[e122]
[i140]
El
Gran Presidente, vestido de radiante calma, dijo solamente una palabra.
El Maestro oyó la orden de oro, y convocó a Hércules, el hijo de Dios
que era también el hijo del hombre.
"La
luz brilla ahora en el octavo Portal", dijo el Maestro. "En el
antiguo Argos hubo una sequía. Amimona suplicó la ayuda de Neptuno. Éste
le ordenó que golpeara una roca, y cuando ella lo hizo, brotaron tres
corrientes cristalinas; pero prontamente una hidra hizo allí su morada.
"Junto
al Río Amimona, está el infesto pantano de Lerna. Dentro de esta fétida
ciénaga yace la monstruosa hidra, una calamidad en la comarca. Esta
criatura tiene nueve cabezas, y una de ellas es inmortal. Prepárate a
combatir con esta repugnante bestia. No pienses que pueden servirte,
medios ordinarios; destruyes una cabeza, dos crecen
aceleradamente". Hércules esperaba con expectación.
"Yo
sólo puedo dar una palabra de consejo", dijo el Maestro.
"Ascendemos arrodillándonos; vencemos cediendo; ganamos
renunciando. Ve. ¡Oh, hijo de Dios e hijo del hombre, y vence!"
Entonces, Hércules pasó a través del octavo Portal.
El
estancado pantano de Lerna era una mancha que desalentaba a todos los
que llegaban a sus confines. Su hedor contaminaba toda la atmósfera [i141]
en un espacio de siete millas. Cuando Hércules se aproximó,
tuvo que detenerse, [e123]
pues sólo el olor casi lo venció. La cenagosa arena
movediza era un peligro, y más de una vez Hércules rápidamente retiró
su pie temiendo que fuera succionado por la tierra floja.
Finalmente
encontró la guarida donde moraba la monstruosa bestia. Dentro de una
caverna donde reinaba perpetua noche, la hidra estaba oculta. De día y
de noche Hércules rondaba el traicionero pantano, esperando el momento
propicio en que la bestia saliera. Vigilaba en vano. El monstruo
permanecía dentro de su fétida ciénaga.
Recurriendo
a una estratagema, Hércules sumergió sus flechas en brea ardiendo y
las hizo llover directamente dentro de la bostezante caverna donde
moraba la horrible bestia. Una agitación y conmoción sobrevino al
punto.
La
hidra emergió, con sus nueve encolerizadas cabezas exhalando
llamaradas. Su escamosa cola azotaba furiosamente el agua y el barro
salpicando a Hércules. A tres brazas de altura se levantó el monstruo,
una cosa de tal fealdad que parecía como si hubiera sido hecha con los
más impuros pensamientos concebidos desde que empezó el tiempo. La
hidra se abalanzó sobre Hércules y buscó enrollarse alrededor de sus
pies. El se apartó y le asestó un golpe tan demoledor que una de sus
cabezas fue inmediatamente separada. Apenas había esta horrible cabeza
caído dentro del pantano, dos crecieron en su lugar. Una y otra vez Hércules
atacó al furioso monstruo, pero con cada asalto se volvía más fuerte,
no más débil.
Entonces
Hércules se acordó que su Maestro había dicho, "nos elevamos
arrodillándonos". Arrojando a un lado su garrote, Hércules se
arrodilló, agarró a la hidra con sus manos desnudas y la levantó en
el aire. Suspendida en medio del aire, su fuerza disminuyó. De rodillas,
entonces, él sostuvo a la hidra alto por encima suyo para que el aire y
la luz purificadoras pudieran tener su esperado efecto. El monstruo,
fuerte en la oscuridad y el pantanoso barro, pronto perdió su poder
cuando los rayos del sol y el contacto del viento cayeron sobre él.
Se
esforzó convulsivamente, pasando un estremecimiento a través de su
repugnante figura. Más y más desfallecida se hizo su lucha hasta que [i142]
fue vencida. Las nueve cabezas se inclinaron, luego con
jadeantes bocas y vidriosos ojos cayeron flojamente hacia adelante. Pero
sólo cuando ellas yacían sin vida, Hércules percibió la mística
cabeza que era inmortal.
Entonces
Hércules cortó la cabeza inmortal de la hidra y la enterró, silbando
todavía ferozmente, debajo de una roca.
Retornando,
Hércules se paró delante de su Maestro. "La victoria ha sido
lograda", dijo el Maestro. "La luz que brilla en el octavo Portal
está ahora mezclada con tu propia luz".
FRANCIS
MERCHANT
Introducción
[e124]
De
nuevo encontramos variaciones en las versiones del mito y no tenemos el
relato del mito hecho por El Tibetano para guiarnos. La historia de que
la novena cabeza era la cabeza inmortal, parece descartada por la
sencilla afirmación de El Tibetano de que eran tres veces tres, o nueve
pruebas. La versión usada por Francis Merchant en el mito, parece más
precisa, es decir, que nueve cabezas fueron destruidas, y entonces
apareció la mística, inmortal cabeza. Además, el relato de que esta
gran cabeza fue "enterrada bajo una roca" da motivo para mucha
reflexión. Tal vez el uso de la frase "escondida bajo la roca de
la voluntad", es revelador. Todas las versiones dicen que fue pues,
enterrada.
En
algunos relatos se dice que Hércules quemó completamente las cabezas,
y que el fuego divino sería ciertamente necesario para esta destrucción.
De cualquier modo, es imposible negar la poderosa descripción del mundo
del discípulo en esta prueba suprema, sumergiéndose hasta las rodillas
en la humanidad y levantando al monstruo (todos los males acumulados,
errores, fracasos de su largo pasado) en el aire del espíritu, donde
por su verdadera naturaleza, la hidra no podía vivir, y así se consumió
y murió. El uso del fuego, en el esfuerzo preliminar, contiene no
obstante este símbolo en la descripción.
Mientras
el sexo, bajo la prueba de la compensación de los opuestos y la doble
soberanía de Marte, tiene su lugar especial, el excesivo énfasis de
esta sola faceta no es suficientemente inclusivo. Todos los pares [i143]
de opuestos tienen que ser compensados en este gran signo, un
signo avanzado del integrado, consciente discípulo; no un signo sórdido
del hombre no evolucionado, como se piensa a menudo. De nuevo se debe
leer cuidadosamente y distinguir entre gente en la rueda ordinaria y
discípulos en la rueda revertida. Todo lo cual es presentado para el
estudio del lector.
Análisis
psicológico del Mito
A
Hércules se le dijo que encontrara la hidra de nueve cabezas que vivía
en un pantano inundado de hedor. Este monstruo tiene su contraparte
subjetiva. Mora dentro de las cavernas de la mente. En la oscuridad y el
fango de los huecos mentales no iluminados, prospera.
Profundamente
alojada dentro de las regiones subterráneas del subconsciente, ya
quieta o explotando en tumultuoso frenesí, la bestia establece su
residencia permanente. Su existencia no se descubre fácilmente. Pasa un
largo tiempo antes de que el individuo se dé cuenta que él está
alimentando [e125] y
sustentando a una criatura tan feroz. Las ardientes flechas de la
inflamada aspiración deben ser descargadas antes de que su presencia se
revele.
Combatir
a tan formidable enemigo es ciertamente una heroica tarea para un hijo
de hombre, aún cuando él sea también un hijo de Dios. Cercena una
cabeza, y otra crece en su lugar. Cada vez que un deseo o un pensamiento
bajos son vencidos, otros toman su lugar.
Hércules
hace tres cosas: se da cuenta de la existencia de la hidra, la busca
pacientemente, y finalmente la destruye. Se necesita la discriminación
para darse cuenta de su existencia; la paciencia, para descubrir su
guarida; la humildad, para sacar los viscosos fragmentos del
subconsciente a la superficie, y exponerlos a la luz de la sabiduría.
Mientras
Hércules luchó en el pantano, en medio del fango, el cieno, y la arena
movediza, fue incapaz de vencer a la hidra. Tuvo que levantar al
monstruo en el aire; esto es, trasladar su problema a otra dimensión,
para poder resolverlo. Con toda humildad, arrodillándose en el fango,
tuvo que examinar su dilema a la luz de la sabiduría y en la atmósfera
elevada del pensamiento [i144]
escrutador. De estas consideraciones podemos deducir que las
soluciones a muchos de nuestros problemas vienen sólo cuando se logra
un nuevo foco de atención, cuando se establece una nueva perspectiva.
Se
nos dice que una de las cabezas de la hidra es inmortal, esto implicaría
que toda dificultad, con todo lo terrible que parezca ser, contiene una
joya de gran valor. Es siempre fútil no intentar dominar la naturaleza
inferior y descubrir esa joya.
La
cabeza inmortal separada del cuerpo de la hidra, es enterrada debajo de
una roca. Esto significa que la energía concentrada que crea un
problema todavía permanece, purificada, dirigida de nuevo y
acrecentada, después que la victoria ha sido ganada. Tal poder debe
entonces ser rectamente controlado y canalizado. Debajo de la roca de la
persistente voluntad, la cabeza inmortal se vuelve una fuente de poder.
Las
Nuevas Cabezas de la Hidra
La
tarea asignada a Hércules tiene nueve facetas. Cada cabeza de la hidra
representa uno de los problemas que acosan a la persona valerosa que
busca lograr el dominio de sí misma. Tres de estas cabezas simbolizan
los apetitos asociados con el deseo, la comodidad y el dinero. El
segundo grupo de tres concierne a las pasiones del temor, el odio y el
deseo de poder. Las últimas tres cabezas representan los vicios de la
mente no iluminada: el orgullo, el separatismo y la crueldad.
(Ver
Astrología Esotérica, p. 143 y sig.)
[e126]
Las
dimensiones de la tarea que Hércules emprendió son así evidentemente
claras. Él tenía que aprender el arte de transmutar las energías que
tan frecuentemente precipitan a los seres humanos en catastróficas
tragedias. Las nueve fuerzas que han producido indecibles estragos entre
los hijos de los hombres desde el principio del tiempo, tenían que ser
redirigidas y transmutadas.
Los
hombres hoy en día están aún esforzándose para lograr lo que Hércules
tuvo éxito en llevar a cabo. Los problemas que surgen del abuso [i145]
de la energía conocido como sexo, atraen nuestra atención
por todas partes. El amor a la comodidad, al lujo y a las posesiones
exteriores, prevalece todavía con fuerza en la raza humana. La búsqueda
del dinero como un fin en lugar de un medio, reduce la vida de
incontables hombres y mujeres. Así, la tarea de destruir las tres
primeras cabezas continúa desafiando los poderes de la humanidad, miles
de años después que Hércules realizó su extraordinaria proeza.
Las
tres cualidades del carácter que Hércules tenia que expresar, eran
humildad, coraje y discernimiento. Humildad, para ver su condición
objetivamente y reconocer sus defectos; coraje, para atacar al monstruo
que permanece enroscado a las raíces de su naturaleza; discernimiento,
para descubrir una técnica para habérselas con su mortal enemigo.
Destapar
el pozo de los bajos deseos y los impulsos egoístas que supuran en la
naturaleza subconsciente, ha sido el trabajo del moderno sicoanálisis.
La técnica más reciente lleva los desagradables datos de los impulsos
reprimidos a la superficie, es verdad, pero a menudo se detiene en ese
punto. El individuo se da cuenta que un monstruo yace oculto en las áreas
subterráneas de la conciencia de sí mismo, pero se siente
desconcertado y perplejo tratando de habérselas con este formidable
enemigo.
Hércules
invoca una luz más brillante que la de la mente que analiza. Busca
elevar su problema a una dimensión superior, no remover perpetuamente
en el lodazal del subconsciente. Esforzándose para ver su dilema a la
luz de esa sabiduría que llamamos el alma, él lo confronta desde un
nuevo ángulo de visión. Haciéndolo así, rompe el apretón de la
hidra, y eventualmente somete a la bestia.
Luchando
con la Hidra, Moderna Versión
Una
consideración de los nueve problemas que confronta la persona que busca
matar a la hidra en este tiempo y época, deberá arrojar luz en las
fuerzas extrañas que trabajan en ese barril de explosivo, la mente
humana. [e127]
[i146]
1.
El sexo. La gazmoñería victoriana y el prurito psicoanalítico,
son ambos indeseables. El sexo es una energía. Puede ser inhibido,
desenfrenadamente ejercitado, o sublimado. La represión o la inhibición
no son verdaderamente soluciones; la promiscuidad hace la vida vulgar, y
hace de un hombre el esclavo de una pasión dominadora. La sublimación
implica el uso de la energía del sexo en esfuerzo creador.
La
transmutación de las energías humanas abre un campo de especulación y
experimento. En la ciencia física, la energía del movimiento puede ser
transformada en electricidad, y la del calor, en movimiento. ¿Hasta qué
punto, entonces, pueden las energías humanas ser reorientadas? En
primer lugar, la energía de la materia, representada por el alimento,
es obviamente usada para producir la del movimiento. ¿Puede la energía
impulsora de las emociones ser análogamente reencauzada en la actividad
del pensamiento? ¿Puede la energía de las pasiones agitadas encontrar
expresión como aspiración? ¿Pueden las tendencias y las compulsiones
de la naturaleza humana ser transmutadas en forma tal, que se vuelven
poderes benéficos? ¿Puede la energía que produce el pensamiento ser
utilizada como el poder de síntesis que resulta en un sentimiento de
identificación con todas las cosas vivientes?
La
experiencia de Hércules indica que tales posibilidades existen, y que
el que someta a la hidra de las pasiones y de la mente separatista debe
resolver problemas de esta naturaleza.
2.
La comodidad. Un eterno sentimiento de insatisfacción, aguijonea al
hombre a buscar siempre más grandes alturas de realización. El confort
es a menudo un freno sobre tales esfuerzos. Cargado con posesiones y
embotado por la seductora sensación del confort, el espíritu se
marchita y se debilita. El prisionero de la comodidad se sume en la apatía,
olvidando las luchas y pruebas que templan la afilada hoja del esfuerzo
espiritual. La voluntad de buscar, la tendencia impulsora de resolver el
misterio en la bellota de la vida, es ajena a la inclinación narcisista
de hacer del confort un motivo central de la vida.
3.
El dinero. La acumulación de dinero es una pasión dominante que
yace detrás de las actividades de los pueblos y las naciones. Se hace
caso omiso de los valores éticos y morales, en el loco esfuerzo por
reunir el poder que confiere el oro. Inevitablemente, las elecciones están
determinadas [i147] por
las consideraciones del dinero, antes que por las convicciones
espirituales o los principios éticos. El impulso de acumular riqueza es
insaciable. No importa cuánta tenga una persona, ávidamente aún desea
más.
Un
deformado efecto de esta forma de distorsión mental es el egocentrismo.
El individuo que sufre de esta aflicción, desea muy a menudo recibir
todo [e128] y
no dar nada. El estado del Universo está determinado para él por lo
que él logra adquirir. Se mira a sí mismo como un punto terminal, y no
se reconoce la responsabilidad de otorgar a otros los beneficios que él
mismo ha recibido. ¿No son los bienes intelectuales y el tesoro
espiritual aspectos de la riqueza que deberían pretender nuestros
esfuerzos? Ellos pueden ser compartidos con todos, y el que da todo lo
que tiene, se encuentra a sí mismo más rico de lo que era antes. El
impulso de adquirir bienes materiales puede algún día ser transmutado
en el deseo de acumular conocimiento y la voluntad de adquirir las joyas
de espíritu.
4.
El miedo. En innumerables formas los fantasmas del miedo atormentan
a los hijos de los hombres. Estas formas ilusorias los confunden y los
amedrentan, actuando como grilletes en sus pies y como una piedra de
molino alrededor de su cuello. Muchas personas se agachan cobardemente,
cuando son obsesionadas por los agudos miedos al ridículo, al fracaso,
a lo desconocido, a la vejez, al peligro o a la muerte.
¿Pueden
estos miedos ser eliminados? La experiencia de Hércules sugiere que
ellos pueden ser vencidos elevando la conciencia a un punto más alto de
integración. Cuando la vida de una persona es reenfocada alrededor de
un propósito superior, a las sombras amenazadoras del miedo, se las
hace retroceder a la periferia del pensamiento. Mientras los monstruos
indeterminados del miedo acechen en el crepúsculo del subconsciente,
tendrán el poder de hacer palidecer las mejillas y helar el corazón.
Un
soldado, intentando derrotar al enemigo, arriesga la vida misma. Una
madre, arrebatando su hijo al peligro, olvida sus propios temores. El
automovilista, lanzándose autopista abajo a gran velocidad, arriesga su
vida y sus miembros por amor a la aventura. Estas [i148]
personas han enfocado su atención por encima del punto donde
se encuentra el miedo. El individuo espiritualmente orientado, ha
centrado su pensamiento a un nivel demasiado purificado para que el
miedo llegue hasta allí.
5.
El odio. El odio tiene sus raíces en la negación. Es lo opuesto al
deseo de la unión. Elevado a una dimensión superior, el odio se
transmuta en el repudio de todo lo que es irreal. Cuando el odio es
despojado de todo contenido emocional, se puede transformar en una energía
que causa que un hombre regenere la forma, por el amor de vida que en
ella vierte. Sobre el arco inferior, es con toda seguridad, destructivo;
sobre el superior, cuando es completamente purificado, se le puede ver
como el lado positivo del amor.
6.
El deseo de poder. Durante los últimos cien años el hombre ha
liberado la energía de poder mucho más que la del amor. El resultado
es la inestabilidad y el desequilibrio. El poder, cuando no está
relacionado con el amor, es [e129]
una fuerza corruptora. Muchas tragedias en las relaciones
humanas, resultan del incontrolado deseo de dominar la verdad de los
otros, de dictar y regular su conducta. El que substituye los principios
éticos por consideraciones de poder, engendra perpetua lucha. Los altos
ideales que han servido como faros a través de los siglos, la
hermandad, la cooperación, el idealismo, brillan oscuramente mientras
el poder es el factor determinante en la sociedad.
Cuando
es transmutada, sin embargo, la voluntad de poder se convierte en la
voluntad de realizar y la voluntad de sacrificio. La rigurosa, egocéntrica
voluntad, se transforma en un agente dispensador de dones benéficos.
Entonces, realmente, el poder sirve al amor y el amor glorifica al
poder.
7.
El orgullo. Los muros construidos por el orgullo encarcelan al
hombre más seguramente que los barrotes de una prisión. Sujeto por las
pesadas cadenas de pensamientos autoenaltecedores, él mira a los otros
seres humanos con condescendecia. Así debilita el vínculo que unifica
a todos los hombres en indisoluble hermandad. Colocándose aparte, él
se aleja progresivamente, más allá del círculo de las simpatías
humanas.
Hércules
cae de rodillas mientras lucha con la hidra, simbolizando con esta
postura el espíritu de humildad que se debe [i149]
lograr. La exaltación de las inclinaciones personales debe
ser reemplazada por la expresión de las tendencias al autosacrificio.
8.
La separatividad. La mente analítica divide y subdivide, apreciando
la parte por encima de todo. Se coloca mayor énfasis sobre las
indicaciones de la diversidad que en el hecho sobresaliente de la
unidad. Tal pensamiento fragmentado se opone al impulso hacia la síntesis.
La
actitud separatista es más consciente de las diferencias entre los
hombres que de las similitudes; concibe a la religión como una serie de
unidades antagónicas antes que como una simple expresión del impulso
espiritual; considera la oposición de las clases en la sociedad como más
importante que la sencilla humanidad que hace hermanos a los hombres; ve
a la tierra como una serie de naciones diferentes antes que como un
mundo.
Hércules
tenía que ver a la hidra como a un monstruo, no como una bestia con
nueve cabezas diferentes. Mientras él buscó separar las cabezas una
por una, no tuvo éxito. Cuando finalmente se ocupó de ella como de una
unidad, logró la victoria.
9.
La crueldad. La satisfacción que experimentan los hombres en herir
a los otros, es un testimonio de la existencia de tendencias perversas
que corroen la mente. El deleite en causar sufrimiento a nuestros
semejantes es una enfermedad. Esta repugnante cabeza de la hidra debe
ser destruida de una vez por todas antes de que un hombre pueda
proclamarse como humanizado. [e130]
La vida moderna ofrece muchos ejemplos de brutalidad y
desenfrenada crueldad. En muchas familias los niños sensibles son
reprendidos, ridiculizados y menospreciados por aquellos que rehusan
tomarse la molestia de comprenderlos; los esposos y las esposas están
diariamente proclamando al mundo en instancias de divorcio, que ellos
son víctimas de tortura mental; las cortes judiciales y los hospitales
muestran evidencias acumuladas del placer irracional que los seres
humanos tienen en atormentarse mutuamente. "Lo hacemos por
entretenernos", dijo un gangster juvenil recientemente, "no por
dinero".
Cuando
este monstruo de la crueldad es elevado en el aire a la luz de la razón
y la compasión, pierde su poder. La tarea de transformar [i150]
la energía de la crueldad en la de una activa compasión, aún
permanece. En dos pruebas Hércules "mató" cuando debería
haber amado, pero en Escorpio él realizó esta transformación,
extirpando de su propia naturaleza una tendencia que lo habría
perjudicado en toda empresa futura.
Tal
es el logro de Hércules, psicológicamente hablando, en este trabajo.
Ha dado entrada a la luz dentro del oscuro retiro del subconsciente, ha
luchado con las fuerzas monstruosas que se revuelcan en el fango
subliminal, y ha vencido a los enemigos de su propia casa. Un proceso
purificador ha tenido lugar, y Hércules está ahora listo para
aventurarse en el próximo trabajo, en el que tendrá que demostrar su
habilidad para controlar los poderes y potencias de la mente.
Aplicaciones
a la Vida
(Condensación
de una conferencia de A.A.B.)
El
de Escorpio es el trabajo que desde ciertos ángulos nos ha preocupado y
nos preocupará por largo tiempo porque, a diferencia de Hércules,
nosotros no hemos triunfado sobre la hidra. La mayoría de nosotros está
ocupada con los métodos fútiles empleados primero por él en esta
prueba.
Este
es principalmente el problema de la humanidad, pero individualmente
estamos tan profundamente interesados en nuestra propia evolución que
olvidamos el panorama más amplio. Si alguna vez vamos a trepar la cima
de la montaña en Capricornio, debemos perder de vista la personalidad y
empezar a funcionar como almas.
En
mis momentos supremos yo sé teóricamente lo que deberían ser mi
actitud y mis acciones, pero sigo confundida. ¿Por qué? A causa de una
ley fundamental de que todo en la naturaleza evoluciona secuencialmente,
paso [e131] a
paso, línea sobre línea, precepto sobre precepto. Podría ser una
experiencia devastadora si yo limpiara más rápidamente mi
personalidad, para que toda la fuerza de mi alma pudiera fluir. Yo sería
arrastrada de mis pies por el poder y la luz, la omnisciencia y la
omnipotencia de mi alma. No sabría [i151]
qué hacer con lo que tuviera. Esto no significa que todo lo
que tengo que hacer es sentarme y dejar que la ley trabaje, descansar
del trabajo y que la evolución me lleve consigo hasta que en cierto
momento me realice. Esto significa que en este momento estoy en el campo
de batalla, Kurukshetra, y que voy a habérmelas con la hidra en
Escorpio, pues es este trabajo el que está preocupando a la humanidad
hoy en día.
La
verdadera prueba de Escorpio nunca tiene lugar hasta que uno está
coordinado, hasta que la mente, la naturaleza emocional y la naturaleza
física están funcionando como una unidad. Entonces el hombre pasa a
Escorpio donde su equilibrio es trastornado y el deseo parece excesivo,
cuando había pensado que estaba equilibrado. La mente, que él estaba
completamente seguro que estaba empezando a controlar su personalidad,
parece no funcionar. A medida que estudiamos a Hércules, nos vemos a
nosotros mismos.
Recuerda
que hay tres cosas que el discípulo debe hacer en Escorpio. Él tiene
que demostrar, no a la Jerarquía, no al observador, sino a sí mismo,
que ha vencido a la gran ilusión; esa materia, esa forma no puede
retenerlo más. Hércules tiene que demostrarse a sí mismo, que la
forma es simplemente un canal de expresión por medio del cual él se
pone en contacto con un gran campo de la manifestación divina. Leyendo
algunos libros de religión uno podría llegar a la conclusión de que
la forma, la emoción y la mente son todas malas, cosas indeseables de
las que hay que liberarse. A mi juicio, es fundamental entender el
pensamiento de que si yo me libero de la forma física no tengo medios
de hacer contacto con la expresión divina, porque Dios está en mi prójimo,
en este mundo físico, tangible, en el que vivo, y que si yo no tengo
forma, no tengo ninguno de mis cinco sentidos, le impido la entrada a mi
Dios interno de alguna manera. La personalidad no debe ser matada, no
debe ser suprimida; debe ser reconocida como un triple canal de expresión
para los tres aspectos divinos. Todo depende de si nosotros usamos esa
triple personalidad por egoísmo o para fines divinos. La gran ilusión
es la utilización de esa personalidad para fines egoístas. Para
resumir toda la historia, en este signo de Escorpio, el Yo está
determinado a matar al pequeño yo, para enseñarle el significado de la
resurrección.
¿Qué
es la Muerte?
[i152]
Hay
tres signos de muerte en el zodíaco; tres grandes muertes tienen lugar [e132]
a medida que progresamos alrededor del campo de la vida. En Cáncer,
tenemos la muerte del ser elemental (es decir, el hombre) para que el
ser humano pueda llegar a existir. A través del zodíaco nosotros
siempre podemos decir: "Aquí está la muerte para..."
Siempre,
la muerte es una entrada a una vida más plena, a una experiencia más
plena, a un alcance y realización más plenos. Es la muerte de la
personalidad para que el alma pueda hacerse cargo de la personalidad y
expresar la vida a través de ella. En Piscis tenemos la crucifixión,
la muerte de un salvador del mundo, porque él ha cumplido perfectamente
su función.
La
muerte en astrología puede significar muchas cosas. Tal vez ella puede
querer decir que vamos a morir. Esa es una interpretación. Tal vez
vamos a morir a una vieja emoción. Ha llegado "la muerte".
Algunas ideas cristalizadas, sostenidas durante mucho tiempo, algunos
dogmas, que han gobernado nuestras actividades hasta ahora, han llegado
simplemente a un fin, y nosotros nos preguntamos cómo pudimos haber
pensado de la manera en que lo hicimos. Esa línea de pensamiento ha
muerto. Es valioso lograr el gran cuadro y aprender a interpretarlo en
los variados aspectos de la personalidad.
Escorpio,
el Signo de la Magia
Magia
no significa hacer cosas curiosas: la verdadera magia es la expresión
del alma por medio de la forma. La magia negra es el uso de la forma
para ganar lo que queremos para la forma. La magia negra es puro egoísmo.
La magia blanca es el uso del alma con propósitos de elevación humana,
utilizando la personalidad. ¿Por qué es Escorpio el signo de la magia?
Un antiguo libro dice: "Virgo es la hechicera, ella prepara los
ingredientes que son pesados en la balanza en Libra, y en Escorpio el
trabajo mágico es llevado adelante". En los términos del
aspirante esto quiere decir que en Virgo yo descubrí al Cristo en mí
misma, que a través de los años mi naturaleza forma ha nutrido un
Cristo; en Libra fluctuó entre los pares de opuestos, la forma y la
naturaleza [i153] de
Cristo, hasta que logré el equilibrio y el Cristo y la materia están
en un estado de equilibrio. En Escorpio, soy probada, en cuanto a cual
triunfará, la forma o el Cristo, el Yo superior o el yo inferior, lo
real o lo irreal, lo verdadero o la ilusión. Esa es la historia
fundamental de Escorpio.
Las
Constelaciones y las Estrellas
Tauro,
que es el opuesto de Escorpio, es el signo del deseo expresado
predominantemente en el plano físico, como sexo. En el corazón de
Escorpio [e133] encontramos
a Antares, una de las cuatro estrellas reales, una estrella roja. Rojo
es el color del deseo, y ésta es la estrella más roja en los cielos,
ella simboliza ese rojo del deseo que sostiene toda manifestación de la
vida divina.
En
Géminis, en la recolección de las manzanas de oro, Hércules luchó
también con Antares. Aquí nuevamente en Escorpio tenemos que luchar
con la estrella roja. ¿Por qué? Porque el problema de la humanidad en
este nuestro gran sistema solar, es el de la atracción entre los
opuestos (significando el deseo). Siempre hay dualidad, lo que es
deseado y el que desea. Aquila, el águila, es intercambiable con
Escorpio. El águila tiene mucho que ver con los Estados Unidos y la
flecha de Sagitario, el signo siguiente, es también dominante en el
sello de los Estados Unidos. Aquila, el águila, es el pájaro fuera del
tiempo y el espacio, y así como Hércules lucha con la hidra que ve
arriba, ve al águila, y se le recuerda que él ha venido a la encarnación
y que retornará al lugar de donde vino.
Hay
tres constelaciones conectadas con este signo que son sumamente
interesantes. Primero, está Serpens, la serpiente de la ilusión,
la serpiente con la que nos encontramos en el Génesis, que engañó a
Eva. La segunda es Ophiuchus, el hombre que lucha con la
serpiente. El antiguo zodíaco representa a la serpiente en las manos de
este hombre. Él la apresa con ambas manos y pisa sobre su corazón, que
es la estrella roja del deseo. Mientras hace esto, mira hacia la
constelación que vemos en Libra, la corona. Así, tenemos la
personalidad, simbolizada por Ophiuchus, luchando [i154]
con la serpiente de la ilusión, con la corona a la que él
aspira, sostenida delante suyo.
La
tercera constelación es llamada Hércules y representa al aspirante,
mirando no a la corona sino al águila. Aquila. La personalidad mira la
corona pero dice: "Estoy pasando por un momento muy difícil, mi
ambiente está en mi contra, las condiciones de mi hogar son penosas,
pero algún día obtendré una corona". Hércules, el discípulo,
no está interesado en la corona, está mirando al águila, el aspecto
espíritu. Está ocupado con ese maravilloso símbolo de luz que brota,
que hace posible toda victoria.
Mantén
tu ojo en el águila; haz descender el fuego; no mires a la tierra; céntrate
en la divinidad.
A.A.B.
*
Empezando con Escorpio, el relato del mito será escrito por el Dr.
Francis Merchant, ya que ninguna copia adicional del Tibetano se encontró
entre los papeles de A.A.B. Él ha usado el mejor material disponible
para los detalles de la historia, vertiéndola en la cadencia yámbica
de El Antiguo Comentario. Otro material de A.A.B. es usado como antes,
con algunas condensaciones y reescrituras necesarias. |