Escorpio, pues es este trabajo el que está preocupando a la humanidad hoy en día.

La verdadera prueba de Escorpio nunca tiene lugar hasta que uno está coordinado, hasta que la mente, la naturaleza emocional y la naturaleza física están funcionando como una unidad. Entonces el hombre pasa a Escorpio donde su equilibrio es trastornado y el deseo parece excesivo, cuando había pensado que estaba equilibrado. La mente, que él estaba completamente seguro que estaba empezando a controlar su personalidad, parece no funcionar. A medida que estudiamos a Hércules, nos vemos a nosotros mismos.

Recuerda que hay tres cosas que el discípulo debe hacer en Escorpio. Él tiene que demostrar, no a la Jerarquía, no al observador, sino a sí mismo, que ha vencido a la gran ilusión; esa materia, esa forma no puede retenerlo más. Hércules tiene que demostrarse a sí mismo, que la forma es simplemente un canal de expresión por medio del cual él se pone en contacto con un gran campo de la manifestación divina. Leyendo algunos libros de religión uno podría llegar a la conclusión de que la forma, la emoción y la mente son todas malas, cosas indeseables de las que hay que liberarse. A mi juicio, es fundamental entender el pensamiento de que si yo me libero de la forma física no tengo medios de hacer contacto con la expresión divina, porque Dios está en mi prójimo, en este mundo físico, tangible, en el que vivo, y que si yo no tengo forma, no tengo ninguno de mis cinco sentidos, le impido la entrada a mi Dios interno de alguna manera. La personalidad no debe ser matada, no debe ser suprimida; debe ser reconocida como un triple canal de expresión para los tres aspectos divinos. Todo depende de si nosotros usamos esa triple personalidad por egoísmo o para fines divinos. La gran ilusión es la utilización de esa personalidad para fines egoístas. Para resumir toda la historia, en este signo de Escorpio, el Yo está determinado a matar al pequeño yo, para enseñarle el significado de la resurrección.

¿Qué es la Muerte?

[i152] Hay tres signos de muerte en el zodíaco; tres grandes muertes tienen lugar [e132] a medida que progresamos alrededor del campo de la vida. En Cáncer, tenemos la muerte del ser elemental (es decir, el hombre) para que el ser humano pueda llegar a existir. A través del zodíaco nosotros siempre podemos decir: "Aquí está la muerte para..."

Siempre, la muerte es una entrada a una vida más plena, a una experiencia más plena, a un alcance y realización más plenos. Es la muerte de la personalidad para que el alma pueda hacerse cargo de la personalidad y expresar la vida a través de ella. En Piscis tenemos la crucifixión, la muerte de un salvador del mundo, porque él ha cumplido perfectamente su función.

La muerte en astrología puede significar muchas cosas. Tal vez ella puede querer decir que vamos a morir. Esa es una interpretación. Tal vez vamos a morir a una vieja emoción. Ha llegado "la muerte". Algunas ideas cristalizadas, sostenidas durante mucho tiempo, algunos dogmas, que han gobernado nuestras actividades hasta ahora, han llegado simplemente a un fin, y nosotros nos preguntamos cómo pudimos haber pensado de la manera en que lo hicimos. Esa línea de pensamiento ha muerto. Es valioso lograr el gran cuadro y aprender a interpretarlo en los variados aspectos de la personalidad.

Escorpio, el Signo de la Magia

Magia no significa hacer cosas curiosas: la verdadera magia es la expresión del alma por medio de la forma. La magia negra es el uso de la forma para ganar lo que queremos para la forma. La magia negra es puro egoísmo. La magia blanca es el uso del alma con propósitos de elevación humana, utilizando la personalidad. ¿Por qué es Escorpio el signo de la magia? Un antiguo libro dice: "Virgo es la hechicera, ella prepara los ingredientes que son pesados en la balanza en Libra, y en Escorpio el trabajo mágico es llevado adelante". En los términos del aspirante esto quiere decir que en Virgo yo descubrí al Cristo en mí misma, que a través de los años mi naturaleza forma ha nutrido un Cristo; en Libra fluctuó entre los pares de opuestos, la forma y la naturaleza [i153] de Cristo, hasta que logré el equilibrio y el Cristo y la materia están en un estado de equilibrio. En Escorpio, soy probada, en cuanto a cual triunfará, la forma o el Cristo, el Yo superior o el yo inferior, lo real o lo irreal, lo verdadero o la ilusión. Esa es la historia fundamental de Escorpio.

Las Constelaciones y las Estrellas

Tauro, que es el opuesto de Escorpio, es el signo del deseo expresado predominantemente en el plano físico, como sexo. En el corazón de Escorpio [e133] encontramos a Antares, una de las cuatro estrellas reales, una estrella roja. Rojo es el color del deseo, y ésta es la estrella más roja en los cielos, ella simboliza ese rojo del deseo que sostiene toda manifestación de la vida divina.

En Géminis, en la recolección de las manzanas de oro, Hércules luchó también con Antares. Aquí nuevamente en Escorpio tenemos que luchar con la estrella roja. ¿Por qué? Porque el problema de la humanidad en este nuestro gran sistema solar, es el de la atracción entre los opuestos (significando el deseo). Siempre hay dualidad, lo que es deseado y el que desea. Aquila, el águila, es intercambiable con Escorpio. El águila tiene mucho que ver con los Estados Unidos y la flecha de Sagitario, el signo siguiente, es también dominante en el sello de los Estados Unidos. Aquila, el águila, es el pájaro fuera del tiempo y el espacio, y así como Hércules lucha con la hidra que ve arriba, ve al águila, y se le recuerda que él ha venido a la encarnación y que retornará al lugar de donde vino.

Hay tres constelaciones conectadas con este signo que son sumamente interesantes. Primero, está Serpens, la serpiente de la ilusión, la serpiente con la que nos encontramos en el Génesis, que engañó a Eva. La segunda es Ophiuchus, el hombre que lucha con la serpiente. El antiguo zodíaco representa a la serpiente en las manos de este hombre. Él la apresa con ambas manos y pisa sobre su corazón, que es la estrella roja del deseo. Mientras hace esto, mira hacia la constelación que vemos en Libra, la corona. Así, tenemos la personalidad, simbolizada por Ophiuchus, luchando [i154] con la serpiente de la ilusión, con la corona a la que él aspira, sostenida delante suyo.

La tercera constelación es llamada Hércules y representa al aspirante, mirando no a la corona sino al águila. Aquila. La personalidad mira la corona pero dice: "Estoy pasando por un momento muy difícil, mi ambiente está en mi contra, las condiciones de mi hogar son penosas, pero algún día obtendré una corona". Hércules, el discípulo, no está interesado en la corona, está mirando al águila, el aspecto espíritu. Está ocupado con ese maravilloso símbolo de luz que brota, que hace posible toda victoria.

Mantén tu ojo en el águila; haz descender el fuego; no mires a la tierra; céntrate en la divinidad.

A.A.B.

* Empezando con Escorpio, el relato del mito será escrito por el Dr. Francis Merchant, ya que ninguna copia adicional del Tibetano se encontró entre los papeles de A.A.B. Él ha usado el mejor material disponible para los detalles de la historia, vertiéndola en la cadencia yámbica de El Antiguo Comentario. Otro material de A.A.B. es usado como antes, con algunas condensaciones y reescrituras necesarias.


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